Antón Pávlovich Chéjov nació en Taganrog, Rusia, el 29 de enero de 1860 y murió en Badenweiler, Baden-Wurtemberg, Alemania, el 15 de julio de 1904. Médico, escritor y dramaturgo.
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Antón Chéjov (Antón Pávlovich Chéjov; Taganrog, 1860 -
Badenweiler, 1904) Narrador y dramaturgo ruso. Considerado el representante más
destacado de la escuela realista en Rusia, su obra es una de las más
importantes de la dramaturgia y la narrativa de la literatura universal. Su
estilo está marcado por un acendrado laconismo expresivo y por la ausencia de
tramas complejas, a las que se sobreponen las atmósferas líricas que el autor
crea ayudado por los más sutiles pensamientos de sus personajes. Chéjov se
apartó decididamente del moralismo y la intencionalidad pedagógica propios de
los literatos de su época en una Rusia convulsa y preocupada por su destino,
para apostar por un tipo de escritor carente de compromiso y pasión, plasmando
una idea de la literatura que rechazaba el principio del autor como narrador
omnisciente.
Procedía de una familia de hábitos sencillos y escasos
medios, cuya cabeza, el modesto mercader Pavel, era nieto de un siervo de la
gleba. Chéjov acabó los estudios secundarios en Taganrog, donde permaneció solo
tras la marcha de sus familiares a Moscú. Entre 1879 y 1884 cursó medicina en
la universidad de la capital; pero, más interesado en la literatura que en la
ciencia médica desde hacía algunos años, pospuso ésta a aquélla, y pronto
difundió su nombre a través de varias narraciones humorísticas, reunidas en un
libro titulado Cuentos de varios colores (1886).
Alentado por el escritor Grigorovich y el director del
periódico Novoe vremja (Tiempo nuevo), Suvorin, con quien estableció una
cordial y duradera amistad, y librado ya de las formas un tanto forzadas del
cuento humorístico, hacia el año 1888 ya era ampliamente conocido por el
público, tanto por su obra humorística como por textos de alcance más profundo,
en los que la incisiva descripción de las miserias y la existencia humanas
fueron desplazando los recursos humorísticos.
En ese año apareció, en la revista Severny Vestnik de San
Petersburgo, el relato La estepa, inspirado en un viaje al sur del país, donde
los idílicos paisajes de su infancia habían desaparecido por la
industrialización, contra la que el autor se rebela. Aquí introdujo uno de los
elementos más característicos de su enfoque narrativo: la supeditación del
argumento a la atmósfera del relato. El punto de vista del autor omnisapiente
se diluye en la mirada de un personaje, Egorushka, que no alcanza a comprender
lo que sucede a su alrededor. Los elementos que mueve este relato aparecerán
una y otra vez en la obra de Chéjov, pues La estepa está poblada por una
galería de personajes (el campesino Dymov, el empresario Varlamov o el pope Kristofor)
que constituyen una genuina representación del "inconsciente
colectivo" de la Rusia finisecular.
Otro significativo relato del período que se abre a partir
de 1888 (en el que el autor disminuyó el ritmo de su producción literaria: de
unos cien relatos al año en 1886, pasa a escribir diez en 1888) es Una historia
aburrida (1889), penetrante estudio de la mente de un viejo profesor de
medicina, profesión que ejerció esporádicamente el propio Chéjov. Pertenece a
una serie de obras del autor que fueron llamadas "clínicas", por
tener como personajes a enfermos físicos o mentales. Acaso el relato más
conocido de esa serie sea Palata Nº 6 (1892), acerba crítica de la psiquiatría
en el que la relación entre el paciente Gromov y el doctor Ragin se resuelve dramáticamente
con el ingreso del segundo en su propia clínica, para terminar muerto por mano
de uno de los celadores.
En adelante, la existencia del autor careció de
acontecimientos relevantes, excepto un viaje a la isla de Sakhalin, realizado a
través de Siberia a la ida, y a lo largo de las costas de la India al regreso;
de tal expedición dejó constancia en el libro La isla de Sakhalin (1891).
Durante la penuria de 1892-93, que azotó a la Rusia meridional, Chéjov
participó en la obra de socorro sanitario. Luego vivió largo tiempo en la
pequeña propiedad de Melichovo, no lejos de Moscú, donde escribió la mayor
parte de sus narraciones y de sus textos teatrales más famosos. Enfermo de
tuberculosis, hubo de trasladarse a Crimea, y desde allí, por razones de la
cura, realizó frecuentes viajes a Francia y Alemania.
