lunes, 19 de enero de 2015

Aniversario del estreno de la ópera Il Trovatore, de Giuseppe Verdi.


Il trovatore, o El trovador, es una ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Salvatore Cammarano, basada en la obra de teatro El trovador de Antonio García Gutiérrez, y fue estrenada el 19 de enero de 1853 en el Teatro Apollo de Roma.

Verdi tuvo la idea de componer una ópera sobre el tema de García Gutiérrez, y le encargó a Salvatore Cammarano la redacción del libreto. El poeta napolitano murió súbitamente en 1852.


Pocos días antes de morir, Cammarano completó Di quella pira. Verdi le entregó a la viuda del poeta, el dinero acordado para el libretista más una suma adicional. Faltaban partes del tercer acto y la totalidad del cuarto, y Verdi contrató a Leone Emanuele Bardare, colaborador y amigo de Cammarano para completar la obra y hacer cambios de último momento.

El triunfo de la nueva ópera superó todas las expectativas y Verdi recibió el obsequio de una corona de laureles con cintas rojas. Después de la tercera representación, una multitud que empuñaba antorchas acompañó al maestro a su hotel, y una pequeña banda tocó bajo su balcón música hasta la madrugada. Era costumbre del compositor retirarse de la ciudad de turno después de la tercera representación, pero en agradecimiento se quedó para la cuarta. Esta noche, el Apollo fue decorado con flores y estandartes.

  
A continuación, de Giuseppe Verdi, la ópera en cuatro actos Il Trovatore, con la interpretación de los principales papeles a cargo de Placido Domingo, Raina Kabaivanska, Piero Cappuccilli, Fiorenza Cossotto, y José van Dam, junto al Coro y la Orquesta de la Opera de Viena, todos bajo la batuta de Herbert von Karajan.



La acción se desarrolla en Vizcaya y Aragón, España en el siglo XV.

Palacio de la Aljafería en Zaragoza.

Acto I: El duelo

Escena 1: cuarto de la guardia del palacio de Luna, palacio de la Aljafería, Zaragoza.

Ferrando, el capitán de los guardias, ordena a sus hombres que estén atentos mientras el Conde de Luna vaga sin cesar bajo la ventana de Leonora, dama de honor de la Princesa de Aragón, a quien ama. El Conde siente celos de su rival, el trovador Manrico. Para mantener despiertos a los guardias, Ferrando narra la historia del conde (Aria: Di due figli vivea padre beato / "El buen conde de Luna vivió felizmente, padre de dos hijos"). Según la historia, una gitana de aspecto terrible embrujó al pequeño hermano del conde, haciéndolo débil y enfermizo, y por ello fue condenada a la hoguera. En el momento de su muerte, la gitana ordenó a su hija Azucena que la vengara, lo cual hizo en parte raptando al hijo menor del Conde. Aunque los huesos incinerados de un niño fueron encontrados en las cenizas de una hoguera, el padre rehusaba creer que eran los de su hijo. En su lecho de muerte, hizo jurar al Conde de Luna (su hijo mayor) que buscara a Azucena.

Escena 2: Jardín en el palacio de la princesa.

Leonora confiesa su amor por Manrico a su confidente, Inés (Tacea la notte placida / "La tranquila noche está en silencio"... Di tale amor / "Un amor que las palabras a duras penas pueden describir"). Cuando salen de escena, el Conde de Luna escucha la voz de su rival, Manrico, en la distancia: (Deserto sulla terra / "Solo en esta tierra"). Mientras Leonora regresa y en la oscuridad confunde al Conde con su amante, el propio Manrico entra en el jardín, y Leonora corre a sus brazos. El conde reconoce en Manrico a su rival, al que ha condenado a muerte, y le reta a pelear. Leonora trata de intervenir, pero no puede detenerlos (Trio: Di geloso amor sprezzato / "El fuego del amor celoso").

