Macedonio Alcalá Prieto nació en Oaxaca, México, el 12 de
septiembre de 1831, y murió en su ciudad, el 24 de agosto de 1869. Violinista,
pianista y compositor.
El sitio www.sacm.org.mx
publicó este recordatorio.
Macedonio Alcalá Prieto
Macedonio Alcalá Prieto, hijo de Antonio Alcalá Juárez y
María Guadalupe Prieto Acuña, nació en Putla, Villa de Guerrero, Oaxaca, el 12
de septiembre de 1831.
Pasó su infancia en medio de las labores del campo, en donde
no era muy común escuchar música, pero en cuanto tuvo la suerte de escucharla
se sintió irremisiblemente atraído hacia ella, por lo que siempre se esforzaba
para estar presente en cualquier reunión o evento social en donde la música
fuera protagonista.
Al llegar a la adolescencia decidió que su pasión por la
música era muy grande como para limitarse a sólo escucharla, por lo que buscó
la manera de estudiarla… Como las clases costaban tuvo que esforzarse mucho
para cubrir largas jornadas en el campo y poder pagarlas. Tomó clases
particulares de poesía, redacción, composición clásica y orquestación, y pronto
dominó varios instrumentos: piano, órgano, violín, viola, violonchelo,
contrabajo y guitarra.
Macedonio siempre sobresalió por su gran empeño y
dedicación, lo cual vio recompensado cuando el gobierno del estado de Oaxaca le
concedió una beca para continuar sus estudios en la Ciudad de México.
Tiempo después volvió a Oaxaca y se integró a la Sociedad
Filarmónica de Santa Cecilia, una institución que daba a conocer las obras de
los compositores regionales en las festividades religiosas y en diversos actos
públicos. Asimismo conseguía contratos temporales para tocar el piano o el
violín en diversos establecimientos, o el órgano en las parroquias.
Una vez más su entrega y profesionalismo recibieron una
merecida recompensa cuando lo nombraron director de la Banda de Música de
Oaxaca.
Para el año de 1850 ya tenía su propio conjunto musical que
tocaba en bailes, serenatas y fiestas particulares. Pronto se volvió muy
popular y había ocasiones en que tenía que desplazarse de un municipio a otro
el mismo día para amenizar fiestas y reuniones.
Ya para entonces el Mtro. Alcalá creaba sus propios temas,
principalmente valses, los cuales gustaban mucho y pronto su fama empezó a
crecer, por lo que sus contratos lo llevaban cada vez más lejos… Pronto llegó a
tocar a la capital, en donde fue reconocido como un compositor excelso.
Algunos años después se trasladó a la ciudad de Yanhuitlán,
Oaxaca, en donde empezó a llevar una vida más tranquila como profesor de
música. Más adelante se casó y tuvo hijos, y con el paso de los años su
situación económica se fue volviendo más y más precaria… Intentó volver a tocar
en eventos y fiestas, pero lo que ganaba no era suficiente para darle una vida
estable a su familia, lo cual le llevó a la depresión.
En donde se casó y tuvo tres hijos. Por aquella época,
alrededor de 1867, fue profesor de música en la Hacienda de la Concepción.
Aunque profesionalmente se desarrollaba bien, la música no
le permitía, situación que lo llevó a deprimirse y enfermarse, y después a
entregarse al alcohol, lo cual terminó por arruinarle.
Por más que buscaba alternativas, tocando en fiestas, reuniones
sociales y demás, el dinero no llegaba, y cuando llegaba, no alcanzaba… Se le
ocurrió entonces regresar a Oaxaca para buscar mejores oportunidades e inició
el viaje en compañía de su hijo José, pero no consiguió llegar, pues cayó
enfermo por un problema hepático causado por el alcoholismo.
Su familia lo alcanzó en la ciudad de Jalatlaco.
Desesperados, buscaron la ayuda de los hermanos de Macedonio, Nabor y Bernabé,
pero éstos se negaron a ayudarles.
Así, Macedonio y su familia ya habían perdido toda esperanza
cuando, milagrosamente, llegó la ayuda: la Sociedad de Santa Cecilia, integrada
por filarmónicos oaxaqueños, a la cual Macedonio había pertenecido, llegó al
rescate. Le enviaron un médico, medicinas y apoyo económico y espiritual por el
tiempo que fuera necesario para que se restableciera.
Y sucedió que, mientras el Mtro. Alcalá yacía convaleciente,
lo visitó un grupo de indígenas de un pueblo cercano. Se habían enterado que
era músico y lo contrataron para que les compusiera un vals en honor de la
virgen patrona de su pueblo.
Aunque seguía muy enfermo, Macedonio Alcalá se sintió
motivado por tener trabajo que hacer y puso todo su esfuerzo en la composición
de "Dios Nunca Muere", inspirado por la ayuda que sentía haber
recibido de Dios en esos momentos tan adversos.
