lunes, 14 de marzo de 2016

Friedrich Gottlieb Klopstock


Friedrich Gottlieb Klopstock nació en Quedlinburg, Alemania, el 2 de julio de 1724 y murió en Hamburgo, Alemania, el 14 de marzo de 1803. Poeta.

El sitio www.biografiasyvidas.com publicó este recordatorio

Friedrich Gottlieb Klopstock (Quedlinburg, actual Alemania, 1724 - Hamburgo, 1803) Poeta y dramaturgo alemán. Considerado por J. J. Bodmer como un «poeta de la religión y de la patria», marcó un etapa decisiva en la historia de la literatura de su país, al iniciar el retorno a los orígenes germánicos y contribuir a la afirmación de la originalidad nacional alemana. Ello no le impidió mantener intacto su espíritu cosmopolita y celebró, como tantos escritores y filósofos alemanes de su época, el advenimiento de la Revolución Francesa, lo que le valió ser nombrado ciudadano de honor de la República (1792). Más adelante condenaría los excesos de la época del Terror. Su obra La Mesíada (1748-1777), poema épico religioso cuya exaltación mística responde a los cánones del pietismo predominante en su época, consagró su fama literaria. También escribió Odas y tragedias bíblicas (Salomón, 1764; David, 1772).
  
En Schulpfort, donde inició los estudios, Klopstock leyó El Paraíso perdido, de Milton, que le sugirió ya a los quince años de edad la primera idea de una Mesíada, o sea de un poema donde apareciera exaltada la vida del Redentor. Establecido en Jena y luego en Leipzig, entró en contacto con el grupo de los "Bremer Beiträger" (Gellert, Rabeler, J. E. y W. A. Schlegel, F. W. Zachariae, Ebert y otros, colaboradores de la revista Neue Beiträge zum Vergnügen des Verstandes und des Witzes, 1744-1748), quienes, alejándose del estrecho clasicismo de Gottsched, defendían, contra la monotonía racionalista, la saludable necesidad de lo maravilloso (o sea de la fantasía y el patetismo, y, por ende, del sentimiento) en la poesía.

En el periódico del grupo publicó en 1748 los tres cantos iniciales de La Mesíada, compuestos primeramente en prosa y luego en hexámetros. Influido por el pietismo, que oponía a la desvinculada ortodoxia protestante un sentimiento religioso inmediato, y también por los intentos poéticos de Lange y Pyra, tendentes a la creación de una poesía de fondo religioso-moral y formalmente ennoblecida por una métrica clásica en sustitución de los viejos alejandrinos de Opitz, Friedrich Klopstock se reveló súbitamente adversario natural del racionalismo de la Ilustración y uno de los predecesores del "Sturm und Drang".

Klopstock fue el primero que entendió el carácter esencialmente sentimental del arte y revistió la poesía, hasta entonces destinada sólo a deleitar o instruir, de una dignidad casi religiosa, como único elemento susceptible de educar y elevar el espíritu humano mediante los sentimientos más dignos y nobles. En ello residen la importancia histórica y la significación de Klopstock, quien, de este modo, superaba definitivamente el barroco y el rococó en cuanto concepciones generales de vida.

El gran éxito de los tres cantos de La Mesíada atrajo la atención en primer lugar de Bodmer, quien invitó al joven poeta a Zurich en 1750 (sin que, por lo demás, ambos llegaran a una plena compenetración), y, luego, del rey Federico V de Dinamarca, el cual le llamó a Copenhague el año siguiente a fin de que, con un estipendio honorífico, pudiera dedicarse allí tranquilamente a la redacción del poema; ello supuso un reconocimiento sin precedentes del valor del poeta y de su poesía.

En Hamburgo, donde se detuvo en el curso de su viaje a Dinamarca, Klopstock (quien ya anteriormente había experimentado un amor infeliz por su prima María Sofía Schmidt, cantada con el nombre de Fanny), se enamoró de Meta Moller, la Cidli de sus Odas, que, unida a él en matrimonio en 1754, falleció cuatro años después. Klopstock permaneció en Copenhague hasta la muerte del rey; luego, vuelto en 1770 a la patria, se estableció en Hamburgo, donde compiló y publicó en 1771 la antología completa de las Odas, que a partir de 1747 habían ido apareciendo sueltas en diversas revistas. Llamado en 1774 a Karlsruhe por el margrave Carlos Federico, Klopstock se dirigió a Gotinga para visitar a los entusiastas adeptos de la "Hainbund", y a Francfort del Main al encuentro de Goethe.


