Juan Bautista José Cabanilles fue bautizado en Algemesí,
España, el 6 de septiembre de 1644, y murió en Valencia, España, eñ 29 de abril
de 1712. Organista y compositor.
El sitio www.dbe.rah.es
publicó este recordatorio firmado por Miguel Bernal Ripoll.
Joan Baptiste Josep Cabanilles Barberà
Biografía
Cabanilles Barberà, Joan Baptiste Josep. Algemesí
(Valencia), 6.IX.1644 – Valencia, 29.IV.1712. Compositor y organista.
Nació en el seno de una familia de labradores. Su padre,
Bertomeu Cabanilles, era natural de Pollensa (Mallorca), hijo de Bertomeu Cabanilles
y de Magdalena Pau. Era uno de tantos colonos mallorquines que repoblaron el
reino de Valencia tras la expulsión de los moriscos, hecho que había afectado
gravemente a la demografía y a la economía valenciana. Su madre, Caterina
Barberà, era natural de Algemesí, hija de Ambròs Barberà y de Ana Maians,
también labradores, pues el “llibre de cequiatge” de Algemesí de 1655 les
atribuye diversas propiedades de tierra de cultivo. Sus padres se
comprometieron en matrimonio ante el cura párroco de Algemesí el 1 de diciembre
de 1636, y se casaron el 12 de enero de 1637 y tuvieron otros hijos, Bertomeu
Simó, nacido el 30 de octubre de 1639, y Ambròs Josep, el 16 de marzo de 1642.
Joan Baptiste Josep —que siempre firmó y fue conocido como Joan— fue bautizado el
6 de septiembre de 1644 en la iglesia parroquial de Santiago de Algemesí, por
lo que, según la costumbre de la época de bautizar a los recién nacidos
inmediatamente, nacería ese día o alguno de los inmediatos anteriores.
Sus padrinos fueron el “Mº Batiste Folques” y Anna Mayans de
Barberá, su abuela materna.
Entre la primavera de 1645 y el invierno de 1646, su familia
se traslada a Manises, donde regenta un negocio.
Allí nació su hermana Ana María, bautizada el 31 de
diciembre de 1646, y que al igual que Ambròs no sobrevivió a la infancia. La
familia Cabanilles residió en Manises probablemente hasta 1661 o 1663, pues en
esas fechas arriendan la tienda. Algún dato apunta a que volvieron a Algemesí,
pero lo cierto es que nada más se sabe de la infancia de Joan, ni se tienen
datos de su aprendizaje musical. No parece que se formara en la catedral de
Valencia, pues su nombre no aparece entre los infantillos de esa época. Sin
embargo, es posible que tuviera una estrecha relación con el organista primero
de la seo valentina, el aragonés Andrés Peris —el ciego de Valencia—, pues el
padre de Cabanilles aparecerá como testigo en su testamento.
La primera manifestación documentada de Joan Cabanilles en
la catedral es en 1665, cuando el muy ilustre cabildo le nombra por unanimidad
organista segundo en sustitución del renombrado Jerónimo de la Torre, que había
tenido un accidente en una mano. Este nombramiento sin mediar concurso alguno,
con el mismo salario que su predecesor, y siendo admitido a las distribuciones cotidianas
a pesar de no sólo no ser beneficiado, sino ni siquiera clérigo (para lo que
hubo que revocar la constitución de la catedral), señala que a sus veintiún
años era ya un organista formado y brillante.
Tras su nombramiento como organista comienza su carrera
eclesiástica. El 17 de junio de 1665 recibe la primera tonsura de manos del
obispo auxiliar José Barberà en su propio oratorio particular. En septiembre
del mismo año, en las Témporas de San Mateo, el mismo obispo le otorga las
cuatro órdenes menores en el monasterio de Carmelitas de Santa Ana de la misma
ciudad. El 8 de marzo de 1666 se le concede un título eclesiástico, lo que le
permite el 20 de marzo de 1666 ser ordenado de subdiácono en la iglesia de San
Lorenzo de Valencia, de manos del mismo obispo auxiliar. A la sazón, su familia
residía en Valencia.
