miércoles, 8 de octubre de 2014

Tōru Takemitsu


Tōru Takemitsu, nació en Tokio, Japón, el 8 de octubre de 1930 y murió en Minato, Tokio, Japón, el 20 de febrero de 1996. Compositor.

Takemitsu se interesó en un principio por la música clásica occidental en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, escuchó música occidental en una emisora de radio militar americana mientras se recuperaba de una larga enfermedad, y también se interesó por el jazz proveniente de la amplia colección fonográfica de su padre.

Takemitsu fue básicamente autodidacta en música, aunque estuvo muy influenciado por la música clásica francesa, en particular por la de Claude Debussy y Olivier Messiaen. En 1951 fundó Jikken Kobo, un grupo que introdujo la obra de muchos compositores europeos contemporáneos a la audiencia japonesa.

Al principio Takemitsu se interesó poco por la música tradicional japonesa, pero luego incorporó instrumentos japoneses, tales como el shakuhachi, similar a una flauta de bambú, a la orquesta. Su obra November Steps de 1967, para shakuhachi, biwa, una clase de laúd japonés, y orquesta fue la primera pieza filarmónica en la que se combinaron instrumentos occidentales y orientales. 
 
Su obra In an Autumn Garden, compuesta entre 1973 y 1979 fue escrita para el tipo de orquesta que hubiera tocado gagaku, música tradicional de la corte imperial japonesa.


Obras como Eclipse de 1966 para shakuhachi y biwa, Voyage de 1973, para tres biwas, pueden mencionarse como piezas que decididamente se derivan de los géneros tradicionales.

Takemitsu llamó por primera vez la atención de amplias audiencias con su Requiem para orquesta de cuerda de 1957, y que fue accidentalmente escuchado y alabado por Ígor Stravinski en 1959.

La obra de Takemitsu incluye la pieza para orquesta A Flock Descends Into the Pentagonal Garden de 1977, Riverrun para piano y orquesta de 1984, cuyo título es la primera palabra del Finnegans Wake de James Joyce, y el cuarteto de cuerda A way a Lone de 1981, también inspirada por la lectura de Finnegans Wake.

En 1981 rehizo su obra Toward the Sea para flauta y guitarra, en dos versiones, una para flauta, arpa y orquesta de cuerda y otra para flauta y arpa. 

 
Dentro de la música de cámara compuso obras como Distance de Fee de 1951 para violín y piano, o Between tides, para violín, violonchelo y piano, y joyas de la música para piano como Rain tree sketch de 1982, Rain Tree Sketch II de 1992, Les Yeux Clos de 1979 y Les Yeux Clos II de 1988 son consideradas entre las mejores piezas para el instrumento escritas en el siglo XX.

También compuso musica electroacústica y cerca de cien bandas de sonido para películas entre las que se incluyen: Suna no onna de 1964, en inglés Woman in the Dunes, de Hiroshi Teshigahara, Ran de 1985 de Akira Kurosawa y Kuroi ame de 1989, en inglés Black Rain, de Shohei Imamura. Su primera partitura fue para Ginrin de Toshio Matsumoto. 
 
Su música para cine está profundamente enraizada en el concepto de que una nueva película necesita un nuevo color sonoro y tiene tanto que ver con obtener nuevos sonidos de la película, como con que nuevos sonidos entren a formar parte de la película.

Algunos de los conceptos formales en la música de Takemitsu dependen profundamente de su imaginería visual, basada en la pintura, los sueños o su visión del tradicional jardín japonés, sobre el que escribió abundantemente.

En 1994 le fue otorgado el Premio Grawemeyer de Composición por la obra Fantasma / Cantos, para clarinete y orquesta, y fue premiado a título póstumo con el cuarto premio Glenn Gould en otoño de 1996.




El pensamiento de Tōru Takemitsu


"El compositor no debería preocuparse por mezclar instrumentos tradicionales japoneses con la orquesta sinfónica occidental. Por el contrario, contraponiendo la biwa y el shakuhachi a la orquesta, debería vivificar la extrañeza del sonido que es única para estos instrumentos." 

"Ante todo, debes escuchar totalmente, abrir del todo tus oídos a lo que oyes. Antes de mucho tiempo, entenderás las aspiraciones de los propios sonidos."


"Se ha demostrado que los delfines se comunican no con sus juguetonas voces, sino con los variados intervalos de silencio entre los sonidos que emiten -un descubrimiento que induce a pensar-."


