Turandot es una ópera en tres actos con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Adami y Renato Simoni, y fue estrenada el 25 de abril de 1926 en el Teatro Alla Scala de Milán.
Turandot es un nombre de origen persa que significa “La hija de Turán”. Turán es una región de Asia Central que era parte del Imperio persa.
El origen de la historia de Turandot se remonta a un poema de Nezami, uno de los grandes poetas épicos de la literatura persa, llamado Las siete bellezas o Las siete princesas. Este poema relata la historia de un príncipe persa de la época Sasánida, que tenía 7 princesas, cada una de ellas proveniente de un lugar distinto del imperio: Egipto, China, Rusia, Grecia, Turquía, India, Asia central.
Una de estas princesas, de origen ruso, no encontraba ningún hombre que fuera digno de ella, y por eso se encerró en una fortaleza y declaró que se entregaría al hombre que la encontrara y pudiera resolver una serie de enigmas. Pero una vez resueltos los enigmas, debía pasar por su “puerta secreta guardada por misteriosas espadas que amenazan con decapitar al intrépido”.
Esta historia fue recogida por Francois de la Croix, un orientalista francés contemporáneo de Antoine Galland, traductor de Las mil y una noches, en una colección de cuentos llamada Los mil y un días. En esta obra se hace una transposición cultural de la princesa rusa original a una fría y cruel princesa china llamada “Turandokht”. Esta transposición tiene como objeto acentuar el carácter exótico de la historia.
A partir de este relato, Carlo Gozzi creó una tragicomedia al estilo de la Comedia del arte, que luego fue recreada por el poeta alemán Friedrich Schiller. El texto de la ópera está basado en una traducción italiana de esta obra.
Puccini comenzó a trabajar en Turandot en marzo de 1920 después de reunirse con los libretistas Giuseppe Adami y Renato Simoni. Inició la composición en enero de 1921. En marzo de 1924, había completado la ópera hasta el dueto final. Sin embargo, no había quedado satisfecho con el libreto del dúo y no reanudó el trabajo hasta el 8 de octubre, escogiendo la cuarta versión que hizo Adami del texto.
En los primeros días de octubre le diagnosticaron un cáncer de garganta y murió el 29 de noviembre, dejando solo 36 páginas con esbozos sobre el final de la obra, e instrucciones para que Riccardo Zandonai terminara la ópera, sin embargo su hijo Tonio objetó esta decisión y Franco Alfano fue comisionado para concluirla.
A continuación, de Giacomo Puccini, la ópera Turandot, en la versión de Eva Marton, José Carreras, y Katia Ricciarelli, en los personajes principales, junto al Coro y la Orquesta de la Opera Estatal de Viena, dirigidos por Lorin Maazel, en la producción de 1983.
Acto I
Cuadro I
En la primera escena el pueblo de Pekín escucha la proclama de
uno de los mandarines del emperador ("Popolo di Pechino..."),
por la que hace saber que la princesa se casará con aquel príncipe
que responda correctamente los tres acertijos impuestos por su
majestad. De no hacerlo así, el pretendiente morirá. Paso seguido,
se comunica que el Príncipe de Persia ha fallado; por lo tanto,
morirá al salir la luna. La gente acude en masa a tal acto. Llega
entonces a la ciudad un anciano ciego, acompañado por una mujer que
lo guía. Entre la multitud, el ciego cae al suelo y es recogido por
otro desconocido, que inmediatamente le reconoce como su padre: se
revela entonces que el ciego es en realidad Timur, rey de los
tártaros, quien, tras perder la batalla, fue exiliado junto a una
esclava, Liù, que le sirve de guía y mendiga por él. El
desconocido que le recoge no es otro que Calaf (cuyo nombre se
descubre al final de la opera, conociéndose a lo largo de ella como
"el ignoto"), el príncipe tártaro, quien, ante el gesto
de la esclava, pregunta por qué tan noble acto, y ella responde
tímidamente que porque "un día, en palacio, usted me sonrió".
