domingo, 29 de septiembre de 2013

Ladislao José Biro



László József Bíró, conocido en la Argentina como Ladislao José Biro, nació en Budapest, Reino de Hungría, el 29 de septiembre de 1899 y murió en Buenos Aires, Argentina, el 24 de noviembre de 1985. Inventor y periodista.


En Hungría desempeñó oficios variados: despachante de aduana, corredor de automóviles, vendedor a domicilio, escultor, pintor e inventor.


La historia cuenta que, siendo periodista, estaba molesto por los trastornos que le ocasionaba su pluma fuente cuando ésta se le atascaba en medio de un reportaje. 

Junto con su hermano Georg, quien era químico, logró fabricar una tinta que era muy útil para la escritura a mano, pero que no podía utilizarse con la pluma pues se trababa al escribir. 

Ladislao Biro pudo resolver el inconveniente cuando observó a unos niños mientras jugaban en la calle con bolitas, que al atravesar un charco, salían trazando una línea de agua en el piso seco.

En ese momento encontró la solución, decubrió que en vez de utilizar una pluma metálica en la punta, debía utilizar una bolita. 



La dificultad de trasladar ese mecanismo a un instrumento de escritura residía en la imposibilidad para desarrollar esferas de un tamaño suficientemente pequeño. 

Ladislao Biro patentó un prototipo en Hungría y Francia, en 1938, pero no lo llegó a comercializar. 

Ese mismo año, Biro se encontraba en Yugoslavia haciendo notas para un periódico húngaro, en momentos en que el ex presidente Agustín Justo lo vio tomando notas con un prototipo del bolígrafo y maravillado por esa forma de escribir se puso a charlar con él y lo invitó a radicarse en la argentina.

Biro le habló de sus inventos y de la dificultad para conseguir una visa.

Agustín Justo, que no le había dicho quien era, le dio una tarjeta con su nombre.


Biro no se decidió en ese momento, pero en mayo de 1940, al comenzar la Segunda Guerra Mundial, él y su hermano emigraron a la Argentina junto con Juan Jorge Meyne, su socio y amigo que lo ayudó a escapar de la persecución nazi por su origen judío.


En ese mismo año formaron la compañía Biro Meyne Biro y en un garaje con 40 operarios y un bajo presupuesto perfeccionó su invento, patentándolo en Buenos Aires el 10 de junio de 1943.


Lanzaron el nuevo producto al mercado bajo el nombre comercial de Birome, acrónimo formado por las sílabas iniciales de Biro y Meyne. 

Al principio los libreros consideraron que esos "lapicitos a tinta" eran demasiado baratos como para comercializarlos como herramienta de trabajo y los vendían como juguetes para chicos. 

Cuando comenzaron a promoverse se les llamaba esferográfica y se hacía hincapié en que siempre estaba cargada, secaba en el acto, permitía hacer copias con papel carbónico, era única para la aviación y su tinta era indeleble.


En 1943 licenció su invento a Eversharp Faber, de los Estados Unidos, en la extraordinaria suma de USD 2.000.000, y en 1951 a Marcel Bich, fundador de la empresa Bic de Francia.



Al respecto, en su última entrevista antes de fallecer, Biro afirmó: "Mi «juguete» dejó 36 millones de dólares en el tesoro argentino, dinero que el país ganó vendiendo productos no de la tierra sino del cerebro".



A lo largo de su vida Ladislao Biro desarrolló muchos otros inventos, algunos de los cuales se han vuelto muy populares. 

Entre ellos podemos nombrar un perfumero usando el mismo principio que el bolígrafo y más tarde, utilizando el mismo concepto se crearon los desodorantes a bolilla.

Un modelo de pluma estilográfica en 1928, una máquina de lavar en 1930 que, según la anécdota, construyó para su esposa Elsa Schick.


Una caja de cambios automática mecánica en 1932, cuya patente fue adquirida por General Motors que al mismo tiempo estaba desarrollando una caja hidráulica. 

