El proverbio “del dicho al hecho hay mucho trecho” trasmite que es mucho más difícil hacer que decir. Solemos pensar que la materia, por ser “palpable”, es más “concreta y duradera” que la idea, pero no es verdad. Dado que concreto (por su origen, “crecer unido”) también significa “preciso, detallado o bien delimitado”, no cabe duda de que los productos mentales que configuran lo dicho pueden muy bien ser concretos.
Además, tal como señalaba Heráclito hace más de dos mil años, lo que permanece del río es su forma, el agua circula. Las ideas no solo pueden ser muy concretas, sino también duraderas, ya que el reconocimiento mismo de ese “crecer unidas”, en cuanto constituye un volver a encontrarse con algo conocido, es un testimonio de su perduración. Una vez destacado el valor del hacer, debemos admitir que el decir nos es tan vano como solemos creer cuando, enamorados del supuesto de que solo la materia está “hecha” (o es “un hecho”), no lo pensamos mejor. Toda la historia de la civilización nos certifica, sin embargo, que las ideas son “hechos”, y que idealizar es crear. En su nuevo libro, Soñar y decir también es hacer, el psicoanalista Luis Chiozza expone una serie de ideas en forma de “apuntes de todos los días” de lectura accesible acerca de temas tan diversos como la venganza, el silencio, los escrúpulos o la crueldad. |