viernes, 11 de abril de 2014

Karel Ančerl


Karel Antscherl, conocido como Karel Ančerl, nació en Tučapy, Bohemia, el 11 de abril de 1908 y murió en Toronto, Canadá, el 3 de julio de 1973. Director de orquesta.

En 1926 se matriculó en el Conservatorio de Praga donde estudió violín, composición y dirección de orquesta. En 1931 participó en el estreno de Múnich de la ópera de Alois Hába La madre. Llamó la atención del director de orquesta Václav Talich, de quien fue discípulo. Fue ayudante de Hermann Scherchen de 1929 a 1931 en Berlín y después en Múnich.

Regresó a Checoslovaquia y entre 1930 y 1933 adquirió gran notoriedad con la dirección de la orquesta de Jazz del Teatro Libre y entre 1933 a 1939 también con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Praga, y comenzó a dirigir la Orquesta Filarmónica Checa de Václav Talich.


Al principio de la Segunda Guerra Mundial los nazis clausuraron el Teatro Libre por considerarlo demasiado vanguardista. Ančerl fue deportado al campo de concentración de Terezín y luego a Auschwitz. Ančerl, muy debilitado, logró sobrevivir, pero su mujer y sus hijos murieron en la cámara de gas.

Al finalizar la guerra, recuperó la dirección de la Orquesta de la Radio y dirigió la Orquesta de la Ópera hasta 1950. El 20 de octubre de 1950 fue nombrado sucesor de Talich en la Orquesta Filarmónica Checa, que alcanzó prestigio internacional.


Karel Ančerl se mantuvo al frente de la orquesta hasta 1968, cuando, tras la ocupación y represión soviética, decidió tomar la dirección de la Orquesta Sinfónica de Toronto, Canadá.

Ančerl está considerado como uno de los mejores directores de orquesta del siglo XX. Su dirección se caracterizó por su rigor y transparencia. Sus interpretaciones del repertorio checo son de absoluta referencia, en particular sus discos dedicados a Martinů y Janáček, y se destacan sus grabaciones de La consagración de la primavera de Stravinsky, de Romeo y Julieta de Prokofiev o de la música de Tchaikovsky.



A continuación, de Bedrich Smetana, Sárka, del ciclo Mi Patria, en la interpretación de Karel Ančerl al frente de la Orquesta Filarmónica Checa, en 1968.