Louis Jean Lumière nació en Besançon, Francia, el 5 de octubre de 1864, y murió en Bandol, Francia, el 6 de junio de 1948. Ingeniero e industrial.
El sitio www.biografiasyvidas.com
publicó este recordatorio.
Louis Lumière
(Louis Jean Lumière; Besançon, 1864 - Bandol, 1948) Inventor
francés, pionero del cine. Hijo de Antoine Lumière, un comerciante de la ciudad
de Besançon dedicado a la fotografía, a los pocos años marchó con su familia a
Lyon, dado que su padre decidió independizarse de su socio Emile Lebeau. La
calidad humana y profesional de su padre permitió a la familia salir adelante.
Los clientes hicieron progresar el negocio y pronto su empresa fue reconocida
por la calidad de sus trabajos.
Louis Lumière |
El joven Louis destacó en los estudios que realizó en el liceo La Martinière y poco después, junto con su hermano Auguste (con quien formó una pareja indisoluble), comenzó a trabajar con su padre desarrollando algunas iniciativas en la fábrica de material fotográfico, una de las principales en las últimas décadas del siglo XIX. En torno a 1890, Louis y Auguste conocían ya algunos de los inventos que se estaban patentando en torno al mundo de las imágenes en movimiento; tenían noticias de los trabajos de sus coetáneos y de los experimentos que se prodigaban no sólo en Francia, sino en otros países, y que buscaban, básicamente, mejorar la obtención y proyección de imágenes.
Esta situación iba a sembrar controversias sobre quién fue
el verdadero padre del cine. Entre 1890 y 1895 eran varios los inventores que,
en distintos países, estaban trabajando para alcanzar un mismo objetivo; los
nombres de Thomas Edison (Kinetoscopio) y Max Skladanowski (Bioscop) son
algunos de los que más sonaban en esos años. A finales de 1894, los hermanos
Lumière patentaron su invento con el nombre de Cinematographe (Cinematógrafo).
Durante unos meses se dedicaron a impresionar diversas
imágenes familiares, y luego decidieron hacer varias demostraciones que fueron
muy bien recibidas, lo que los animó a preparar la presentación pública, que
tuvo lugar el día 28 de diciembre de 1895 en el Salon Indien del "Grand
Café", en el Boulevard des Capucines de París. Por primera vez se
conseguía mostrar a un grupo de personas unas cintas (así se llamaban las
primeras películas) de imágenes en movimiento, con lo que se superaba las
limitaciones que suponía el Kinetoscopio de Edison, que era de visión
individualizada.
Estas películas apenas recogían un plano estático del motivo
que daba título a las mismas. Eran "tomas de vista" de temas
familiares y lugares de la ciudad. La demanda del público obligó a los Lumière
a enviar a una serie de operadores por todo el mundo para que impresionaran más
imágenes que permitieran renovar los programas diarios. El efecto cautivador
que supuso el cinematógrafo para los ciudadanos de estos años fue de tal
magnitud, que se viene repitiendo la anécdota de aquellos espectadores que
vieron por primera vez La llegada de un tren a la estación (L'arrivée d'un
train en gare, 1896); en cuanto el tren se acercaba a primer término, los
espectadores se echaban hacia atrás, pensando que iba a salir de la pantalla.
Las imágenes de los Lumière son punto de referencia de los
primeros noticiarios y documentos que se impresionaron en numerosos países. De
estas primeras películas destacan La salida de los obreros de la fábrica
Lumière, en la que desde un punto de vista lejano se contempla cómo se abre la
puerta de la fábrica y va saliendo hacia los laterales un grupo de hombres y
mujeres, hasta que esa salida se termina. Más interesante resulta, sin embargo,
El regador regado, una escena simpática, que gira en torno a un "gag"
cómico: un hombre se encuentra regando un jardín; vemos cómo un niño le pisa la
manguera; el hombre se extraña de que no salga el agua y acerca a su cara la
boca de la misma; en ese momento el niño quita su pie y el agua moja al hombre;
éste corre tras él y al alcanzarlo le da un azote y le coge de una oreja.
Fotogramas de La llegada de un tren a la estación y de El regador regado |
La producción de los Lumière se incrementó con los años, convirtiendo a Lyon en uno de los centros cinematográficos más importantes del mundo. No obstante, su evolución creativa se estancó, limitándose durante ese tiempo a repetir los temas y viviendo un poco de rentas. Fue Georges Méliès quien, al introducir la ficción, dio un empuje definitivo al cinematógrafo y fundó el cine tal y como hoy lo entendemos, abriendo nuevos caminos a la creatividad y forzando a los operadores y productores que les siguieron a volcarse en la búsqueda de formas expresivas.
Los Lumière, al tiempo que producían una interminable lista
de títulos, pusieron en circulación los aparatos que fabricaban en Lyon. A esta
ciudad acudirían a lo largo del tiempo numerosos empresarios de otros países en
busca de "el aparato original" que les permitía pasar sin ningún
problema las cintas Lumière en sus barracones. Así comenzó a expandirse el que
sería el espectáculo audiovisual más sorprendente del siglo XX.
Los Lumière continuaron desarrollando, hasta su muerte,
otros muchos inventos, tanto en el campo de la fotografía como en el cine (la
placa tricromo para la fotografía en color; la fotografía en relieve:
fotoesterosíntesis; el cine estereoscópico; las placas antihalo; el plateado de
los espejos en frío; un difusor para fonografía, etc.). Algunos tuvieron su
aplicación, pero otros no pudieron desarrollarse comercialmente.
A continuación, los cortos titulados El regador regado, de 1895, y La
llegada de un tren a la estación, de 1896.