Al teatro, siquiera dentro de un tono épico y carente de acción dramática, dio el autor algunos dramas bíblicos: La muerte de Adán (1757) Salomón (1764) y David (1772). También para la escena escribió una trilogía procedente de la historia germánica: La batalla de Hermann (1769), Hermann y los príncipes (1784) y La muerte de Hermann (1787). Compuestos en versos aliterados, y no divididos en actos, estos últimos dramas, denominados "bárdicos" por su autor, pretenden ofrecer un oponente germánico a la tragedia griega y despertar los mismos sentimientos patrióticos que habían inducido ya al poeta a escribir, según la tradición del movimiento ossiánico de Macpherson y el ejemplo directo de Gerstenberg, las odas bárbaras en las cuales introdujo la mitología nórdica. Casado por segunda vez en 1791 con Juana Isabel von Winthem, sobrina de Meta, Klopstock pasó los últimos años de su vida en Hamburgo, envuelto en polémicas con Goethe, Kant y Federico el Grande, pero ajeno ya a un ambiente poético del que, sin embargo, había sido uno de los más influyentes predecesores.

La Mesíada

La edición completa de La Mesíada no llenó las esperanzas iniciales; sin embargo, aun cuando en conjunto le perjudique la absoluta carencia de ímpetu, de relieve plástico en los personajes y de unidad en la estructura de la vasta composición, la obra resulta eficaz por su amplia escenografía y, sobre todo, por su musicalidad, y sugestiva por el sentimiento de lo divino que en ella abunda y que la eleva en ciertos momentos a niveles realmente admirables. Compuesto por veinte cantos en hexámetros, el poema se puede decir terminado en 1777, pero la edición definitiva lleva la fecha de 1781.

La obra empieza la noche después de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; en el Huerto de Getsemaní, Cristo se prepara, orando, a cumplir el sacrificio para la redención de la humanidad. Ángeles y demonios en el cielo y en la tierra preparan el drama de la pasión y muerte del Mesías. Mientras Satanás pronuncia su condena, el ángel rebelde Abbadón no consiente en ella y será un testigo contrito de toda la Pasión. Los hombres, actores del drama del Calvario, se mueven sostenidos por el propio ángel o por el propio demonio, mientras el Mesías sufre el tormento del alma. Tiene lugar la última cena y los sacerdotes deciden dar muerte a Jesús.

El canto V, que describe a Jehová como juez la humanidad y al Redentor que se dobla bajo la inmensa carga de los pecados del mundo, es uno de los más bellos. Callan los demonios y cantan himnos de gloria los ángeles. Siguen los cantos de la Pasión hasta el X de la Crucifixión, muy conmovedor, donde Klopstock hace mover alrededor de la cruz todas las almas, desde las todavía no juzgadas que aguardan con horror su próximo juicio a las que continúan esperando la propia encarnación. Los últimos diez cantos tratan del Redentor triunfante, hasta su aparición en el Monte Tabor, juez de cada uno de los hombres. Sigue la bajada de Jesús al infierno, donde cumple la eterna condena, para elevarse más tarde al cielo, llevando a los elegidos hacia las beatitudes paradisíacas. Cristo muestra a Adán algunas escenas del Juicio Universal, aparece ante los discípulos y en el último canto sube al cielo y se sienta a la diestra del Padre. Son bellísimas en el poema las figuras de Eva y María, símbolos del sentimiento maternal, aunque no tengan, en la estructura exquisitamente lírica del poema, un relieve ni una precisa fisonomía que quizá las humanizaría demasiado.

La aparición del poema fue un verdadero acontecimiento en el mundo literario y religioso de su tiempo, tanto porque representó la expresión de una fe intensa, lejos de dudas y nieblas filosóficas, como porque estilísticamente el autor hizo del hexámetro un metro puramente alemán dando nuevo vigor a la lengua poética. Hacia el fin de su vida sintió Klopstock que le empezaba a fallar la unión espiritual con la nueva generación; ya los románticos, los Schlegel, Tieck y todos los renovadores y partidarios de Schleiermacher y de Novalis perdieron el contacto con este poema; sin embargo, sigue representando una curva decisiva en la literatura alemana y bastaron pocos decenios para que fuese revalorizado tanto en su importancia histórica como en su valor político.

