Ramón Barce Benito nació en Madrid, España, el 16 de marzo de 1928, y murió en su ciudad, el 14 de diciembre de 2008. Compositor, traductor y ensayista.
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publicó este recordatorio firmado por Ángel Medina Álvarez.
Ramón Barce Benito
Biografía
Barce Benito, Ramón. Madrid, 16.III.1928 – 14.XII.2008.
Compositor, traductor y ensayista.
Nació en Madrid el 16 de marzo de 1928. Comenzó su formación
musical casi exclusivamente de forma autodidacta hasta su ingreso en el
Conservatorio de Madrid, después asistió en Darmstad, Alemania, a los cursos de
Olivier Messiaen y György Ligeti. Compatibilizó su etapa en el conservatorio
con sus estudios de Filosofía y Letras, en la Universidad Central de Madrid,
disciplina en la que se doctoró en 1956. Se dedicó a la docencia en las
enseñanzas medias y desde 1959 fue catedrático de Literatura Española. Fue
miembro de la Generación de 1951 y estuvo presente en algunos de los grupos y
movimientos más destacados de las últimas décadas del siglo XX en España. Así,
el Grupo Nueva Música (1958), que surgió a raíz precisamente de un homenaje al
crítico Enrique Franco, promovido por el compositor. Del mismo modo, la revista
y conciertos Sonda (1967-1974), de vida más bien irregular, pero, especialmente
en el caso de la revista, de importancia fundamental para historiar esa etapa.
Cabe recordar igualmente su participación en la fundación y en la autoría de la
denominación del grupo Zaj (1964) así como los esfuerzos conducentes a la
creación de la Asociación de Compositores Sinfónicos Españoles (1976), de la
que fue su primer presidente.
Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Central de
Madrid, y reputado traductor, ha vertido del alemán al castellano un amplio
número de libros y tratados, como la Armonía y El estilo y la idea, de Arnold
Schoenberg, Claude Debussy, de Strobel; El teatro y el cine, de Fedor Stepun;
Contribuciones al estudio de la modulación, de Max Reger; La música de los
árabes, de Hassan Habíb Touma; La idea de la música absoluta, de Carl Dahlhaus;
y de Kurt Blaukopf, Heinrich Schenker, Alois Haba o Walter Piston, entre otros.
Sus numerosos escritos han tocado temas muy diversos, como
el simbolismo de la música, la obra abierta, la sociología de la música o la
zarzuela. Ejerció la crítica y el comentarismo musical en diversos medios
periodísticos. Aunque con menos proyección, Barce tiene también una faceta como
autor literario. Su Tiempo de tinieblas y algunas sonrisas es una recopilación
de cuentos escritos (y en algunos casos publicados) entre 1964 y 1983.
Un amplio catálogo de obras otorga a su dedicación
compositiva un valor que, con todo, no fue reconocido hasta fechas bastante
tardías. Fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde
leyó su discurso de ingreso en enero de 2001, Medalla de Oro del Círculo de
Bellas Artes de Madrid y Premio Nacional de Música, entre otras distinciones y
reconocimientos. Sus obras se han estrenado en numerosos países ha recibido
encargos compositivos de prestigiosas instituciones.
Sus primeras obras, de fines de los cincuenta, tienen una
clara orientación expresionista. Barce se inicia en la composición
prescindiendo de elementos neopopulistas, tan en boga por entonces en España.
