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Auschwitz (polaco: Oświęcim)
Crónica del Holocausto
Selección en la plataforma, Birkenau, Polonia, 27.5.1944. Las personas están en camino a la cámara de gas II, cuyo crematorio es discernible en el centro de la fotografía, arriba.
Auschwitz-Birkenau, Polonia, 27.5.1944, judíos parados en el andén del tren
El campo de concentración y campo de exterminio nazi más grande, ubicado cerca de la ciudad polaca de Oswiecim, a 60 km. al oeste de Cracovia, en la región de Polonia anexada a Alemania a comienzos de la Segunda Guerra Mundial. La sexta parte de todos los judíos asesinados por los nazis fue gaseada en Auschwitz.
Fue construido en abril de 1940 por orden del jefe de las
SS, Heinrich Himmler, y comandado por el teniente coronel de las SS Rudolf
Hess. Los primeros prisioneros políticos polacos llegaron a Auschwitz en junio
de 1940, y en marzo de 1941 había 10.900 confinados, en su mayoría polacos.
Pronto se hizo famoso como el más brutal de todos los campos de concentración.
En marzo de 1941, Himmler ordenó la construcción de una
segunda sección, mucho más grande que la primera, a unos 3 km. del campo
principal. Este lugar, destinado a campo de exterminio, fue denominado Birkenau
o Auschwitz II. De hecho, Birkenau alojó a la mayor cantidad de prisioneros del
complejo de Auschwitz: judíos, polacos, alemanes y gitanos. También tenía las
peores y más inhumanas condiciones, e incluía las cámaras de gas y el
crematorio del complejo.
Una tercera sección, Auschwitz III, construida en la cercana
Monowitz. Consistía en un campo de trabajos forzados denominado Buna-Monowitz y
otros 45 campos anexos de trabajos forzados. El nombre Buna provenía de la
fábrica de caucho sintético del mismo nombre, perteneciente a la I. G. Farben,
la compañía química más importante de Alemania. Los prisioneros, casi todos
judíos, eran obligados a trabajar en esta y en otras fábricas alemanas hasta
morir exhaustos, y entonces se los reemplazaba por otros.
Auschwitz fue dirigido en la primera etapa por el comandante
del campo Rudolf Hess y vigilado por un cruel regimiento de las unidades Totenkopfverbände
(calavera) de las SS, con la ayuda de un número de prisioneros que recibían
mejores condiciones y alimentación y la posibilidad de sobrevivir a cambio de
imponer el orden brutal en el campo.
Auschwitz I y II estaban rodeados por cercos electrificados
de alambre de púa de varios metros de altura, custodiados por hombres de las SS
armados con fusiles y ametralladoras. A un kilómetro de los cercos se hallaba
una serie de puestos de guardia adicionales.
En marzo de 1942 comenzaron a llegar a diario trenes que
transportaban judíos. En algunas ocasiones llegaban varios trenes el mismo día,
cada uno de ellos con mil o más víctimas procedentes de los guetos de Europa
oriental, así como también de países del oeste y del sur de Europa. Durante
1942 llegaron transportes de Polonia, Eslovaquia, Holanda, Bélgica y Yugoslavia
y de Theresienstadt. Los transportes de judíos y también de gitanos continuaron
durante todo el año 1943. En 1944 fueron llevados a Auschwitz judíos de Hungría
y de los últimos guetos destruidos en Polonia (véase Bombardeo de Auschwitz).
En agosto de 1944 había 105.168 prisioneros en Auschwitz. Otros 50.000
prisioneros judíos vivían en los campos satélites. La población del campo
crecía constantemente, a pesar de la elevada tasa de mortalidad provocada por
la exterminación, el hambre, los trabajos forzados y las enfermedades
contagiosas.
Cuando los judíos llegaban al andén en Birkenau, eran
arrojados fuera de los vagones sin sus pertenencias y obligados a formarse en
dos hileras, hombres y mujeres por separado. Los oficiales de las SS, entre
ellos el Dr. Josef Mengele, realizaban una selección entre las filas. La
mayoría de los recién llegados era enviada a las cámaras de gas, donde eran
asesinados el mismo día y sus cuerpos incinerados en el crematorio. La minoría
restante era puesta en «cuarentena», se les afeitaba la cabeza y se les daban
uniformes a rayas. Registrados como prisioneros, su número de identificación
era tatuado en el brazo izquierdo. La mayoría de ellos debían realizar trabajos
forzados en Auschwitz I, Auschwitz III, en los campos satélites o en otros
campos de concentración, donde generalmente sólo lograban sobrevivir pocos
meses. Los prisioneros que quedaban en «cuarentena» sobrevivían unas pocas
semanas.
