Paul Grüninger nació en St Gallen, Suiza, el 27 de octubre
de 1891 y murió el 22 de febrero de 1972. Jefe de Policía.
El sitio www.raoulwallenberg.net publicó este recordatorio.
El ejemplo de Grüninger por Baruj Tenembaum
Medio siglo después de finalizada la segunda guerra mundial,
Suiza decidió perdonar a los ciudadanos castigados por ayudar judíos a escapar
de los nazis. Tales actos de compasión habían sido considerados por el país
helvético como violaciones a la estricta neutralidad del país durante el
conflicto.
A consecuencia de ello cientos de suizos perdieron sus trabajos y
quedaron con antecedentes penales de por vida. Recién en el año 2004 Suiza
reivindicó no sólo a los ”ayudadores de judíos”, tal como eran conocidos, sino
también la reputación internacional del país.
Una de las víctimas más conocidas de esta injusticia fue el
jefe de policía de St. Gallen, Paul Grüninger. Forjando permisos de entrada,
Grüninger organizó una vía de escape a fines de la década de 1930 que benefició
a miles de refugiados judíos que buscaban asilo en Suiza. Al finalizar la
guerra, su generosidad recibió como recompensa un pesado confinamiento y una
descarga deshonrosa que pusieron fin a su carrera.
Había nacido en 1891 en la ciudad de St. Gallen, al noreste
de Suiza. Cursó sus estudios en Roschach. Durante la primera guerra mundial
sirvió como teniente en el ejército. Al finalizar la guerra ingresó al cuerpo
de policía de su cantón natal donde fue promovido al rango de capitán en 1925.
Fue también presidente de la Asociación Suiza de Policías y
miembro activo de la sociedad para la protección de animales.
La mañana del 3 de abril de 1939 Grüninger llegó al trabajo como todos los días, pero el cadete Antón Schneider le impidió el paso siguiendo una orden del comandante en jefe. Si bien protestó la decisión y dijo desconocer los motivos, a Grüninger no lo sorprendió la decisión. Se sabía ”culpable” de haber permitido la entrada de refugiados judíos y entregado permisos de residencia, cuenta Meir Wagner en su libro ”The Righteous of Switzerland”.
Grüninger había recibido la órden de frenar la oleada de
refugiados e incluso de enviarlos de regreso. Debió elegir entre la ley moral y
la ley estatal.
Un amigo de su familia, que se encontraba trabajando en un
puesto fronterizo cercano a Bregenz, localidad de Austria, anexada al Tercer
Reich, le había advertido sobre los peligros que corría. Le contó que estaba en
la lista negra de la Gestapo y que debía mantenerse alejado del territorio
alemán. Sin embargo, Grüninger no tomó la advertencia en serio y continuó con
sus actividades ilegales.
La Gestapo había descubierto sus acciones a través de una
mujer judía a la que había ayudado. La mujer había dejado sus joyas en un hotel
de Bregenz. Una vez en Suiza, le solicitó a Grüninger que la ayudara a
recuperar sus pertenencias, por lo que éste contactó a Ernest Prodolliet en el
consulado suizo de esa ciudad. Había trabajado con Prodolliet en varias
misiones similares, por lo que podía confiar en él.
En una carta a sus familiares en Viena, la mujer escribió:
”Hay un maravilloso capitán de policía llamado Paul Grüninger. Me prometió que
cuidará mis joyas y que me las traerá desde el hotel de nuestro amigo.” La
carta fue interceptada por los alemanes. La Gestapo arrestó al dueño del hotel
y las joyas fueron confiscadas por las autoridades. En adelante, la policía
secreta decidió vigilar los movimientos de Grüninger. Poco tiempo después las
autoridades federales suizas en Berna fueron informadas sobre las actividades
ilegales de Grüninger.
Como castigo fue despedido de su cargo sin derecho a la
compensación correspondiente ni a una pensión. Había sacrificado su trabajo y
su posición por salvar refugiados. Vivió el resto de su vida en circunstancias
difíciles, sin recibir siquiera un reconocimiento por sus acciones.
En 1995, cincuenta años después de finalizada la guerra y
veintitres después de su muerte, en la misma sala de tribunal donde fuera
condenado, otros jueces decidieron reabrir la causa y absolverlo de los cargos.
En 1996 Grüninger fue totalmente reivindicado por el gobierno suizo.
El film de Richard Dindo ”El affaire Grüninger” (1997), basado en el libro de Stefan Keller,
fue filmado en esta misma sala de tribunal, hasta donde llegaron los emigrantes
judíos que sobrevivieron gracias a Grüninger para testimoniar a su favor y
rendirle tributo.
El director utilizó una voz en off encargada de narrar, un
entrevistador que aparece fuera del campo visual y documentos fílmicos y
fotográficos que refuerzan el testimonio de los personajes cuyos rostros son
captados muchas veces por la cámara en un primer plano para transmitir toda la
carga expresiva que reflejan los recuerdos evocados con dolor y sufrimiento.
En 1971, el instituto Yad Vashem en Jerusalem le otorgó a
Grüninger la medalla de honor como ”Justo entre las naciones”. ”Mi predisposición
para ayudar tuvo sus raíces en mi profunda convicción cristiana y concepción
del mundo. Aunque me encontré en dificultades en muchas oportunidades, siempre
hubo una salida. Experimenté la ayuda de Dios de un modo poderoso y abundante”,
fueron sus palabras de agradecimiento en la ocasión.
Unos meses antes, la televisión suiza emitió el documental
de Felicia Vitalis, ”Capitán Grüninger”.
También se creó la asociación ”Justicia para Paul Grüninger”
con el objetivo de luchar contra el racismo y antisemitismo con el mismo
espíritu del oficial suizo. Una de las iniciativas de esta asociación fue
solicitar al gobierno de St. Gallen que compensara a Paul Grüninger por los
daños ocasionados y que tuviera el gesto de rebautizar con su nombre una plaza
pública cercana al cuartel de policía.
El gobierno de la ciudad actuó en consecuencia y hoy existe
una plaza en el centro de la ciudad que lleva su nombre; el mismo también
figura en la placa de un monumento en memoria de los judíos en Washington. Paul
Grüninger fue el primer ciudadano suizo en ser honrado de esta manera por el
gobierno de los Estados Unidos.
Paul Grüninger murió el 22 de febrero de 1972 a los 81 años
de edad. Su ejemplo aún vive entre nosotros.