El 26 de marzo de 1666, el padre Cabanilles asiste como
testigo al testamento del organista primero de la catedral, Andrés Pérez o
Peris, que moriría días después, y desde ese momento Cabanilles es organista
primero y único hasta 1702. El 2 de octubre de 1666 se aumenta su salario en
cincuenta libras anuales. El 8 de noviembre del mismo año se le concedió el
privilegio de vestir hábitos doctorales en los oficios de coro, es decir, a
llevar las mismas vestiduras que los beneficiados sin todavía ser sacerdote.
En la misma iglesia de San Lorenzo, Cabanilles es ordenado
diácono el 17 de diciembre de 1667. Desde entonces firma como “organiste” y
cobra por tercias.
Finalmente alcanza la ordenación sacerdotal el 22 de
septiembre de 1668 en la misma iglesia, de manos del arzobispo José Barberá.
Cabanilles debió de consagrarse a su profesión en la
catedral de Valencia, pues no se tienen datos de viajes, ni de intentos de
optar a otras catedrales. En cualquier caso, no abandonó el contacto con su
ciudad natal, pues el catastro de Algemesí de 1673 inscribe “24 1/4 hanegadas
de tierra de regadío” a su nombre.
La relación con el cabildo debió de ser satisfactoria, pues
no se conocen pleitos ni episodios difíciles, antes bien se le trata con
deferencia y respeto desde su juventud.
El 24 de octubre de 1674 se aumentaría su salario hasta las
doscientas libras. Además de los órganos de la catedral, el organista tocaba
también otros instrumentos de tecla portátiles en determinadas ocasiones, como
Semana Santa, incluso en otras iglesias, como el convento de San Felipe. Estos
instrumentos, que guardaba en su casa, consistían en una lira (posiblemente se
trataría de una lira coeli, instrumento de cuerda frotada accionado mediante
teclado), un órgano portátil y una espineta.
Entre 1675 y 1677, Cabanilles se ocupa también de la
manutención de los infantillos de coro. Ésta era una tarea confiada
tradicionalmente al maestro de capilla, y asumida en ocasiones por el organista.
Cabanilles se hizo cargo de éstos al morir el maestro de capilla, Gracián
Babán, y posiblemente también tendría que ocuparse, como era habitual, de su
educación general y musical. En mayo de 1677 participa como miembro del
tribunal de oposición para nuevo maestro de capilla, junto a Miguel Mongín y
Aniceto Baylón, maestros de capilla de la catedral de Segorbe y de la colegial
de Játiva, siendo elegido Anthoni Ortells, quien, tras su toma de posesión, se
hace cargo de los infantillos.
Como era habitual en un organista de su categoría, en
ocasiones fue requerido en calidad de experto en órganos. El 26 de julio de
1682 participa junto al organista fray Juan de San Agustín en la “visura”
—examen pericial previo a la entrega— del órgano recién construido por el
organero Roch Blasco en la iglesia de San Martín de Valencia. Al examinar el
instrumento, ambos expertos alaban los nuevos registros de lengüetería que el
organero valenciano había instalado, mejorando lo dispuesto en el contrato original.
Este tipo de registros que imitaban el sonido de trompetas y
clarines, más propios de la escuela castellana, eran una novedad en el panorama
levantino, en el que durante el siglo xvii habían dominado las corrientes
catalanas de construcción de órganos, que todavía no habían incorporado ese
tipo de registros.
Años más tarde, el 1 de julio de 1693, el propio Cabanilles
cierra con el mismo Roch Blasco unas capitulaciones para reformar el órgano de
la catedral de Valencia, instalando los registros de trompeta real y clarín. En
esta época se desarrollaría parte importante de su labor como compositor y
pedagogo, pues un compilador anónimo le atribuye la composición entre 1694 y
1697 de diversas obras, refiriéndose a él en varias ocasiones como “Mosén Joan Cabanillas
mi maestro” (Biblioteca de Cataluña, ms. 387, fols. 145, 165v. y 171).
