Guilhermina Augusta Xavier de Medin Suggia, más conocida
como Guilhermina Suggia, nació en Oporto, Portugal, el 27 de junio de 1885, y
murió en su ciudad, el 30 de julio de 1950. Violonchelista.
El sitio www.ecured.cu
publicó este recordatorio.
Guilhermina Suggia llamada por los críticos de la primera mitad del siglo XX La Reina de los Cellistas, La Maga del Violoncelo, La Divina Suggía, La Princesa del chello.
Fue una violoncellista portuguesa, esposa de Pablo Casals a
lo largo de siete años sin firmar en el Registro Civil, que revolucionó ese
instrumento en técnica, posición y sonoridad. Hasta el 31 de diciembre de 2006
una exposición de la Câmara Oficial de Oporto en esa ciudad brinda la
oportunidad de conocer la vida y la obra de una concertista sobresaliente y
casi desconocida en la actualidad que abrió a las mujeres las puertas
profesionales del violoncelo, un instrumento que históricamente se les había
resistido.
La potencia creativa de esta intérprete que completaba su
talento musical con una personalidad arrasadora le permitió llevar adelante un
liderazgo que facilitó a las féminas esa opción instrumental. Si para un hombre
manejar la envergadura del chello supone un considerable gasto de energía
jalonado de lesiones, qué decir del esfuerzo necesario en una mujer, a quien
por añadidura las buenas maneras de antaño obligaban a colocar el instrumento
por delante de sus rodillas juntas o a un lado del cuerpo forzando el torso de
la concertista a un retorcimiento físico doblemente agotador que sus colegas
masculinos.
De ahí que al referirse a las pocas ejecutantes anteriores a
Guillermina, incluida Lisa Christiani, la más conocida, a quien Felix
Mendelsshon dedicó su composición Canciones sin palabras, se acostumbra a
comentar de todas ellas que tenían «un débil sonido». Aún en 1930 el chello era
tenido por un instrumento indecoroso para las mujeres y la Orquesta de la BBC
prohibía expresamente en su formación la contratación de violoncelistas
femeninas. A este respecto conviene añadir los comentarios negativos y a menudo
obscenos de algunos maestros intentando apartar a las estudiantes de un camino
tenido por inadecuado, como la soez observación que el profesor THOMAS BEECHAM
dedicó en tono de burla a la violoncelista Beatriz Harrison, contemporánea de
Suggía, cuando era una adolescente: — Señorita, tiene usted en las piernas algo
capaz de dar un gran placer a miles. Y todo lo que hace es sentarse y arañarlo.
Pero llegó Guilhermina Suggía y bajo la dirección de su primer maestro de
música, su padre, cambió esa tradición ante la curiosidad del ambiente musical.
En la fotografía que da fe de su primer concierto público con solo 7 años
aparece ya con su pequeño violoncelo, regalo del vizconde Villar d'Allen, bien
encajado entre sus rodillas. El Jornal de Noticias do Porto celebraba el
estreno de Guillermina como solista calificándola de niña prodigio.
A continuación, la recordamos en el día de su nacimiento,
con Kol Nidrei, de Max Bruch.