Un termógrafo clínico en 1943, un proceso continuo para resinas fenólicas y un proceso para mejorar la resistencia de varillas de acero en 1944.


Un dispositivo para obtener energía de las olas del mar en 1958 y un sistema molecular e isotópico para fraccionamiento de gases en 1978.

En Argentina el 29 de septiembre, día de su nacimiento, se conmemora el Día del Inventor.



László Biró figura en una serie de timbres postales emitidos en 1994 por el Correo Argentino, en ocasión del cincuentenario aniversario de la invención de la esferográfica, en su honor y el de otros tres inventores argentinos.




















A continuación un artículo publicado en el Diario La Nación, en el centenario del nacimiento del inventor.

lanacion.com / Información general




El invento que revolucionó la forma de escribir

Fecha: a cien años de su nacimiento evocan hoy a Ladislao Biro, que en 1941 empezó a fabricar lapiceras sin pluma en el país.

Que a Ladislao José Biro (o Biró, según la grafía húngara, aunque no se pronuncia acentuado) la pasión por los inventos le vino desde la cuna no es sólo una frase.
El médico que lo trajo al mundo en Budapest, Hungría, el 29 de septiembre de 1899 -hoy se cumplen 100 años-, dijo a su madre que sus posibilidades de vida no eran muchas dado su escasísimo peso de poco más de 1 kilogramo.
Sin embargo, ella se dispuso a darle batalla a la adversidad: puso a su hijo bajo una lámpara pensando que el calor podría completar artificialmente su desarrollo. No sólo resultó eficaz, sino que anticipó la aparición de la incubadora.
En forma simultánea, por esos misteriosos vínculos entre madre e hijo, la mujer imprimió al suyo la tendencia a "buscar y hallar algo", que es la definición etimológica del verbo inventar.
Desde 1928 hasta 1978, Biro -que fue periodista, pintor, escultor, agente de bolsa e hipnotizador- patentó más de 20 inventos. Entre ellos, el lavarropas, el cambio automático para autos, la boquilla antitóxica, la cerradura inviolable, el desodorante y el que lo hizo célebre en todo el mundo: el bolígrafo, que empezó a fabricar en el país en 1941.
El curioso objeto, que evitaba manchas porque prescindía de la pluma embebida en tinta, se llamó birome (resultado de unir el comienzo de su apellido y el de su socio, Juan Meyne). De denominación comercial, el término birome pasó a ser un sustantivo casi irremplazable.
Costaba entre 80 y 100 dólares, lo que hacía a la birome prácticamente inaccesible para los salarios medios de entonces. Biro anhelaba popularizar su invento. Lo hizo el tiempo: ahora no pasa de un peso.
"Una vez que se aprende cómo es algo, se vuelve muy difícil imaginar cómo debería ser", dice su única hija, Mariana Biro Sweet -fundadora de la Escuela del Sol, en Belgrano-, cuando explica a La Nación la modalidad de enseñanza que allí se imparte.
La frase se presenta como una definición heredada de su padre. "El no aceptaba los problemas como una fatalidad. Decía ´si hay un problema, debe haber una solución´, y la buscaba desde un punto cero", dijo Biro Sweet.
Biro patentó un modelo rudimentario del bolígrafo en su país, en Francia y en Suiza, en 1938, antes de empezar su fabricación aquí, en la calle Oro 3040, en Palermo.
¿Por qué en la Argentina? "Porque en los 40 esto era un paraíso". De modo que, en un año, pudo financiar una producción a escala.
La célebre birome fue precedida por los modelos Eterpen y el Stratopen. En 1944, Biro vendió la patente norteamericana a Eversharp-Faber por dos millones de dólares, y, en Europa, a Marcel Bich (fabricante de los bolígrafos Bic).
-¿Cómo recuerda a su padre?
-Como un hombre equilibrado emocionalmente, con mucha paciencia y fiel a la idea de que las cosas deben compartirse. .

Willy G. Bouillon