En 1702, el cabildo nombra un segundo organista en la
catedral, Félix Jorge Rodríguez. El acuerdo capitular alude a que Cabanilles
faltaba en muchas ocasiones al oficio del coro “por ausencia o por enfermedad”,
aunque no deja de calificar la “habilidad y suficiencia” del titular como “muy
relevante”. No se puede asegurar si esas ausencias se debían a viajes para
tocar en otros lugares, cosa poco habitual en un organista catedralicio español
de la época, o —lo que parece más probable— a enfermedad o cansancio debido a
la edad. En enero de 1705 todavía participa junto al organista Joseph Esteve y
al organero Bertomeu Artigues en la “visura” del órgano de la parroquia de los
Santos Juanes de Valencia, construido por el artista flamenco afincado en
Valencia Andreu Bergero.
El maestro otorga testamento ante el notario Josep Fuentes
de Valencia el 23 de abril de 1712. El 29 del mismo mes muere, siendo enterrado
al día siguiente en “lo vas dels Reverents Beneficiats” de la misma catedral.
La escasez de datos biográficos que se conocen de él
contrasta, por un lado, con la inmensa obra que le atribuyen copistas
contemporáneos y posteriores —el maestro no dejó ni autógrafos ni ediciones,
aunque se ha especulado sobre la posibilidad de que algunas obras vocales sí
sean de su puño y letra— y, por otro, con la inmensa fama que ya en vida gozaba
como organista y compositor. Esta fama se acrecentó hasta la exaltación después
de su muerte, hecho este poco corriente en una época en la que la música se
componía prácticamente para el momento.
Ya en vida Cabanilles gozó de gran fama como organista y
compositor, e incluso fueron requeridos sus servicios como experto en órganos
para la recepción de algún nuevo instrumento. Bastantes de los manuscritos
donde se encuentran sus obras son cierta o presumiblemente contemporáneos,
siendo al menos uno de ellos compilado por un alumno directo suyo, según
declara el propio copista. Todos contienen colecciones de obras prácticas para
organistas, algunos incluyen varios autores, otros son casi monográficos.
El hecho de que Barcelona, Jaca y Felanitx (Mallorca)
conserven los manuscritos con la mayoría de sus obras indica que su música tuvo
difusión fundamentalmente en la Corona de Aragón. Pero también en Castilla está
presente, conservándose obras suyas en un manuscrito de Astorga y en las
compilaciones del fraile Martín y Coll, organista de San Diego de Alcalá, quien
las recoge sin atribución de autor.
Tras su muerte, su prestigio llegó a ser legendario, como lo
demuestra el fervor de los copistas de sus obras. Uno de los manuscritos que se
han conservado está copiado por Esteban Maronda, alumno del también organista y
compositor José Elías, a su vez discípulo de Cabanilles. Maronda encabeza su
compilación con la frase “Ante ruet mundus quam surgat Cabanillas secundus”
(antes se hundirá el mundo que surgirá un segundo Cabanilles). En el
encabezamiento de todas sus obras escribe “es un prodigio”, e incluso en una ocasión
“prodigio de prodigios, prodigioso”.
Otros manuscritos también utilizan el calificativo “es un
prodigio”, quizás por ser copia del manuscrito anterior o de su misma fuente.
