Pedro Ramón Palacios Gil Arratia, también conocido como Padre Sojo, nació en Guatire Hacienda Santa Cruz, Guatire, Venezuela, el 17 de enero de 1739, y murió en Caracas, Venezuela, el 17 de junio de 1799. Sacerdote y maestro de música.
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publicó este recordatorio firmado por Fernando Rodríguez de la Torre.
Pedro Ramón Palacios Sojo y Gil
Biografía
Palacios Sojo y Gil, Pedro Ramón. Guatire (antes Santa Cruz
de Pacairigua) (Venezuela), 17.I.1739 – Caracas (Venezuela), 17.VI.1799 post.
Presbítero, religioso del Oratorio de San Felipe Neri, músico, compositor,
pedagogo, mecenas y organizador musical.
Hijo de Feliciano de Sojo y Palacios y de Isabel Gil de
Arratia, “una de las familias más destacadas del período colonial venezolano”; como
los apellidos consignados anteriormente son los que figuran en su partida de
nacimiento, debería figurar como “Sojo Gil”, aunque este personaje siempre
invirtió los apellidos paternos, apareciendo la mayoría de las veces como
“Palacios Sojo” y, pocas veces, como “Palacios Sojo y Gil”. Fue bautizado el 2
de febrero de 1738 “por caso de necesidad” en la iglesia de Santa Cruz de
Pacairigua, de la población de Guatire, habiendo nacido en la hacienda de
trapiche nombrada Santa Cruz de Pacairigua, conocida luego como “la hacienda de
Sojo”. Está documentado que el día 22 de diciembre de 1763 fue ordenado
sacerdote. Pocos meses después, el 2 de julio de 1764, consiguió, por la
intercesión del marqués de Ustáriz, una Cédula Real por la que se aprobaba la
fundación en Caracas de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri,
vulgarmente conocidos como “los neristas”. E incluso, gestionada directamente
por el padre Sojo, salió la bula de erección del Oratorio en Caracas, firmada
por el papa Clemente XIV el 4 de diciembre de 1769. Mientras tanto se construía
la iglesia y sus anejos, que fueron inaugurados en el año 1772, en medio de
ciertas desavenencias, e incluso pleitos, con el obispo caraqueño Martí. El
número de oratorianos o neristas fue realmente escaso, pero lo que interesa es
la personalidad del padre Sojo en el mundo de la música.
Esta personalidad se presenta un tanto enigmática (J. Peñín,
2001), ya que los indicios apuntan a que no solamente actuó como un gran
promotor o mecenas musical, sino que también debió de ser un buen músico y un
buen compositor. Ahora bien, los archivos de los oratonianos, donde sin duda
figurarían las partituras del padre Sojo, se perdieron lamentablemente en la
desamortización de los bienes eclesiásticos dictada por el presidente Guzmán
Blanco. Pero existen documentos en los que el Cabildo catedralicio consulta al
padre Sojo sobre la adquisición de partituras, y su respuesta es “las he visto,
tocado y oído y me parecen muy buenas y baratas [...]”. Y, además, consta, su
nombramiento de “prefecto de fábrica y música” de la Catedral.
Ha quedado para la historia la promoción de la música, la
ayuda y formación de bastantes buenos músicos que conformaron todo un estilo,
una generación muy dilatada en el tiempo (más de medio siglo que puede
comprenderse entre estos dos años: 1779-1835), conocida como la Escuela de
Chacao, que sobrevivió al padre Sojo, fallecido en 1799. A partir de 1784
empieza a funcionar “la más importante escuela de música de la Venezuela
colonial” (A. E. Planchart, 2001-2002). Entre sus discípulos figuraron José
Antonio Caro de Boesi, Cayetano Carreño, Lino Gallardo, Ángel Lamas, Juan José
Landaeta, Juan Francisco Meserón, Juan Manuel Olivares y otros más, que dieron
un extraordinario realce a la música sagrada en la Venezuela de fines del siglo
xviii y principios del xix y supieron irrumpir con la música clásica sinfónica
a partir del siglo xix, hasta conectar rápidamente con el movimiento romántico.