Odas

Compuestas de 1747 en adelante y reunidas por Klopstock en primera edición en 1771, sólo fueron publicadas en colección completa después de la muerte del poeta. La Odas constituyen la más alta expresión de su poesía, y, al mismo tiempo, la obra poética más profunda y renovadora de la Alemania anterior a Goethe. Al nuevo carácter grave y noble del contenido (el amor puro, la amistad, la religión, la patria, la naturaleza, y, asimismo, el deporte, como el patinaje sobre hielo) unen una dignidad formal que, dejando los complicados, vanos y afectados juegos de la tendencia anacreóntica, se expresa en metros clásicos procedentes de Horacio y de los poetas griegos, o bien, cuando tales formas podían parecer demasiado rígidas para un canto más elevado, en versos libres según el ejemplo de Píndaro (cuya métrica, en realidad, no comprendió Klopstock, ni tampoco ninguno de sus contemporáneos).

Por su contenido y por su fuerza creadora de la lengua, Klopstock abrió a la lírica nuevos caminos, reconociendo que "poetizar es confesarse" y vertiendo en sus odas su propia esencia espiritual. Sus odas expresan sus sentimientos religiosos, patrióticos, su culto a la naturaleza, su entusiasmo por la amistad, su desgraciado amor por Sofía Schmidt en la oda "A Fanny", su feliz amor por Meta Moller, la esposa tempranamente muerta, en "Cidli". Dos de sus poesías menores, exquisitas, fueron traducidas por Carducci: "Tumbas precoces" ("Die frühen Gräber") y "Noche de estío" ("Sommernacht"), en la que las noches de luna, cantadas con una gracia que supera a la de la literatura contemporánea inglesa, despiertan en el poeta la melancólica nostalgia de las personas queridas precozmente desaparecidas, la mujer y el amigo. Aun donde Klopstock se mueve entre las imágenes tradicionales del rococó, como en "Guirnalda de rosas" ("Rosenband"), famosa por la música de Schubert, en la que la amada durmiente está ligada con guirnaldas de flores, llega a superar la tradición muerta introduciendo el sentimiento inefable.


Klopstock alcanzó las cimas más altas en sus odas religiosas, que se aproximan a los pasajes en forma de himno de la Mesíada. En dos de ellas se une el culto de Dios con el de la naturaleza en una grandiosidad de pathos que después únicamente fue superada por Schiller: "Al Omnipresente" ("Dem Allgegenwärtigen"), en la que el poeta, "con sagrado estremecimiento", ve un símbolo del Eterno en cada fenómeno de la naturaleza; y "Celebración de la Primavera" ("Frühlingsfeier"), una sinfonía de imágenes a veces atrevidas en las que revive la creación desde las más pequeñas y humildes criaturas a las más grandes manifestaciones de la naturaleza. Es famosa la descripción del temporal, en el que se revelan la presencia, la omnipotencia y la bondad de Jehová con tal viveza de representación que Goethe, para expresar la emoción de Werther y Lotte frente a un espectáculo parecido, les hace pronunciar una sola palabra: "¡Klopstock!".

Bastante popular es la oda "El patinaje" ("Der Eislauf"), a propósito de la cual el mismo Goethe, en Poesía y Verdad, expresó su gratitud a Klopstock, "el hombre que con su impulso espiritual ennoblece y dignifica todas las acciones terrenas". En esta bella oda el poeta, que ejercitó tal deporte hasta muy tarde, exalta "el arte de Thialf", recientemente descubierto, como fuente de puras y sanas alegrías. La oda "El lago de Zurich" ("Der Züricher See") canta una excursión en barca en compañía de amigos y amigas durante la estancia del joven Klopstock junto a Bodmer en 1750. En el encanto del paisaje se exaltan los mejores sentimientos de lo bello, del amor, de la patria, de la gloria, pero el más dulce de todos es el de "sentirse amigo entre los brazos de un amigo".

Entre las odas patrióticas, "El canto de batalla" ("Schlachtgesang") funde el entusiasmo patriótico con el sentido de la omnipotencia divina. Las odas de la última época ya no tienen el impulso de las odas juveniles y son a veces frías, artificiosas y oscuras. No se puede negar que, en algunas de ellas, la uniformidad del tono elegíaco o patético y la sucesión de elevados sentimientos, elevados pensamientos y elevadas palabras admirativas convierte la poesía en una nueva retórica. Sorprende un poco la creciente tendencia del poeta a sustituir los conocidos símbolos de la mitología clásica por los nombres de la mitología germánica, como en "Wingolf", originariamente titulada "A mis amigos". De todos modos, la influencia ejercida por Klopstock con sus odas y con sus ritmos libres sobre las sucesivas generaciones germánicas fue inmensa, hasta el punto de que Goethe y especialmente Schiller se inspiraron en él para su lírica intelectual.

  
A continuación, recordamos a Friedrich Gottlieb Klopstock, con el poema Das Rosenband, con música de Richard Strauss, en la versión de  Elisabeth Schwarzkopf, junto a la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigida por George Szell.