La Traviata es una ópera en tres actos con música de
Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en una
adaptación teatral de la novela de Alexandre Dumas hijo, La dama de las
camelias, y estrenada, sin éxito, en el teatro La Fenice de Venecia, el 6 de
marzo de 1853.
El público se burló de la representación varias veces,
dirigiendo sus críticas a la soprano Fanny Salvini-Donatelli, aunque era una
cantante aclamada, fue considerada demasiado vieja y por su sobrepeso no
encajaba con el papel dramático.
El público mostró también su desagrado, en el segundo acto, después de la interpretación del barítono Felice Varesi y del tenor Lodovico
Graziani.
Al final de la ópera, la platea se rió a carcajadas en lugar de apreciar
el final trágico. El día después, Verdi escribió a su amigo Muzio en lo que
ahora se ha convertido quizás en su carta más famosa: "La Traviata anoche
un fracaso. ¿Fallo mío o de los cantantes? El tiempo lo dirá."
Después de algunas revisiones entre 1853 y mayo de 1854, la
ópera se representó en Venecia, en el Teatro San Benedetto, y fue un éxito de
crítica. Desde entonces su popularidad ha sido constante y se ha
mantenido en el repertorio hasta la actualidad.
Con La Traviata, Verdi alcanzó un estilo maduro, con mayor
hondura en la descripción de los personajes, mayor solidez en las
construcciones dramáticas, y una orquesta más importante y rica.
A continuación, de Giuseppe Verdi, la ópera La traviata, en la producción de Franco Zeffirelli, para el Teatro Giuseppe Verdi de Busseto. En los principales papeles, Stefania Bonfadelli como Violeta Valery; Annely Peebo en el rol de Flora Bervoix; Paola Leveroni en el rol de Annina; Scott Piper como Alfredo Germont; y el personaje de Giorgio Germont interpretado por Renato Bruson; junto al Coro y la Orquesta de la Fundación Arturo Toscanini, dirigidos por Placido Domingo.
La acción se desarrolla en París, en 1850.
Acto I
El salón en casa de Violeta
Violeta Valery, una famosa cortesana, da una lujosa fiesta
en su salón de París para celebrar su recuperación de una enfermedad. Uno de
los últimos en llegar a la fiesta es Gastón, un conde, que llega acompañado de
su amigo, el joven noble Alfredo Germont, que hacía tiempo que deseaba conocer
a Violeta pues la adoraba desde lejos. Mientras pasea por el salón, Gastón le
dice a Violetta que Alfredo la ama, y que mientras ella estaba enferma, él la
visitó cada día. Alfredo, una vez presentados, le expresa su preocupación por
su delicada salud, y luego le declara su amor.
El barón, actual amante de Violetta, espera cerca para
llevarla al salón donde le piden al barón que haga un brindis, pero él lo
rechaza, y la gente se vuelve a Alfredo.
Desde la habitación vecina, se oye el sonido de la orquesta
y los invitados se mueven allí para bailar. Sintiéndose mareada, Violetta pide
a sus invitados que vayan por delante y la dejen descansar hasta que se
recupere. Mientras los invitados bailan en la habitación próxima, Violetta mira
su pálida cara en el espejo. Alfredo entra y expresa su preocupación por su
frágil salud, declarando más tarde su amor por ella. Al principio, Violeta lo
rechaza porque su amor no significa nada para ella, pero hay algo en Alfredo
que le llega al corazón. Cuando él se marcha, le regala una camelia, diciéndole
que regrese cuando la flor se haya marchitado. Ella le promete reunirse con él
al día siguiente.
Después de que los invitados se han marchado, Violeta
analiza la posibilidad de una relación con amor verdadero. Pero finalmente desecha la idea. Ella necesita
ser libre para vivir su vida, día y noche, de un placer a otro. Desde fuera del escenario, la voz
de Alfredo se oye cantando sobre el amor conforme baja por la calle.
Acto II
Escena 1: En la casa de campo de Violetta en las afueras de
París
Tres meses después, Alfredo y Violeta llevan una existencia
tranquila en una casa de campo, en las afueras de París. Violeta se ha
enamorado de Alfredo y ha abandonado completamente su anterior estilo de vida.
Alfredo canta su vida feliz, juntos. Annina, la doncella, llega
desde París, y, cuando Alfredo le pregunta, le dice que ella fue allí a vender
los caballos, los carruajes y todo lo que Violetta posee para apoyar su estilo
de vida en el campo.
