El Diario Infobae, en su edición digital, publicó en la
sección Cultura, este artículo firmado por Carmen Herranz.
Viaje al corazón de García Lorca: un recorrido
por la casa en la que escribió “Bodas de sangre”
“Brillante, simpático, con evidente propensión a la elegancia, la corbata impecable, la mirada oscura y brillante, Federico tenía un atractivo al que nadie podía resistirse”.
Así comienza la descripción del poeta y dramaturgo granadino, Federico García Lorca, el cineasta Luis Buñuel en sus memorias Mi último suspiro, quien junto a él y a otra estirpe de artistas como Salvador Dalí y el también poeta y pintor Rafael Alberti, encarnan uno de los movimientos culturales más relevantes que ha existido en España, La Generación del 27.
Lorca, ingresó en la Universidad con intención de estudiar Filosofía pero todo quedó en eso, en una intención, porque la poesía irrumpió en su vida.
Federico nació en un pueblo granadino llamado Fuente Vaqueros, pero él y su familia, perteneciente a la burguesía granadina, se trasladaron al poco tiempo a Asquerosa, una villa con un nombre nada poético, que poco se asemeja al gusto por la delicadeza de Lorca y que posteriormente pasó a llamarse Valderrubio.
Entre otras propiedades, contaban con lo que es conocida como La Huerta de San Vicente, la casa de campo en la que junto a su familia veranearon a partir de 1926. El nombre original de la huerta era De los Mudos, pero el padre del poeta, don Federico, le cambió el nombre en homenaje a su esposa (Vicenta). Además, los García Lorca tenían otras propiedades; otra casa en Valderrubio, donde el joven Federico nació y escribió sus primeros versos.
La Huerta de San Vicente, ubicada en lo que hoy es un parque que lleva el nombre del escritor, era su lugar de descanso y probablemente de inspiración. De hecho, Juan José García, conservador de la vivienda, corrobora a Infobae Cultura que la “primera emoción estética de Lorca está ligada al campo”, por lo que sin duda, esa finca fue una gran fuente para sus creaciones. Allí escribió algunas de sus obras cumbre como Bodas de sangre, Romancero Gitano o La Casa de Bernarda Alba. Y vivió los días previos a su detención y posterior asesinato, a principios de la Guerra Civil, en 1936.
“Hay fotografías por las que se adivina la distancia que entonces había entre esta finca y la ciudad, porque la casa estaba en mitad del campo, alejada”, señala García.
Era una residencia familiar, pero Buñuel no exageraba cuando hablaba del carisma y magnetismo de Lorca, y eso se evidencia en los innumerables obsequios que recibió de sus muchos amigos. El espíritu de Federico habita en cada rincón de La Huerta, en los quicios de cada puerta, en los altos escalones que conducen a la planta superior.
Pese a que ahora han desalojado varios objetos -entre ellos, el escritorio en el cuarto del poeta y una sala de reuniones-, en el piso de arriba convertido en un museo repleto de fotos del poeta y su familia se respira una atmósfera mística, un aura de misterio, que es lo que caracterizó principalmente al dramaturgo.
“La casa, creemos que está decorada principalmente por su madre, con un gusto sobrio”, asevera García. En la sala de estar resalta el diploma de Maestra, con calificación de sobresaliente, con el que se recibió Vicenta Lorca. Justo abajo se encuentra el título de Bachiller de su hijo, con un simple aprobado.
“Lorca no fue muy buen estudiante”, comenta García, un hecho que ahora resultaría irrisorio, ¿cómo uno de los más grandes artistas del mundo, con una genialidad universalmente reconocida no mostró interés académico? Podría aventurarse que el arte enamoró tanto a Federico, que en sus proyecciones profesionales no había sitio para nada más.
En el mismo living, es muy llamativo un enorme retrato del artista, que fue un regalo que le hizo su amigo, Gregorio Toledo, en 1931. Toledo fue un pintor canario que conoció a Lorca en sus años de estudiante en la Residencia de Madrid. Ambos forjaron una estrecha relación de amistad.
Según el experto, ese retrato expone al “Federico más inédito, ese del que hablan los amigos más íntimos, ese Federico que de pronto se ausentaba y ya no estaba, ese Federico vuelto a su interior”, lo que se puede evidenciar al contemplar a un Lorca, que siempre fue conocido por su elegancia innata, envuelto en una bata, y con su melancólica mirada.