Los eruditos de la música lo conocen y respetan: el maestro de capilla de la
catedral de Barcelona, Francisco Valls, en su tratado manuscrito Mapa armónico,
incluye el incipit de un motete hoy perdido (confitebuntur coeli) para
ejemplificar y justificar determinados procedimientos compositivos. También
acuden a él los partidarios de Valls para justificar el empleo de las
disonancias en el curso de la conocida polémica Scala aretina. Se trata de un
impreso en el cual incluye Valls el parecer de diversos maestros. Uno de éstos
es el “parecer del Licenciado Isidro Serrada, Presbytero, Maestro jubilado y
organista de la Santa Iglesia de Urgel. Seo de Urgel; abril á 30, del año
1717”. En el curso de este apartado se incluyen encuadernados unos ejemplos
musicales manuscritos, concretamente fragmentos de un tiento de dos tiples y de
unos versos de Pangelingua. Serrada se refiere a Cabanilles como “sujeto que en
todas sus obras y en los tres exemplares suyos que alego manifiesta sus
elevados talentos”. Durante todo el siglo xviii se siguen difundiendo
colecciones manuscritas de sus obras, algunas monográficas. En esa época su
fama excede el mundo de la música, para llegar al de los intelectuales. En un
comentario epistolar sobre la gramática latina de Gregorio Mayans, José
Finestres escribe al propio autor que “el Organo Rethórico y Oratorio [...] me
ha sonado mejor que a los señores censores que lo habían prohibido en las
escuelas, a quienes tal vez les sonaría mejor el que tañía el famoso valenciano
Cabanillas”.
Tampoco se le olvida en el siglo xix. Todavía se siguen
copiando algunas obras suyas, si bien los musicógrafos de esa época han
transmitido algunos datos erróneos y otros no demostrados y hoy en día
difíciles de sostener: fecha de fallecimiento en 1725, supuestos viajes al sur
de Francia, se dice que era organista de Seo de Urgel, que escribió más de
ochocientas composiciones, que los franceses le pagaban por sus obras, que Luis
XIV le invitó a tocar en su corte y le ofreció una pensión que aquél rechazó
(según Anglés confunden sin duda a Cabanilles con Aranda o Verdalet, que sí tocaron
en París), y se cita la existencia de otro Cabanilles en Gerona, del que
aseguran incluso haber visto algunas piezas. Teixidor, en 1804, es el origen de
estos datos, supuestamente procedentes de un alumno de José Elías, y quizás
deformados por un aura de leyenda.
En 1854 Eslava y en 1856 Soriano Fuertes reproducen estas
informaciones contribuyendo a su difusión.
Los datos erróneos son transmitidos por Fétis, Saldoni,
Mitjana, Ruiz de Lihory, Eitner, André Pirro y Pedrell, si bien este último
empieza a aportar datos documentales que le hacen situar a Cabanilles en la
catedral de Valencia como organista desde 1665 hasta su supuesta muerte en
1713. A partir de estas referencias, Higinio Anglés realizó diversas
investigaciones que le llevaron a establecer los hechos principales de su
biografía, incluidos en 1927 en la publicación del primer volumen de sus obras
completas.
En cuanto a su obra para órgano, se le atribuyen ciento
sesenta y nueve tientos, seis tocatas, cinco pasacalles, cinco gallardas, dos paseos,
unas folías, una jácara y novecientos cuarenta versos, además de unas pocas
obras incompletas. Para hacerse una idea de lo que tal magnitud de obras
representa en el panorama ibérico, es necesario apreciar que se le atribuyen
aproximadamente la cuarta parte del total de las obras de órgano españolas del
siglo xvii que han sido transmitidas, porcentaje que aumenta a casi la mitad si
sólo se tienen en cuenta las obras de autor conocido. También se le atribuyen
algunas composiciones vocales, a saber: una misa, un magníficat (ambas
incompletas), un salmo de vísperas (Beatus Vir), cuatro tonos, un dúo y dos
villancicos, además del inicio de un motete (Confitebuntur Coeli) hoy perdido.
Veintinueve manuscritos de diversa índole recogen estas obras, lo que prueba la
difusión que tuvo su música.
Entre sus composiciones organísticas más elaboradas destacan
los tientos. El “tiento” es la denominación tradicional española para un género
de música polifónica para órgano, aunque —según su tipología— admite otras denominaciones,
como “obra”, “partido”, “gaitilla”, “batalla” o “pedazo de música”.
