En la isla griega de Zakynthos, la reducida población judía se salvó durante la ocupación alemana. El 9 de septiembre de 1943, el gobernador alemán Berenz pidió al alcalde, Loukas Karrer, la lista de todos los judíos de la isla. Karrer después de consultar con el obispo Chrysostomos rechazó la demanda, y ambos decidieron ir juntos al día siguiente a la oficina del gobernador.
Cuando Berenz insistió otra vez con la lista, el obispo explicó que los judíos habían vivido ahí en paz durante cientos de años.
Pero el gobernador persistió en que le dieran los nombres. Entonces, el obispo le entregó una hoja de papel conteniendo sólo dos nombres: obispo Chrysostomos y alcalde Karrer.
Además, el obispo escribió una carta para el mismo Hitler, declarando que los judíos en Zakynthos estaban bajo su autoridad.
Mientras tanto, sin saber lo que habría de ocurrir, los judíos locales fueron enviados por los líderes de la isla a esconderse dentro de las casas cristianas en las montañas. De cualquier modo, la orden nazi de reunir a los judíos fue rápidamente revocada – gracias a los líderes que arriesgaron sus vidas para salvarlos.
En octubre de 1944, los alemanes se retiraron de la isla, dejando tras ellos a 275 judíos. La población judía había sobrevivido, cuando en la mayor parte de Grecia las comunidades judías fueron eliminadas.
La solución final se cobró más del 92% de la población greco-judía. En 1947, un gran número de judíos de Zakynthos se establecieron en Atenas o emigraron a Israel y América del Norte.
En 1948, en reconocimiento al heroísmo de su población durante el Holocausto, la comunidad judía donó los vitrales para las ventanas de la Iglesia de San Dionyssios.
En agosto de 1953 la isla fue golpeada por un fuerte terremoto y el barrio judío entero, incluyendo sus dos sinagogas, fue destruido.
El 14 de marzo de 1978, Yad Vashem otorgó al obispo Dimitrios Chrysostomos y al alcalde Loukas Karrer el título de Justos entre las naciones.
