Moshé ben Maimón, más conocido como Maimónides, nació en Córdoba,
España, el 30 de marzo de 1138 y murió en El Cairo, Egipto, el 12 de diciembre
de 1204. Médico, rabino y teólogo judío.
Nació en el seno de una distinguida familia, por vía
paterna, de jueces rabínicos, estudiosos y dirigentes comunitarios, documentada
desde el siglo X.
De pequeño inició sus estudios bíblicos y talmúdicos en la
ciudad de Córdoba, pero en 1148 una ola de fanatismo almohade hizo que su
familia tuviera que aparentar su conversión al Islam y cambiar a menudo de
residencia por al-Ándalus. Vivió en la ciudad de Almería, donde dio cobijo en
su casa a su maestro Averroes, hasta trasladarse en 1160 con sus hijos a Fez.
Allí residió durante solo cinco años, debido a la
intolerancia almohade que les obligó a exiliarse, primero durante unos meses,
en Palestina y finalmente en Egipto, donde vivió el resto de su vida junto a su
familia, primero en Alejandría y después en la capital, Fustat, actual El Cairo,
donde se ganó la vida ejerciendo la medicina en la corte del visir Saladino, y
luego en la del visir al-Fadl, hijo mayor de Saladino.
Con este oficio obtuvo una gran fama y admiración popular.
En 1177 fue nombrado dirigente de la comunidad judía de Egipto. En su juventud escribió poesías religiosas y una epístola en
árabe.
Como judío en territorio islámico tuvo una vasta formación en ambas culturas: la tradicional judía y la árabe profana, con sus incorporaciones de la griega. Escribió obras tanto en hebreo como en árabe, en una prosa que se caracteriza sobre todo por la sistematización y la claridad expositiva.
Sobre sus conocimientos en medicina escribió un buen número
de tratados, que le dedicó al sultán Saladino, y luego a su hijo el sultán,
Al-Fadl.
Sus obras mayores de temas rabínicos son dos: un comentario
en árabe de la Mishná, El Luminar de 1168, también titulado Libro de la
elucidación, y la Segunda ley o Repetición de la ley del año 1180, que
constituye su obra magna y consiste en una amplia y minuciosa recopilación por
materias de todas las leyes y normas religiosas y jurídicas de la vida judía, es
decir, del Talmud.
Estos escritos tuvieron mucha fama y le otorgaron numerosos
discípulos. También es autor de obras filosóficas de gran peso en el
pensamiento medieval, escritas durante los últimos años de su vida, como el
Tratado sobre la resurrección de los muertos de 1191.
La Guía de perplejos de 1190, es la clave de su pensamiento
filosófico y ejerció una fuerte influencia en círculos tanto judíos como
cristianos y sobre todo escolásticos. En Guía de perplejos se encuentra todo su pensamiento filosófico.
En ella establece una conciliación entre la fe y la razón
dirigida a quienes vacilan entre las enseñanzas de la religión judía y las
doctrinas de la filosofía aristotélica que entonces imperaban, demostrando que
no hay contradicción en los puntos en que fe y razón parecen oponerse. Es
decir, una conciliación entre el sentido literal de las escrituras y las
verdades racionales, acudiendo a la interpretación alegórica en casos de conflicto.
Maimónides distingue tres grupos de seres creados:
Los
minerales, las plantas y los seres vivos, incluyendo al hombre, compuestos de
materia y forma perecederas.
Las esferas y las estrellas, en las cuales la forma es
permanente.
Los seres dotados de forma, pero sin materia, como son los
ángeles.
Admite la creación como un acto conforme a la esencia
divina, el cual abarca todos los seres, no tiene otro fin que a sí mismo y por
lo tanto su duración es ilimitada.
Dice probar la existencia de Dios a partir de argumentos
aristotélicos, y afirma su unidad e incorporeidad.
El alma es una en esencia, pero tiene cinco facultades: la
fuerza vital, los sentidos, la imaginación, el apetito que incluye las pasiones
y la voluntad, y la razón, que comprende los conceptos de libertad y
entendimiento.
El entendimiento es la facultad que caracteriza al hombre,
pero las demás le son comunes con la mayor parte de los animales. Este puede
ser pasivo - entendimiento material que sufre la acción de la vida orgánica, es
inseparable del cuerpo e individual - o activo, adquirido o comunicado,
separado del cuerpo.
Habla del estado profético, constituido por una iluminación
superior a lo que cada uno puede aspirar que produce el máximum de ciencia y
dicha, entendiendo la profecía como una emanación de Dios que se extiende por
medio del intelecto a la facultad racional y después sobre la facultad
imaginativa.
El hombre es libre y la libertad es una función de la
inteligencia, y este intelecto, como forma del alma humana, es inmortal porque
no necesita del alma para sus operaciones, sino que entiende separado
absolutamente del cuerpo.
La resurrección de los cuerpos se debe a la fe pero la razón
no la puede demostrar aunque tampoco negar y la admite como un milagro
compatible con la creación.
El entendimiento constituye el verdadero fondo de nuestro
ser, la parte inmortal del hombre y por eso el hombre debe encaminar todos sus
actos a obtener la perfección suprema de esta facultad mediante el conocimiento
de Dios; conocer y amar a Dios es el fin último de la vida.
El hombre es libre y esta libertad, actuando como tal, puede
por sus solas fuerzas realizar el bien desinteresadamente.
De Maimónides surge el movimiento intelectual judaico de los
siglos XIII y XIV que se extendió por España y el sur de Francia. Partidario
del realismo teológico ha llegado a ser considerado precursor de las ideas de
Spinoza.