Wilfrido Aníbal Quiroga, más conocido como Willy Quiroga,
nació en Río Cuarto, Provincia de Córdoba, Argentina, el 17 de mayo de 1940. Músico
y cantante.
El sitio https://iculturarock.blogspot.com publicó esta entrevista firmada por Emiliano Acevedo.
UN GUERRERO NO DETIENE JAMÁS SU MARCHA, entrevista a Willy Quiroga.
Wilfrido Aníbal Quiroga es su nombre en el DNI -nacido en el pueblo Alberdi de la ciudad de Río Cuarto, Córdoba, el 17 de mayo de 1940-, pero todos lo conocemos como Willy Quiroga. Fundador, bajista, cantante, líder, y compositor de Vox Dei; uno de los grupos leyenda del rock argentino, y el único que se mantiene activo desde el comienzo de este género. Un personaje con una trayectoria única, y al que siempre es muy grato encontrar para charlar de música, de anécdotas, y de otras historias más. De la vida, bah. Eso fue lo que hicimos cuando nos juntamos en Lanús, en la sala de ensayo y estudio de grabación La Viga (¡gracias Pablo!), con la excusa de dar forma a esta nota que hoy les presentamos. Fue un placer. ¿Qué más podemos agregar?
ENTREVISTA> Siendo testigo y protagonista de más de 45 años de historia del rock nacional, ¿cómo explicarías ese lirismo, inventiva, contenido y pasión que existía en los primeros tiempos de la movida, a fines de los 60?
Por el clima de la época de todo el mundo. Toda esa explosión artística desatada por los Beatles, el movimiento hippie, Woodstock. En ese momento tratábamos de dar un mensaje con nuestras canciones, desde una visión más profunda. No era simplemente ponerle una letrita a un tema, porque sí, para ver si a la gente le gustaba. Para los músicos de aquella época lo importante era que lo que hiciéramos nos gustara a nosotros, y que nos sintiéramos representados con eso que queríamos decir. Con esto que te digo creo que no sólo hablo por mí sino también por otros grupos como Manal o Almendra. Como músicos, queríamos estar conformes con lo que hacíamos; y el resultado era que a la gente también le gustaba lo nuestro, por lo tanto nuestra satisfacción era doble. En definitiva nos dimos cuenta que ese era el camino, es decir, que había que ser sinceros con la música, ser profundos, y no solamente ser críticos con lo que estaba pasando, y protestar, sino también dar soluciones y, quizás, caminos optativos. Me ha pasado encontrar mucha gente que me ha dicho que varias de nuestras letras los ayudaron en sus vidas, y eso es un halago muy grande, un premio que te da la vida, entender que no estabas equivocado con lo que estabas haciendo.
La sensación es que eso no pasa más. ¿Por qué? ¿Cuál es tu opinión?
Lo que pasaba al principio es que no había un medio, sino una forma directa de llegar a la gente. Tratábamos de ir juntando gente que gustara de la banda. Hoy en día, ya no pasa esto porque ahora están los medios. Los chicos que empiezan a tocar primero quieren llegar a los medios para que, a través de ellos, llegar a la gente. Lamentablemente, también ocurre que debido a que los medios hoy son tan fuertes –muchas veces- encumbran y endiosan a gente que, a lo mejor, ni se lo merecen. Una vez alguien me dijo que este tipo de músicos, en la primera época del rock nacional no hubiesen podido acercarse ni a 20 cuadras de los escenarios. Pero este poder tan omnipresente de los medios hace que los músicos estén mucho más preocupados por llegar a ser difundidos que a dar un mensaje con su obra. Sin embargo, yo te puedo asegurar que siguen habiendo bandas que todavía tienen ese viejo espíritu, y que lo quieren hacer, lo que pasa es que les cuesta llegar a mostrar lo suyo.
Por ejemplo, la banda de mi hijo, Granja X, es un muy buen grupo, tienen muy buen material, buenas letras. Yo les llevé varias de ellas a productores muy conocidos para que las vieran, y ellos no les veían la veta comercial. Claro, yo siento que estos productores estaban equivocados, pero lo que pasa es que ellos le prestan atención a lo fácil. Porque si a ese material se lo difundiera para hacerlo conocido, también terminaría siendo comercial. Entiéndase, comercial, en el buen sentido de la palabra. Porque Jimi Hendrix era comercial, también Deep Purple era comercial, o Led Zeppelin, Pink Floyd... Debido a que, desde el primer momento en que grabas un disco para venderlo, entrás en una situación comercial. También está la otra acepción de la palabra comercial, en donde se busca llegar a la gente desde una propuesta sin contenido, tocando puntos bajos de la gente, dobleces, no tratando de ser honesto. Esa es la otra música comercial, la complaciente. Una música que es hecha para complacer, no para electrizarte y pegarte un golpe; como sí pasó cuando salieron discos como The Wall o La Biblia. Porque nosotros sacudimos al país cuando sacamos esta obra. Sin embargo, cuando la Rolling Stone, hace cinco años, hizo el ranking de los 100 mejores discos del rock argentino, puso a La Biblia en el puesto 14, más o menos. El primer lugar es para Artaud, y me parece muy bien que así sea, pero creo que La Biblia tendría que estar a la par. Porque, por trascendencia, o era La Biblia y Artaud, o Artaud y La Biblia, y no terminar en el puesto 14, después de otras bandas. Por eso, cuando veo cosas como esta, me pregunto: “¿Cuál es el criterio artístico? ¿Qué es lo que se está manejando acá?”
