Pésaj, mandato de memoria y transmisión
Una noche como hoy, en la víspera de Pésaj del año 1943, se produjo el Levantamiento del Gueto de Varsovia, el acto de heroísmo más emblemático por parte de los judíos durante el Holocausto.
A lo largo de todo el período en que se extendió la política antisemita de persecución y exterminio por parte del régimen nazi, hubo resistencia y oposición. Los judíos pelearon en unidades de partisanos, fueron a las luchas subterráneas, crearon organizaciones, hicieron sabotajes, e incluso editaron y distribuyeron publicaciones. Además de los esfuerzos educativos, sociales y culturales que se llevaron a cabo para dignificar la vida durante la segunda guerra mundial.
En cada gueto hubo grupos, la mayoría sionistas y socialistas. Jóvenes que sentían que de todas maneras serían condenados y preferían morir luchando, sabiendo que no podían cambiar el rumbo de la historia y que nada, excepto el honor, podía salvarse.
Pero en ningún caso esta fe se hizo más fuerte que en el Gueto de Varsovia, donde se contemplaron los actos de mayor heroísmo de toda la guerra.
En este día de Pésaj, setenta y siete años atrás, a las siete de la mañana, los nazis entraron al gueto para su aniquilamiento. Los judíos, con cócteles molotov y escasas armas, les hicieron frente. Defendieron y atacaron desde las terrazas de y las ventanas. Lucharon casa a casa. Al mando, como Comandante de la Organización Judía de Combatientes, estaba Mordechai Anielewicz de 23 años de edad.
Cuatro días después de iniciado el levantamiento le escribió su última carta a su amigo Yitzhak Zukerman: “El sueño de mi vida es un hecho. La autodefensa en el gueto es una realidad. La resistencia armada judía y la venganza son hechos. He sido testigo de la magnífica heroica lucha de los hombres judíos en el combate”. Finalmente, veinte días después, una fuerza de cinco mil nazis arrasaron el gueto. Trece mil judíos fueron asesinados durante la resistencia y cerca de sesenta mil fueron capturados y deportados. El gueto se convirtió en un inmenso cementerio.
Esta noche los judíos celebramos Pésaj, la fiesta de la libertad como lo venimos haciendo desde hace más de 3000 años. Este año, alrededor de la mesa que en la mayoría de las casas no será amplia y numerosa por la cuarentena que debemos cuidar, y donde muchos la vivirán en dolorosa soledad, repetiremos una vez más el seder (orden), de la misma manera que lo hicieron a través del tiempo nuestros mayores, en las crisis, en las persecuciones, durante la Inquisición y en la Shoa cumpliendo y honrando el mandamiento sagrado de transmisión que se expresa en la frase “y le contarás a tus hijos”. Lo hacemos porque entendemos que la memoria es central en nuestra identidad milenaria.
Festejamos nuestra libertad, pero también recordamos nuestra esclavitud. Como afirma el Rabino Sergio Bergman: “Ejercitamos la memoria no sólo del momento en que nuestros antepasados salieron de Egipto, sino que, en ese acto, cada generación y cada uno de nosotros es liberado una y otra vez del Egipto en el que vive, al que se somete o es sometido”.
El día del levantamiento fue el 15 de Nisan, pero se conmemora oficialmente el 27 de dicho mes, que es el primero en el calendario hebreo. La distancia de las fechas fue establecida justamente en respeto de los ocho días que corresponden a Pésaj.
El recuerdo del levantamiento del Gueto de Varsovia está consagrado como Iom HaShoa ve Hagvura por el Parlamento de Israel (Knesset) desde 1951, y es el día que el pueblo judío en el mundo se hermana para honrar a sus seis millones de víctimas y mártires.
Yerushalmy sostiene que cuando se dice que un pueblo recuerda en realidad se alude a que el pasado ha sido activamente transmitido a la presente generación, y que este pasado ha sido aceptado como significativo.
En esta noche, al recordar la salida de Egipto, los judíos hacemos de Pésaj primordialmente un ejercicio de educación. Recordamos y reflexionamos sobre el valor de la libertad y la vida volviendo a comprometernos en honrarlas.
“La Torá nos impone el concepto de ‘Zajor’, recordar, la memoria. Recordar con la palabra, con la boca. Expresarme. Hablo de lo que recuerdo, para que ese recuerdo se mantenga en mí y me trascienda. Pero si no lo hablo, quedaré prisionero de mi recuerdo. Un recuerdo hablado es libertad constante”, dice el Rabino Mordejai Maarbi.
En la noche de Pesaj los judíos del mundo celebramos la libertad reafirmando nuestro compromiso de defenderla y fortalecerla. En nuestros plegarias y meditaciones honramos la memoria de toda nuestra historia reafirmando nuestra identidad y pertenencia.
* Ex secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación - Presidente Honorario del Museo del Holocausto