Ludwig Pfeuffer, más conocido como Yehuda Amijai, יהודה עמיחי, nació en Wurzburgo, Alemania, el 3 de mayo de 1924, y murió en Jerusalén, Israel, el 22 de septiembre de 2000. Poeta, escritor y dramaturgo.
El sitio www.nuevasion.org
publicó este recordatorio firmado por Luis Morgenstern Korenblit.
Yehuda Amijái, vida y obra, poeta nacional de Israel
Fue poeta, escritor y dramaturgo israelí, ganador del Premio
de Poesía de Israel en 1982, por lo cual es consagrado como ‘poeta nacional’, y
es considerado uno de los exponentes más destacados de la poesía internacional
del siglo XX.
Por Luis Morgenstern Korenblit
Yehuda Amijai nació en 1924, como Ludwig Pfeuffer en
Würzburg, en el sur de Alemania, en el seno de una familia judía ortodoxa.
Siendo niño recibió una educación hebrea y alemana. A la edad de 11 años emigró
junto a su familia a Eretz Israel, radicándose primero en Petaj Tikva y luego
en Jerusalén, donde completó su educación secundaria en una escuela religiosa.
Amijai comentaba que muchos de sus amigos de la infancia no
tuvieron su suerte en emigrar y años después murieron bajo la barbarie nazi;
como “La pequeña Rut”, a la que dedicó varios poemas y gran parte de su novela;
como cita Amijai, ella se “extinguió en uno de los hornos de la muerte”.
Formó parte de la generación de escritores judíos que,
habiendo nacido en Europa, fue partícipe directo de la fundación del Estado de
Israel y es, por lo tanto, representativo de esa doble identidad que implicó el
tránsito del exilio al arraigo en su tierra.
En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, se ofreció como
voluntario para el ejército británico y sirvió en Egipto. Entre otras tareas,
participó en el contrabando de armas para las fuerzas judías y en la
inmigración ilegal. En 1946 hebraiza su nombre a Yehuda Amijai, que significa
mi pueblo vive, al preguntársele el motivo de la elección, dijo que Amijai era
“un nombre correcto, porque era socialista, sionista y optimista”.
Al estallar la Guerra de la Independencia, se alistó y
sirvió como soldado en la “Brigada Negev” del Palmaj hasta el final de la
guerra. Participó en los duros combates de Julicat. Al salir del ejército,
estudió literatura y Biblia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Enseñó en el
Majón Grinberg de Jerusalén, un seminario para profesores extranjeros, también
enseñó en la Escuela para Estudiantes Extranjeros de la Universidad Hebrea, en
la Universidad de California y la Universidad de Yale.
Fue el primero de los poetas de la generación de la creación
del Estado en ganar el Premio Israel, los jueces dijeron que Amijai “en su
poesía creó un nuevo movimiento en la poesía hebrea” y “provocó un cambio
revolucionario en el lenguaje poético, una combinación de materiales poéticos y
materiales extraídos de la vida cotidiana”.
Los críticos destacan en el poeta el canto del yo, en una
generación que enfatizó el canto del nosotros, junto a la ideología colectiva y
el mito. La poesía de Amijai trata sobre cuestiones de la vida cotidiana y
sobre cuestiones filosóficas del significado de la vida y la muerte. Su obra se
caracteriza por la ironía, escribió sobre su tierra y la ciudad de Jerusalén,
sus poemas están llenos de referencias a Dios y la experiencia religiosa, como
muchos poetas israelíes seculares, abordó su lucha con la fe religiosa. A
Amijai se le ha atribuido una rara habilidad para transformar la situación
amorosa personal, incluso privada, con todas sus alegrías y agonías, en la
experiencia de todo el mundo, generalizando su propio tiempo y lugar.
Amijái planteo: “Escribo en hebreo porque no puedo escribir
mis poemas en otra lengua. Para mí es el idioma natural en un país de habla
hebrea. Pero no olvidemos que hasta hace unas pocas generaciones esto no era
así. El hebreo era una lengua sagrada que se utilizaba en las plegarias y en
las ceremonias religiosas, como en bodas y funerales. Pero a diferencia de
otras lenguas antiguas, nunca fue una lengua muerta. Las oraciones y los rezos
siempre les recordaron a los judíos su patria ancestral, la geografía de esta,
su clima, e incluso sus ciclos agrícolas como el tiempo de cosecha y maduración
de los frutos. En suma, la lengua hebrea siempre fue una lengua paterna, pero
ahora, de nuevo, se ha convertido en una lengua materna. El sionismo -que de
hecho debería ser considerado como ‘la gran revolución del pueblo judío’-
comenzó como una revolución cultural al hacer del hebreo el idioma de una nueva
nación. Esto también significó una revolución contra la Historia, contra el
destino, y para muchos judíos ortodoxos, contra Dios”.