El verdugo Pu-Tin-Pao aparece ante el clamor del pueblo, que canta
sobre la sangre derramada en el reino de Turandot, la princesa. Todo
es jolgorio hasta que aparece el príncipe de Persia, joven apuesto y
sereno, y el pueblo enmudece de compasión; enseguida piden piedad
por su vida ("O giovanotto! Grazia, grazia..."). El
desconocido príncipe que había ayudado a su padre en las calles
observa con horror el espectáculo, y se une al pueblo despreciando
tan cruel acto. Pero es allí cuando hace su aparición la princesa,
quien, con un gesto inmisericorde, ordena al verdugo que prosiga con
la ejecución, y vuelve a sus aposentos. El príncipe de misterioso
origen cae completamente cegado ante la belleza de la princesa ("O
divina bellezza! O meraviglia!"), de tal forma que decide
quedarse allí y, sin escuchar las súplicas de su padre y de la
esclava para entrar en razón, decide probar su suerte para
conquistar el corazón de la princesa. Cuando se dispone a golpear el
gong tres veces para entrar a la prueba, tres ministros del
emperador, Ping, Pang y Pong, le cortan el paso para intentar
convencerlo de que no se arriesgue por algo así, ya que, de todas
formas, Turandot es solo una mujer y, siendo él tan poderoso, podría
conseguir mujeres a montones.
En ese momento, algunas cortesanas aparecen pidiendo silencio.
Liù, la esclava, ruega otra vez al príncipe que desista, en uno de
los momentos más dramáticos y cautivantes del primer acto, un aria
que requiere un tono soprano muy cuidado en su modulación y
ejecución ("Signore ascolta"). Pero el príncipe le dice
que ya es tarde ("Non piangere Liù), y que lo hará de todas
formas, por lo que le pide que acompañe a su padre antes de
dirigirse al gong gigante montado en el escenario, que golpea tres
veces (uno de los momentos mas dramáticos de la ópera).
Acto II
Cuadro I
Cerca del palacio del Emperador
Los tres ministros, Ping, Pang y Pong, narran sus desventuras y
las situaciones por las que han tenido que pasar por el capricho de
la princesa, en un acto más liviano para el espectador. Hacen un
repaso de los distintos pretendientes que la princesa ha tenido y los
tres cantan para finalizar, poder por fin volver un poco a sus
hogares para descansar, tras un final feliz con casamiento y poder
lograr así un poco de paz para China. Desde el Palacio les anuncian
que se presenten para el enésimo pretendiente, lo que nos lleva al
siguiente cuadro.
Cuadro II
Palacio del Emperador
Llegan los ministros, y los guardias y cortesanas se aprestan a la
llegada del emperador, quien preside la ceremonia, aclamado por el
pueblo. Él mismo intenta advertir y detener al príncipe, deseando
querer parar con el baño de sangre y no queriendo "cargar con
el peso de la joven vida" por las pruebas pero recibe la
negativa del solicitante. El mandarín lee nuevamente la ley impuesta
al perdedor, quien deberá morir al fallar.
Turandot aparece en escena y explica el porqué de su fría
actitud frente a sus pretendientes ("In questa reggia...").
Una de sus antepasadas, la princesa Lou-Ling, fue violada por un
extranjero y dejada por muerta. Ella desea vengarla entonces,
imponiendo su prueba mortal a todos los príncipes que vienen de
distintos reinos para conquistarla. Luego, Turandot misma formula los
acertijos. El primero es: "¿Quién es el fantasma que cada
noche nace de nuevo en el hombre y muere cada día?". El
príncipe piensa y acierta respondiendo: "la esperanza".