Lorca es universalmente conocido por su poesía y teatro, pero también hizo sus intentos con los dibujos. En este cuarto de reuniones, llaman la atención cuatro personajes, el figurín de Leonarda, de Pancracio, El barbero y El estudiante, que surcan las paredes de la sala, personajes, todos ellos, pertenecientes a La Cueva de Salamanca, la primera obra que presentó La Barraca, compañía de Teatro que él mismo fundó.
En la noche de Reyes de 1923, Federico hizo una histórica representación teatral, Los títeres de Cachiporra. Su amigo, el pintor sevillano Hermenegildo Lanz, fue el que encargó del retablillo, la escenografía, los decorados, los títeres y las figuras planas de Auto de los Reyes Magos, obra del siglo XIII, que incluyó en su representación.
La impronta que Lanz dejó en Lorca es palpable en las paredes de la vivienda, surcada con tres dibujos relacionados con la función: El telón para El misterio de los Reyes Magos, el telón para La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón, y el telón para Los dos habladores.
Esa misma noche Reyes, Manuel de Falla, uno de los compositores más célebres de Granada, tocó el imponente piano para la representación. Tal fue el éxito de la obra que De Falla se fijó en su trabajo y le encargó la fabricación de los títeres y algunos escenarios de El retablo de Maese Pedro.
“Para aquella función, Federico hizo los figurines y diseños de vestuario de los personajes. Esos diseños recuerdan a la Commedia dell’Arte y también tienen ese carácter picassiano, muy envolvente”, cita García.
Dalí también estuvo presente en el hogar lorquiano. El excéntrico pintor le regaló a Federico la pintura Mujer marinera que fuma en pipa, situada en el living. Se ha especulado mucho sobre la relación entre el dramaturgo y el artista de los bigotes retorcidos. García señala que “para muchos, Dalí fue el gran amor” de la vida de Lorca, opinión que comparte la escritora y catedrática de la Universidad de Granada del Departamento de Literatura Española, Amelina Correa.
Correa afirma que Federico llegó a pasar la primavera de 1925 en la residencia de Cadaqués de la familia del creador de El gran masturbador, “etapa en que los lazos entre ambos genios se estrechan hasta un punto en que se roza una posible relación amorosa que ha dado lugar a numerosas especulaciones, estudios y controversias”.
Buñuel, en sus memorias, confirma la admiración de Lorca por Dalí: ”A decir verdad, él y Federico serían mis amigos. Los tres andábamos siempre juntos. Lorca sentía por él verdadera pasión, lo cual dejaba indiferente a Dalí”. Correa añade que todo parece apuntar a que fue Dalí quien no se atrevió a dar el paso que “separaba esa estrecha amistad cargada de ambigüedad”.
La cocina del hogar evoca a esas frescas casas andaluzas veraniegas, y llama la atención un banco de piedra de forma cuadrada, que comunica con el comedor, donde reina esa profunda armonía. Sabemos que Federico era extremadamente familiar, por lo que es fácil imaginarlo junto a sus padres y hermanos, almorzando un fresco gazpacho en sus días de verano.
El dormitorio de Federico García Lorca está algo desangelado debido a que uno de los objetos principales, su escritorio, en el que figuraba un manuscrito original de su poema Crótalo, ha sido retirado por asuntos “burocráticos”.
Pese a ello, al adentrarse se viene a la mente imágenes de ese hombre de enormes ojos negros concibiendo parte de sus obras, tumbado sobre su cama contemplando las paredes y cortinas azuladas, porque el azul siempre le fascinó.
Esas cortinas color azul intenso y las paredes de tono más claro demuestran el amor de Lorca por ese color, “de hecho hay una carta en la que les dice a sus padres que de cara a su regreso de Madrid para pasar el verano allí, que por favor le pinten el techo de su habitación azul”, relata García.
En el fondo, junto a la ventana, se vislumbra un retrato de Federico a tinta, “regalo de su amigo Santiago Ontañón, que lo representa en una animada charla con un personaje histórico, que es también uno de sus personajes literarios, Mariana Pineda”.
Mariana Pineda, una heroína de gran referencia en Granada, fue famosa por adherirse a la causa liberal tras la restauración del absolutismo por Fernando VII, lo que la llevó a su ejecución. Federico, fascinado por su historia, la escribió de puño y letra en forma de obra de teatro, que se convirtió en una de sus piezas más conocidas.
