A continuación compartimos una colaboración del historiador y periodista Carlos Szwarcer, publicada en el sitio www.laregioninternacional.com
Cristóbal Colón: Apuntes sobre su ADN y el “destierro” de su monumento que lindaba en Buenos Aires con la Casa de Gobierno
Carlos Szwarcer - Buenos Aires 28/12/2024 09:39 h.
Hace más de tres
décadas, mientras investigaba en los barrios de Buenos Aires, obtenía
testimonios a partir de la “historia oral” sobre los orígenes de las oleadas
inmigratorias que arribaron a esta ciudad entre fines del siglo XIX y comienzos
del XX. En los círculos del Ministerio de Cultura de la Ciudad y en varias
Instituciones se profundizaban detalles poco conocidos sobre la conquista
española de América, circulando algunas interpretaciones que desempolvaban las
teorías sobre un Cristóbal Colón de origen judeo-sefaradí.
No era una teoría que tuviese una significativa cantidad de
seguidores; posiblemente, por entonces, no se adherirá a conjeturas algo
incómodas. Me consta que no pocos preferían ignorarlas o abiertamente
rechazarlas evitando quedar dentro del foco de los opositores a la “historia
oficial” si se cuestionaba que el Prohombre
que llegó al “Nuevo Mundo” no era de origen cristiano y genovés.
Recientemente el documental de la RTVE “Colón ADN, su
verdadero origen”, largometraje que detalla los 22 años de investigación del
forense y catedrático José Antonio Lorente de la Universidad de Granada,
concluyendo que el origen del Almirante Don Cristóbal Colón es judío sefaradí,
me hizo volver como en un túnel del tiempo a fines del siglo pasado cuando se
rumoreaba esta posibilidad en el mundo académico con cierta cautela.
Por lo antedicho, efectivamente no me tomó de sorpresa el
documental, aunque pasados más de dos meses de su estreno he observado que no
sólo ha provocado lógicamente un gran impacto en el público en general sino que
al parecer despertó recelos en algunos expertos y un puñado de medios de
comunicación. Indudablemente determinadas noticias no son fáciles de digerir,
más allá de cualquier prevención o rigurosidad.
En sintonía con estas revelaciones ya en el siglo XIX las
afirmaciones del historiador español Celso García de la Riega 1844 –1914
provocaron polémicas con su idea del supuesto origen ibérico, no italiano, del
navegante. Salvador de Madariaga 1886-1978, relevante escritor e historiador,
también español, en su “Vida del Muy
Magnífico Señor Don Cristóbal Colón” esgrimía la hipótesis de un Colón
procedente de una familia de judíos catalanes sefardíes, que se estableció en
Génova a raíz de las persecuciones de 1391. A estas consideraciones adhirió el
destacado intelectual Dr. Cecil Roth 1899 – 1970, hebraísta de Oxford en su
artículo «Who Was Columbus» (The Menorah Journal, tomo XXVIII.
Las reflexiones y los conflictos ideológicos sobre la Conquista y las diferentes versiones sobre el Hispanismo o las interpretaciones controvertidas en cuanto a los “derechos de los pueblos originarios” ya habían comenzado tempranamente. Bartolomé de Las Casas - Sevilla 1474 - Madrid, 1566-, fraile dominico se caracterizó por criticar las injusticias que sufrían los indios y a la misma monarquía española por no defenderlos de la explotación de los conquistadores españoles a través de la institución de la encomienda.
El dominico español Francisco de Vitoria - Burgos 1483- Salamanca 1546 -, clave en la defensa de los derechos de los
indios en América, cuyo
legado fue el planteamiento del fomento del libre matrimonio entre colonos y
nativos, el respeto de la propiedad de la tierra de los nativos, el rechazo a
la esclavitud en los territorios bajo la Corona española, el fomento de la
evangelización a través de misiones y, en general, la mezcla de la cultura
española con la nativa. Posteriormente Francisco Suárez - Granada, 1548-Lisboa,
1617-, jesuita español, representante
destacado de la escolástica del siglo XVI y teólogo que defendió percibiendo a los
"indios" como sujetos de derecho público y privado, fundamentando la
idea de que las personas jurídicas de la comunidad humana universal tienen
derechos naturales sociales.