Las audiciones de Hindemith, Scriabin y algunas obras de Schoenberg ya están en
la base de su primera producción, de cuño atonal. La Canción blanca, de 1958, cuyo
texto se debe a la poetisa Elena Andrés, puede servir de ejemplo. El Cuarteto
n.º 1 representa el momento más brillante de esta etapa de formación. Como el
propio autor señala, en un autoanálisis publicado en La Estafeta Literaria de 1
de junio de 1961, “los elementos expresivos alcanzan una densidad que corría el
riesgo de una exasperación expresionista y turbulenta. De manera automática e
intuitiva [...] compensé este desbordamiento con una organización sonora
exhaustiva que entreteje y relaciona hasta la mínima unidad musical”. Por eso,
Tomás Marco asegura en su libro Música española de vanguardia que Barce es “el
autor más temprana, profunda y largamente expresionista producido por la música
española”, tendencia que se iba a aminorar en las décadas siguientes. “En
líneas generales —escribe Barce en el citado autoanálisis— mis intenciones
estéticas podrían resumirse así: creación de estructuras sonoras perceptibles y
expresivas con formas fluyentes y temporalmente flexibles”. Sus Objetos
sonoros, de 1963, y el quinteto de viento Parábola pueden ejemplificar
respectivamente las mencionadas líneas estéticas.
De 1964 a 1966, Ramón Barce se integra en el grupo Zaj, del
que es cofundador, una iniciativa artística sumamente novedosa para el estadio
de la música de aquellos años. Como escribió Juan Hidalgo, en el número 51 de
la revista Arteguía: “Zaj, que fue siempre una posibilidad omnidireccional en
el intemporal, se temporalizó en Madrid como tal en julio de 1964 a través de
Walter Marchetti y de mí mismo bajo la inteligente sonrisa y el sutil destello
de Ramón Barce”. Este grupo de teatro musical, próximo pero diferenciado del
movimiento internacional Fluxus, haría su presentación en Madrid, con el apoyo
de Dido pequeño teatro, en noviembre de ese mismo año, con un concierto en el
que registramos dos títulos de Barce: Estudio de impulsos y Abgrund,
Hintergrund a los que habría que añadir Traslaciones y el Coral hablado, que
otorga carácter musical a la palabra hablada. En los años sesenta Barce indaga
también en los problemas de la obra abierta, como se puede ver en Canadá trío,
o en su Concierto para piano. Una celebrada búsqueda en la música gráfica, como
forma extrema de la música abierta, es su Síntesis de Siala.
Precisamente en este período tan experimental, Barce
encontrará un sistema armónico que informará su producción musical hasta el
presente. Es el sistema de niveles, que resume lo ya dicho en otros de nuestros
escritos. Como es sabido, el sistema tonal está basado en la jerarquía de los
grados de la escala, determinante para las funciones armónicas, mientras que un
atonalismo radical haría desaparecer cualquier tipo de jerarquía de unos grados
respecto a los otros. El problema planteado es de índole perceptiva, pues la
desjerarquización comporta también la ausencia de referencias u horizontes
acústicos, necesarios para encauzar la audición.
Lo que propone Barce es establecer un sistema en el que se
suspendan las funciones jerárquicas manteniendo, sin embargo, la significación
acústica o referencial de determinadas notas. Estas notas serían las notas
niveles. A partir de cada nota nivel se construyen unas escalas cromáticas en
las que se suprimen las quintas superior e inferior. Otro de los recursos del
sistema es la existencia de cuatro modos por nivel. Los mecanismos de la
percepción son favorecidos por cualquier tipo de horizontes sonoros,
recurrencias, posibilidad del recuerdo y de la premonición y están contemplados
también en el sistema.
“Habría que distinguir —señala Barce en una entrevista para
el número 33 de Musica/Realtà— entre serialismo y composición con doce notas.
Digamos que son cosas que no tienen nada que ver, o mejor que tienen un punto
de confluencia. El serialismo sería un procedimiento de ordenación con doce y
otro número de notas, que yo no creo que sea especialmente importante [...]
pero la composición con doce notas me parece absolutamente vital, me parece una
especie de marcha inexorable del lenguaje.” En la mencionada entrevista Barce
exponía su visión con toda claridad: “Creo también en la organización
escalística, que es otro detalle no ortodoxo en el serialismo, pero me parece
que la escala dodecafónica no es una escala, pues lo que caracteriza a una
escala es una combinación especial de pasos de distinta anchura. Y, naturalmente,
una escala que consiste en una sucesión de semitonos es más bien un continuum”,
para concluir en que “las combinaciones entre pasos de tono, semitono, y acaso
tono y medio, características de los numerosísimos tipos de escala, son
variantes que no entorpecen la idea de homogeneidad, pero que no la
hipertrofian, como ocurriría en una simple sucesión de semitonos, ni tampoco la
echan por tierra, como ocurriría en la sucesión difícilmente homogeneizable de
la serie”.
