José Anselmo Clavé y Camps nació en Barcelona, España, el 21 de abril de 1824, y murió
en su ciudad, el 25 de febrero de 1874. Poeta, político, compositor y director de coro.
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publicó este recordatorio, con la firma de Gregorio de la Fuente Monge.
Clavé Camps, José Anselmo. Barcelona, 21.IV.1824 –
24.II.1874. Músico, poeta y político republicano.
Músico célebre por fundar las primeras sociedades corales
populares en España. Fue hijo de un acomodado almacenista y aserrador de
maderas que se arruinó siendo él aún muchacho. Desde los seis años de edad fue
a la escuela con irregularidad por padecer una infección ocular que le dejó
prácticamente ciego de un ojo, y a los catorce años entró a trabajar en un
taller como aprendiz de tornero, un oficio que aumentó sus dolencias y le
inutilizó para ejercerlo.
De formación musical autodidacta e inmerso en un ambiente
social menestral, debió a su talento y a la esmerada educación de su madre,
Inés Camps, que sabía francés y tocaba el clavecín, sus primeras nociones de
música, que amplió con el estudio de dos meses de solfeo, flauta y violín.
Asistente asiduo desde niño a los ensayos de la banda militar del cuartel de
las Atarazanas y con buen oído para la música, a los diecisiete años empezó a
ganarse la vida cantando con una guitarra por los cafés, tabernas y merenderos
de Barcelona. También desde muy joven militó en las filas republicanas del
poeta Abdón Terradas y del cabetiano Narciso Monturiol, participando en los
años cuarenta, junto a su padre y sus hermanos mayores, en las revueltas
barcelonesas contra el regente Espartero (1842-1843) y el posterior Gobierno
moderado, siendo por ello encerrado en la Ciudadela, junto a su hermano
Francisco, en 1845. Persuadido de la importancia del asociacionismo obrero,
maduró en la idea de que el ejemplo práctico y la asociación para el arte
musical podían ser poderosos medios para regenerar y educar a los artesanos y
obreros que ocupaban sus ratos de ocio en la taberna, en un vicio embrutecedor
e inútil para el progreso de la clase jornalera; desde entonces consagró su
vida “a conseguir en lo posible el mejoramiento de la aflictiva condición moral
y material en que yacía” dicha clase.
Al salir de la cárcel creó con varios amigos una agrupación
musical llamada La Aurora (1845), que se dio a conocer como estudiantina en los
salones barceloneses durante el carnaval de 1846. El éxito alcanzado con esta
orquestina le llevó a escribir composiciones musicales para ella y a darle un
carácter social, creando una caja de socorros mutuos con la cuota semanal de
los asociados y la recaudación de los conciertos. El 2 de febrero de 1850
transformó su agrupación en la sociedad coral La Fraternidad que, con cuarenta
socios, fue la primera asociación coral —y de socorros mutuos— de trabajadores
que se fundó en España.
Su coro y orquesta actuó por primera vez en público en la
verbena de la Virgen de Agosto de ese año, en el barrio de la Barceloneta, y su
primer baile coreado lo realizó en el Teatro Odeón el 8 de noviembre de 1851.
Desde julio de 1853, la Sociedad comenzó una serie de bailes con coros en los
Jardines de la Ninfa, de la Rambla de Cataluña, en los que estrenó nuevas
piezas musicales, apareciendo muchas de las letras de sus primeras canciones
publicadas y reeditadas en los cuadernos El Cantor de las Hermosas.
Miembro del Partido Demócrata, durante el Bienio Progresista
estuvo al frente de los republicanos barceloneses, junto a Monturiol, Ceferino
Treserra, Juan B. Guardiola y Pedro Montaldo, sin que lograse ser elegido
concejal. En 1856, el general Juan Zapatero, capitán general de Cataluña, le
deportó, junto a su hermano Antonio, a Mahón y luego a Palma de Mallorca.
Tras regresar clandestinamente a Barcelona, vivió oculto
cuatro meses hasta que fue detenido en su casa por los mozos de escuadra cuando
visitaba a su hija mayor, Enriqueta, gravemente enferma. Llevado ante el
general Zapatero, éste se compadeció de su desgracia por tener también una hija
en parecida situación, y le permitió permanecer en Barcelona a condición de no
meterse en política. Para no depender del empresario de los Jardines de la
Ninfa, donde actuaban habitualmente sus coros, llegó a un acuerdo con él para
construir en un terreno colindante sus propios jardines que fueron llamados “de
Euterpe”, y rebautizó su asociación con el nombre de Sociedad Coral de Euterpe
el 5 de junio de 1857, sin que variase el lema de “Progreso, Virtud y Amor”.