Sorprendentemente, "Dios Nunca Muere" tuvo un
éxito rotundo desde la primera ocasión en que se tocó en público, y el pueblo
entero estaba tan agradecido con el Mtro. Alcalá que le brindaron toda la ayuda
necesaria para que terminara de recuperarse y concluyera finalmente su traslado
a la ciudad de Oaxaca.
Así, se estableció de nuevo en su ciudad natal, en donde
radicó el resto de su vida, que se apagó no mucho tiempo después, el 24 de
agosto de 1869.
Tras el fallecimiento de Macedonio Alcalá, su hijo José fue
recogido por su tío Bernabé, quien años más tarde cambió algunos compases del
vals "Dios Nunca Muere" y lo publicó con su nombre. José no se opuso
por lo mucho que le debía a su tío, pero afortunadamente los indígenas de
Tlacolula protestaron por el plagio, y demostraron que la composición era
original de Macedonio Alcalá.
Todavía al día de hoy, el vals "Dios Nunca Muere"
está considerado como el himno de Oaxaca, en donde todo aquel que lo escucha se
pone de pie desde los primeros compases.
El inspirado músico y autor, nació un 12 de Septiembre de
1831, en la bella capital del estado de Oaxaca. Sus padres. Fueron Antonio
Alcalá Juárez y Dona María Guadalupe Prieto Acuña, quienes se dedicaban a las
labores del campo...
Nuestro personaje fue un hombre del pueblo y un bohemio en
el concepto clásico, sencillo y bondadoso. Se cuenta que la alta sociedad y
todos los pobladores de Oaxaca, allá por los años que siguieron a la mitad del
siglo XIX, le tenían en gran estima; le guardaban admiración, respeto y
cariñosamente le llamaban como sus amigos y compañeros de arte, “Tío Macedas”,
esto escribió su paisano Humberto Muñozcano.
SU VIDA
Tenía 12 años de edad, cuando a Macedonio le empezó a llamar
mucho la atención la música, que era interpretada por las orquestas, cuando
estas ejecutaban obras de varios creadores mexicanos, como por ejemplo, valses
de Felipe Villanueva, Juventino Rosas, Abundio Martínez, Genaro Codina y
Narciso Serradell, entre otros.
Entonces al adolescente Alcalá Prieto, quiso aprender
armonía. Lo logró, trabajando y esforzándose mucho en las jornadas del campo,
para poder pagar sus estudios de música y composición, con profesores
particulares, quienes le enseñaron: poesía, redacción, composición clásica y
orquestación. Además aprendió a ejecutar los siguientes instrumentos.
Pasaron pocos años y empezó a ser contratado temporalmente
para tocar el piano. En otras ocasiones el violín y en otras más el órgano,
para las Parroquias de los barrios cercanos a su humilde hogar, donde vivió muy
feliz (a pesar de las carencias económicas) con su familia...
¡TRIUNFO COMO AUTOR!
En el año 1850 ya dirigía un pequeño conjunto de bailes,
palenques, serenatas y fiestas particulares. En muchas ocasiones el joven
Macedonio Alcalá, fue contratado junto con su orquesta, para amenizar alguna
reunión y fiestas el mismo día, por lo que tenía que trasladarse de un
Municipio a otro, del estado de Oaxaca, para cumplir sus compromisos
contraídos. Entonces su fama ya crecía.
Rápidamente pasó el tiempo... por su gran talento e
inspiración se convirtió en un célebre músico-creador, triunfando rotundamente
en todo México. Aún en pleno siglo XXI, todavía se escucha por doquier, en
cualquier parte del mundo y con diversos intérpretes instrumentales, su
exquisita diversidad de obras, que forman un abanico de bellos arreglos
orquestales. Un ejemplo es su inmortal vals “Dios Nunca Muere”, que se sigue
ejecutando, no obstante que ya han transcurrido ciento treinta y siete años de
su fallecimiento...
Después nuestra destacada figura, recorrió junto con su
orquesta muchos estados de la República Mexicana, donde siempre tuvo sonados
éxitos. En cierta ocasión, fue contratado en un restaurante de lijo, en la
“Bella Airosa” Pachuca, Hidalgo, donde estuvo trabajando por espacio de siete
meses; de ese lugar se dirigió a la Ciudad de los Palacios, donde al
interpretar su famoso vals cautivó a los capitalinos, siendo reconocido como un
por tan bellos temas musicales.