En sus tientos, Cabanilles emplea todas las tipologías
tradicionales, pero las enriquece enormemente desarrollando una complicada
escritura contrapuntística, combinando en una misma pieza fragmentos de
diferente carácter, incorporando elementos de la toccata italiana, y llevando
el desarrollo melódico hasta un punto inédito en España, introduciendo un gran
número de figuras instrumentales. Su escritura delata también un conocimiento
de los procedimientos compositivos ligados a las figuras retóricas. La riqueza
figurativa se hace patente especialmente en las diferencias sobre danzas
(pasacalles, gallardas, folías, jácaras, paseos), basadas en la elaboración de
variaciones sobre un esquema que se repite de forma obstinada.
Los versos son piezas breves para intercalar con el canto
litúrgico. En la inmensa cantidad de ellos que se le atribuyen hace gala de una
gran variedad de procedimientos compositivos, resultando auténticas miniaturas
de gran calidad en las que desarrolla monográficamente un procedimiento determinado.
Cabanilles representa la culminación de la gran tradición
organística ibérica. Sigue las pautas creadas por los compositores precedentes,
pero a la vez las amplía y enriquece. Su escritura revela el conocimiento de la
música europea de su tiempo, al desarrollar procedimientos no empleados por sus
antecesores, especialmente la elaboración melódica mediante el desarrollo de
determinadas figuras instrumentales, y la disolución de la tipología habitual
del tiento —género habitual ibérico de la música de órgano— mediante la
yuxtaposición de secciones de escritura diferente, con o sin solución de
continuidad.
Desarrolla el contrapunto imitativo de forma magistral, y es
rico en ideas musicales. La cantidad de elementos ajenos al estilo tradicional
ibérico que Cabanilles introduce en su música lo acercan especialmente a la
música de autores suralemanes. Un hecho significativo es el que dos copistas
contemporáneos —uno de los cuales se declara alumno suyo— le atribuyen
erróneamente la battaglia del austríaco Johann Kaspar Kerll. Se puede probar
que en el círculo de sus alumnos se conocían las obras de autores del área
suralemana como Kerll y Froberger, pues hay composiciones de estos autores
copiadas junto a las del valenciano en al menos dos manuscritos de su época. No
es de extrañar la admiración de que gozó en su época y en las generaciones
inmediatamente posteriores, pues su música representa un gran paso adelante en
el panorama ibérico.
Sin embargo, el gran organista valenciano no llega a
apartarse de determinados moldes de tradición ibérica, especialmente en la
modalidad y en el contrapunto.
Hoy en día se le considera el último de los compositores
barrocos españoles que escriben en el estilo tradicional ibérico, decantándose
la generación inmediatamente posterior por un tipo de música que se aparta de
los moldes tradicionales, muy influida por los gustos italianos. Baste como
ejemplo el hecho de que a su muerte, su propio sucesor Vicente Rodríguez será
elegido entre otros aspirantes por dominar mejor la “música moderna”.
La música de Cabanilles se produce en un momento de
encrucijada de la música europea, período en el que se consolida la
independencia de la tonalidad instrumental, que desarrolla un lenguaje propio y
autónomo, se suceden planteamientos compositivos cada vez más verticales y se
prepara el advenimiento de la tonalidad moderna. A este respecto, y tal como se
ha expuesto, su música refleja esa crisis mirando, por un lado, al futuro y,
por otro, al pasado.
En definitiva, la gran importancia de Cabanilles reside en
que introduce en España unos cambios en consonancia con los que estaban
desarrollándose en Europa a finales del siglo xvii, y que, por tanto, otorgan a
la música española para órgano un lugar de pleno derecho en esa corriente con proyección
de futuro.
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Crespí, “Fuentes Manuscritas”, págs. 141-163, M. Torrent, “Registración e
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Cabanilles”, en Anuario Musical, n.º 53 (1998), págs. 111-164; “La
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música para órgano de Joan Cabanilles, tesis doctoral, Madrid, Universidad
Autónoma, 2003.
Miguel Bernal Ripoll
A continuación, lo recordamos en el día de su bautismo, con Tiento
10º, del Tercer Tono, en la interpretación del organista José Suarez.