Es indudable que la situación de los pueblos originarios fue
muy dura durante la Conquista, aunque no es lógico buscar justificativos
señalando que la vida de los habitantes precolombinos no estuvo exenta de gran
dureza y crueldad; además es menester tener en cuenta en un análisis
retrospectivo sobre hechos ocurridos hace más de cinco siglos que los valores y
creencias eran por demás muy distintos a los actuales, es decir, evitar lo que se llama el anacronismo de
trasladar categorías del presente al pasado. Y aun así, lejos siquiera de rozar
una apología sobre la presencia hispánica en América, de hacerse una autocrítica también es justo destacar que las
otras potencias conquistadoras (ingleses, portugueses, franceses u
holandeses) a los efectos de su acción
colonizadora en tierras americanas, cada una a su modo y circunstancias fueron
hasta más brutales, crueles y segregacionistas.
Dicho esto, no está demás recordar la obvia e innegable
herencia cultural hispánica en Argentina y aún con aspectos negativos que se le
pudiese endilgar, el castellano es el
idioma que se habla en toda América, desde el sur de Estados Unidos hasta la
Patagonia, la conquista también significó la unión incuestionable con el mundo
occidental, y a su modo el mestizaje étnico y cultural.
En este sentido y como modelo de pensamiento de un personaje
americano que ejercía un gran liderazgo
político en el siglo XIX, Mariano Moreno, periodista, doctor en leyes e
impulsor de la Revolución de Mayo valoraba a los pueblos originarios
reconociendo que habitaron los territorios de América antes de la llegada
española-- En 1802 escribió la Disertación Jurídica sobre el servicio personal
de los indios denunciando los maltratos que sufrían los aborígenes. En ella
afirmó que “Dios, nuestro señor, creó a los indios libres”. En 1811, la Primera
Junta ordenó que cada intendencia designara representantes indígenas. En el
Centro Sagrado de Tiwanaku, Bolivia, Juan José Castelli, Mariano Moreno y
Manuel Belgrano, hombres fundamentales en ese ideario independentista en el Río
de la Plata, homenajearon a los Incas y proclamaron la unión fraternal con los
Pueblos Originarios.
La tradición hispánica en la Argentina por momentos fue
defendida a ultranza o vituperada según las diferentes circunstancias
históricas dentro del abanico de situaciones sociopolíticas acaecidas en estos
dos últimos siglos; acorde a las necesidades de los intereses de los sectores
en pugna que ejercieron influencias, por un lado existió el factor de poder del
natural legado ibérico y por otro las acciones de las elites ilustradas que
buscaron producir transformaciones mirando a las instituciones, modas y
costumbres de Estados Unidos y Europa.
Corriendo el tiempo, en este cambiante tejido histórico
social a comienzos del siglo XX, en 1910, dentro de una tendencia hispanista en
el Centenario de la Independencia, representantes de las corrientes inmigratorias que se instalaron y
prosperaron en Argentina fueron proclives a demostrar su agradecimiento al país
que los recibió. Una Comisión italiana decidió donar para tan importante
aniversario una Estatua que representara “la gesta española en América”.
El imponente monumento a Cristóbal Colón realizado en mármol de Carrara, obra del escultor italiano Arnaldo Zocchi, con un peso total de 623 toneladas y una altura de 26 metros fue impulsada por un poderoso inmigrante italiano, Antonio Devoto, y entregado a modo de obsequio de la colectividad a la República Argentina para los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo. El grupo escultórico -cuya piedra fundamental se colocó el 24 de mayo de 1910- llegó a la Argentina recién el 14 de abril de 1921 y se lo instaló en la Plaza Colón, espacio estratégico contiguo a la casa de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires. Se lo inauguró el 15 de junio de ese año ante la presencia del presidente argentino Hipólito Irigoyen, la asistencia de una multitud, importantes personalidades, y la especial concurrencia de miembros de la colectividad italiana que escuchó atentamente el discurso central a cargo del ministro de las Relaciones Exteriores Honorio Pueyrredón.