Alfredo queda abrumado de saber esto y se dirige a París
inmediatamente para corregir la situación él mismo. Violetta regresa a casa y
recibe una invitación de su amiga Flora, a una fiesta en París aquella tarde.
El padre de Alfredo, Giorgio Germont, llega a la casa y exige a Violeta que
rompan su relación con su hijo por el bien de su familia, pues la suerte de su
hermana han sido destruidas por su conexión con ella, ya que su reputación como
cortesana compromete el nombre Germont. Mientras tanto, él queda
impresionado por la nobleza de Violetta, algo que no esperaba de una cortesana.
Ella le responde que no puede poner fin a su relación porque lo ama mucho, pero
Giorgio le ruega por el bien de la familia. Violeta escucha, con un creciente
remordimiento, las patéticas palabras del señor Germont y finalmente se muestra
conforme. En un gesto de gratitud por su bondad y
sacrificio, Giorgio besa su frente antes de dejarla a solas llorando.
Decide abandonar a su amado. Violetta deja una nota a Annina
para enviarla a Flora aceptando la invitación a la fiesta y, mientras escribe
su carta de despedida a Alfredo, entra éste. Apenas puede controlar su tristeza
y lágrimas; le habla repetidamente de su amor incondicional. Antes de apresurarse fuera e ir a París,
entrega la carta de despedida a su sirviente para que se lo entregue a Alfredo.
Pronto, los sirvientes le llevan la carta a Alfredo y, tan
pronto como la ha leído, Giorgio regresa e intenta reconfortar a su hijo,
recordándole a su familia en Provenza. Alfredo sospecha que el barón está detrás de su separación con
Violetta y la invitación a la fiesta, que ella encuentra en la mesa,
fortaleciendo sus sospechas. Decide enfrentarse a Violetta en la fiesta.
Giorgio intenta detener a Alfredo, pero él sale apresuradamente.
Escena 2: Fiesta en casa de Flora
En la fiesta, el marqués le dice a Flora que Violetta y
Alfredo se han separado. Pide a los animadores que interpreten para los
invitados.
Gastone y sus amigos se unen a los toreros y cantan.
Para ahogar su pena, Violeta, se consume aún más
profundamente en su libertinaje. Llega al barón Douphol. Ven a Alfredo en una
mesa de juego. Cuando él la ve, Alfredo proclama en voz alta de que se llevará
a Violetta a casa con él. Sintiéndose enojado, el barón se acerca a la mesa de
juego y se une a él en el juego. Conforme apuestan, Alfredo gana grandes
cantidades de dinero hasta que Flora anuncia que la cena está preparada.
Alfredo se va con puñados de dinero.
Mientras está abandonando la habitación, Violetta ha pedido
a Alfredo verla. Temiendo que la ira del barón le llevará a desafiar a Alfredo
a un duelo, ella amablemente le pide a Alfredo que se marche. Alfredo confunde
sus temores y se enfrenta a ella, exigiéndole que admita que ella ama al barón.
Dolorida, ella lo admite y, furioso, Alfredo llama a los invitados para
testificar lo que él tiene que decir. La deshonra tirándole dinero que dice le debe por los
servicios prestados mientras vivieron juntos, enfrente de los invitados.
Violeta se desmaya abrumada por la enfermedad y la pena. Los invitados riñen a
Alfredo.
En busca de su hijo, Giorgio entra en el salón y, sabiendo
el significado real de la escena, denuncia el comportamiento de su hijo.
Flora y las damas intentan convencer a Violetta para que
abandone el salón, pero Violetta se vuelve hacia Alfredo.
Acto III
Algunos meses después de la fiesta, Violeta aparece en la
cama debido al avance de la tuberculosis. El doctor Grenvil le dice a Annina
que Violetta no vivirá mucho puesto que su tuberculosis ha empeorado. A solas
en su habitación, Violetta lee una carta del señor Germont, en la que le dice
que el barón sólo fue herido en su duelo con Alfredo; que ha informado a
Alfredo del sacrificio que Violeta ha hecho por él y su hermana; y que él envía
a su hijo a verla tan pronto como sea posible para pedir su perdón.
Annina se apresura a la habitación para decir a Violetta que
ha llegado Alfredo. Los amantes quedan reunidos y Alfredo sugiere que ellos
abandonarán París.
Pero es demasiado tarde: ella sabe que su tiempo se ha
agotado. El padre de Alfredo entra con el doctor, lamentando lo que ha
hecho. Después de cantar un dúo con Alfredo, Violetta revive rápidamente,
exclamando que el dolor y la incomodidad la han abandonado. Un momento después, ella muere en
brazos de Alfredo.