Dionisio Jesús Valdés Rodríguez, más conocido como Chucho Valdés, nació en Quivicán, Cuba, el 9 de octubre de 1941. Pianista de jazz
afrocubano.
En su sitio oficial se publica esta biografía.
Ganador de cinco GRAMMYs y tres Latin GRAMMY, el pianista,
compositor y arreglista cubano Chucho Valdés es la figura más influyente en la
historia moderna del jazz afro-cubano.
Su más reciente trabajo,
Border-Free (Sin Fronteras) incluye siete nuevas composiciones
originales y es otra muestra de una búsqueda musical que trasciende estilos y
tradiciones.
En esta grabación, en la que Valdés está nuevamente
acompañado por sus Afro-Cuban Messengers, la música alude al flamenco, los
ritmos de los Gnawa de Marruecos y la música ritual de los Orishas; incluye
gestos del hard-bop y el danzón, pero también ecos de Bach, Rachmaninoff y
Miles Davis. Y sin embargo, la suma total es un sonido profundamente personal y
sin restricciones. Es el sonido de Chucho Valdés.
“Yo he tenido esta idea de tomar elementos diferentes,
mezclarlos y ver qué pasaba desde que era estudiante. Y poquito a poco, con el
tiempo, he encontrado mi manera”, dice Chucho. “Y me encanta, porque es una
búsqueda que te obliga a investigar y estudiar. No todo es música afro-cubana.
Yo siempre estoy buscando cosas nuevas”.
La idea en Border-Free “fue hacer muchas cosas diferentes
pero bajo mi propio estilo. Eso sí que es algo bien difícil de lograr”.
Dionisio Jesús "Chucho" Valdés Rodríguez, nació en
una familia de músicos en Quivicán, provincia Habana, Cuba, el 9 de Octubre de
1941. Sus primeros maestros fueron su padre, el pianista, compositor y director
de orquesta Ramón “Bebo” Valdés y su madre, Pilar Rodríguez, quién cantaba y
tocaba el piano.
A los tres años, Chucho ya tocaba en el piano, de oído, con
las dos manos y en cualquier tonalidad, las melodías que escuchaba en la radio.
Hay una famosa anécdota que cuenta como Bebo le hizo una broma a su gran amigo,
el gran bajista y compositor Israel López “Cachao,” pidiéndole que escuchara,
sin mirarlo, de espaldas, a “un joven
pianista norteamericano”. Chucho tenía entonces 4 años.
A los cinco años, Chucho comenzó a recibir clases de piano,
teoría y solfeo con el maestro Oscar Muñoz Boufartique, estudios que culminaron
en el Conservatorio Municipal de Música de la Habana a la edad de catorce años.
Chucho también tomó clases privadas con Zenaida Romeu, Rosario Franco, Federico
Smith y Leo Brouwer.
“En casa mi padre tocaba discos de Ellington, Count Basie, Glen
Miller. Yo fui un privilegiado. Porque como Bebo era el pianista en el
Tropicana, yo pude ver verdaderas
leyendas del jazz en persona. El me llevó
a ver a Nat King Cole, Erroll Garner y Sarah Vaughan cuando yo era aún
un niño que estudiaba música. No se imaginan el efecto que eso tuvo en mi vida.
Enorme. Eso fue mágico”.
A los quince años, Chucho formó su primer trío de jazz, y en
diciembre de 1958 trabajó como pianista en los hoteles Deauville y St. John de La Habana. En 1959,
hizo su debut con la orquesta Sabor de
Cuba, dirigida por su padre, y con ella acompañó a muchos cantantes importantes
de la época, tales como Rolando Laserie, Fernando Álvarez y Pío Leyva.
“Bebo me enseñó todo sobre la música cubana, la música de
Sud América, el jazz y cómo trabajar con la orquesta,” dice Chucho. “El me dió
la posición de pianista de la orquesta y se quedó como director así yo podía
aprender a trabajar bajo un conductor. Con esa orquesta hicimos nuestro show y
un millón de cosas más, incluyendo shows en el Havana Hilton. De esa
experiencia aprendí muchísimo. Él es mi ídolo. No digo ‘fue’ mi ídolo, es mi
ídolo. Él fue mi maestro, y todavía lo es.”
La vida familiar y profesional de Chucho tomó un giro
dramático en 1960 cuando su padre se fue a trabajar a México y de allí se fue a
Europa, eventualmente radicándose en Suecia. Bebo Valdés nunca regresó a Cuba.
(Padre e hijo volvieron a verse 18 años después en Carnegie Hall, donde Chucho
debutaba con su grupo Irakere. El vínculo se re-estableció plenamente a partir
del 2000, cuando tocaron en dúo en Calle 54, la película sobre jazz latino del
director español Fernando Trueba. Su extraordinaria historia de re-encuentro
culminó, musicalmente, en Juntos Para Siempre, una grabación en 2007 que ganó
un Grammy y un Latin Grammy. Bebo Valdés falleció en Marzo del 2013 a los 94 años.)
Al principio de los años 60, Chucho trabajó como pianista en
el Teatro Martí (1961), el Salón Internacional del Hotel Habana Riviera (1963)
y en la orquesta del Teatro Musical de la Habana (1964-67). En este último año,
y por recomendación de su viejo maestro, el gran guitarrista, compositor y
director Leo Brouwer, Chucho creó su propio combo.
