Salomón HWV 67 es un oratorio en tres actos, con música de Georg Friedrich Händel, y libreto de autor desconocido, basado en las historias bíblicas del sabio rey Salomón del Primer Libro de los Reyes, el Segundo Libro de Crónicas, y en las Antigüedades judías de Flavio Josefo.
La partitura fue compuesta entre el 5 de mayo y el 13 de
junio de 1748. El estreno se realizó el 17 de marzo de 1749, en el Covent
Garden de Londres.
A continuación, el oratorio Salomón HWV 67, de Georg
Friedrich Händel, en la versión de Iestyn Davies como Salomón, Gillian Webster
en el papel de la Reina de Saba, y la segunda prostituta, Sarah Tynan en el
personaje de la esposa del Rey Salomón, y la primera prostituta, Jeremy Ovenden es Zadok,
y Peter Harvey como un levita, y el Conjunto Vocal e instrumental Gabrieli Consort
& Players, dirigidos por Paul McCreesh.
Primer acto: La construcción del Templo en Jerusalén.
Al comienzo de la obra, Salomón y el pueblo hebreo celebran
la consagración del templo que acaba de construirse en la Ciudad Santa. El Rey
se regocija en su matrimonio con su única esposa (libertad que se toma con el
relato bíblico, que relata que tuvo cientos de esposas y concubinas), y promete
construirle un majestuoso palacio. Luego, la pareja expresa su amor mutuo antes
de retirarse a dormir, mientras la brisa fragante con aromas florales y el
canto de los ruiseñores los invitan a descansar.
Segundo acto: El juicio de Salomón.
La sabiduría legendaria del hijo de David queda ilustrada
por la historia de las dos prostitutas que se pelean para ser reconocidas, cada
una de ellas, como la madre de un bebé que se le presenta. Salomón les propone
resolver su discordia cortando al niño en dos con su espada, para dar la mitad
a cada uno. Horrorizada, la verdadera madre rechaza la propuesta aceptando
dejar el bebé a la otra mujer. El Rey reconoce así que su instinto maternal ha
hablado y que ella es realmente la madre del niño y no la otra mujer.
Tercer acto: El encuentro con la Reina de Saba.
La Reina de Saba viene a visitar la corte del hijo de
Betsabé y éste acude con la ayuda de su pueblo para deleitarla con una música
con grandiosos coros. Cada uno evoca a su vez la languidez de la música suave,
la búsqueda de la gloria militar, la desesperación del amante despreciado y la
tormenta que acaba por calmarse. Todos celebran el Reino de Israel gobernado
por su sabio rey, personificando una edad dorada de paz, felicidad y
prosperidad.