Monumento a Colón en la Plaza detrás de la Casa de Gobierno en Buenos Aires. Foto: Richie Diesterheft |
En aquellos tiempos no se discutía el origen del “Gran Almirante genovés al servicio de la corona de Castilla y Descubridor de América”, durante 90 años el Monumento señoreo en ese sitio histórico En 1955 sobrevivió al bombardeo de Plaza de Mayo perpetrado por las Fuerzas Armadas. En 1987, en tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín, la estatua fue objeto de un atentado, un explosivo estalló a pocos metros, pero no causó daños significativos.
Por otra parte la historia del monumento tomó un giro
inesperado, de pronto comenzó un proceso de renovación de discusiones
historiográficas que involucró en la sociedad civil, generada por el
oportunismo político del segundo gobierno de Cristina Kirchner. Corría el año
2013 cuando la mandataria ordenó el reemplazo del monumento de Colón por una
obra en homenaje a Juana Azurduy, nacida en la actual Bolivia, hija de una
mestiza y de un hacendado, heroína
durante la Revolución independentista había perdido a su familia combatiendo contra el imperio
español en los últimos años del Virreinato del Río de la Plata. De tal forma su
figura se la enfrentaba alegóricamente al Cristóbal Colón de la Conquista. La obra que homenajeaba a Azurduy fue donada
por el presidente de Bolivia, Evo Morales.
El Gobierno central aseguraba tener derecho legal sobre la estatua, mientras que la administración opositora que gobernaba la Ciudad de Buenos Aires se resistía afirmando que estaba bajo su jurisdicción. La batalla legal se dirimió el 26 de marzo de 2014, cuando los gobiernos nacional y porteño firmaron un convenio entre el Jefe de Gabinete de la Nación, Jorge Capitanich y el Jefe de Gabinete del Gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, en el que acordaron los términos de la mudanza, los gastos de restauración y el nuevo lugar de emplazamiento. Las tareas de reacondicionamiento quedaron a cargo de la Dirección Nacional de Arquitectura y las facultades de Ingeniería y de Bellas Artes de la Universidad de La Plata.
Monumento a Juana Azurduy detrás de la Casa de Gobierno en Buenos Aires. Foto: Fabián Marelli. |
Incluido un probable traslado a la ciudad de Mar del Plata, se perdió, fundamentalmente, la amañada batalla legal ¿Pero porqué la administración de la Ciudad claudicó al requerimiento del Gobierno central con tanta facilidad? No pareció mediar demasiado para defender “su monumento” y no desairar a la mayoría de los porteños y en particular a la colectividad italiana que lo obsequió. Aquellos que apuntan a un pacto entre el oficialismo y la oposición afirman que la clave hay que buscarla en un acuerdo en las sombras que finalmente autorizaba, desde nación, al Gobierno de la Ciudad a tomar unos metros de la Autopista Illia. Ferrocarriles Argentinos les cedió unos metros para ensanchar la autopista que pasa por el Aeroparque. Se supone que por eso las obras de este tramo, sospechosamente las inauguraron juntos Cristina Kirchner, presidenta de la Nación, y Mauricio Macri, jefe de gobierno de Buenos Aires el 3 de junio de 2014.
Lo cierto es que los planteos judiciales no cesaron, esta
vez por parte de organizaciones civiles. Es por eso que las 250 piezas del
monumento histórico estuvieron años desarmadas en el espigón Puerto Argentino,
en la zona del Aeroparque Jorge Newbery. Fue recién en noviembre de 2017 que
quedó inaugurado el Paseo de la Costanera y Cristóbal Colón fue colocado frente
a río, con la vista clavada en el horizonte.