El gran poeta sionista nacional, Jaim Najman Bialik,
probablemente hablaba en yiddish con la mujer que amaba, pero le escribía sus
poemas de amor en hebreo (y quizás ella ni siquiera sabía hebreo). Se cree que
a principios de este siglo Bialik afirmó que hubiera podido enunciar una
bendición con tan solo escuchar hablar en hebreo al primer ladrón y a la
primera prostituta compareciendo ante un juez, custodiados por un oficial de
policía, hablando todos por vez primera la lengua de los profetas.
Pero el milagro del renacimiento de la lengua hebrea no cayó
del cielo a los brazos de una humanidad escéptica. Para conseguir este milagro,
los judíos tuvieron que trabajar arduamente. Fue un milagro hecho por el
hombre. Eliezer Ben Yehuda fue quien compiló el primer gran diccionario del
hebreo moderno a principios de siglo, renovando las bases de la lengua e
introduciendo palabras modernas tomadas del campo de la ciencia, la tecnología
y las artes creativas. Él no inventó palabras artificiales, las tomó siempre de
textos antiguos como la Biblia, la Mishná y el Talmud. Me parece que incluso
ahora, si el Rey David caminara nuevamente por las calles de Jerusalem (en los
alrededores del famoso Hotel King David), podría comprender muchas de las cosas
que allí se dicen.
Ámbito familiar de Amijai: el poeta expresa que “proviene de
una familia donde todos los hermanos y hermanas de mis padres llegaron a
Palestina a comienzos de los años treinta. Ningún miembro de este gran clan se
quedó en Alemania, y, por lo tanto, ninguno pereció en el Holocausto (por
desgracia, en Israel son pocas las familias así). Durante la Segunda Guerra
Mundial fui voluntario del Ejército británico, aunque muy pronto me integré a
las unidades de comando del recién creado Ejército israelí en la Guerra de
Independencia, así que los primeros siete años de mi vida adulta fueron
guerras. Pero a esa edad, entre los 18 y los 25 años, también se viven los
grandes amores. Mi vida, pues, comenzó entre dos extremos: la guerra y el amor.
Empecé a escribir poesía usando mis palabras en aras de lograr un acuerdo entre
esos extremos de mi vida, para poder sanarme y seguir viviendo. A partir de
entonces la escritura se volvió esencial para mí. En cada poema que escribo
siempre hay algo personal y privado que genera la fuerza del texto.
Me hace muy feliz que los poemas que me han ayudado a
curarme también ayuden a otros. Creo firmemente que el arte debe sanar y
consolar, y no presentar, de buenas a primeras, la cruel realidad de nuestra
vida moderna, aquí y en otras partes del mundo”.
Su volumen de trabajo es impresionante, abarca muchos libros
de poesía que aparecen en una sucesión rápida: en 1955 publicó su primer libro,
Ahora y otros días, que revolucionó la poesía hebrea, en 1957 ganó el premio
Shlonsky por este libro. En 1963 edita Poemas reunidos, en 1981 publica
Selección de trabajos, y en 1987 su Shirei Yerushalayim (Poemas de Jerusalén),
una edición bilingüe acompañada de fotografías de la ciudad.
Su trabajo ha sido traducido a más de 40 idiomas, incluidos
inglés, español, francés y alemán, y fue nominado varias veces al Premio Nobel,
llegando incluso a la lista final. Cuando Yitzjak Rabin ganó el Premio Nobel de
la Paz en 1994, invitó a Amijai a leer sus poemas en la ceremonia de premiación
en Oslo, allí leyó su conmovedor poema Dios tiene compasión de los niños del
jardín de infancia.
La poesía de Amijai es lúdica y concentra un rango amplio de
emociones, su distintivo es la risa, la burla y cierta tristeza subyacente:
«Detrás de mi marchan, como en los entierros/el niño que era
hace muchos años/y el hombre joven que fui en su primer amor/y el soldado que
era en los viejos días/y el hombre canoso que fui hace una hora./Y también
otros que fui, extranjeros también,/y de los cuales me he olvidado./ Incluso
una mujer./Y todos sus labios están moviéndose/y todos sus ojos recuerdan el
pasado/y todos destellan y pronuncian/palabras de consuelo y de lamento/pues
volverán a sus asuntos y a sus citas/como en los entierros./Y uno dijo: El
objetivo principal /de la industria en nuestro tiempo, es crear/los materiales
más fuertes que son también los más ligeros/Eso dijo, y lloró y se fue por su
camino,/como en los entierros».
Amijai murió el 22 de septiembre de 2000 y fue enterrado en
un funeral de Estado en el cementerio de Sanhedria en Jerusalén. Cuando se le
preguntó a Amijai sobre que escribía, contestó: “escribo sobre situaciones que
conozco, sobre mí mismo, sobre mi vida privada, sobre mis amores, mis hijos, mi
dolor, la nostalgia de mis padres, y los demás se ven reflejados en ello”.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento, con un programa del ciclo El Trovador, en el que Victoria Moreno leyó cuatro poemas de Yehuda Amijai. Andalucía Cinco Culturas.