"Soy muy feliz por tener amigos que siento cercanos incluso si están lejos. ¿Por qué a veces trato de expresar una profunda impresión cuando la naturaleza me conmueve? Porque pienso en seres humanos reflejados en esas escenas, en lugar de en las propias escenas. Todo ello está en mi música."


"El nacionalismo nos impide resolver numerosos problemas que padece el mundo de hoy. Se repiten guerras y conflictos. Para encontrar un camino fuera de esto, cada uno de nosotros debería tratar de vivir una vida que no dependa de actividades políticas o militares."

 
"Un sonido es, sin duda, algo vivo. Es como la naturaleza, que no tiene individualidad. Igual que las transformaciones de viento y agua son complejas, un sonido se hace rico o incluso pobre. Eso depende de cómo nuestras sensibilidades acepten el sonido. Nosotros los compositores no deberíamos asumir una actitud arrogante frente al sonido, porque escribimos música en colaboración con sonidos. Lo que importa es cómo podemos hacer realmente natural el acto artificial de escribir música."


"Cada vez que se añaden notas a una música en contra de sus expectativas, su deseo de comunicación se desvanece."


"Me resulta embarazoso cuando me dicen en países extranjeros «¿Por qué escribes música occidental aunque seas japonés?» Son preguntas similares a cuando los japoneses dicen: «Los extranjeros no pueden entender el teatro Noh». Algunos japoneses, sin embargo, no entienden el teatro Noh. Es más, montones de franceses no entienden a Debussy. Lo que importa es: ¿qué es comprender? Por ejemplo, escuchando a Brahms, un alemán y yo podemos entender cosas diferentes, pero cada uno es conmovido en su propia manera. Incluso en esta sociedad de información hay muchos malentendidos entre japoneses y extranjeros, pero no hay por qué tomarlo como algo negativo. Deberíamos ver las diferencias entre cada uno como naturales y susceptibles de ser solventadas por gente de buena voluntad."


"Por supuesto no puedo ser indiferente como compositor a la cultura tradicional de nuestro país. Pero me reconozco como un ciudadano de la escena musical mundial, más que como compositor japonés. Trato de pensar sobre problemas del hoy a través de la música como forma de representación."


"En muchas de sus obras [de otros compositores japoneses] se usan instrumentos tradicionales japoneses. Entiendo su deseo de identidad firme en música a través del uso de esos instrumentos. Pero cuando me enfrento a estas actitudes me impaciento: siento como si estuviera vagando por un callejón sin salida. Es la otredad más que la identidad lo que debemos encontrar en nosotros mismos. Si no, ¿por qué usar elementos occidentales? Si observamos Japón, debemos hacerlo desde un punto de vista relativo. Debemos ver a Brahms o Wagner desde puntos de vista relativos. Por suerte, esto podemos hacerlo."



"Es natural que tratemos de admirar y proteger la cultura única que ha desarrollado nuestro pueblo. Así que también deberíamos tener comprensión y admiración por otras culturas. Lo que más necesitamos son ojos con los que podamos ver cada cultura o tradición desde un punto de vista relativo. Y deberíamos estar orgullosos de que cada estilo de vida pueda cambiar de alguna forma el destino de este planeta."


"Debemos pasar mucho tiempo entendiendo cada cultura. Y parece un tiempo casi infinito. Por lo tanto, más que resolver la contradicción que hay en mi mente, preferiría pasar mucho tiempo haciéndola mayor, y sostenerla hasta que se convierta en mi personal forma de representación."


"No es bueno decorar imágenes con mucha música [hablando de música de cine] cuando las propias imágenes tienen suficiente contenido como para despertar intensamente la imaginación de la audiencia. Pongo música para que la audiencia escuche los sonidos puros que existen con naturalidad en la película. Creo que es más importante eliminar música de las películas que añadírsela."


"Los sonidos vendrán del silencio. Un sonido siempre confronta el silencio."


"Mi música está muy influida por la tradición japonesa, especialmente el jardín japonés, en color, espacio y forma. Al mismo tiempo está muy influida por Messiaen, Debussy y Schönberg -quizá más que por el jardín japonés- ... Cuando uso instrumentos japoneses, la gente dice: «¡Oh, muy japonés!». Algunas veces es muy duro para mí. En esos casos me gusta hacer otras cosas. Amo escribir mi propia música, y la música debería ser muy poderosa."

 
A continuación, de Tōru Takemitsu, Twill by Twilight para Orquesta, en la versión de la Tokyo Metropolitan Symphony Orchestra, dirigida por Ryusuke Numajiri.