Larga herencia la del padre Sojo, pues este mecenas falleció antes de alborear
el siglo xix, el 17 de junio de 1799, a los sesenta años de edad. En su
testamento dejaba, por ejemplo, un violín, una viola y cincuenta pesos a J. J.
Landaeta, un violonchelo a L. Gallardo, toda su biblioteca al Oratorio, etc.
La Escuela de Chacao era un estilo de vida en que imperaban
la dedicación plena a la música, su actualización de las tendencias europeas y
sus avances. Chacao era una hacienda de cafetal situada a unas dos leguas de
Caracas, propiedad del padre Sojo, donde éste recibía a sus discípulos. Existe
una queja al rey de España del obispo Martí (fechada en 5 de octubre de 1779)
sobre sus actividades, pues, dice, “juegan a la pelota y tocan conciertos de
día y de noche”. Éste era el espíritu de Chacao, que ha quedado plasmado como
la Escuela de Chacao. Consta que, en una visita de dos naturalistas austríacos
en 1786, quedaron admirados y al regresar a Europa de su largo viaje,
remitieron al padre Sojo partituras de los compositores europeos Haydn, Mozart
y Pleyel; así se ponían al día los componentes de dicha escuela. “Los esfuerzos
del padre Sojo por organizar e impulsar esta escuela de música tuvieron como
resultado la formación de más de treinta compositores y alrededor de ciento
cincuenta instrumentistas” (Diccionario de Historia de Venezuela, 1988: 27).
Las partituras de los componentes de esta escuela, pocas en
comparación con lo mucho que debieron de componer, se conservan en los Archivos
de la Escuela de Música José Ángel Lamas, Biblioteca Nacional de Caracas, en la
Fundación Vicente Emilio Sojo, en el Archivo de Régulo Rico (en Guatire) y en
el Archivo Arzobispal de Mérida (Venezuela).
Bibl.: R. de la Plaza, Ensayos sobre el Arte en Venezuela,
por el General [...], Caracas, Imprenta al vapor de La Opinión Nacional, 1883
(reed., Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1977), págs. 91-95; J. B. Plaza, “Music in
Caracas during the Colonial Period (1770-1811)”, en Musical Quarterly, vol. XXIX
(1943), págs. 198-213; “El Padre Sojo”, en Revista Nacional de Cultura
(Caracas), n.º 124 (1957), págs. 9-65; VV. AA., Música Colonial Venezolana,
Caracas, Ministerio de Educación, Dirección de Cultura y Bellas Artes, 1958,
pág. 3-11; F. Michel (dir.), Enciclopedia Salvat de la Música, vol. III,
Barcelona, Salvat, 1967, pág. 570; G. Morón, “La escuela de música de Chacao”,
en VV. AA., Historia de Venezuela, vol. IV, Caracas, Italgráfica, 1971; págs.
441-442; J. A. Calcaño, El padre Sojo, Caracas, Ministerio de Educación, 1972;
A. Basso (dir.), Dizionario Enciclopedico Universale della Musica e dei
Musicisti, vol. V, Torino, Unione tipografico-editrice torinese, 1988, pág.
522; R. J. Velásquez (dir.), Gran Enciclopedia de Venezuela, vol. VIII,
Caracas, Globes, 1998, pág. 340; VV. AA., Diccionario de Historia de Venezuela,
vol. III, Caracas, Fundación Polar, 1998, págs. 26-27; J. Peñín, “Caracas. III.
1791-1845; el Padre Sojo y la Escuela de Chacao” y “Chacao, Escuela de”, en E.
Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e
Hispanoamericana, vol. III, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores,
1999, págs. 147-149 y pág. 520, respect.; “Palacios Sojo y Gil, Pedro Ramón”,
en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música [...], vol. VIII, op. cit., 2001, pág. 384; A.
E. Planchart, “Palacios y Sojo, Pedro (Ramón)”, en S. Sadie (ed.), The New
Grove of Music and Musicians, vol. XVIII, New York-London, Macmillan Publishers
Ltd., 2001-2002 (2.ª ed.), pág. 926.
Fernando Rodríguez de la Torre