El Diario La Nación, en su edición digital, publicó este artículo originalmente por The New York Times.
Un documental revela los
escalofriantes audios de Eichmann
grabados en Buenos Aires
Fueron hechas en 1957 por un simpatizantes holandés y pasaron por varias manos hasta terminar ahora en una miniserie israelí
The New York TimesTEL AVIV.- Seis décadas después del histórico juicio en Jerusalén a uno de los cerebros del Holocausto, Adolf Eichmann, una nueva miniserie documental israelí ha entregado una dramática secuela: las jactanciosas confesiones del criminal de guerra nazi, y de propia voz.
Esas horas de viejas grabaciones, a las que los fiscales del juicio a Eichmann en su momento no tuvieron acceso, son la base de la nueva serie llamada “The Devil’s Confesión: The Lost Eichmann Tapes” (Las confesiones del diablo: las grabaciones perdidas de Eichmann), cuyo estreno el mes pasado fue seguido con profundo interés por el público de Israel.
Las grabaciones fueron hechas en 1957 por un simpatizante holandés del nazismo y pasaron por varias manos privadas hasta terminar en los archivos del gobierno de Alemania, que en 2020 autorizó a los cocreadores israelíes de la serie, el productor Kobi Sitt y el director Yariv Mozer, a usarlas como base de su documental.
Eichmann fue a la horca perjurando que era un mero funcionario que seguía órdenes y negando toda responsabilidad en los crímenes por los que había sido condenado. Durante el juicio se describió a sí mismo como un “pequeño eslabón” del gigantesco aparato estatal que manejaba los horarios de los trenes, y esa profesada mediocridad fue el disparador de la teoría de la filosofa Hannah Arendt sobre la banalidad del mal.
La miniserie intercala las escalofriantes palabras de Eichmann, en alemán, donde defiende el Holocausto, con escenificaciones de los mitines que realizaban en 1957 los simpatizantes nazis en Buenos Aires, Argentina, donde se realizaron las grabaciones.
Al exponer las antisemitismo visceral de Eichmann, su fanatismo en la cacería de judíos y su rol en los engranajes del exterminio masivo, la serie repone la evidencia faltante de aquel juicio y lo da a conocer por primera vez al público en general.
En las grabaciones se escucha a Eichmann aplastando una mosca que zumbaba en la habitación y decir que “tiene naturaleza judía”.
También les dice a sus interlocutores que “no le importaba” si los judíos que enviaba a Auschwitz vivían o morían. Mientras que en el juicio diría desconocer el destino final de esas personas, en las grabaciones dice que las órdenes eran “que los judíos en condiciones de trabajar sean puestos a trabajar y los no aptos para trabajar sean enviados a la Solución Final, y punto”, o sea la muerte.
“Si hubiéramos matado 10,3 millones de judíos, lo diría con orgullo, ¡Bien, destruimos al enemigo!, porque nuestra misión estaría cumplida”, dice en referencia al número total de judíos de Europa.
Mozer, director y guionista de la serie, y también nieto de un sobreviviente del Holocausto, manifestó que “Esta es la prueba contra los negacionistas del Holocausto y la forma de ver la verdadera cara de Eichmann”.
El proceso a Adolf Eichmann tuvo lugar en 1961, después de los agentes del Mossad los secuestraran en la Argentina y lo llevaran subrepticiamente a Israel. Con el impactante testimonio de los sobrevivientes y el cruento detalle de su sufrimiento, el juicio dejó al desnudo el horror insondable del Holocausto para los israelíes y la opinión pública mundial.
El tribunal tenía una montaña de documentos y testimonios para basar su condena a Eichmann. Los fiscales habían obtenido más de 700 páginas de transcripciones de las “grabaciones de Buenos Aires”, con anotaciones y correcciones manuscritas por Eichmann.
Pero Eichmann argumentó que las transcripciones distorsionaban sus palabras. La Suprema Corte de Israel no aceptó las transcripciones como evidencia, salvo un par de notas manuscritas, y Eichmann desafió al jefe de los fiscales, Gideon Hausner, a que presentará las grabaciones originales, sabiendo que estaban bien escondidas.
En sus memorias sobre el proceso, Justicia en Jerusalén, Hausner cuenta que intentó conseguir las grabaciones hasta el último día del careo con Eichmann, “a ver si era capaz de negar su propia voz”.
