martes, 8 de septiembre de 2015

Eduard Mörike


Eduard Mörike nació en Ludwigsburg, Alemania, el 8 de septiembre de 1804 y murió en Stuttgart, Alemania, el 4 de junio de 1875. Escritor y poeta.

Luego de finalizar sus estudios de teología, trabajó durante ocho años en diferentes lugares como vicario, hasta que en 1834 obtuvo un cargo de pastor en la pequeña parroquia suaba de Cleversulzbach.
A los 39 años, con su salud quebrantada, se retiró anticipadamente, y fue profesor de literatura en un colegio femenino en Stuttgart.

Sus hermosos poemas de amor y la alegre musicalidad de sus versos contrastan con las condiciones externas de su vida y con sus relaciones con las mujeres. Se mantuvo alejado de las discusiones de actualidad política.

Durante su tiempo de estudios en Tubinga inventó con un amigo el país de ensueño Orplid, que era, como escribió después en El pintor Nolten, “una esfera propia de poesía”, el sueño de la reconciliación entre la realidad y la poesía. Algo de este sueño de la “ingenuidad” primigenia se mantuvo en su poesía, aunque con la conciencia de que era trabajo de recuerdo.


En 1838 aparecieron reunidos por primera vez en un volumen sus poemas, en parte ya aparecidos en revistas. El volumen fue ampliado varias veces hasta su cuarta edición en 1867. 

En su lírica con temática de la naturaleza, preferentemente las transiciones de los momentos del día, convirtió las imágenes de la naturaleza en movimiento, que simboliza también el sentimiento del amor realizado o perdido. La naturaleza es personificada hasta el punto de que en Una hora antes del día, una golondrina narra la infidelidad del amado.

Robert Schumann, Johannes Brahms y Hugo Wolf compusieron canciones con sus textos poéticos.


A continuación, recordamos a Eduard Mörike, con su poema Er ist's.




Es ella

La primavera vuelve a dejar su cinta azul
revolotear por el aire;
fragancias dulces y familiares,
llenas de presagios rozan la tierra.
Las violetas ya sueñan,
quieren despuntar pronto.
– ¡Escucha a lo lejos el suave sonido de un arpa!
¡Primavera, sí, eres tú!

¡Es a ti a quien he oído!