Monumento a Colón en la Costanera frente al Aeroparque Jorge Newbery. Foto: Thomas Khazki. |
En el lugar donde había estado la estatua de Colón casi un siglo, el 15 de julio de 2015 se inauguró la escultura de Juana Azurduy, obra en bronce de gran tamaño, encargada al artista argentino Andrés Zerneri, se la emplazó en el Parque detrás de la Casa de Gobierno. En la ceremonia de inauguración, el líder cocalero Evo Morales remarcó su "alegría por estar en Argentina y ver a una hermana, a una guerrillera de la independencia como Juana Azurduy" y destacó "esta es una forma de descolonizarnos".
“¿Qué hace ahí ese genocida? (Cristóbal) Colón fue el jefe
de una invasión que produjo no una matanza, sino un genocidio. Ahí hay que
poner a un indio". Con esas palabras del ex presidente venezolano Hugo
Chávez, en una visita a la Casa Rosada en 2011 de dio inicio a la idea que con
agrado empujaría al “kirchnerismo” a reemplazar el monumento de Colón por el de
Juana Azurduy.
Tiempo más tarde, el 16 de septiembre de 2017 y después de
tantos desaguisados innecesarios, el
homenaje a Azurduy fue trasladado desde el Parque detrás de la Casa Rosada -de
donde “desterraron a Colón”-, a pocas
cuadras de allí, y hoy se encuentra próxima al que fuera el Centro Cultural
Kirchner (CCK). El motivo del traslado se justificó con un sentido entre
administrativo y urbanístico, esa fue la excusa perfecta que encontró el
Gobierno para desplazarla.
¿No hubiese sido más lógico, por ejemplo, que inicialmente
se le hubiese dado un lugar en el mismo predio a la heroína de la Independencia
cerca de Cristóbal Colón, detrás de la Casa de Gobierno, conviviendo ambas
“pacíficamente” y reivindicando ambas
historias. Pero se prefirió la prepotencia, el atropello y la demagogia del
gobierno argentino influenciado ideológicamente por la visión prepotente,
rupturista e intransigente de Hugo Chávez y Evo Morales.
Mientras en las primeras dos décadas del regreso a la
Democracia, comenzando por Raúl Alfonsín, algunas leyes fueron mejorado la
situación legal de “los pueblos originarios”, la manipulación de los mismos se
modificó en la época kirchnerista. En diciembre de 2010 pueblos
originarios de la comunidad Quom del
norte argentino llevaron reclamos a la ciudad de Buenos Aires, en pleno centro
porteño; fueron cinco meses de un acampe
y huelga de hambre. Los gobiernos de -Cristina Kirchner (2011-2015) y Alberto
Fernández (2019-2023) no los recibieron, solamente hicieron promesas
electoralistas lo que motivó que estos grupos llegaran nuevamente con ilusión
de lejanas provincias y acamparan inútilmente en el perímetro de la Plaza de
Mayo por cuatro años hasta diciembre de 2023… sin ser atendidos.
En resumen, dentro de este contexto, tras varias mudanzas,
el monumento a Cristóbal Colón en el año 2017 finalizó su periplo desde su
lugar original para ser ubicado finalmente en una de las plazoletas inauguradas
frente al Aeroparque Jorge Newbery, en el "Paseo de la Costanera" y
el de Juana Azurduy corrió la misma suerte, también fue quitado de la inmediaciones
de la Casa de Gobierno y hoy se yergue impávido frente al llamado Centro CCK
(Centro Cultural Kirchner), edificio que a partir de mayo de 2024 el nuevo
gobierno le cambió el nombre por Palacio Libertad, Centro Cultural Domingo
Faustino Sarmiento.
Monumento a Juana Azurduy frente al Palacio Libertad, Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento. Foto: Prensa GCBA |
Es importante destacar que pasaron los años, y al recorrer en perspectiva la enmarañada historia y compleja temática descripta sobre estos monumentos, relevantes manifestaciones artísticas de importancia simbólica para el patrimonio cultural en Buenos Aires, ha de reconocerse el triste final de ambas estatuas que representan al judeo español “Descubridor” de América y a una heroína de la Independencia, descendiente por vía materna de los pueblos originarios.
El historiador y periodista, Carlos Szwarcer, autor de este artículo © Carlos Szwarcer Diciembre de 2024 --- |