En los últimos años del siglo se produjeron en su existencia
dos hechos que sin duda modificaron su curso: la nueva orientación del escritor
hacia la izquierda, que le alejó de su amigo Suvorin, conservador, y el éxito
de su drama La gaviota en el Teatro de Arte de Moscú, de Stanislavski y
Nemirovich-Danchenko. A sus nuevas tendencias y al ejemplo de Korolenko se
debió también su dimisión de la Academia, que, tras haber nombrado miembro
honorario a Gorki, acató la orden del gobierno y tuvo que anular el
nombramiento.
La fortuna de La gaviota convenció inesperadamente a Chéjov
de su capacidad como escritor dramático, tras sus propias dudas acerca de ello
debidas al fracaso del mismo drama en el Teatro Aleksandrinski de San
Petersburgo. A la obra citada siguieron, con no menor éxito, El tío Vania en
1898-99, Tres hermanas en 1901 y El jardín de los cerezos en 1904. Mientras
tanto, el número de sus narraciones había aumentado considerablemente, y a algunas
de ellas se debió su progresiva fama como representante asimismo del humor y el
espíritu de su época y del característico producto de ésta, la
"inteligentzia" (así Mi vida, La sala n.º 6, Relatos de un
desconocido, El monje negro, Una historia aburrida, etc.).
Como en los dramas, también en las narraciones resulta
posible percibir una atmósfera determinada: la que fue llamada precisamente
"chejoviana", particular estado de ánimo definido por Korolenko como
el de un alegre melancólico. Cabe advertir que existe un nexo entre el Chéjov
jovial e irreflexivo de la adolescencia y la primera juventud, interesado,
según describe su hermano, en la recopilación de anécdotas destinadas a
facilitar su colaboración en las revistas humorísticas, y el de la madurez, inquieto
como una gaviota que, en vuelo sobre el mar, no sabe dónde posarse (según la
bella imagen empleada por la actriz Olga Knipper, que en 1898 llegó a ser su
esposa).
La aguda intuición de la tristeza de la vida, que muchos
atribuyen erróneamente sólo al Chéjov de los años maduros, se hallaba ya en él
precisamente tras la alegría y la despreocupación del joven estudiante de
medicina, oculto, como si de revelar su propia naturaleza se avergonzara, bajo
algunos seudónimos. De la misma forma, la capacidad de ver a las criaturas
humanas en envolturas hechas adrede para provocar la risa continuó
caracterizando su estilo, aun cuando atenuada en matices de parodia, fantasía o
espejismo, y de transposición, finalmente, fuera de la realidad cotidiana,
hacia un hipotético futuro lejano.
Dentro de su diversidad, efectivamente, Chéjov resultó
uniforme en cuanto a los aspectos artístico y espiritual. Como lo afirmó él de
la existencia, se mostró a la vez extraordinariamente simple y complejo, y si
pese a no juzgarse pesimista puso de relieve los pliegues más tristes y ocultos
de la naturaleza humana, fue precisamente porque, según dijo él mismo, amó la
vida. Todo ello, como es natural, quedó también reflejado en la forma, o sea en
el estilo propiamente dicho. Sin embargo, la plena conciencia del valor
artístico de la obra de Chéjov no se alcanzó hasta más tarde; sea como fuere,
cabe recordar la admiración que hacia ella experimentaron Tolstoi y Gorki y la
influencia ejercida por Chéjov, ya fuera de Rusia, en Katherine Mansfield.
A continuación, recordamos a Antón Chejov, con la obra Petición
de mano, en la versión de Jaime Blanch, Pedro del Río y Tina Sainz, dentro del
ciclo de TEATRO de TVE.
Síntesis argumental.
Iván Vassiliyitch Lomov, propone matrimonio a Natalia, la hija 25 años de su vecino, el anciano Stepan Stepanovich Chubukov. Tras recibir el consentimiento, Lomov se esfuerza por convencer a la joven. Sin embargo el diálogo termina en disputa sobre la propiedad de unos terrenos entre ambas propiedades; Lomov, que es un hipocondríaco, comienza a sentir "palpitaciones" y entumecimiento en la pierna. Cuando el padre se da cuenta de que están discutiendo, explulsa a Iván de la casa. Sin embargo Natalia sufre un ataque de nervios, y le ruega a Stepan que traiga a Lomov de regreso. Cuando el pretendiente vuelve a la casa, los jóvenes vuelven a discutir, esta vez sobre la superioridad de sus respectivos perros de caza, los Otkatai y Ugadi. Iván sufre un colapso durante la discusión, y padre e hija temen que haya muerto. Sin embargo, poco después recupera la conciencia, y Chubukov obliga a ambos jóvenes a aceptar la propuesta que queda sellada con un beso. Inmediatamente después del beso, la pareja comienza una nueva discusión.