Y, entre los actuales grupos masivos, ¿hay alguno que te guste?
Una banda puede ser masiva porque vende muchos discos, y todo eso, pero también hay un refrán muy típico que tenemos acá que es “los pingos se ven en la cancha”. Porque cuando ves tocar en vivo a muchas de esas bandas no entendés porque son tan masivas. Capaz que no suenan como corresponde pero, sin embargo, la gente está tan enceguecida, que ya prácticamente ni escuchan lo que estos grupos hacen. Tampoco me quiero poner en un papel crítico e incisivo, pero te puedo asegurar que nosotros, cuando nos vamos de gira, nos encontramos con grupos del interior que suenan muy bien, que tienen letras muy importantes, pero que no van a llegar jamás a ser conocidos. Entonces, los termina rodeando una sensación de frustración increíble, y es una lástima, culturalmente, que esas bandas no puedan trascender. Porque, si, por el contrario, pasara esto, yo pienso que muchas cosas cambiarían.
Una banda puede ser masiva porque vende muchos discos, y todo eso, pero también hay un refrán muy típico que tenemos acá que es “los pingos se ven en la cancha”. Porque cuando ves tocar en vivo a muchas de esas bandas no entendés porque son tan masivas. Capaz que no suenan como corresponde pero, sin embargo, la gente está tan enceguecida, que ya prácticamente ni escuchan lo que estos grupos hacen. Tampoco me quiero poner en un papel crítico e incisivo, pero te puedo asegurar que nosotros, cuando nos vamos de gira, nos encontramos con grupos del interior que suenan muy bien, que tienen letras muy importantes, pero que no van a llegar jamás a ser conocidos. Entonces, los termina rodeando una sensación de frustración increíble, y es una lástima, culturalmente, que esas bandas no puedan trascender. Porque, si, por el contrario, pasara esto, yo pienso que muchas cosas cambiarían.
En este punto, tomando el caso de iniciativas como “Fútbol Para Todos”, ¿pensás que se podrían abrir canales de difusión y apoyo desde la vía estatal para estos grupos del interior puedan darse a conocer, dentro de ciclos de conciertos, festivales, programas en la radio o la TV?
Sí, deberían hacerlo y no lo están haciendo. Vos fíjate que en el verano se hacen conciertos multitudinarios con bandas muy conocidas, pero hay algunas que ni siquiera figuran. Por ejemplo, Vox Dei. A nosotros no nos han llevado nunca. Por lo tanto, los que organizan estos shows, tanto en Capital, como en la Provincia, o la Nación; ¿no consideran que la gente es digna, merecedora, de poder escuchar una obra como La Biblia en forma completa? ¿O temas como “Jeremías”, “Presente” o “Es Una Nube, No Hay Dudas”?
Entonces, me termino preguntando: ¿Hay que ser amigo de quien, conocido de quien, para que te llamen y trascender de esa manera?
GENESIS
Muchos de los músicos que entrevistamos en Intersticio, que luego incursionaron en el rock, empezaron haciendo folklore, ¿te pasó lo mismo?