De junio a octubre de 1965, Barce escribe los Nueve
preludios, obra para piano donde se plasma por vez primera el sistema de
niveles. Un ejemplo fácilmente analizable del sistema de niveles es la pieza
titulada Períodos en nivel Re, de 1967, escrita para flauta y piano. Los 48
preludios para piano son la ejemplificación sistemática del sistema en todos
sus modos y niveles. Los preludios fueron escritos desde 1974 hasta 1983, y
recorren los doce sonidos de la escala, en número de cuatro por cada nivel,
atendiendo precisamente a los cuatro modos propios de cada nivel en este
sistema.
Imposible resumir aquí la significación de las numerosas
obras de su catálogo, pero no puede dejarse de mencionar su peculiar conciencia
instrumental. Barce insistió numerosas veces en su gusto por la transparencia
de la textura, en la belleza constructiva que guardan las polifonías
franco-flamencas, con sus voces tan admirablemente individualizadas. Su
reflexión sobre la esencia de la orquesta sinfónica no podía ser, por otra
parte, menos conformista. Crítico con un objeto de trabajo decimonónico, llevó
incluso a la plantilla orquestal procedimientos que anulan la funcionalidad
clásica de la orquesta sinfónica al convertirla en una especie de sumas en
constante variación de pequeños grupos de cámara. Obras como los diversos
cuadernos de Nuevas polifonías, o, ya en la orquesta, Las cuatro estaciones o
la segunda de sus sinfonías pueden dar fe de dicha concepción instrumental.
Llama la atención en Ramón Barce su ser cambiante o, como
dice Tomás Marco, “multiforme”. En un cartón zaj escribía: “Toda frontera
(también las del Arte, y en este caso las de la música) es simplemente una
línea que nos separa del terror. Precisamente por esto, toda frontera debe ser
atravesada”. La curiosidad, incluso el riesgo, es la base de la creación. El
compositor lo expresa, en su Música abierta, ventana al infinito (recogido en
Fronteras de la Música), con estas palabras: “Para muchos espíritus, tal
revulsión (la motivada por la duda crítica y constante) ofrece unos caracteres
demoniacos que amenazan dar al traste con toda la civilización; estos espíritus
se han instalado en la orilla tranquila del pasado y contemplan con asombro y
temor cómo más allá de esas orillas los hombres y los pueblos pierden su vieja
seguridad, su ‘casa duradera’ que a menudo no era sino ilusión, o justificación
por la inercia de una situación injusta para buscar problemáticas tierras de
promisión, en ese eterno esfuerzo de la humanidad hacia la felicidad que tan
bella y profundamente ha descrito Bloch. Esta búsqueda no es caprichosa, sino
fatal porque la sola continuación de la vida engendra siempre problemas nuevos
que no pueden ser resueltos con normas antiguas.” Varias sinfonías y un amplio
número de composiciones camerísticas —género que encarna los más profundos
ideales del compositor— conforman un catálogo que la bibliografía citada sólo
recoge de manera parcial, por razones de fecha de publicación. En los comienzos
del siglo XXI su actividad creadora no decayó. Algunas nuevas inquietudes
formales vinieron también a sumarse a las bases de su sistema de niveles. Por
ejemplo, la consideración de que la base rítmica de la música occidental puede
enriquecerse con determinadas transculturaciones. En 1998, en el prólogo a su
traducción de La música de los árabes, de H. Touma, escribe: (en la música
árabe) “he advertido otros rasgos que me han interesado para mi música,
especialmente para el intento de liberar la rítmica del esquema occidental, y
así los he utilizado en Secuencias para cuerda y en los Quintetos sobre ritmos
autónomos”. Los últimos estrenos, ya en el siglo XXI, muestran a un compositor
en la plenitud de sus recursos, fiel a sus principios armónicos (pero innovador
en sus inquietudes estéticas) que es capaz de adaptar a un discurso más sereno
y dulcificado, no exento de rasgos de humor.