Los Jardines de Euterpe, de los que fue empresario, se inauguraron un mes
después, el 5 de julio, y estuvieron abiertos hasta 1862, en que se cumplió el
contrato de arrendamiento y fueron derruidos. En ese mismo año se hizo con la
explotación de los Jardines de los Campos Elíseos, situados en el Paseo de
Gracia, y en este nuevo local alcanzó sus mayores triunfos como compositor de
canciones populares y director coral.
Entre ambos locales barceloneses celebró, por espacio de
once años, conciertos vocales e instrumentales, alternados con bailes, en los
que estrenó la mayor parte de las obras de su repertorio.
Desde finales de los años cincuenta, y por influencia de la
Renaixença, el uso del catalán igualó al del castellano en las letras de sus
canciones (siendo bilingües la colección de poesías Flores de estío y la
zarzuela L’Aplech del Remey, estrenada en el Liceo, ambas de 1858) y su música,
al principio italianizante, se hizo más original al vincularse a la canción
popular catalana (caso de las pastoriles Les flors de maig, 1858, y El somni
d’una verge, 1860), calando en el público con temas tradicionales como el
trabajo (Els pescadors, 1861, y La verema, 1862) o las fiestas populares (Els
Xiquets de Valls, 1867), sin dejar de hacer concesiones al progreso (La Maquinista,
1867) o el patriotismo (Els néts dels Almogàvers, 1860, y ¡Gloria a España!,
1864). Atento a otras tendencias musicales, fue en los Campos Elíseos donde su
coro interpretó por primera vez en España una pieza íntegra de Wagner, la
Marcha triunfal de Tannhäuser, el 16 de julio de 1862.
La fama alcanzada con sus sociedades corales, especialmente
la de Euterpe, hicieron que su modelo de asociación obrera se extendiese por
Cataluña, siendo las Sociedades Euterpenses el origen de los Coros Clavé. Las
más completas de estas sociedades tuvieron ateneos populares, con sus
correspondientes clases de lectura, escritura, aritmética, dibujo, biblioteca y
mesa de periódicos, y cajas de socorros mutuos para los casos de enfermedad,
inutilización para el trabajo, desempleo, viudedad, orfandad de menores y
redención de quintos. Su movimiento asociativo estuvo favorecido por su
editorial Euterpe, llevada por el impresor Antonio Bosch, y por los periódicos
musicales por él redactados: El Eco de Euterpe (1859-1874), en el que publicó
su trabajo “Las Sociedades Corales en España”, y El Metrónomo (1863), semanario
consagrado al fomento de las asociaciones euterpenses, colaborando también en
El Comercio de Barcelona (1864) y Los Sucesos de Madrid (1866). No obstante,
fue con la organización de los grandes festivales de sus sociedades corales en
Barcelona como más ayudó a la difusión de las mismas. Estos festivales fueron
pioneros en España y en ellos participaron orfeones procedentes de toda
Cataluña, celebrándose en los Jardines de Euterpe (septiembre de 1860 y octubre
de 1861) y en los de los Campos Elíseos (septiembre de 1862, en el que se
repartió la obra colectiva y moralizadora El libro del obrero, y junio de
1864). Del creciente éxito de los baile-conciertos corales como espectáculo
popular habla el número de miembros de sus coros y orquestas: doscientos
cantantes y ciento cincuenta músicos en el primer festival (1860) y 2.090,
agrupados en cincuenta y siete sociedades corales, y trescientas,
respectivamente, en el de 1864, el más importante de todos.
Fuera de Cataluña, su coro actuó en Zaragoza (1861), con
motivo de la inauguración del ferrocarril desde esta ciudad a Barcelona, donde
estrenó el valsjota Las galas del Cinca, y Madrid (1863), donde Castelar elogió
sus conciertos en el Teatro Jovellanos por la musicalidad de sus letras en
catalán. Este destacado tribuno republicano le acompañó también en Reus, donde
sus coros interpretaron el Himno a Castelar en septiembre de 1863, permitiendo
estas giras de propaganda que las asociaciones corales se extendiesen por
Madrid, Zaragoza y otras capitales españolas. Implicado Clavé en las
conspiraciones contra el trono de Isabel II, el capitán general de Cataluña,
conde de Cheste, le desterró a Madrid, donde fue detenido y encerrado el 30 de
agosto de 1867 en la cárcel del Saladero, donde permaneció preso un mes. A los
pocos días de recobrar la libertad, falleció su hija Enriqueta, de catorce
años, que había viajado a la capital en compañía de su madre y su hermana ante
el rumor de que el padre iba a ser deportado a Filipinas. Quizás en su salida
de la cárcel influyese la reina Isabel II, que le conocía desde su viaje
oficial a Barcelona (1860) y había asistido a su actuación coral en Madrid,
pues se entrevistó con él en Palacio en ese mismo año.