Sí, empecé haciendo folklore, a los 18, 19 años. Se dio que había conseguido una guitarra, comprándosela a un hombre que estaba muy enfermo de la bebida. Yo siempre lo veía borracho, en un boliche, y con una guitarra a la que golpeaba. La guitarra se le caía, alguno la pateaba, no sé... Y un día se me dio por decirle –no sé porque, ya que yo no tocaba ningún instrumento, lo único que hacía era cantar-: “Eh, la vas a romper” Y él: “Bueno, que importa...” “¿No me la vendés?” Y así fue. Le compré una botella de vino y me fui con mi guitarra. La llevé a un Luthier a que la arregle, y, luego, un profesor me enseñó piezas típicas del folklore como “Zamba de Vargas”. Como soy una persona bastante intuitiva, aprendí muy rápido. Tengo la suerte de ser muy observador y tener buena memoria, por eso, en menos de un año de estar tocando la guitarra ya estaba en un grupo folklórico. Ahí, cantábamos, haciendo armonía a cuatro voces. Fue una experiencia que me sirvió para aprender mucho. Después, cuando tenía 20 años, vino un amigo a preguntarme si no quería aprender a tocar el bajo. El mismo me enseñó, y me trajo un bajo que había hecho un amigo suyo, que, en realidad, era un cacho de madera con unas cuerdas... Con este chico aprendí a tocar en el bajo algunos rocks, unas cumbias lindas de aquella época, cosas de Los Wawanco, Los Cinco del Ritmo. Así, conseguimos unos shows en los carnavales, en donde tocábamos dos secciones: empezábamos tocando cumbia y luego rock. Cuando llega el 62 –yo tenía 22 años-, escuché a los Beatles, y me enloquecí de la misma forma que le pasó a todo el mundo, y fui a comprarme una guitarra eléctrica. Me compraba las partituras de los Beatles, y cantaba los temas en inglés. En esa época también empiezo también a componer temas. Seguí con eso, hasta que por el 64, 65, me mudo a Berazategui. Ahí armo una banda, donde con otro chico hacíamos temas de los Beatles, mientras que también hacía folklore con mi amigo Chango Castro, un muy buen cantante y compositor. Con el Chango, componíamos temas muy lindos. A la gente les gustaba mucho lo que hacíamos, cuando tocábamos en vivo, pero, comercialmente, lo único que conseguíamos era comida y bebida, desgraciadamente. Hasta que, una noche, me vinieron a buscar los futuros Vox Dei. Ellos estaban armando la banda y les faltaba un integrante.
¿Cómo se da ese contacto?
La prima de la mujer de Rubén Basoalto era amiga de la que, hoy en día, es mi mujer. Entonces, por intermedio de ellas, les llega el dato de que yo era guitarrista, compositor y cantaba. Por eso me van a buscar. Ahí comienza la historia del grupo.
Con ellos, volvés al bajo...
Vuelvo, pero de manera accidental. Porque ellos, en principio, querían que yo tocara la guitarra. Ricardo Soulé era el bajista. Hacíamos temas de los Beatles, los Byrds... Hasta que un día se plantea la idea de hacer temas nuestros. Entonces, en un momento dado, Ricardo me quiso mostrar un acorde que yo no conocía, y le pasé la guitarra, porque no entendía su explicación sobre cómo se tocaba, para que directamente lo tocara él. Y así fue, Ricardo siguió con la guitarra, ¿y yo que hacía? Bueno, me volví a colgar el bajo, y no me lo descolgué nunca más...
Sí, Paul McCartney. Después, Jack Bruce, cuando aparece Cream; también John Paul Jones... Hoy en día me gustan Billy Sheehan o Stuart Hamm. No por eso me pongo a tocar como ellos, solamente me gusta escucharlos. Nunca quise parecerme a otros. A mí en el bajo me gusta tener un estilo propio. No sé si toco bien o mal, lo importante es que soy yo...
¿Tenés algún bajo preferido?
Mi preferido es el (Fender) Jazz Bass, pero lo que pasa es que éste es un bajo de cuatro cuerdas y ahora estoy tocando con uno de cinco. Entonces, tengo el Hamer, tengo un Aria (también de cinco cuerdas), y tengo dos bajos hechos por un luthier: uno de cinco, y otro, también de cinco, pero sin trastes, fretless.
¿Cómo llegan a grabar el primer simple en Mandioca?
Ahí llegamos por intermedio de Luis Alberto Bufoni, un chico que trabajaba con Jorge Álvarez y Pedro Pujó. Nosotros habíamos grabado un demo –por intermedio de un cantante melódico, al que habíamos acompañado, como pago- que tenía el tema “Gimme Some Lovin” (del Spencer Davis Group) y “When a Man Love a Woman” (de Percy Sledge). A ese demo lo empezamos a mover, sin muchos resultados, hasta que amigo me da una tarjeta de este chico Bufoni, y lo llamo por teléfono. Cuando le llevamos el demo, nos dijo que le gustaba mucho, salvo que estaba en inglés. “Fíjense lo que se está haciendo ahora”, dijo, y puso a Manal. Bueno, cuando escuchamos a Javier Martínez nos quisimos matar. Nos encantó, pero no nos sentíamos todavía con el coraje suficiente como para animarnos a cantar nosotros también en castellano. Luego ocurriría aquella famosa anécdota con Luis Alberto Spinetta en el (Teatro) Payró, cuando nos dice que no entendía como, si teníamos todo un idioma a nuestra disposición, seguíamos cantando en inglés. Eso nos terminó de convencer, e inmediatamente pasamos todo el material que ya teníamos hecho en inglés, al castellano. Así, mi primer tema compuesto para Vox Dei: “Bitter Sugar” se convierte en “Azúcar Amargo”; lo mismo que ocurre con los de Ricardo. Y grabamos Caliente (1970), un disco que tiene dos o tres temas clásicos que aun hoy seguimos tocando, sí o sí, siempre en nuestros shows.
