Alfredo Zitarrosa nació en Montevideo, Uruguay, el 10 de
marzo de 1936 y murió en su ciudad, el 17 de enero de 1989. Cantautor, poeta,
escritor y periodista.
Del sitio www.fundacionzitarrosa.org compartimos la biografía
Alfredo Zitarrosa, nació en Montevideo, Uruguay, el 10 de
marzo de 1936.
Su vida en una zona rural del país hasta su adolescencia,
influye notoriamente en lo que será su repertorio, esencialmente de raíz
campesina.
Se inicia como cantor profesional en el Perú, en 1963,
cuando a instancias de un amigo suyo se presenta en un programa televisivo de
la ciudad de Lima. Durante su viaje de regreso al Uruguay, canta en un programa
radial de la ciudad de La Paz, Bolivia.
Hasta entonces se había desempeñado como periodista y
locutor radial, trabajando en varias emisoras de Montevideo.
Más tarde sería un brillante cronista del célebre semanario
“Marcha”, dirigido por Don Carlos Quijano.
La difusión radial sorpresiva de algunas canciones que había
grabado a instancias de sus amigos, compañeros de labor, caló hondo en el
público oyente, identificado profundamente con su canto, que parece encontrar
en Zitarrosa una voz honesta y una forma de cantar “a lo uruguayo”, que da comienzo
a una relación que no quebrará ni la propia muerte.
Su debut como cantor profesional en Montevideo, tuvo lugar
en el auditorio del SODRE (Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica) en
1964.
Su primer disco publicado, “Canta Zitarrosa”, abrió el
camino de la difusión de la música nacional de este género en su tierra,
compitiendo en ventas con el fenómeno popular de la época: los “Beatles”.
Fue
un militante defensor de los derechos de los artistas nacionales y de la
producción de estos, como las de Viglietti, Los Olimareños, Capella, Palacios,
entre otros, representativos como él del sentir nacional.
Desde 1965 hasta 1988 grabó aproximadamente cuarenta discos
larga duración, en diferentes países, fundamentalmente en Uruguay y Argentina.
Recibió en vida innumerables distinciones y premios, aparte
de la permantente marca en ventas discográficas, entre las que se destaca la
Condecoración con la Orden ‘Francisco de Miranda' por parte del presidente de
Venezuela en 1978.
Debido a su militancia política su canción es prohibida en
Uruguay a partir de las elecciones de 1971 (prohibición que se consolida con el
establecimiento de la dictadura cívico-militar el 27 de junio de 1973).
Con el
recrudecimiento de la persecución, habiendo sido convencido de que su canto
sólo sería útil a la causa del pueblo desde fuera, debe salir al exilio en
1976, primero rumbo a Argentina, hasta el comienzo de la dictadura militar en
aquel país, hasta que debe partir (por la misma causa que del Uruguay) para
radicar en España donde estuvo residiendo hasta abril de 1979.
Desde ese
momento vivió en México, donde aparte de cantar, desarrolló actividades
periodísticas en el diario “Excelsior” y en “Radio Educación” con su programa
“Casi en privado”.
Durante este período, a pesar de ser reconocido por él mismo
como el menos creativo debido al dolor por el desarraigo, graba y edita varios
discos en España, México y Venezuela.
Asimismo participa activamente de
diversos festivales internacionales, como abanderado de la lucha a favor de la
libertad del pueblo uruguayo y de otras naciones oprimidas por gobiernos de
corte fascista, y como referente ineludible del canto popular uruguayo y
latinoamericano.
Levantada la prohibición de su canto en Argentina en 1983,
es contratado para realizar un recital en ese país, oportunidad que es
aprovechada por Zitarrosa para acercarse a su tierra, pasando a residir en
Buenos Aires, hasta el momento que fuera posible su regreso al Uruguay.
Allí
realiza –entre otras- una memorable actuación en el estadio de Obras
Sanitarias, donde al presentarse ante el público que colmaba el estadio,
solicita su permiso: “Ojalá a partir de este momento ustedes me autoricen a
seguir cantando a nombre de mi tierra”.