Acto II: La gitana

Escena 1: Campamento de gitanos

Mientras Manrico se sienta junto al lecho de su madre, Azucena, los gitanos cantan el coro del yunque: Vedi le fosche notturne / "¡Ved! El cielo infinito lanza su oscuridad."). Ella es la hija de la gitana quemada por el conde y, aunque vieja, sigue rumiando su venganza. (Aria: Stride la vampa / "¡Rugen las llamas!"). Mientras los gitanos levantan el campamento, Azucena le confiesa a Manrico que cuando intentó quemar al hijo del conde, por equivocación tiró a las llamas a su propio hijo (Aria: Condotta ell'era in ceppi / "La llevaban atadas las manos"). Manrico, entonces se da cuenta de que no es el hijo de Azucena, pero la ama como si de verdad fuera su madre, pues ella siempre le fue leal y amorosa. Manrico le cuenta a Azucena que cuando luchó con su hermano y tuvo la oportunidad de matarlo, sintió una fuerza sobrenatural que le impidió hacerlo (Dúo: Mal reggendo / "Él estaba indefenso bajo mi salvaje ataque"). Llega un mensajero diciendo que Leonora, que cree a Manrico muerto, está por entrar a un convento y tomar el velo esa misma noche. Aunque Azucena intenta impedírselo debido a su débil estado (Ferma! Son io che parlo a te! / "Debo hablarte"), Manrico intentará impedirlo, lanzándose en su búsqueda.

Escena 2: Frente al convento

El Conde de Luna y sus hombres intentan raptar a Leonora y el conde canta su amor por ella (Aria: Il balen del suo sorriso / "La luz de su sonrisa" ... Per me ora fatale / "Hora fatal de mi vida"). Ella y algunas monjas entran en procesión, en el momento en que Luna intenta actuar, Manrico se interpone entre ellos, y ayudado por sus hombres escapa llevándose a Leonora consigo.

Acto III: El hijo de la gitana

Escena 1: El campamento del Conde de Luna

(Coro: Or co' dadi ma fra poco / "Ahora jugamos a los dados") Los soldados del conde de Luna traen a Azucena capturada. La llevan ante el Conde, siendo reconocida por Ferrando como la gitana que raptó a su hermano. También se da a conocer como la madre de Manrico, razón por la cual el Conde de Luna encontró doble motivo para condenarla a morir en la hoguera.

Escena 2: Cámara en el castillo

Leonora y Manrico viven el uno para el otro (Aria, Manrico: Ah si, ben mio coll'essere / "Ah, sí, mi amor, siendo tuya"). Cuando van a pronunciar sus votos nupciales entra Ruiz, hombre de Manrico, y le informa de que Azucena será conducida a la hoguera. Manrico se apresura a salir en su ayuda (Stretta: Di quella pira l'orrendo foco / "Las horribles llamas de aquella pira"). Leonora cae desmayada.

Acto IV: El castigo

Escena 1: Frente a una celda del castillo

Leonora intenta liberar a Manrico, que ha sido capturado por el Conde de Luna (Aria: D'amor sull'ali rosee / "En las alas rosadas del amor"; coro y dúo: Miserere / "Señor, apiádate de esta alma"). Leonora implora piedad al Conde y ofrece su vida a cambio de la de Manrico. Promete entregarse al Conde, pero en secreto bebe un veneno de su anillo para morir antes de que el conde de Luna pueda consumar la boda (Dúo: Mira, d'acerbe lagrime / "Mira las amargas lágrimas que derramo").

Escena 2: En la celda
  
Manrico y Azucena esperan su ejecución. Manrico intenta calmar a su madre, quien no puede conciliar el sueño, su mente recuerda los días más felices en las montañas (Dúo: Ai nostri monti ritorneremo / "De nuevo regresaremos a nuestras montañas"). La gitana finalmente se duerme. Leonora llega para decirle a Manrico que está a salvo, y le dice que está salvado, rogándole que escape. Pero él rechaza dejar la prisión, cuando se entera de que Leonora no le podrá acompañar. Se cree engañado hasta que se da cuenta de que ella ha bebido el veneno para mantenerse fiel a él. Leonora agoniza en brazos de Manrico y le confiesa que prefiere morir con él que casarse con otro (Cuarteto: Prima che d'altri vivere / "Antes que vivir como la mujer de otro"). El Conde de Luna entra y al ver a su prometida muerta en brazos de su rival, ordena la ejecución de Manrico. Mientras se cumple la sentencia, Azucena despierta junto al Conde y cuando el conde le muestra al muerto Manrico, ella en vez de lamentarse grita extasiada por el triunfo: Egli era tuo fratello! / "Él era tu hermano... Te he vengado, ¡oh, madre!". Al mismo tiempo que Azucena, el conde grita desesperado E vivo ancor! / "¡Y yo debo seguir viviendo!".