En 1868 regresó a Barcelona, donde colaboró en la revista de
Víctor Balaguer La Montaña de Montserrat, y participó activamente en la
Revolución de Septiembre, implicándose de lleno en la política tras la caída de
los Borbones. La Junta revolucionaria le nombró concejal del Ayuntamiento de
Barcelona a primeros de octubre, e ingresó en el Club de los Federalistas
(1868-1869) y en el Partido Republicano Federal, de cuyo Comité local formó
parte. También practicó el periodismo político como director de La Vanguardia
(1868-1869), desde cuyas columnas apoyó la demolición de algunos templos y
consideró a Jesucristo como el “primer propagandista de la idea regeneradora”.
Fue, asimismo, redactor de El Cohete (1868), de tono más
anticlerical y volcado en la campaña para el derribo de la Ciudadela, y de El
Estado Catalán (1869-1870), de Valentín Almirall.
Elegido presidente del Comité republicano federal de la
provincia de Barcelona, firmó el Pacto federal de Tortosa, en calidad de
vicepresidente por el “Estado Catalán”, en mayo de 1869. Al año siguiente se
adhirió al manifiesto federalista del Directorio del partido contra la
Declaración de la prensa republicana unitaria de mayo de 1870. Al abandonar el
federalismo intransigente, fue elegido diputado provincial en las elecciones
democráticas de marzo de 1871 y presidente de la Diputación provincial de
Barcelona el 8 de abril. Tras el enfrentamiento con el gobernador Bernardo
Iglesias, fue destituido del cargo, junto a sus compañeros de partido, por el ministro
Sagasta, el 19 de junio del mismo año. Aunque el Gobierno Ruiz Zorrilla le
repuso al frente de la Diputación el 12 de julio de 1872, cesó por sorteo en el
escaño provincial al convocarse las elecciones parciales de septiembre, a las
que no concurrió. Proclamada la República, y con la salud ya quebrantada, fue
nombrado gobernador civil de Castellón en febrero de 1873; allí estrenó su
última canción, “Goigs i Planys”, y elegido diputado de las Cortes
Constituyentes en mayo, se trasladó por este motivo a Madrid al ser admitida su
dimisión el 5 de julio. Se opuso al movimiento cantonal y durante la
presidencia de Castelar fue, desde el 7 de octubre, delegado del Poder
ejecutivo en la provincia de Tarragona, donde le cogió el golpe de Pavía que
disolvió la Asamblea republicana en enero de 1874.
Destituido del cargo y reintegrado a su vida familiar,
falleció de una afección cardíaca al mes siguiente.
En 1876, las sociedades euterpenses le erigieron un panteón
en el Cementerio Viejo de Barcelona, obra de Luis Doménech y Montaner, que fue
el lugar de reunión de sus simpatizantes en el aniversario de su fallecimiento
hasta que se le levantó por suscripción popular una estatua en la Rambla de
Cataluña (1888), realizada por Manuel Fuxá y José Vilaseca, que había
colaborado también en el monumento funerario. El Ayuntamiento barcelonés colocó
una placa conmemorativa en la casa donde vivió, sita en la calle Xuclá, e
incluyó su retrato en la Galería de Catalanes Ilustres. Como sus coros, las
calles y los monumentos dedicados a él se multiplicaron por toda Cataluña.
Escribió, junto a algunas zarzuelas y muchos artículos
periodísticos, más de ciento sesenta piezas musicales y su hija Áurea Rosa,
compositora y pianista, arregló varias de ellas para piano y orquesta.