El 31 de marzo de 1984, es recibido por una multitud que lo
aclama y lo acompaña, desde el aeropuerto, por todo Montevideo, en una
circunstancia que es defida por él mismo como “la experiencia más importante de
su vida”, lleno de una emoción profunda de alegría por el rencuentro con su
tierra, con los amigos, sus “hermanos”, y la profunda alegría por el regreso a
su amado país.
Una vez en su tierra realiza conciertos por todo el país y
edita nuevos trabajos discográficos, entre los que presenta la serie “Melodía
Larga”, milongas instrumentales para conjunto de guitarras, guitarrón y otros
instrumentos de uso típico en el Jazz.
En 1988 edita por primera vez su obra literaria como tal en
el libro de cuentos “Por si el recuerdo”, que recopila historias escritas
durante sus últimos treinta años.
Su temprano y sorpresivo fallecimiento, en Montevideo, el 17
de enero de 1989, repercutió tan hondamente en el pueblo, en toda la comunidad
hispano y latinoamericana, y en otros tantos países, al extremo tal que “el
mundo entero fue una limpia e inmensa lágrima”.
Como poeta, integra en sus canciones el sector de mundo que
le tocó vivir. Encontró, deshaciéndose, las esquivas palabras que simulan
pasiones, historias, fábulas y esperanzas. Encontró, las palabras convenientes,
las más precisas para sus descripciones: “Mariposa marrón de madera”; “Puedo
enseñarte a volar / pero no seguirte el vuelo”; “Tú no pediste la guerra /
Madre tierra, yo lo sé”.
Como músico, componiendo a favor de la guitarra y por
milonga, creó un estilo de arreglos “a lo Zitarrosa”, con el sello de su
creatividad musical, impuso este género como un estilo popular vivo.
Fue
impulsor del concepto de la fusión musical en el uruguay, llegando en su último
trabajo discográfico a asimilar desde la milonga al rock, continuando la
búsqueda de lo que él mismo definó, en 1969, como un “auténtico jazz del sur”,
en base a la milonga.
Hombre de prodigiosa erudición, fue un narrador brillante,
quien logró además a través de sus “Fábulas Materialistas” (recopiladas y
publicadas en libro, por su familia, en el 2001), una sabrosa mezcla
surrealista de ciencia, mito y humor.
Pero en Zitarrosa coexistían, además, los insólitos
Diamólogos, el entrevistador agudo en “Marcha”, el locutor que creó toda una
escuela del decir radial. No debe olvidarse un lejano trabajo crítico de
Alfredo sobre “el cantor alienante y el público alienado”.
Allí, este hombre de
seductora voz, de presencia imponente en el escenario, alertaba al lector sobre
posibles alienaciones ante la “figura” de un artista, ante la aureola de un
astro que prácticamente invalidaban toda audición crítica; toda audición que
realmente atendiera lo que el artista estaba “dando” sobre el escenario.
Abreviemos: nos enseñaba que siempre debemos oír críticamente al artista.
Su familia, con el apoyo de amigos y personalidades de la
cultura, entre otros, en honor a su ejemplo artístico y ético, en la fecha de
su nacimiento, el 10 de marzo del 2004, declara la creación de la Fundación que
lleva su nombre, para preservar su legado y trabajar, a favor de la cultura, de
los valores humanistas e ideales sociales, como lo hizo Zitarrosa, del mismo
modo que él los defendió y cantó.
En opinión del poeta Washington Benavides, Zitarrosa es “un
hombre renacentista, atento a todo aquello que significa cambiar la vida”. El
poeta Saúl Ibargoyen lo define como “un hombre y un artista con la magia de
crear Luz de donde sólo hay tinieblas”.
A continuación, recordamos a Alfredo Zitarrosa, en una presentación en el programa Argentinisima, con la conducciónde Julio Marbiz.