Carlos III de España, rey de Nápoles y Sicilia, quiso un nuevo teatro en Nápoles para sustituir el de San Bartolomeo. El Teatro de San Carlos se construyó en solo 9 meses. El 4 de marzo de 1737 el arquitecto Giovanni Antonio Mediano firmó el contrato y el 4 de noviembre estuvo terminado. Contaba con 184 palcos dispuestos en 6 pisos, el palco real estaba preparado para hospedar a 10 personas y un ancho escenario para cualquier movimiento escenográfico.
En la inauguración se presentó la obra Achille in Sciro, con
música de Doménico Sarro, y libreto de Pietro Metastasio. En 1780 poseía una de
las orquestas más grandes del mundo, con 59 instrumentos: 32 violines, 4
violas, 3 violoncelos, 5 contrabajos, 4 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 4
trompetas, 1 tambor y 2 cémbalos.
El Teatro de San Carlos fue expresión de la Escuela napolitana
de música, famosa en toda Europa por su ópera bufa con autores como Doménico
Cimarosa y Giovanni Paisiello.
En 1816 se incendió y para reconstruirlo, el rey Fernando I le encargó el trabajo al arquitecto Antonio Niccolini, que le infundió su sello personal y
neoclásico. Realizó diversas modificaciones, entre ellas amplió el escenario
con las medidas actuales, 33,10 metros de largo y 34,40 de ancho, y se reinauguró el 12 de enero de 1817. Henri Beyle, más conocido como Stendhal, estuvo presente esa noche, y posteriormente dijo: “No hay nada en Europa que se parezca a este teatro. Mis ojos
están impresionados y mi alma encantada”.
En la primera mitad del siglo XIX, Domenico Barbaja, el
empresario que administraba el teatro, contrató a Gioachino Rossini, como
compositor y director artístico de los Teatros Reales de música. En esa época
compuso Elisabetta, regina d'Inghilterra, Otello, Armida, Mosè in Egitto,
Ricciardo e Zoraide, Ermione, La donna del lago, Maometto secondo y Zelmira.
Entre 1822 y 1838 Gaetano Donizetti ocupó el cargo de
director artístico, y en ese período compuso 16 óperas, entre ellas: Roberto
Devereux, y la famosísima Lucía de Lammermoor.
En 1841 Giuseppe Verdi ingresó con el estreno de la obra
Oberto, Conte di San Bonifacio, y se consolidó como el verdadero dominador del
Teatro en la segunda mitad del siglo XIX a partir de sus obras Alzira y Luisa
Miller.
En 2002 y 2003 el teatro recibió el premio al mejor espectáculo del año por las óperas Königskinder de Engelbert Humperdinck y Elektra de Richard Strauss.
En los últimos años el teatro volvió a tener una intensa
actividad basada en la recuperación de óperas bufas del siglo XVI de la escuela
napolitana. Por eso se presentan grandes obras antiguas como La serva padrona e
Il Flaminio, de Giovanni Battista Pergolesi, La schiava liberata de Niccolò Jommelli;
L'idolo cinese, Il divertimento dei Numi, L'osteria di Marechiaro y Pulcinella
vendicato, de Giovanni Paisiello.