¿A quién se le ocurrió ponerle Vox Dei de nombre al grupo?
A mí, yo les puse todos los nombres al grupo. Antes de Vox Dei, nos llamábamos Mach 4, porque era la velocidad del sonido, y además porque éramos cuatro. Después, como a Jorge Álvarez y Pedro Pujó no les gustaba ese nombre, porque en ese momento había bandas con nombres como Conexión Número 5, Cuarta Dimensión, La Sociedad de los Siete, todos con números, me pidieron que le buscara otro nombre a la banda. Así, agarré un librito y veo la frase “Vox Populi, Vox Dei”. ¡Ese es el nombre! A Ricardo no le gustó, Godoy dijo que lo más importante era la música y no el nombre, y Rubén me dijo: “Está bueno, pongámosle ese nombre. Total, si no nos gusta, más adelante, lo cambiamos”. (risas)
COMPULSION, SOS MI ESPERANZA...
¿Cómo era trabajar con Álvarez y Pujó, comparado con los productores y promotores actuales? ¿Hay gente con esa visión artística, en la actualidad?
Eso ya no existe, no hay más tipos como ellos. Ahora hay tipos que tienen un negocio y lo manejan simplemente por el dinero. Entonces, aprietan, y dicen: “Yo quiero que esta banda esté en el Quilmes, quiero que esté en el Cosquín Rock...”; y las enchufan. Te ponen esos grupos allá arriba, y la gente los compra, sin darse cuenta que está siendo manejada y llevada. Y todo esto se vincula con lo mismo que decíamos antes, sobre el poder de penetración increíble que tienen los medios hoy.
A Álvarez también algunos le recriminaron su ansia por el dinero, pero sin dudas era un impulsor artístico nato, ¿no?
No, no, lo que pasa es que Jorge inventó todo esto cuando no había nada. En la actualidad, los que manejan la cuestión están moviendo cosas porque ya existe todo, tienen todas las radios –los medios- a su disposición. Cuando Jorge y Pedro empezaron con esto, a las radios no les interesaba pasar rock n´roll. Entonces, ellos empujaban, promocionando la movida nuestra, haciendo cosas locas como recitales y festivales, en el Coliseo o el Astral, ¡a las 11 de la mañana! Una demencia. Aparte, no te olvidés, que en esa época la cosa estaba brava con el tema de la represión, porque estábamos en medio del gobierno militar de Onganía... Y era una locura tratar de imponer el rock en una sociedad que aún se vestía de marrón, de azul marino, con zapatos negros. Era una locura, de pronto, entrar con capelinas, con ropas de colores, pelo largo. A nosotros, por el solo hecho de llevar pelo largo, hasta nos gritaban los basureros, insultándonos desde los camiones: “Eh, mugrientos, piojosos”. Igual, sé que estos muchachos no lo hacían de motus propio, lo hacían porque la sociedad de ese entonces era así. Siempre, a lo que es nuevo y no se lo comprende, se lo trata de destruir.
Con Álvarez como productor, ¿hasta cuándo trabajan?
Después que hacemos La Biblia (1971), tuvimos una serie de profundos desencuentros con él. Jorge estuvo hasta casi el final del proceso de creación de La Biblia, lo que pasa es que como había entrado en quiebra su famosa editorial de libros Jorge Álvarez Ediciones, él no podía pagar las grabaciones, y termina perdiendo La Biblia. (La compañía) Disc Jockey se hace cargo de las deudas y se queda con el disco, sin ningún mérito propio. Inclusive, La Biblia no estaba terminada y ellos igual la mandan a imprimir. Por eso el último tema (“Apocalipsis”) sale sin letra, como una zapada. Estos tipos de Disc Jockey eran tan ignorantes que ni siquiera se les ocurrió preguntar si el disco estaba terminado y listo para ser editado. Lo único que pensaban era en la plata, lo mismo le daba vender tomates que discos.
Incluso, ustedes tenían un contrato leonino con esta gente y no terminaron viendo casi ni un peso de todas las ganancias del disco, ¿no?
Sí, nunca vimos plata. Yo creo que de La Biblia hemos vendido millones de copias, y -a un peso que es lo que nos hubieran dado por cada disco vendido- ahora seríamos millonarios. Pero no me importa, porque somos millonarios en amigos y en respeto.
Con respecto a esto, ¿crees que La Biblia fue el disco más vendido de la historia del rock argentino?
