domingo, 8 de septiembre de 2013

Madre Marie Veronique


La Madre Marie Veronique ha sido inscrita en el registro de los justos entre las naciones. La ceremonia oficial se ha llevado a cabo en el Museo Yad Vashem de Jerusalén, donde han recordado las virtudes heroicas de esta religiosa que salvó durante la Shoah a muchas jóvenes judías.

A continuación, un artículo publicado sobre este tema.

Sabíamos que la ideología nazi era anticristiana

La religiosa belga Philomène Smeers, Justa entre las Naciones

 

ROMA, domingo 6 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- Philomène Smeers, una religiosa belga ha sido proclamada “Justa entre las Naciones” en el memorial del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén. Este jueves, dieron cuenta de la ceremonia la prensa judía y el patriarcado latino de Jerusalén.
En el Yad Vashem, el memorial del Holocausto en Jerusalén, se celebró el jueves 3 de noviembre una ceremonia para honrar con carácter póstumo a la madre Marie-Veronique, de Bélgica, como “Justa entre las Naciones” por rescatar a un número indeterminado, aunque numeroso, de chicas judías, durante las deportaciones nazis de la II Guerra Mundial.
La hermana Marie-Justine, que vivía en el mismo convento durante ese tiempo, aceptó la medalla y el certificado de honor en nombre de la madre superiora galardonada, de manos de Irena Steinfeldt, directora del departamento de “Justos entre las Naciones” del Yad Vashem, en presencia del embajador de Bélgica en Israel, Bénédicte Frankinet.
La ceremonia tuvo lugar en la Sala de la Memoria, seguida por la concesión de la medalla y certificado en la sinagoga del Yad Vashem.
En mayo de 1940, los alemanes invadieron Bélgica y, en el verano de 1942, empezó la deportación de judíos a los campos de exterminio.
Durante la ocupación alemana, la madre Marie-Veronique dió refugio a chicas judías en el convento, rescatándolas de la deportación a los campos.
Simone Suzanne Berman, nacida Najman, nació en Bruselas en1931. En 1942, cuando empezaron las deportaciones, la familia Najman se escondió. Pasado un año, los padres de Simone decidieron pedir a las religiosas refugio en el convento. El padre de Simone permaneció allí escondido durante la guerra, pero la madre murió el 1 de enero de 1944. Tras la liberación Simone emigró a Estados Unidos.
Ilse Frumer, nacida Steiner, en Viena en 1929, se trasladó a Bruselas con sus padres. Tras ser deportado su padre a Auschwitz, en enero de 1942, su madre pidió a la madre Marie-Véronique que aceptara a su hija en el internado del convento. La madre y el padre de Ilse fueron ambos asesinados durante el Holocausto e Ilse permaneció en el convento hasta 1950, cuando cumplió los 21 años.
Las condiciones durante la guerra eran muy difíciles. Durante el invierno, las religiosas cortaron árboles del jardín para calentar el convento. Aunque la comida era escasa, las religiosas compartieron lo poco que tenían con las chicas refugiadas.
El 21 de diciembre de 2010, la comisión para la designación de “Justos entre las Naciones” del Yad Vashem decidieron conceder el honroso título a la madre Marie-Véronique.
Philomène Smeers, cuyo nombre religioso era Marie-Véronique, era superiora del convento de las hermanas del Sagrado Corazón de María en La Hulpe (Terhulpen), de 1929 a 1951, en la periferia suroriental de Bruselas. Murió en 1973 a la venerable edad de 98 años.
Una religiosa de la congregación diocesana, sor Noémie Haussman, explicó lo que sabía sobre la nueva “Justa entre las Naciones” a Radio Vaticano.
“Desde 1942, la madre Marie-Véronique acogió en el pensionado de la casa madre, que contaba en la época con un centenar de pensionadas, a chicas judías de 7 a 18 años. Un número muy elevado, aunque no se tiene una idea precisa de cuantas eran”, relató.
“La madre Marie-Véronique les dio un nuevo nombre, y pidió silencio absoluto sobre su identidad, para que ninguna de ellas conociera la situación de las demás y para que no se supiera que tenían familiares deportados, con el fin de protegerlas de los nazis. Con esta valiente decisión, la superiora consiguió mantenerlas escondidas durante el periodo de la guerra, arriesgando su propia seguridad. Era consciente de ello, porque en ese momento todo se basaba en la confianza. Asumió la gran responsabilidad de cristiana, de católica: lo poco que podía hacer, estaba convencida de que lo debía hacer, ¡incluso si arriesgaba su vida!”.
“Por lo general, la Iglesia estaba al lado de la resistencia contra el nazismo. Los mismos obispos belgas dieron la orden de hacer lo posible para ayudar a los niños judíos, sin bautizarlos, y así nos correspondió la defensa de los más pequeños --concluyó la religiosa--. Sabíamos ya desde hacía tiempo, que la ideología nazi era una ideología anticristiana”.



http://www.yadvashem.org