Obras de ~: Cuarteto I, 1958; Sonata I para violín y piano,
1959; Quinteto, 1961; Objetos sonoros, 1963; Canadá trío, 1968; Nuevas
polifonías I, 1971; Concierto para piano y orquesta, 1974; Concierto de Lizara
V, 1977; Oleada, 1982; Nuevas polifonías II, 1985; Bosque abierto, 1993;
Cuarteto de cuerda XI, 1999; Sinfonía n.º 6, 1999; Sonata para piano n.º 3,
2000; Passacaglia, 2003; Sonata para viola, 2004.
Escritos: “Autoanálisis”, en 14 compositores españoles de
hoy, Oviedo, Publicaciones de la Universidad, 1982; Fronteras de la música,
Madrid, Real Musical, 1985; “Tradición y modernidad”, en programa de Otelo de
Verdi, Madrid, Teatro de la Zarzuela, 1985; “Convención e innovación”, en
programa del Festival de Otoño, Madrid, Comunidad de Madrid, 1988; “Sistema y
elección en la composición musical”, Primer Encuentro sobre composición
musical, Valencia, Instituto Valenciano de Artes Escénicas, Cinematografía y
Música, 1989; “L’avangarda i jo”, en Revista Musical Catalana (Barcelona), 59,
1989; “Crónica esquemática de un conflicto generacional”, en Joaquín Rodrigo.
90 aniversario, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), 1991;
Boccherini en Madrid (Primeros años: 1768-1779), Madrid, Instituto de Estudios
Madrileños, 1992; “El libreto. Estudio literario”, en F. A. Barbieri, Jugar con
fuego, Madrid, Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU), 1992;
“Sociología de la música”, en Boletín Informativo FM (Madrid), 219 (1992);
“Arte naíf, niños y prodigios”, en Actas del XV Simposio Nacional “La Educación
elemental”, Madrid, 1993; “Boccherini: 250 años”, Madrid, programa Ciclo
Bocherini, Radio 2, 1993; “El folklore urbano y la música de los sainetes
líricos del último cuarto del siglo XIX: la explicitación escénica de los
bailes”, en Revista de Musicología (RM) (Madrid), XVI, 6 (1993); “Sociología,
poética y ética”, en Scherzo (Barcelona), 77 (1993); “Algunos caracteres de la
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(1993); “Un passeig per l’illa sonora, Federico Mompou”, Barcelona, 1993;
“Profilo ideologico di Manuel de Falla”, en Musica/Realtà (Milano), 42 (1993);
Actualidad y futuro de la zarzuela. Actas de las jornadas celebradas en Madrid
del 7 al 9 de noviembre de 1991, coord. por ~, Madrid, Ed. Fundación Caja Madrid,
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191 (1997); Naturaleza, símbolo y sonido, Madrid, 2001; Crítica y Musicología:
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Barce: una voce riflessiva nella musica spagnuola”, en Musica/Realtà, 33, XII
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compositores de la SGAE, 1991; A. Charles, “Ramón Barce, un compositor entre la
vanguardia y un lenguaje personalizado”, en Anuario Musical (Consejo Superior
de Investigaciones Científicas), n.º 52 (1997); A. Medina, “Barce Benito,
Ramón”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música
Española e Hispanoamericana, t. II, Madrid, SGAE,1999; T. Catalán, Sistemas
compositivos temperados en el siglo XX, Valencia, Institució Alfons el
Magnànim, 2003.
Ángel Medina Álvarez
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento, con Tango para Yvar, en la versión de Fermin Bernetxea.