Nuevamente ella pregunta: "¿Qué es lo que flamea como una
llama y no es fuego, y arde como la fiebre, pero se enfría en la
muerte?", y la respuesta a la segunda adivinanza es "la
sangre". Finalmente, temblorosa y perdiendo la compostura,
formula su tercera pregunta: "¿Qué es lo que quema como el
hielo, y cuanto más frío es, más quema?". Al verlo dudar por
varios instantes, Turandot ríe de la suerte del concursante. Éste,
al observarla directamente a los ojos y contemplar su belleza, se
reincorpora triunfante y responde: "Turandot". El consejo
de mandarines acepta la respuesta como correcta y el reino se
regocija, vitoreando al ganador. Entonces, ella clama a su padre por
piedad para que no entregue a su hija en manos de este extranjero,
pero el emperador replica que la palabra fue dada. El príncipe, al
ver la resistencia de la princesa le propone un nuevo acertijo: si
ella adivina su nombre antes del alba, él morirá. ("Dimmi il
mio nome e all'alba morirò..."). Ella, naturalmente, acepta la
apuesta.
Acto III
Cuadro I
Noche. Jardines del Palacio
Turandot ordena que habrá pena de muerte a todo el mundo que sepa
el nombre del príncipe y no lo diga. Los guardias recorren las
calles entonces, pidiendo que nadie duerma en Pekín. El príncipe
entonces canta el aria más famosa de la ópera, Nessun dorma (Nadie
duerma) en la noche, siendo la pieza más destacada de la obra. Ping,
Pang y Pong se presentan nuevamente intentando convencer al príncipe
otra vez para que termine con esto, intentando ofrecerle mujeres y
riquezas, pero él sigue firme en su decisión de conseguir lo que se
propuso. Los guardias, entonces, encuentran a su padre, Timur, y a
Liu, a quien amenazan de muerte para que revele el nombre del
príncipe. Llegan la princesa y Ping, quienes, a través del verdugo,
empiezan a torturarla, pero Liu, entonces, declara que ella sabe el
nombre, pero se niega a declararlo incluso diciendo que pueden
torturarla hasta el cansancio, pero ella no cederá. Se ejecuta
entonces otra importante aria dentro de este acto, cargada de
dramatismo romántico en donde Turandot pregunta a Liu el porqué de
su fuerza interior para soportar tal dolor ("Chi posse tanta
forza nel tuo cuore?"), a lo que la esclava responde que es amor
("Principessa, l'amore!"). Le brinda entonces, según sus
palabras, su amor a su señor mediante el silencio del amor
inconfeso, agregando que si ella le brinda su nombre, ella le dará
su amor y ya no le quedará nada. Le advierte incluso a la princesa
que ella también caerá rendida a su amor, y en un acto final de
sacrificio por amor ("Tu che di gel sei cinta"), toma una
de las armas de los guardias a su lado y se suicida. El coro de la
gente de Pekín grita "Parla! Parla! Il nome!", mientras
Liu muere en brazos del príncipe, manteniendo su palabra hasta el
final. Su padre, Timur, se retira junto al cuerpo de Liu, quien es
trasladado por los guardias a su morada final. Perturbado por el
acontecimiento, el príncipe enfrenta a Turandot recriminándole su
frialdad al derramar sangre inocente ("Principessa di morte,
Principessa di gelo!") y agregando que su "hielo es una
mentira". Tras una larga conversación, el príncipe logra
besarla, quebrando la rígida actitud de la vengativa monarca, al
punto de que acepta su derrota, pidiéndole que no la estreche entre
sus brazos. Finalmente, el príncipe, con resignación revela su
nombre: "Io son Kalaf, figlio di Timur" (Soy Calaf, hijo de
Timur). Es el amanecer, y suenan las trompetas de palacio.
Cuadro II
En el Palacio
El Emperador se hace presente junto a toda su corte frente a su
pueblo ("Diecimila anni al nostro Imperatore!"), para que
su hija, la princesa Turandot revele el nombre del misterioso
príncipe. Todos esperan expectantes la respuesta y cuando el momento
llega, ella responde a su padre que conoce el nombre del extranjero
"Il suo nome è ...Amor" (Su nombre es... amor).