VIVIO EN LA MISERIA
“Dios Nunca Muere”, es una sentida obra de una triste
historia del autor, que generalmente se esquiva al darle el sello de merecida
inmortalidad al creador del referido vals y muchísimas piezas más, pues el
maestro Alcalá, después de sus triunfos por doquier y sobresaliente labor en la
música, de repente “se le volteo la suerte”, y acosado por la miseria, tuvo que
regresar a su estado natal, junto con su abnegada mujer y sus tres hijos: José,
Ignacio y Soledad, derrotado, enfermo, delicado de salud, sus pies sin poder
sostener su cuerpo y menos trabajar...
Macedonio Alcalá, llegando a su entrañable tierra, como
pudo, buscó donde vivir, apoyándose con un viejo bastón, y los pocos centavos
que tenía, encontró un lugar al lado de la Iglesia de las Nieves, se trataba de
un misérrimo cuartucho donde se refugió con su amada esposa e hijos. Casi
acabado por la tuberculosis, con solo treinta y siete años de edad, su mujer le
improvisó una cama de madera, y por colchón le puso un petate. Su desesperada
compañera a gritos pedía ayuda... La noticia de su regreso al estado de Oaxaca,
llegó a oídos de sus pocos pero leales compañeros de la Sociedad Filarmónica
Santa Cecilia, de la que en 1859 fue uno de los fundadores y mediante el
maestro Cosme Velásquez, quien había sido pianista de las orquestas del
inspirado artista, la agrupación le hizo llegar médico, medicinas, algo de
dinero, ropa de cama y dos colchonetas gruesas forradas de lana...
ANÉCDOTA DEL VALS
“DIOS NUNCA MUERE”
*Anécdota: Relatan sus biógrafos, que su compadre, el
flautista José Maqueo, cierta ocasión lo fue a visitar. Platicaron más de dos
horas, y su “compa” al despedirse, sin que se diera cuente el destacado
maestro, bajo la almohada, le dejó cuarenta pesos... Al día siguiente, nuestro
célebre personaje, encontró el dinero y con frases poco perceptibles por su
enfermedad, pidió rápidamente a su esposa Isabel, una pluma, tinta y papel
pautado, inmediatamente empezó a escribir... y le expresó a su mujer: “Mira,
Dios Nunca Muere, nuestro Padre siempre consuela al afligido”.
Entonces el inmortal poeta y músico Macedonio Alcalá, con
mano trémula y temblorosa, con mucho esfuerzo y gran inspiración compuso su
bello vals “Dios Nunca Muere”... Después llamó a uno de sus hijos, y le dijo:
“llévaselo a Maqueo, con toda mi gratitud”. Pocos días después, dejó de existir
el “Tío Macedas”...
Por otra parte con la formación de la Sociedad Filarmónica
Santa Cecilia (SFSC), el famoso compositor y otros de sus compañeros, reunieron
a todos los músicos oaxaqueños para trabajar en Cooperativa, teniendo en donde
ganar unos cuantos pesos seguros... Entonces laboraban en fiestas, serenatas,
bodas, cumpleaños, bautizos, confirmaciones, quince años, primeras comuniones,
etcétera.
SU OBRA MUSICAL
Su catálogo incluye más de cincuenta temas entre valses, marchas, danzas, mazurcas, pasodobles... De su creatividad musical, destacan las siguientes piezas: “Acuérdate de mí”, “Crepúsculo”, “Cielo y Tierra”, “Decídete”, “Dios Nunca Muere”, “Se casaron”, “Isabel”, “Quiéreme así”, entre otras... El distinguido maestro fundó e impulsó a seis orquestas para que salieran del estado de Oaxaca, entre ellas, la que el dirigía, para otras tierras, como: Veracruz, Chiapas, Chihuahua, Guerrero, Puebla, Hidalgo, Toluca, Tlaxcala y la Ciudad de México.
PASO A OTRA DIMENSIÓN
A LOS 38 AÑOS DE EDAD
El excelso maestro Macedonio Alcalá Prieto, falleció en la
capital de Oaxaca, el 23 de agosto de 1869, víctima de tuberculosis, a los 38
años... Dejó viuda a Isabel Martínez y en la orfandad a sus tres Hijos: José de
12, Ignacio de 10 y Soledad de nueve años de edad, respectivamente.
Fue sepultado con honores, en el Panteón de Oaxaca. Al bajar
su ataúd a su última morada, sonaron los acordes de su inmortal vals “Dios
Nunca Muere”, interpretada por una de las orquestas de la región, la cual fue
dirigida por su compadre José Maqueo, quien lloraba como un chiquillo...
Mucho después de su muerte, los herederos del laureado
artista, registraron toda su obra en la Sociedad de Autores y Compositores de
Música (SACM), correspondiéndole en dicha agrupación (fundada en 1945), el
número de Socio 1135.
Sus temas, merecidamente se encuentran entre las Páginas de
Oro de Nuestro Cancionero Mexicano...
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con Dios nunca muere en la interpretación de Pedro Infante.