Yo pienso que fue el disco más vendido de la historia de la discografía argentina, y también el más mal pagado... Si querés darte cuenta de esto es fácil. La misma gente te lo dice. Es un disco que lo tienen todos. Es más, hay gente que lo compró dos, tres o cuatro veces. ¿Por qué? Porque se lo robaron, desapareció, o se rayó, y tuvieron que volverlo a comprar. Hay gente que lo tuvo primero en vinilo, luego en casete, y luego en CD. Se sigue vendiendo un montón. Aun hoy, (la compañía) Diapasón, que es la que tiene los derechos, me liquida las ganancias por las ventas de La Biblia, en forma trimestral.
¿Y hay registros, cifras aproximadas de lo que vendió?
No, no figuran. En esa época, todo en Argentina funcionaba -en casi un 70%- en negro. No había AFIP, no había un corno. Existían contadores que dibujaban todas las cifras de lo que había que declarar. Entonces, vos vendías 1000 unidades y te decían que habías vendido cuatro. En ese momento los que manteníamos a la compañía Disc Jockey éramos tres artistas: Charles Aznavour, Pepito Pérez, y Vox Dei. Imagínate, que si a Pepito Pérez le dibujaban los números, diciéndole que había vendido 1000 unidades, cuando en realidad había vendido 5 veces eso, a nosotros, que vendíamos muchísimas más copias que él, directamente nos masacraban... Pero no había forma de hacer nada, porque no había ningún abogado que pudiera abrir los libros contables y hacer un balance a conciencia de cuanto se había vendido.
La Biblia es un disco mítico, que desde el principio fue un suceso, y aún hoy sigue dando que hablar. Con respecto a esto, ¿qué te pareció la versión de Soda Stereo del “Génesis”, que hicieron en su unplugged en MTV, en el 96?
Apenas salió me preguntaron qué opinaba y yo les dije que estaba agradecido con los Soda –especialmente con Cerati, que estoy seguro que fue el de la idea- por dos cosas: primero, porque es una versión muy respetuosa, en donde no se trató de cambiar nada –nada que ver con esa cosa horrorosa que hicieron en los 70 en la versión de La Biblia del Ensamble de Buenos Aires, cuando cambiaron todos nuestros arreglos-; y en segundo lugar, porque con esta versión, los Soda nos abrieron la puerta de la MTV, un lugar al que nosotros no podríamos haber llegado nunca.
Aparte -no sé si te fijaste en la grabación de ese unplugged-, como se notan los gestos de complicidad entre los músicos, de la emoción que sentían mientras tocaban el “Génesis”...
Porque es así, es una canción que te emociona. A mí mismo me sigue pasando hoy en día. Desde su apertura, con ese primer verso del “Cuando todo era nada, era nada el principio/ Él era el principio, y de la noche hizo luz...” No es joda. Es una obra que fue creada con amor, no es algo compuesto intencionalmente para ser comercial, o pensado para gustar adrede a la gente. Por eso, cada vez que la tocás, te sigue emocionando de la misma forma.
Alguna vez hablaste del duro golpe que significó para Vox Dei la salida de Yody Godoy, luego de la grabación de La Biblia. ¿Lo seguiste viendo a lo largo de los años? ¿Alguna vez te dijo porque se fue del grupo?
Durante un tiempo lo vi porque, como él era un muy buen mecánico, me arreglaba el auto. Él ya trabajaba de mecánico al mismo tiempo que estaba en Vox Dei. Pero nunca me dijo porque se fue. Espero que él mismo sepa porque se fue. De lo que estoy seguro es que lamenta profundamente haberse ido así de Vox Dei, ya que considera que cometió un error gravísimo. Yo pienso que la otra parte también está arrepentida...
¿Soulé?
Sí. Pero, bueno, todos tenemos que hacernos cargo de los actos o de las acciones que tomamos. Rubén y yo decidimos continuar porque no queríamos traicionar a la gente que nos pedía por favor que Vox Dei continuara. Cada vez que Ricardo se iba, nuestro público nos decía: “Ustedes dos, no se separen. Sigan adelante”. Y eso fue lo que hicimos. Porque, además, la franja de música que hace Vox Dei, no la hace ninguna otra banda. Le hicimos caso a nuestra gente. Por eso, con Rubén decidimos siempre seguir adelante, pasara lo que nos pasara. Y eso es lo que estamos haciendo. ¿Por qué? Porque el espíritu de Vox Dei se mantiene intacto.
SIN MIRAR ATRÁS. TOTAL, ¿QUÉ MÁS DA?
Luego de La Biblia llegó otro gran disco: Jeremías, Pies de Plomo (1972). ¿De dónde vino la inspiración para esa canción?
