Jean-Féry Rebel nació en París, Francia, el 18 de abril de 1666, y murió en su ciudad, el 2 de enero de 1747. Violinista y compositor.
El sitio www.sinfoniavirtual.com
publicó este recordatorio firmado por Juanjo Cura.
JEAN-FÉRY REBEL: UN MÚSICO DE CORTE
Catherine Cessac, especialista en música barroca, nos apunta
que a Jean Baptiste Fery Rebel “le hubiera bastado con componer únicamente Les
Elements y su asombrosa obertura, Le Chaos, para hacer de él una celebridad”.
Claro, esto hubiera sido imposible toda vez que se llega a algo después de
mucho andar. ¿Es que acaso estos pocos compases convierten a Rebel en un progresista,
en un adelantado a su época? Claro que no, más bien diría que las épocas que le
siguieron deben mucho a su genio. Haydn es un claro ejemplo de ello: la
obertura de La Creación tiene las mismas intenciones que la de Les elements
(1737) de Rebel. ¿No es el caos primigenio del universo propuesto por Rebel una
sugerencia del big-bang? No es que quiera ir más allá ni siquiera sugiero que
él lo haya pensado, pero no cabe duda que había leído a los filósofos de su
tiempo y también a los antiguos. Rebel era un hombre muy culto y muy profundo.
Nada en su obra está librado al azar. En el siglo de las luces una armonía
oscura seguramente habría sido un inequívoco símbolo del caos (“Me he atrevido
a combinar la idea de la confusión de la armonía con la de la confusión de los
elementos. He tenido la osadía de hacer oír primero todos los sonidos
entremezclados o, más bien, todas las notas de la octava reunidas en un único
sonido”, nos cuenta Rebel). La armonía perfecta con la que concluye la obra
será lógicamente la luz (“Tras la disonancia se escucha el acorde perfecto”).
Seguramente conocedor de la filosofía de J.J. Rousseau
(quien era admirador de la obra del músico –si es que podría decirse que J.J.R.
admirara a alguien…) no escaparía Rebel a sus enseñanzas. Su genio musical se
ayudaba de un equilibrado carácter con unos “empujoncitos” de coincidencias
afortunadas que guiaron su vida y su carrera. Con todo, y haciendo honor a su
apellido, Rebel se las ingeniaría maravillosamente para lograr acuerdos entre
su genialidad creativa y las convenciones de su época. Por eso pudo ser un
pionero en su propio tiempo y un profeta en su propia tierra. Rousseau afirma
sobre “Caprice” que es una “suerte de pieza libre, no atada a ningún género,
dando al compositor completa libertad de imaginación e ímpetus”.
Algunas frases de Rousseau nos ayudarán a entender mejor la
vida de Rebel:
- “Si la razón hace al hombre, el sentimiento lo conduce”:
en la dedicatoria de Les Elementos Rebel dice al príncipe de Carignan (quien le
encargó la obra) “El genio no acepta imposiciones, es y quiere ser
independiente. Pero puede hallar su fuente en el deseo de agradar a V.E.”
- “Es verdaderamente libre aquel que desea solamente lo que
es capaz de realizar y que hace lo que le agrada”. Tal fue nuestro autor.
- “La conciencia es la voz de las almas, las pasiones son
las voces del cuerpo”. No es casual que Rebel haya elegido reemplazar su
dedicación a las composiciones líricas por otro género, que lo tiene como
creador: la sinfonía de danza.
- “Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la
naturaleza”. Rebel (sobre “Les Elements”: “El bajo expresa la Tierra por medio
de notas ligadas y que se tocan con golpes bruscos. Las flautas imitan las
corrientes de Agua y su murmullo mediante líneas de canto ascendentes y
descendentes. El Aire se pinta con ligaduras seguidas de cadencias formadas por
los flautines. Finalmente, los violines representan por medio de trazos vivos y
brillantes la actividad del Fuego”.
- “La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la
vejez, el de practicarla”. “Les Elements” es la última obra de Rebel, quien,
habiendo dejado la composición, la retoma a pedido de Carignan.
- “Si quitáis de los corazones el amor a lo bello, quitaréis
todo el encanto de vivir”. Rebel: “He considerado que podría representar aún
mejor el caos de la armonía si, al desplazarme por los distintos Caos sobre
diferentes acordes, conseguía dejar indecisa la tonalidad final sin ofender al
oído, hasta que acaba por determinarse en el momento en que los Elementos se
desenmarañan”.
Dos encuentros que signaron su vida
Siendo Rebel un niño, su precoz genialidad fue descubierta
por Lully, para quien su padre, cantante, había trabajado. La admiración de
Jean padre hacia quien era por entonces superintendente de la música de Luis
XIV era tal que puso a su hijo el mismo nombre. Esto determinó sus próximos
años, dedicados a la composición en música vocal (inerciado por el ambiente
musical familiar), a la ejecución del violín y del clave en distintos
organismos reales, y a la dirección. Culmina este período con Ulysses (1703),
su única tragedia musical.
A partir de allí compuso otras obras vocales menores hasta
que en 1711 escribe “Caprice”, una obra con toda la intención de mostrar las
virtudes del instrumento que mejor dominaba, y para el cual Rebel escribió las
primeras obras de tour de force. Pero el destino le tendría deparada otra
sorpresa: tuvo el acierto de estar en la representación Francoise Prevost la
notable bailarina Fracoise Prevost, quien imaginó estar bailando esa música
mientras la escuchaba. “La creación de la sinfonía de danza surgió pues de una
circunstancia poco común: el encuentro ingenioso entre un compositor y una
bailarina”, nos dice Cessac. Rebel encontró en la bailarina un alma artística
gemela: de allí en más las obras de Rebel tendrían a la Prevost y a sus alumnas
más destacadas como destino. Su genialidad encontró la razón que necesitaba
para desarrollarse: “La Boutade” (1712), “Les Caracteres de la danse” (1715), “Terpsichore” (1720), “La Fantaisie”
(1729), de la cual tomaría números que desarrollaría en trabajos posteriores, “Les
plaisirs champetres” (1734) y finalmente
“Les Elements” (1737), su obra más significativa. A su vez, la música de Rebel
sirvió de inspiración artística a la coreógrafa y maestra, así como a
generaciones posteriores de danzantes. La dupla Rebel – Prevost gozó de gran
fama y reconocimiento. Este feliz trabajo conjunto dio su fruto en la unión
matrimonial del hijo del músico (el no menos genial Francois) con la hija de
ella.
La maestría de Rebel en estas obras dancísticas, además de
su libertad compositiva, fue el original agrupamiento de estilos, dando por
resultado una mixtura con lo más apasionado de la música italiana y la
delicadeza de la música gala, dándoles un dinamismo y unos contrastes que
marcarían el futuro compositivo de éste y otros géneros musicales. Revisando
los movimientos de las sonatas o las sinfonías de danza surgen sorpresivos
números llenos de energía donde tradicionalmente se esperaban momentos de
serenidad y, por el contrario, un final sonata, sereno y austero, que
inexplicablemente dejaba la necesidad de una obra nueva. Este factor sorpresa,
junto el notable respeto que sus pares y su público dispensaban a este hombre
sencillo y profundo a la vez, dio la posibilidad a Rebel de ser querido y
admirado en vida.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con el Ballet Les Caractères de la Danse, en la versión de la Orquesta El
Caracol - Música Antigua, dirigida por Víctor Vázquez Hernández.