La amistad de Ontañón con el poeta se remonta a 1920, cuando participó en el estreno de El maleficio de la mariposa, la primera obra teatral de Lorca, puesta en escena en el Teatro Eslava de Madrid.
Además, Rafael Alberti ocupa el lugar de sueño e inspiración del poeta, con una pintura que llamó Estampa del sur, que tiene una original dedicatoria: “A Federico García Lorca, esta estampa del sur en la inauguración de nuestra amistad”, 1924.
El protector de La Huerta cuenta que hay una epístola donde figura la respuesta de Federico: “Mil gracias, Rafael, por tu dibujo, que tiene la misma vida podrida que un cementerio de sueños”.
Lorca y Alberti fueron amigos, pero su relación estuvo marcada por un muro invisible y hay cartas que demuestran que tuvieron sus exabruptos. El también poeta granadino Luis García Montero declaró que no tenían una relación estrecha, sino que su vínculo era el que une a los artistas que se admiran y respetan.
En ese piso de arriba, en la sala reservada para exposiciones y atestada de imágenes de Federico, hay retratos de su padre, hermanos, sobrinos, e imágenes del poeta con sus amigos artistas.
Destaca una fotografía de Lorca y Vicenta, su madre. Él la observa, de reojo, “con expresión preocupada”, describe García, mientras que ella tiene la mirada perdida. De hecho, en todas las fotografías que hay de Vicenta, hay una sola en la que sonríe. ¿Podría ser que Lorca heredase esa melancolía de su madre?
Federico y Vicenta mantenían una relación muy especial. Lorca la adoraba, y ella a él, aunque puede que su instinto maternal le dijese que su hijo podría sufrir mucho debido a su extrema sensibilidad, a su delicadeza y a su orientación homosexual, en tiempos en los que estaba a punto de estallar una Guerra Civil. Además, hay que tener en cuenta la educación católica de Vicenta, en colegios religiosos.
Crónica de una muerte anunciada
Tras haber viajado a Nueva York y a Sudamérica -su obra teatral Bodas de sangre fue representada más de 100 veces en Buenos Aires y le otorgó su independencia económica-, Federico volvió a España.
Sobre el nacimiento de este consagrado drama, escrito en la Huerta de San Vicente, se sabe que Lorca lo creó entre sonatas de Bach y soleás flamencas, que oía a través de un gramófono de su dormitorio, devela el conservador.
“A Lorca le gustaba trabajar con música. Estuvo escribiendo el tercer acto aquí en la Huerta, mientras escuchaba a Bach, que alternaba de manera obsesiva con soleás flamencas”, menciona García.
No obstante, como estaba previsto, la Guerra Civil irrumpió y cualquier sospechoso de ser simpatizante de movimientos revolucionarios de izquierdas y socialistas, se encontraba en el punto de mira. A eso se suma que reinaba una candente intolerancia, por lo que su homosexualidad era otro motivo de persecución.
La revista satírica antirrepublicana Gracia y Justicia, llegó a publicar una edición en cuya tapa lo denostaban y aludían despectivamente a sus tendencias sexuales, pero lo peor estaba por llegar, con el golpe de Estado, llevado a cabo por Francisco Franco en 1936.
El cuñado de Federico y alcalde de la ciudad, Manuel Fernández-Montesinos, fue arrestado y fusilado un mes más tarde. Oficialmente, su vida pendía de un hilo.
Como bien aclara Juan José García, Lorca “no fue fusilado, sino asesinado”. Consciente del peligro que corría, el poeta tenía previsto viajar a México junto a su novio, el crítico de arte y escritor Juan Ramírez de Lucas, un joven de 19 años de la provincia manchega de Albacete, al que se considera la inspiración para Sonetos del amor oscuro.
Con la idea de huir con Ramírez, se refugió en la casa de su amigo Luis Rosales, en Granada. Su pareja, pensaba ir también, pero su familia se lo impidió.
“La intención inicial de Lorca era viajar a México acompañado de Juan, para sumarse a la compañía teatral de la famosa Margarita Xirgu, buena amiga suya, entonces de gira con varias de sus obras dramáticas. Pero Ramírez, perteneciente a una familia de provincias (Albacete) de mentalidad conservadora, y siendo aún menor de edad según las leyes de la época, no logró finalmente el permiso paterno para emprender este viaje”, explica Correa.