Jeremías es uno de los profetas, uno de los más duros que había de los que estaban junto al pueblo. Profetizaba acerca de las cosas que iban a suceder, y luchaba junto al pueblo. De ahí viene esa parte que dice “con su bestia emplumada de libertad”, ¿no? Porque él luchaba por la libertad. Me acuerdo que yo tenía toda la base –la música- del tema, y no se me ocurría ninguna letra para ponerle arriba. Mientras tanto, Ricardo me escuchaba todo el tiempo tocando eso que había compuesto. Hasta que un día pasó y me dijo: “Che, loco. Qué lindo que es eso. ¿Me dejás que le ponga una letra?” Por supuesto le dije que sí: “Sacame de este pozo, que yo no tengo letra”. Y cuando lo empezamos a tocar, él empezó: “El cemento se hunde a su paso, el silencio vuela en pedazos...” Yo me quería matar, viste. Pensaba: “¡Mirá lo que sacó éste!” Ricardo y yo hemos compuesto muchas canciones lindas. Por ejemplo, “Dios es una Mujer Desnuda”, otro tema de la puta madre, con música mía y letra, y arreglos de violín de él. Por eso, a veces no entiendo que era lo que él esperaba. Sin embargo, las veces que nos juntamos salieron cosas grandiosas.
Antes, en Caliente, habías escrito ese otro clásico llamado “A nadie le interesa si quedás atrás (Total que más da)”, en donde dabas tu propia visión de la vida; como diciendo: “Yo siempre voy a seguir adelante”. Lo mismo que me decías antes acerca del porque sigue el grupo...
Ponele la firma que es así.
Es un tema que te define a vos desde esa época hasta ahora...
Todos los temas que compuse me definen a mí. Desde “Loco, hacela callar” hasta “Total que más da”. Y te digo de donde vino la inspiración para hacerla. Nosotros teníamos que hacer nuestra primera gira a Mar del Plata, y teníamos nada más que los 9 o 10 temas del material de nuestro primer álbum para presentar en ese show. Y este tema (“Total, qué más da”) no tenía letra. Inventaba una letra medio en camelo, en inglés, y cantaba encima de esa música... Hasta ahí nadie me había dicho nunca nada de esa canción. Hasta que llega esta gira, e íbamos por la ruta en nuestro micro alquilado rumbo a la Costa, y yo iba mirando por la ventana los postes que pasaban, y pasaban... Pensaba: “¿Qué carajo voy a cantar hoy?”. Mientras que Pujó, Álvarez, y los demás, estaban del otro lado, divirtiéndose, jugando a las cartas, tomando cerveza, jodiendo. Hasta que, de repente, viene el pibe que hacía de manager nuestro y me pregunta que me pasaba, porque no me unía a la joda. Le cuento que estaba preocupado porque no sabía que cantar, y que también tenía un tema al que no sabía que letra ponerle. A lo que él me dice: “No te calentés, vos siempre salís adelante...” Y así fue que empecé: “Sigue siempre adelante sin mirar atrás...” Yo no sé si fue la mejor letra que escribí en mi vida, pero demuestra lo que yo pienso y lo que él me dijo: “Dale para adelante, atrás no hay nada”. Hubo gente que, cuando la escucharon, interpretaron que la letra decía que uno tenía que trepar como sea, pisándole la cabeza a los demás, sin que te importe nada. Aunque cada uno puede pensar lo que quiera, la canción no tenía nada que ver con eso, ni fue esa mi intención.
Desde sus comienzos, Vox Dei fue un grupo de barrio, del suburbano; pero no tenían nada que ver con lo que ahora se llama rock barrial, que habla de otras temáticas, si se quieren más “básicas”, como juntarse en la esquina para tomar cerveza con los amigos. En cambio, ustedes tenían un componente humanístico en sus letras, del que carecen estos grupos actuales. ¿Qué opinas de esto?
Es que yo tomaba cerveza, tomaba whisky; pero no me interesaba contar eso en mis letras. Lo mismo Ricardo. Nosotros queríamos contar otras cosas. Pero hoy en día no pasa eso, todo está circunscripto a ese mensaje de “somos la vagancia”, o “viejita, ehhh”. Y, bueno, está bien, que hagan lo que quieran. Por eso, cuando me preguntan “¿qué banda te gusta?” digo: “Vox Dei”. “¿Qué grupo escuchás?” “Vox Dei” ¿Y de los otros? Bueno, me gusta escuchar los clásicos: Led Zeppelin, Pink Floyd, Larry Carlton, George Benson, Stanley Clarke, Doobie Brothers, y mil más. Todos los de los 60 y 70. Algunos de los 80, como Huey Lewis and the News; hasta, por ahí, un poquito de los 90. Después, lo demás, olvídalo... Aparte, mi grupo de cabecera es, y serán, los Beatles. A los Rolling Stones los reconozco, pero, yo soy de los Beatles...