Hausner relata que le habían ofrecido las cintas por 20.000 dólares, por entonces una suma enorme, pero que estaba preparado para hacer el gasto, “considerando su importancia histórica”. Pero el vendedor anónimo ponía una condición: recién enviaría las grabaciones a Israel cuando concluyera el juicio.
Las grabaciones fueron hechas por Willem Sassen, periodista holandés, oficial de las SS y propagandista nazi durante la Segunda Guerra. Como parte de un grupo de fugitivos nazis escondidos en Buenos Aires, Sassen y Eichmann se embarcaron en el proyecto de las grabaciones con la intención de publicar un libro cuando Eichmann muriera. Los miembros del grupo se reunían semanalmente durante horas a beber y fumar en la casa de Sassen.
Y ahí Eichmann no podía parar de hablar…
Tras la captura de Eichmann por fuerzas israelíes, Sassen le vendió la transcripción de las cintas a la revista Life, que publicó un extracto abreviado en dos partes. En su libro, el fiscal Hausner dice que la versión publicada era “cosmética”.
Eichmann fue a la horca en 1962 y las cintas originales fueron vendidas a una editorial europea, y luego adquiridas por una empresa que permaneció en el anonimato y depositó las grabaciones en los archivos federales de Alemania en la ciudad de Coblenza, con instrucciones de que solo debían ser usadas con fines de investigación académica.
La filósofa e historiadora alemana Bettina Stangneth basó parcialmente en esa grabaciones su libro de 2011, Eichmann Before Jerusalem (Eichmann antes de Jerusalén). Y hace más de dos décadas, el gobierno alemán difundió públicamente unos pocos minutos del audio, “para probar que existían”, señala Mozer.
Kobi Sitt, productor de la nueva serie documental, hizo una película sobre el fiscal Hausner para la televisión israelí, hace 20 años, y desde entonces estaba obsesionado con conseguir las grabaciones. Al igual que Mozer, también es nieto de sobrevivientes.
“No le tengo miedo a la memoria: lo que me da miedo es el olvido”, dice Sitt en referencia al Holocausto, y agrega que su intención fue “aportar una herramienta para darle nuevo aliento de vida a la memoria”, ahora que la generación de los sobrevivientes está desapareciendo.
Sitt contactó a Mozer tras ver su documental de 2016, “Ben Gurion: Epilogo”, realizado a partir de una entrevista grabada al primer ministro fundacional de Israel que se creía perdida desde hace décadas.
El gobierno alemán y los propietarios de las cintas les dieron a Mozer y Sitt el libre acceso a las 15 horas de audio de Eichmann que se conservan. (Sassen había registrado 70 horas de audio, pero después de transcribirlas, usó varias de las cintas para grabar otras cosas encima, ya que por entonces eran muy costosas.) Mozer dice que el archivo alemán y los dueños de las cintas finalmente aceptaron permitirles usarlas con la convicción de que tratarían el material con respeto y responsabilidad.
El proyecto fue creciendo hasta convertirse en una producción conjunta de 2 millones de dólares entre la Metro-Goldwyn-Mayer, una empresa israelí antes conocida como Tadmor Entertainment, Toluca Pictures, Kan 11, y la televisión pública de Israel.
Una versión de 108 minutos fue estrenada hace un par de meses como proyección inaugural del festival de cine Docaviv, en Tel Aviv, y a principios de junio se emitió por televisión una versión de 180 minutos en tres capítulos. Metro-Goldwyn-Mayer esta buscando socios para emitir la serie alrededor del mundo.
Las conversaciones de los nazis en el living de Sassen están intercaladas con imágenes de archivo y entrevistas a los que tuvieron participación en el juicio y todavía siguen vivos. Las imágenes de archivo fueron coloreadas, dicen los realizadores, porque al público más joven las imágenes en blanco y negro les parecen poco realistas, como de otro planeta.
Escuchar hoy las confesiones sin ambigüedades de Eichmann, y en su propia voz, es paralizante.
“Lo que voy a decir es difícil y sé que me juzgarán por ello”, dice Eichmann en una de las grabaciones. “Pero no puedo decir otra cosa. Es la verdad, ¿por qué negarla?”
“Nada me molesta más que una persona que después niega las cosas que hizo”, agrega.
Por Isabel Kershner
Traducción de Jaime Arrambide
The New York Times