Obras de ~: La estrella matutina, 1847; Las rosas de abril,
1848; Fraternidad, 1849; Estudiantina coreada, Fiesta en la aldea, Flor de
mayo, El templo de Terpsícore, La fiesta de Flora, 1850; A las bellas, La
despedida, Horas de solaz, La brisa de la noche, Goces del alma, Las galas del
amor, Irradiación, La flor de las tunas, 1851; Alborada, A orillas del
Llobregat, Las auras del valle, Una zambra en Alfarache, ¡Canela de España!, La
ilusión, 1852; Paco Mandria y Sacabuches (zarzuela), 1852; Junto a su puerta
(monólogo), 1853; Azucena, Un víctor a las bellas, Al baile, El rosicler del
alba, La rosa de amor, Noches de estío, Debajo de los sauces, La pastorcilla,
¡Juy, qué jaleo!, Flores del Edén, Ester, 1853; Las bellas de la costa, La
Aurora, La font del Roure, El somrís de las hermosas, Veladas de Aragón, Les
nines del Ter, A la luz de la Luna, 1854; El porvenir, El columpio, La flor del
valle, Las avecillas, Los contrabandistas, ¡Un beso!, 1855; Una zambra en
Alfarache (juguete), 1855; Los aldeanos, ¡A Montserrat!, Emma, Enriqueta, El
primer amor, 1856; Serenata de tenor y coro, Una orgía, La mariposa, La tuna,
1857; Aleluya, Invocación a Euterpe, ¡Al mar!, Les flors de maig, La queixa
d’amor, ¡Torrat!, Per a els pobres, 1858; Flores de estío. Poesías, Barcelona,
Tipografía de N. Ramírez, 1858 (6.ª ed., 1924); L’Aplech del Remey. Zarzuela
bilingüe de costumbres catalanas, en dos actos y en verso (estrenada el 30 de
diciembre de 1858), Barcelona, Est. Tipográfico de Gaspar, 1864; La casita
blanca, Proserpina, El lenguaje de las flores, La nina dels ulls blaus, El pom
de flors, Áurea Rosa, Cap el tard, 1859; ¡Honra a los bravos!, La nit de
Pasqua, Els néts dels Almogàvers, Tula, El somni d’una verge, La cacería, La
guyábana, La toia de la núvia, 1860; con J. M. Torres, El carnaval de
Barcelona, Librería Española, 1860; La violeta, Un suspiro, La guajira, Las
galas del Cinca, De bon matí, Els pescadors, La gratitud, La instrucción
popular, 1861; La mascarita, La verema, 1862; La danza campestre, El chinito, 1863;
La danza pírrica, ¡Gloria a España!, 1864; Horas felices, 1865; L’edat ditxosa,
1866; Una fontana, Los tunos, ¡Ay que risa!, La Maquinista, Els Xiquets de
Valls, 1867; El vals del Azor, Pascua Florida, 1868; La Revolución, ¡A la
victoria!, Pel juny la falç al puny, 1869; La Marsellesa, 1871; Goigs i planys,
1873.
Bibl.: P. Gener, “José Anselmo Clavé”, en La Ilustración
Republicana Federal, Madrid, año II, n.º 15, 21 de mayo de 1872, págs. 178-180;
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Rodoreda, Clavé y su obra, Barcelona, J. Cunill, 1897; F. Gras i Elias,
Siluetes de escriptors catalans del sigle xix, 2.ª serie, Barcelona, L’Avenç,
1909, págs. 61-81; J. Subirá, El músico-poeta Clavé (1824-1874), Madrid,
Alrededor del Mundo, 1924; C. Roure, Recuerdos de mi larga vida, t. I,
Barcelona, Garrofé, 1925, págs. 76-91; J. Lleonart, Josep Anselm Clavé,
Barcelona, Barcino, 1937; T. Caballé y Clos, José Anselmo Clavé y su tiempo,
Barcelona, Freixinet, 1949; D. Guansé, Josep Anselm Clavé, apostol, agitador i
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època (1824-1874), Barcelona, Dopesa, 1973; E. Olivé, “Els Cors de Clavé i
l’obrerisme”, en L’Avenç, 104 (1987), págs. 28-29; M. Risques, Clavé, demòcrata
i federalista, Barcelona, Graó, 1987; J. Carbonell i Guberna, “Los Coros de
Clavé. Un ejemplo de música en sociedad”, en Bulletin d’Historie Contemporaine
de l’Espagne, 20 (1994), págs. 68- 78; M. H onegger, Diccionario biográfico de
los grandes compositores de la música, Madrid, Espasa Calpe, 1994; J. Carbonell
i Guberna, Josep Anselm Clavé i el naixement del cant coral a Catalunya,
1850-1874, Cabrera de Mar, Galerada, 2000.
A continuación, recordamos a José Anselmo Clavé en el día de
su nacimiento, con una de sus obras: Les flors de maig, en la versión del Cor
Jove i Orfeó Català, dirigidos por Esteve Nabona, director.