RAZONES PARA SEGUIR
De todos los discos que grabaste, además de los que ya nombramos, ¿cuáles son los que más te gustan?
El de Destroyer (1982), el grupo que armé a principios de los 80. De Vox Dei, el disco Ciego de Siglos (1976). También me gusta Estamos en la Pecera (1975), un disco que casi, se podría decir, fue como un Vox Dei Experience, porque lo relaciono a lo que fue la Jimi Hendrix Experience, en lo que tiene que ver con experimentar con la música, haciendo algo totalmente diferente. En ese álbum, tanto Rubén y yo, como el guitarrista Carlos Michelini, nos salimos de lo que era Vox Dei e hicimos una cosa muy loca, y hay más de uno de nuestros fans que me dicen que les gustó mucho este disco. Esos tres discos, por ejemplo, son los menos conocidos de mi trayectoria, pero les tengo mucho cariño.
¿No te da bronca que estén descatalogados, que no hayan sido reeditados?
Sí, por supuesto. Me da cosa, también, que haya mucha gente que los quiera conseguir y no pueda. Incluso, yo fui a las compañías discográficas que no los quieren reeditar, y les dije que, si ellos no lo iban a volver a sacar, me dejaran hacerlo a mí, en forma independiente. Que pactábamos así para hacerlo, pero no me los quisieron dar. Osea, son como el Viejo Vizcacha: no comen ellos ni dejan comer a nadie. Te escupen el asado.
Sí, incluso, leí que Ciego de Siglos o Gata de Noche (1978) fueron discos que ni siquiera, al momento de ser editados, fueron apoyados por las discográficas...
Tal cual. Por ejemplo, a Gata de Noche lo apoyamos nosotros, tocándolo, todo el tiempo, en cada show. Nosotros fuimos los que le hicimos la promoción al disco, no la compañía. Y así y todo, en aquel tiempo, sin promoción de Phonogram, vendió 17.000, 18.000 unidades. Lo que pasó es que no nos pagaron nada porque nosotros teníamos un dinero adelantado, que se lo llevó el tipo que nos llevó a grabar en la compañía. Entonces, le dieron la plata a él y a nosotros nada. Y cuando hicieron el balance, quedaron a mano con el tipo, y con nosotros también. ¿Viste cómo es?
¿Y porque en esa época no se podían defender de esos manejos empresariales?
Por falta de estar juntos, por no tener la suficiente cohesión grupal. Porque si hubiésemos estado más juntos, peleando a la par, quizás no hubiese sido así. Y esta es una de las cosas que yo siempre decía. Porque, si uno pega con el puño cerrado es una cosa, pero, si pegás con la mano abierta te rompés los dedos... No llegamos a darnos cuenta de eso. De pelear juntos. Pensar: “¿Qué nos hace falta?” Un abogado, un contador. ¿Hay pagarlo? Bueno, lo pagamos; pero tenemos defensa. Nunca lo hicimos, y así nos fue. Pero, bueno, yo no me quejo. Porque el cariño, el respeto, y la cantidad de años que llevo trabajando; no la tienen tipos en otras bandas que, a lo mejor, nunca le faltaron abogados y contadores...
Muchos años después, llegó un momento en que, harto de los managers, vos te hacés cargo de la banda...
Sí, no teníamos manager ni contrato con una compañía. Estábamos en problemas. Hasta que, un día, me encontré con un viejo amigo mío al que conocía desde el principio de mi carrera. Él me tiró la idea, preguntándome: “Pero, ¿quién fue el tipo que vendió los primeros shows del grupo, cuando ensayaban allá en Quilmes?” “Yo”, le dije. “¿Y, porque no seguiste vos vendiéndolos toda tu vida? Vos tendrías que haber seguido, ¿por qué se los diste a los managers? Ahora, empezá de nuevo” Y lo hice. Empecé, y puse a un amigo mío que es ingeniero de Microsoft para que me haga la página de Internet, puse los contactos, puse mi nombre; y me empezó a llamar la gente. Ahí me enteré que había gente que hacía años que quería contratar a Vox Dei, y no sabía dónde encontrarnos. Y así fue. Por suerte, ahora nos va muy bien.
En los 90, incursionaste en la TV como presentador del programa Back Traxx, en Much Music. ¿Cómo se dio eso?