Los prisioneros cumplían con una dura rutina de trabajo: se
levantaban al amanecer, formaban fila para el control matutino y marchaban al
trabajo. Tras largas horas de duro trabajo debían colocarse en fila para
recibir una comida miserable, retornaban al campo, pasaban la inspección de las
barracas y volvían a formar fila para la toma de lista nocturna. Durante estos
controles los prisioneros permanecían de pie durante horas, completamente
inmóviles y en silencio, precariamente vestidos cualesquiera fuesen las
condiciones climáticas. Quien caía o aun tropezaba era enviado a la muerte. Los
prisioneros debían concentrar toda su energía para sobrevivir las torturas
cotidianas.
Las cámaras de gas en el complejo de Auschwitz constituyeron
el más grande y eficiente método de exterminio masivo utilizado por los nazis.
Cuatro cámaras funcionaban en Birkenau, cada una de las cuales tenía capacidad
para matar a 6.000 personas por día. Exteriormente parecían salas de duchas,
para así confundir a las víctimas: los recién llegados a Birkenau eran
informados que antes de ir a trabajar necesitaban ducharse y desinfectarse. De
ese modo se los llevaba a las cámaras, donde eran rápidamente gaseados con
Zyklon B hasta morir.
Algunos prisioneros en Auschwitz fueron utilizados para
experimentos médicos, por ejemplo, para medir la resistencia humana en extremas
condiciones de calor y de frío. Otros eran esterilizados, sobre todo las
mujeres. También se experimentaba con personas que constituían casos
especiales, como gemelos y enanos.
A pesar de las horrendas condiciones, existieron casos de
fuga y de resistencia armada. En octubre de 1944, miembros del Sonderkommando,
los grupos de prisioneros que trabajaban en los crematorios, lograron matar a
varios miembros de las SS y destruir una cámara de gas. Todos los sublevados
murieron. Sus diarios personales proporcionan documentación auténtica sobre las
atrocidades cometidas en Auschwitz.
En enero de 1945, ante el avance de las tropas soviéticas
hacia Auschwitz, los nazis, desesperados por huir, enviaron a casi todos los
58.000 prisioneros que quedaban a una «marcha de la muerte» hacia Alemania. La
mayoría de los prisioneros fueron asesinados en el trayecto. El ejército
soviético liberó Auschwitz el 27 de enero. Las tropas encontraron, en todo el
complejo del campo, sólo 7.650 prisioneros al borde de la muerte. En total,
fueron asesinados en Auschwitz aproximadamente un millón de judíos.
Zadoff, Efraim (Ed.), SHOA - Enciclopedia del Holocausto,
Yad Vashem y E.D.Z. Nativ Ediciones, Jerusalén 2004. Basado en: Rozett, Robert & Shmuel Spector
(Ed.), Encyclopedia of the Holocaust, Yad Vashem and Facts On File, Inc.,
Jerusalem Publishing House Ltd, 2000
A continuación, el documental Experimentos médicos en
Auschwitz, realizado por Deutsche Welle.
"Nos llamaban por nuestro número y entonces Clauberg
nos inyectaba algo en la vagina. Y luego a veces decían: ‘Ya no tendrás
niños’". Este es el testimonio de Leny Adelaar, sobreviviente de
Auschwitz. Hace casi 80 años el ginecólogo alemán Carl Clauberg realizó
experimentos para esterilizar a cientos de mujeres en el Bloque 10 de este
campo de exterminio por encargo de Heinrich Himmler, reichsführer de las SS.
Para ello Clauberg hizo uso de preparados hormonales y medios de contraste que
anteriormente había desarrollado con la colaboración de la empresa química
alemana Schering-Kahlbaum. En aquel entonces Carl Clauberg era uno de los
médicos más reputados a nivel mundial en el campo de la reproducción.
Su ambición y sus altas aspiraciones le llevaron a ponerse
al servicio del régimen nazi. Por otra parte, sus investigaciones sirvieron de
base para desarrollar años después la píldora anticonceptiva. Del mismo modo,
sus trabajos sobre control de natalidad e infertilidad forman hoy en día parte
de los cánones de la medicina moderna, aunque la gran mayoría desconoce la
relación entre estos y sus experimentos en Auschwitz.
Las últimas sobrevivientes de aquellas inhumanas pruebas narran en este documental sus espantosas experiencias y hablan sobre su vida antes y después de Auschwitz, su sufrimiento, sus pérdidas y cómo lograron seguir con sus vidas después de los experimentos. Una de ellas incluso tuvo la increíble suerte de llegar a tener hijos pese a todo.