El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo firmado por Andrea Bonzo.
La historia olvidada de las mujeres que
protagonizaron la Resistencia contra el
nazifascismo en Italia
Tuvieron un papel fundamental en la lucha contra las tropas de Hitler y sus colaboracionistas.
Sin embargo, en los libros de historia apenas se menciona su participación. Estas son algunas
de sus hazañas
Italia festeja hoy el Día de la Liberación, que conmemora el final de la ocupación nazi del país y celebra la Resistencia de los partisanos que se armaron y lucharon contra los invasores de Hitler y sus colaboracionistas fascistas.
Una Resistencia que contó con la participación decisiva de miles de mujeres.
Según datos de ANPI (Asociación Nacional de Partisanos de Italia), 35.000 mujeres formaron parte de las formaciones de combate, otras 20.000 tuvieron funciones de apoyo y 70.000 se unieron a los Grupos de Defensa de la Mujer, organizaciones partisanas pioneras del feminismo italiano. 683 fueron fusiladas o asesinadas en combate; 1.750 resultaron heridas; 4.633 detenidas, torturadas y condenadas por los tribunales fascistas; 1.890 fueron deportadas a Alemania. Por su heroísmo y participación en eventos clave de la Resistencia, 16 recibieron la Medalla de Oro al Valor Militar, la máxima condecoración, y otras 17 recibieron la medalla de plata.
Sin embargo, en los libros de historia apenas se menciona su participación. En una sociedad profundamente machista, que todavía no aceptaba el papel de la mujer fuera de los estereotipos tradicionales, los nombres de las más destacadas partisanas italianas cayeron en el olvido pese a que, después de la guerra, muchas de ellas ocuparon importantes cargos en la política nacional.
“Durante muchos años, la participación femenina estuvo relegada sobre todo a un papel completamente secundario y accesorio frente al rol ´fundamental’ que desempeñaron los hombres”, escribió Santo Peli, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Padua, uno de los mayores expertos sobre la Resistencia.
Así, los nombres, rostros e historias de estas mujeres son aún hoy poco conocidos.
Ayuda a los guerrilleros y combate en primera línea
La participación de las mujeres en la Resistencia se desarrolló en dos formas. En primer lugar, fueron ellas quienes asumieron gran parte de la organización clandestina del movimiento. Se encargaban de la red de comunicación, acogían a los guerrilleros, los ocultaban y les brindaban sustento. Fue la resistencia civil de las mujeres.
Otras, en cambio, lucharon en la guerra de guerrillas contra las fuerzas fascistas de la República de Saló, un Estado títere de la Alemania nazi, y las tropas de ocupación de Hitler. Se escondieron en los montes del centro y del norte del país. Allí se agrupaban para lanzarse por sorpresa contra algunos objetivos determinados.
Pasar a la resistencia era una decisión difícil de tomar. Implicaba un cambio radical de vida. Era entrar en la clandestinidad y abandonar la vida previa. Se debía dejar a la familia, el trabajo, el hogar. A partir de ese momento, además, pasaban a utilizar un sobrenombre, un nombre de guerra.
La tarea más común en la que se desempañaban las mujeres combatientes era la staffetta (literalmente: el relevo). Llevaban o retiraban armas y enviaban mensajes entre los distintos grupos combatientes. Eran mujeres, en la mayoría de los casos muy jóvenes, que conocían el territorio a la perfección y se movían a pie o en bicicleta. Los riesgos a los que se enfrentaban eran altísimos.
Heroínas de la Resistencia
La partisana más conocida, sobre todo por la trascendencia de su carrera política después de la guerra, fue quizás Tina Anselmi.
Anselmi había visto cómo su padre era perseguido por los fascistas italianos por defender sus ideas socialistas. Con apenas 17 años, fue obligada por tropas de las SS nazis a contemplar junto a un grupo de estudiantes el ahorcamiento de una treintena de jóvenes partisanos. Aquella experiencia le empujó a unirse a la Resistencia con el nombre de guerra de “Gabriella”.
En 1944 se afilió al partido de la Democracia Cristiana y al final de la guerra se matriculó en la Universidad Católica de Milán. Al terminar sus estudios ejerció como maestra de escuela primaria y compaginó su trabajo en el sector de la enseñanza con puestos de responsabilidad en sindicatos cristianos. A partir de entonces desarrolló una intensa carrera política que la llevó en 1976 a convertirse en la primera mujer italiana nombrada ministra, al asumir la cartera de Trabajo. Dos años después ocupó la de Sanidad y en 1981 presidió la comisión que investigó la trama de la logia masónica Propaganda Due (P2), escándalo de corrupción que sacudió al país.
Carla Capponi fue otra de las partisanas que tuvo una participación destacada en la lucha armada.
Llamada “la inglesita”, era originaria de Roma y se afilió al Partido Comunista italiano (PCI) cuando las tropas alemanas ocuparon Italia después del armisticio con los Aliados del 8 de septiembre de 1943. Uno de sus compañeros la describió como una “joven rubia que sale de noche a matar enemigos”. Siempre iba armada y se cree que participó en una docena de operaciones.
