Jesús Sixto Díaz Rodríguez, más conocido como Rodríguez,
nació en Detroit, Míchigan, Estados Unidos, el 10 de julio de 1942. Músico y
compositor.
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CULTURA
Sixto Rodríguez, o como ser una leyenda en vida y no
enterarse
Este músico norteamericano de la década del 60,
completamente desconocido en su país, se convirtió en ídolo de la canción en
Sudáfrica, aunque se enteró de ello mucho tiempo después.
INTERÉS GENERAL
24/04/2022 - 00:00hs
A fines de los 60 Sixto Rodríguez grabó dos discos en
Estados Unidos, cuyas ventas totales no superaron en su momento los 20
ejemplares. Ningún medio se ocupó de comentarlas. Las radios lo ignoraban y a
sus recitales concurría menos gente que la que iba habitualmente a esos bares.
El cantor empezó a buscar un trabajo alternativo, relegando la música para las
reuniones de entrecasa. Pero ocurrió un milagro: una viajera sudafricana
escuchó en una disquería una canción pegadiza y decidió comprar el disco
titulado Cold fact. Esa mujer tenía un programa de radio en Ciudad del Cabo,
con una gran audiencia. Comenzó a pasarlo y fue como hacer rodar una bola de
nieve desde lo más alto de la montaña. El éxito fue arrasador. El disco se
editó y Sixto Rodríguez se hizo famosísimo en Sudáfrica, vendió más discos que
Elvis Presley y Los Beatles. Podría haber gozado de ese éxito en tierras
extrañas para resarcirse de tanta indiferencia en su propio país, pero algo se
lo impidió: no estaba enterado de su gloria. La grabadora había decidido no
avisarle y embolsarse las regalías millonarias.
Jesús Sixto Díaz Rodríguez nació en Detroit, el 10 de julio
de 1942. Por entonces, y por muchos años después, los blancos no se mezclaban
con los negros, vivían en barrios separados y ni siquiera podían tomar el mismo
transporte público. Por su origen latino y su sensibilidad social, sus
canciones denunciaban la discriminación y recordaban la igualdad esencial de
todos los seres humanos.
En Sudáfrica corrían sobre el músico las más diversas
leyendas: que se estaba preparando en secreto para ser presidente de los
Estados Unidos y acabar de una vez por todas con el racismo, que se había
suicidado a lo bonzo en el escenario, que estaba por editar un disco acompañado
por Los Rolling Stones. Su canción Anti establishment blues (el blues anti
sistema) se convirtió en himno del movimiento antiapartheid.
El dueño de una disquería sudafricana, que se llamaba como el
título de una de las canciones de Rodríguez Sugar man, peregrinó por los
Estados Unidos en busca del intérprete. Nadie sabía darle noticias de él. Para
cuando lo localizó, hacía mucho tiempo que el cantante se había vuelto albañil
y militante de un partido de izquierda. Recién allí, Sixto Rodríguez se enteró
de lo importante que fue para muchas generaciones de sudafricanos, que había
ganado dos discos de platino y que sus canciones eran alzadas como banderas
contra la segregación racial.
Searching Sugar Man es el documental ganador de un premio
Oscar, que cuenta la curiosísima historia de este cantor, a partir del
testimonio de sus vecinos, compañeros de trabajo y productores que estuvieron
cercanos a Sixto Rodríguez. En la película se ve al cantor en su escritorio en
Palm Springs, Los Ángeles, repasando sus canciones y escuchando Cause, una
composición en la que cuenta la historia de un hombre despedido de su trabajo
pocos días antes de la Navidad. El gerente de la grabadora consideraba que la
canción de protesta solo tenía sentido si el cantor era famoso. No era el caso
de Sixto, por lo cual rescindieron su contrato sin más.
Sixto Rodríguez, se volvió a su barrio y se dedicó a
trabajar como obrero de la construcción. En la soledad de su casa, cada tanto desenfundaba
la guitarra, pero la música le traía recuerdos más de sinsabores que alegría.
Tenía muchas cicatrices en el alma, pero lo ayudaron a sobrellevarlas su mujer
y sus dos hijas. Cuando aquel disquero sudafricano golpeó la puerta de su
departamento, porque no andaba el timbre, lo vio como a una criatura llegada de
otro planeta. Pudo comprender cada una de las palabras que le dijo en perfecto
inglés, pero no entendió lo que le estaba diciendo. Él, Sixto Rodríguez,
albañil de profesión, que no podía comprarles ropa a sus hijas ni llevar a
comer a un restaurante a su mujer, era un ídolo musical del otro lado del
océano, desde hacía 30 años. Ese día, él comprobó que los milagros existen.
En 1998, el famoso músico fue invitado a hacer una gira en
Sudáfrica. El recibimiento fue apoteósico, multitudes lo acompañaron desde el
Aeropuerto al hotel, la fila a la salida de los recitales para saludarlo o
pedirle una firma era interminables. Cada uno de los recitales era iniciado por
el artista, con esta frase, a manera de saludo: “Gracias por mantenerme vivo”.
A continuación, celebramos su cumpleaños, con Sugar Man.