Pasó porque en Much Music Canadá el que hacía Back Traxx era un actor canadiense, un tipo grande que presentaba videos clips clásicos. Y, en esa época, cuando Much recién empezaba acá, en el 92, 93; estaba Charly Pérez, también un tipo grande al que le gustaba mucho el rock n´roll, o el Ruso Verea, que presentaba otro sector de la programación más vinculado a lo heavy. Justo, un día, me llama el Ruso y me pregunta si no quería hacer este programa, Back Traxx, presentado videos de artistas clásicos. Y me dije: ¿Por qué no? Me animé y le di para adelante. Yo ya había hecho radio, y me había fogueado, en un programa en FM La Boca, durante dos años y medio. Así que, fui al canal, empezamos a hacer las primeras tomas, y les gustó porque me decían que era un tipo creíble, un tipo grande que podía hablar con criterio sobre los músicos clásicos del género. Y salió al aire, nomás. Algunas veces me salió mejor, otras peor; pero, bueno, yo también estaba aprendiendo, era algo nuevo para mí. Hoy en día, creo que lo haría mejor...
Estaba muy bueno ese programa...
Sí, presentábamos cosas muy lindas. La gente estaba enloquecida con eso.
¿Por qué se terminó?
Porque cambiaron los dueños de Much Music Argentina. Los canadienses se la vendieron a unos argentinos, y éstos empezaron con las boludeces, con los pendejitos, con los clubes de fans, el movimiento de cámara, en fin... Se fue todo al carajo. Perdió todo lo bueno que tenía en un principio. Acá se había intentado hacer un Much Music igual al de Canadá, pero quedó todo en la nada, y ahí tenés lo que es hoy en día ese canal. Ahora, no lo miro ni de casualidad...
JUNTANDO SEMILLAS DE AMOR, EN ESTE PRECISO INSTANTE
Luego de la irreparable pérdida de Rubén, ¿cómo hicieron para seguir?
Sí, fue tremendo. Con la muerte de Rubén perdí, no sólo a mi compañero de todo la vida, sino también a un hermano. Yo lo siento así. Pero, bueno, cuando él se fue, la gente, dentro de todo el dolor que tenían y de sus muestras de afecto, nos decían: “Vox Dei debe continuar, sigan.” Hoy en día, nuestros fans lo reciben muy bien a mi hijo Simón, quién ya venía reemplazando a Rubén, con su aprobación, en unos shows que estaban pautados de antes, desde el momento en que estuvo internado. Aparte, Simón toca muy bien.
¿Y cómo definirías a Carlos Gardellini, tu otro compañero de grupo, después de tanto tiempo de estar tocando juntos?
Él es un muy buen guitarrista, y un buen compañero de trabajo. Esta última, es una condición sinequanon para mí, después de tantos golpes que ya tuve. Porque no puedo trabajar junto a una persona que no sea buen compañero, y con alguien con el que no se pueda hablar. Con Carlos puedo hablar, y trabajamos muy bien. No te puedo decir que tengamos un romance eterno, porque también hemos tenido nuestras diferencias de opiniones, pero, finalmente, privó el entendimiento, y nos dimos cuenta de que cada cual tenía razón a su manera, y así seguimos bien.
¿Cuáles son tus próximos proyectos? ¿Estás componiendo nuevo material? ¿En qué te inspirás ahora?
Sí, estoy componiendo. ¿En qué me inspiro? En la vida. Justo ahora compuse un tema nuevo que se llama “Archipiélago de Almas”. Su letra dice: (canta) “Nadie parece darse cuenta de estar solo. Será quizás que hay tanta gente alrededor. Amigo mío, muy fácil es morir de sed en este mar de cosas y de seres. Si tienes suerte de encontrar algún alma en este inmenso mar, sólo su playa podrás tocar. Un nuevo oleaje, algo imprevisto, te arrojará mar adentro, a la soledad...”
Un poco, lo que está pasando, con respecto a las relaciones con los otros, en una sociedad actual tan mediatizada, ¿no?
Claro, es un archipiélago de almas. Está lleno de almas, pero muy separaditas, casi sin tocarse...
En resumen, tu idea es grabar este nuevo material. ¿Saldrá este año?
Claro. Pero primero está nuestra intención de sacar el show aniversario por los 40 años de La Biblia. Un material bárbaro que ya tenemos grabado, para ser editado en CD y en DVD, a partir del concierto realizado el 15 de noviembre del año pasado en la Sala Martín Coronado, del Teatro General San Martín. Un show -con entradas agotadas una semana antes- en donde tuvimos como músicos invitados a integrantes de la banda The End –que hacen el material de Pink Floyd-, además de un cuarteto de cuerdas, y tres coros que sumaban 40 o 50 personas, aproximadamente. Ese concierto celebración fue grabado con seis cámaras HD, una grúa, y una consola multitrack. Se suena la vida. Y, con respecto a lo del disco nuevo, vamos tranquilos. Quedará para septiembre, octubre.
Emiliano Acevedo
A continuación, celebramos su cumpleaños, con Jeremías pies
de plomo.