viernes, 1 de enero de 2021

Cuando España y Argentina eran sucursales del nazismo

El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo de opinión firmado por Mario Vidal

Cuando España y Argentina eran sucursales

del nazismo

La relación entre Franco y Hitler comenzó en julio de 1936, días antes del comienzo de la insurrección militar falangista

Historiador
Adolf Hitler y Francisco Franco
Adolf Hitler y Francisco Franco

Las relaciones entre Franco y la Alemania del III Reich eran de aliado-amigo. Lo fue desde el instante en que Hitler decidió respaldar ideológica, moral, militar y económicamente la idea franquista de “restaurar España para los españoles”.

La relación comenzó en julio de 1936, a días del comienzo de la insurrección militar, cuando el Führer recibió durante un homenaje a Richard Wagner a enviados de Franco con una carta suya solicitando el apoyo alemán a la causa falangista.

“El precio de la venta de España”

Fruto de ese y de más encuentros posteriores fue un pacto entre Hitler y Franco, difundido por el órgano de prensa del Centro Republicano Español en Buenos Aires, España Republicana.

En Argentina, fue publicado también bajo el título “El precio de la venta de España”, en la revista Estampa Chaqueña, del Chaco, en su edición del 26 de junio de 1937.

Dicho tratado, que en junio pasado cumplió ochenta y tres años, incluía los siguientes puntos:

1. Adhesión de Franco al pacto germano-japonés contra Rusia.

2. Compromiso por parte de Franco de retirar a España de la Liga de las Naciones.

3. Ayuda a Alemania en el caso de un conflicto de éste país con algún aliado de Rusia.

4. Cesión por parte de Alemania de 1.500 hombres escogidos de la S.S. (Sección de Asalto) para dirigir la policía española.

5. Cesión de 200 especialistas en propaganda, a los que se concederá la nacionalización española por cinco años.

6. Acuerdos con los grupos industriales alemanes para la explotación de las riquezas mineras de España.

Hitler, el justiciero

Tres años después, Franco, ya en el poder, creyó que Hitler podía darle a España nuevos territorios en el norte de África y restituirle Gibraltar, a costa de Inglaterra.

A cambio de ello, en 1940 el Generalísimo hasta se mostró dispuesto a entrar en la guerra al lado de las potencias del Eje.

Para discutir la entrada española a la guerra, ambos dictadores se reunieron el 23 de octubre de 1940 en Hendaya. La razón por la que el encuentro se hizo en ésta ciudad francesa fronteriza con España es que en aquellos días Francia estaba en manos en manos del III Reich.

Allí, Hitler le reclamó a su aliado el mismo apoyo que él le había dado para ganarle a los republicanos.

Pero el resultado de la reunión no fue lo que Franco esperaba porque Hitler pospuso su decisión sobre sus peticiones para después de la guerra, de la que se veía seguro vencedor.

Ello no impidió, sin embargo, que los dos iniciaran una conveniente alianza estratégica.

Franco volvió a España con otro protocolo secreto fechado el 24 de octubre de 1940. Dicho documento de hecho incorporaba a España al Pacto de Acero y la comprometía a entrar en guerra junto al Eje en caso que Alemania lo juzgase necesario.

Para Hitler era bueno tenerlo a mano a Franco, un elemento que él podía utilizar para conquistar Gibraltar, cerrar el Mediterráneo, proteger las Islas Canarias y los principales puertos españoles, y además impedir cualquier acción inglesa en el norte de África o el Atlántico.

Argentina, otro nido de ratas

Para el año 1941, España ya era un país satélite de Alemania, una extensión castellana de los germanos.

En la embajada del Reich en Madrid trabajaban más de 500 personas, y otras 180 más en los 30 consulados alemanes desparramados a lo largo y ancho del suelo ibérico.

Al mismo tiempo, se movían camuflados por toda la península 134 agentes de la Sicherheitsdienst (Servicio de Seguridad). Eran agentes del servicio de inteligencia de las SS, comandada desde Alemania por el Reichsführer Henrich Himmler.

Desde el puerto de Cádiz zarpaban submarinos alemanes hacia distintos lugares del mundo. Inclusive Argentina.

Uno de esos viajes a la Argentina se hizo a mediados de abril de 1943, durante la presidencia de Castillo, cuando Alemania ya iba hacia una segura derrota a manos de los aliados.

En un submarino, vino a Buenos Aires el general Wilhelm Faupel, presidente del Instituto Ibero-Americano con sede en Berlín pero cumpliendo funciones en el cuartel general de espionaje nazi en España.

Lo acompañó el encargado de Prensa de la embajada alemana en Buenos Aires, Godofredo Sandstede.

La realización de este ultra secreto viaje en submarino se supo a fines de 1946 cuando las fuerzas aliadas de ocupación en Alemania tomaron declaración a uno de sus prisioneros, el ex embajador alemán en la Argentina, Edmundo Von Thermann.

En su declaración, reveló:

“El general Faupel, acompañado de Godofredo Sanstede, a mediados de abril de 1943, se embarca en un submarino en el puerto de Cádiz. Llegó a la Argentina en la madrugada del 2 de mayo. Allí lo esperaba el almirante Scasso, en un lugar preestablecido. Fue alojado, Faupel, en la iglesia evangélica alemana de la calle Esmeralda, de la ciudad de Buenos Aires.

El propósito del viaje, entre otros, era poner a buen recaudo las fortunas nazis y a los criminales de guerra.

Entre las personas con quienes conversó Faupel durante su permanencia en Buenos Aires figuran los siguientes personajes: conde Luxburg, Ludwig Freude, Ricardo Leute, Enrique Volberg, los generales Von der Becke y Pertiné, los coroneles Perón, Mittelbach, Brickman y Tauber, así como los doctores Fresco e Ibarguren. En la noche del 8 de mayo de 1943, Faupel y Sanstede se embarcaron cerca de Mar del Plata, en el mismo submarino que los había conducido desde Cádiz, llegando a este puerto a fines de mayo”.

Uno de los temas tratados por Faupel con los colaboradores argentinos arriba citados fue la toma del poder en la Argentina.

Ello se concretó días después, el 4 de junio de 1943. Sobre este exitoso golpe de estado, el 17 de junio de 1943 el mencionado conde Luxburg envió a Faupel un telegrama que decía: “Los amigos argentinos han coronado su empresa con un éxito pleno y seguro”.

En España, tras el colapso del régimen hitleriano el franquismo intentó esconder la connivencia de Franco con Hitler, y la intensa actividad que los nazis desplegaron allí.

El mismo operativo de ocultamiento tuvo lugar en nuestro país. Aquí también se intentó ocultar que durante años Argentina fue la sucursal del III Reich en América del Sur.

Hasta hoy el peronismo quiere esconder la connivencia de Perón con el nazismo.