También en 1967, Chucho entra en la importante Orquesta
Cubana de Música Moderna, dirigida entonces por los maestros Armando Romeu y
Rafael Somavilla. Ya dentro de la Orquesta, Chucho retomó la idea del combo y
en 1970 debutó liderando un quinteto en el Festival Internacional de Jazz
Jamboree en Polonia.
En 1972, después de Jazz Batá, una grabación de trío de jazz
“a la cubana” con el bajista Carlos del Puerto y el percusionista y cantante
Oscar Valdés en tambores batá (tradicionalmente usados en la música de los
Orishas, conocida también como Santería ), Chucho decide ampliar el formato
añadiendo metales y batería de jazz. Así
nace, en 1973, Irakere, una pequeña big band que ofrece una explosiva mezcla de
jazz, rock, música clásica y una amplia gama de música tradicional cubana,
incluyendo instrumentos y ritmos de la música ritual religiosa afro-cubana.
“Las ideas de los metales (en Irakere) tiene que ver con el
trabajo de la Orquesta Cubana de Música Moderna, la cual era una gran big
band,” dice Chucho. “Yo traté de imitar ese sonido con cuatro metales -- dos
trompetas, un saxo alto y un tenor -- y
con eso tratar de sonar como una big band. Por supuesto cuando tienes monstruos
como Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval,
Jorge Varona y Carlos Averhoff tú puedes escribir lo que quieras y va a
sonar bien.”
El grupo tuvo su primer gran impacto internacional en 1976
en Finlandia, y al año siguiente fue
descubierto por el gran Dizzy Gillespie en una visita a La Habana en un crucero
de jazz del cual también eran parte el pianist Earl “Fatha” Hines y el
saxofonista Stan Getz.
En 1978, el productor Bruce Lundvall, entonces presidente de
CBS, firmó a Irakere para su sello y el grupo debutó en los Estados Unidos en
Carnegie Hall como parte del Newport Jazz Festival como “invitados sorpresa”,
sin ser anunciados públicamente. Por esas cosas del destino, el programa esa
noche también incluyó a dos de las mayores influencias de Chucho: los pianistas
McCoy Tyner y Bill Evans.
Una selección de temas del concierto en Carnegie Hall y de
la actuación del grupo en el Festival de Jazz de Montreux, Suiza, conformó el
programa del primer disco del grupo lanzado en los Estados Unidos. Titulado
simplemente Irakere (CBS), la grabación ganó un Grammy® como Mejor Álbum de
Música Latina en 1979.
Desde entonces Irakere ha creado un imponente legado que
incluye tanto grandes obras de música bailable como Homenaje a Beny Moré
(Pimienta, 1989) e Indestructible (Sony, 1997); exploraciones con música
religiosa afro-cubana como Babalú Ayé (Bembé, 1999) con el gran cantante de
música de Orishas Lázaro Ros; así como también ambiciosos proyectos como Tierra
En Trance (Areíto, 1983) y Misa Negra (Messidor, 1987).
Por diferentes razones, Irakere fue cambiando sus
integrantes a través de los años. Chucho permaneció como la gran constante.
Pero el éxito tuvo sus costos. Excepto por el notable álbum en solitario Lucumí
(Messidor, 1986), su talento como pianista fue por mucho tiempo oscurecido por
sus otras obligaciones en Irakere.
En 1997, Chucho ganó su segundo Grammy por su participación
en Habana (Verve) como miembro de Crisol, el grupo liderado por el trompetista
Roy Hargrove.
Al año siguiente, sin abandonar completamente Irakere,
Chucho inició una carrera paralela como solista y líder de cuartetos para así
explorar más plenamente sus posibilidades como pianista.
"Veinticinco años con una misma banda es mucho tiempo,
“dijo Chucho en su momento. "He querido tocar solo y con el cuarteto por
mucho tiempo ya. Mi trabajo como pianista y solista se diluye en Irakere. Mi
trabajo allí es ser arreglista, director musical y compositor, el cual es un
trabajo completamente diferente". Chucho permaneció con Irakere hasta el 2005 y desde entonces
está totalmente enfocado en su carrera personal.
Esta nueva etapa fue marcada por hitos como Solo Piano (Blue
Note, 1991), Solo: Live in New York (Blue Note, 2001) y New Conceptions (Blue
Note, 2003), así como grabaciones con cuartetos tales como Bele Bele en La
Habana (Blue Note, 1998), Briyumba Palo Congo (Blue Note, 1999) y Live at the
Village Vanguard (Blue Note, 2000) el cual incluye a su hermana, la vocalista
Mayra Caridad Valdés y ganó el Grammy como Mejor Álbum de Latin Jazz.
A este premio le siguieron los recibidos por el ya
mencionado Juntos Para Siempre (Calle 54, 2007), su dueto con su padre Bebo, y
el Grammy a Chucho’s Steps (Comanche, 2010), con su nuevo grupo los Afro-Cuban
Messengers. En total, Chucho ha recibido cinco Grammys y tres Latin
Grammys.
En el 2012 Chucho reorganizó a los Afro-Cuban Messengers y
el grupo ahora incluye a Yaroldy Abreu en percusión y Dreiser Durruthy
Bombalé en batá y voces; Reinaldo
Melián, trompeta, Gastón Joya, bajo y Rodney Barreto, batería.
Su más reciente producción, Border-Free, es otra expresión
más de la constante búsqueda y evolución de Chucho Valdés como pianista,
compositor y director.
A continuación Chucho Valdés en una presentación en Viena, Austria, en 2010.