Las decisiones que tomamos en la vida pueden ser nimias o un hecho relevante que condicione nuestra existencia, y en el caso de Lorca, debido a su carácter extremadamente sensible y temeroso, pensó que era más oportuno refugiarse en Granada. Por un conjunto de causalidades, si Lorca hubiera permanecido en Madrid, con probabilidad, no habría sido ejecutado, sostiene la catedrática Correa.
“Federico estaba en el lugar en que no debía en el momento en que no debía. Recordemos que él vivía en Madrid, y que, siendo como era desde niño una persona miedosa, su primer instinto al desatarse el conflicto bélico fue subirse a un tren que lo condujera a la Granada de su familia, pensando buscar la protección del hogar y metiéndose, en realidad, en la boca del lobo”, apunta.
La fatídica noche del 16 de agosto de 1936, la Guardia Civil se presentó en la casa de Rosales para detenerlo. Lorca fue trasladado al Gobierno Civil, y luego al pueblo de Viznar, donde pasó su última noche en una cárcel improvisada, junto a otros detenidos.
Tras esos días de incertidumbre, las autoridades pertinentes le quitaron la vida con sus fusiles, la madrugada del 18 de agosto. El asesinato cayó como un jarro de agua helada entre sus amigos.
¿Cómo recibió España el crimen de uno de los artistas más afamados del país? Teniendo en cuenta que acababa de irrumpir la dictadura franquista, muy pocos medios se atrevieron a publicar el suceso. El primero fue El Diario de Albacete, el 30 de agosto, en una tímida columna bajo el título ¿Ha sido asesinado García Lorca?.
Quien se atrevió a denunciarlo fue el periódico El liberal, que publicó el 9 de septiembre un artículo cuyo titular rezaba Vuelve a asegurarse que el gran poeta García Lorca fue asesinado por los traidores. Ambas notas eran anónimas.
“De todos los seres vivos que he conocido, Federico es el primero. No hablo ni de su teatro ni de su poesía, hablo de él. La obra maestra era él”, escribe Buñuel, y también expone el carácter temeroso del poeta: “Federico sentía un gran miedo al sufrimiento y a la muerte. Puedo imaginar lo que sintió, en plena noche, en el camión que lo conducía hacia el olivar donde iban a matarlo”.
La polémica detrás de su exhumación
Dónde está enterrado el autor de Bodas de Sangre y Yerma es aún un misterio y una sombra negra que cubre la historia de España. La familia de Federico se exilió en Nueva York tras su asesinato, con “una profunda conmoción”.
En 2014 se iniciaron trabajos de localización de la fosa donde fue enterrado y de identificación de cuerpos, aunque su familia se negó a dar autorización para la exhumación de sus restos.
Su sobrina, Laura García Lorca, directora de la fundación que cuida el legado del poeta, se mostró tajante, declarando que respetan el deseo de buscar a las víctimas de la guerra pero que ellos no iban a ”emprender, ninguna iniciativa” para localizarlo.
¿A qué se debe esta negativa, si los restos de uno de los mejores poetas del siglo XX podrían ser exhumados y enterrados con la dignidad que merece? Correa apunta a que puede que el dolor de revivir esa noche los condujese al “silencio”.
“Hay quien recurre al poder sanador de la palabra; pero hay quien siente que volver a escuchar la narración de lo que tanto daño le hizo no le ocasionará sino más sufrimiento aún. Ambas posturas son igualmente legítimas. Al igual que son igualmente legítimas las posturas de quienes quieren recuperar los restos de sus familiares asesinados durante la guerra y abandonados durante décadas en campos y cunetas, pero también las de quienes consideran que esos campos son ya un lugar de testimonio histórico”, dilucida.
Pese a este revés, es innegable que la impronta de García Lorca es perenne y patrimonio de la Humanidad. “Probablemente se conozcan pocos casos como el de la obra de este autor universal, con esa capacidad tan abrumadora para impactar e impresionar a lectores de las más distintas culturas, condiciones y orígenes geográficos”, opina la catedrática.
Esta huella la pagó Lorca con su muerte.
Hay una frase del padre de García Lorca que escucharon los nietos una vez exiliados. Según Correa la frase fue: “No quiero volver a ver este ‘jodío’ país en mi vida’”.
Fotos: Gentileza de Carmen Herranz y Fundación Federico García Lorca
A continuación, recordamos a Federico García Lorca, con la canción popular Los Cuatro Muleros, recopilada, armonizada e interpretada en piano por Federico García Lorca, y La Argentinita. Grabación de 1932.