En una de ellas abatió a un oficial alemán que portaba documentos con planes para la defensa de la ciudad. Así lo contó ella misma en una carta:
“Fue una experiencia traumática. Estuve a punto de llamarlo, para que se diera vuelta... pero sabía que estaba armado. Parecía imposible que dada mi forma de ser pacífica, contraria a toda forma de violencia, yo fuera a empuñar un arma, apuntarle y dispararle en la espalda. Tomé su portafolios. Estaba en shock... Comencé a correr por la calle aun empuñando la pistola... Llovía y las lagrimas me corrían por el rostro... Luego del shock inicial, y especialmente debido a que nuestros camaradas estaban siendo arrestados y torturados, todos nuestros escrúpulos fueron reemplazados por una firme determinación de pelear por nuestra causa.”
Capponi ascendió rápidamente hasta alcanzar el grado de vicecomandante de una unidad del GAP y participó en el atentado de la calle Rasella del 23 de marzo de 1944, en el que murieron 33 soldados de las SS nazis que marchaban por Roma. Esta acción provocó la ira de Hitler, que ordenó como represalia la que es conocida como Masacre de las Fosas Ardeatinas, en la que 335 civiles italianos fueron asesinados.
Condecorada con la Medalla de Oro al Valor Militar, en 1953 Carla Capponi fue elegida diputada por el Partido Comunista italiano (PCI) en dos periodos legislativos y formó parte del comité ejecutivo de la Asociación Nacional de Partisanos Italianos hasta su fallecimiento en el año 2000.
Otra celebre combatiente fue Teresa Noce. Nacida en una familia de escasos recursos, Noce militó desde muy joven en el Partido Comunista Italiano. Perseguida por el régimen de Mussolini, se exilió en París junto a su marido Luigi Longo, quien décadas después se convertiría en el líder del PCI italiano. Desde allí realizó numerosos viajes clandestinos a Italia para organizar el movimiento opositor antifascista. Al estallar la Guerra Civil en España la pareja se unió a las Brigadas Internacionales, donde ella desarrolló una intensa labor propagandística con el nombre de guerra de “Estela”.
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Noce fue detenida por las autoridades francesas y trasladada a un campo de concentración que albergaba a los extranjeros considerados indeseables. La mediación de las autoridades soviéticas le permitió ser liberada y en Marsella se unió a uno de los grupos que formaban parte de la Resistencia francesa.
A comienzos de 1943, Noce fue detenida durante una misión en París. Encarcelada por los alemanes, los agentes de la Gestapo no lograron descubrir la verdadera importancia de la detenida, lo cual la salvó de una muerte segura. Aún así fue enviada primero al campo de concentración de Ravensbrück y después al de Holleischen.
Pero sobrevivió y en 1946 fue una de las 21 mujeres elegidas para ocupar un escaño en la Asamblea Constituyente italiana y participó en la Comisión que redactó la nueva Constitución del país.
Teresa Mattei mostró desde muy joven su oposición al fascismo. Iba todavía a la escuela cuando desafió a las autoridades académicas al negarse a ir a clase en protesta por las infames “leyes raciales” aprobadas por Mussolini, que prohibían a los alumnos judíos asistir a los centros educativos. Su rebeldía le costó la expulsión. Afiliada al PCI desde 1942, un año después se unió a la resistencia partisana. En febrero del año siguiente, su hermano Gianfranco se suicidó en una celda de una prisión romana antes de ser torturado para que revelara los nombres de sus compañeros de la resistencia. El sacrificio de su hermano siempre inspiró su lucha.
Bajo el nombre de guerra de “Chicci”, Teresa Mattei se mostró muy activa en los grupos clandestinos que operaban en la ciudad de Florencia. El 15 de abril de 1944 planeó junto a su marido el atentado mortal contra el filosofo Giovanni Gentile, un destacado ministro e ideólogo fascista que Teresa conocía personalmente por haber sido su discípula en la Universidad de Florencia.
Acabada la guerra, tenía 25 años cuando fue elegida diputada de la Asamblea Constituyente. Al igual que Teresa Noce, participó en la Comisión que redactó la nueva Carta magna.
Por otro lado, hubo muchas partisanas que no sobrevivieron a la guerra contra los nazifascistas: 683 fueron fusiladas o asesinadas en combate, según los datos de ANPI.
Gina Galeotti fue una de ellas. Con tan solo 16 años se unió al movimiento antifascista y en 1943 participó activamente en la convocatoria de varias huelgas en protesta contra la guerra. Detenida y torturada por su militancia política, fue puesta en libertad tras la firma del armisticio de 1943. Dirigente del comité provincial del Grupo de Defensa de la Mujer de Milán, fue asesinada el 24 de abril de 1945, un día antes de que la ciudad fuera liberada.
Esa tarde acudía en bicicleta al hospital del barrio obrero de Niguarda, uno de los núcleos de resistencia contra el fascismo en Milán. Pedaleaba junto a su amiga Stellina Vecchio, con la que iba a atender a los partisanos heridos. Ocultos bajo el abrigo llevaban folletos para entregar a sus compañeros en las que se anunciaba el levantamiento para liberar Milán al día siguiente.
Eran las 15:30 cuando las dos mujeres llegaron frente a un edificio rodeado de tropas alemanas y un grupo de fascistas italianos. Al pasar junto a ellos, un vehículo de las tropas de ocupación disparó su ametralladora contra los civiles concentrados. Una de las balas alcanzó mortalmente a Gina. Estaba embarazada de ocho meses.
En 2014 se presentó un proyecto de ley para declarar el 24 de abril, fecha de su asesinato, Día Nacional de la Mujer en la Resistencia. La propuesta nunca se aprobó.
Pero las paredes del barrio de Niguarda la recuerdan con un colorido mural.