El sitio www.loslatidosdeljazz.com
publicó este recordatorio.
Tony Jackson
«Professor» de Storyville (Nueva Orleans)
Al final del siglo XIX la prostitución campaba a sus anchas
por toda la ciudad de Nueva Orleans y todas esas reinas del pecado, así como
sus súbditas, no se esforzaban lo más mínimo en ocultar sus negocios o en
exhibir una conducta decente ante sus vecinos, sino más bien todo lo contrario.
Además, media ciudad se beneficiaba directa o indirectamente de la prostitución
.
Primero de todo tenemos a los proxenetas o a las “madames”
que controlaban a las profesionales. Luego están las personas que alquilaban
cuartos o casas a precios desorbitados; los policías que por una buena propina
miraban siempre hacia donde no pasaba nada; los doctores y enfermeras
especialistas en las enfermedades de la piel; los vendedores de productos de
alimentación; de bebidas alcohólicas, de muebles y objetos de regalo, de ropa
de calle y sobre todo interior para las señoras y señoritas; los traficantes y
vendedores de droga; los abogados con sus plumas de firmar; los propietarios de
lavanderías; los cocineros, los pinches y los chicos de los recados; los
camareros; y por último los músicos. En definitiva, casi todo el personal
sacaba algo de tajada del negocio que dos mil prostitutas movían diariamente en
la ciudad de Nueva Orleans.
Familias respetables que habitaban barrios respetables
tenían que tapar los ojos a los más pequeños para que no vieran el espectáculo
que se organizaba en la puerta al lado de su casa con la entrada y salida de
mujeres desvergonzadas del brazo de hombres medio borrachos y faltones. Era
evidente que toda esa gente había creado una situación intolerable en la ciudad
y que era del todo punto necesario emprender alguna acción y no sólo un
compromiso para acabar con la lacra de la prostitución.
Fue entonces cuando un loable miembro de la comunidad, que
había estudiado el problema de la prostitución en varios viajes a Europa,
propuso una solución para que la mayor parte de la ciudad se viese liberada de
la plaga del vicio y del pecado. El remedio que Alderman Sydney Story presentó
a las autoridades consistió en elegir un distrito dentro de la ciudad en el que
allí y sólo allí se pudiera ejercer la prostitución.
Aunque el Sr. Story tuvo algunos detractores logró sacar
adelante su proyecto y la prostitución quedó delimitada al área comprendida
entre North Robertson y North Basin Street y desde Customhouse a St. Louis
Street donde estaban ubicados 38 bloques de casas. Esta ley entró en vigor el 1
de enero de 1898, siendo ratificada por el Tribunal Supremo en octubre del mismo
año. El negocio del sexo jamás estuvo tan controlado en Nueva Orleans (ni en
todo EE.UU.) como en los 20 años que estuvo en vigor la ley que puso en
práctica el Sr. Story.
La prensa bautizó a esa parte de la ciudad como Storyville,
aunque también se la conoció como “The District”.
Para centrarnos en la música que se interpretaba en
Storyville debemos separar en dos sus diferentes negocios. Por un lado, los
cabarets y las salas de bailes y por otro lado los elegantes y sofisticados
burdeles.
Entre los primeros estaban cabarets como el “Tom Anderson’s
Annex, el Pete Lala’s Café o The Big 25 y salas de baile como el “Tuxedo Dance
Hall” o el Eddie Groshell’s Dance Hall. En estos establecimientos las
formaciones de músicos que contrataban iban desde un trío hasta un quinteto o
sexteto.
En los más lujosos burdeles, como el Mahogany Hall de Lulu
White, el Countess Willie V. Piazza’s o el Hilma Burt’s se contrataba
únicamente a un pianista al que llamaban “professor”.
Los “professors” eran los mejores pianistas de Nueva Orleans
y su misión consistía en tocar en unas salas determinadas de los burdeles a las
que llamaban “parlors”. En ellos era donde el cliente y la prostituta tenían un
primer contacto mientras bebían unas copas de champán a precio de oro (existen
testimonios de “madames” en los que atestiguaban que ganaban más dinero con la
bebida que se consumía en el prostíbulo que con que con la práctica del sexo).
La música que interpretaban los “professors” era de todo
tipo: ragtimes, blues, arias, valses, polcas, canciones populares…
El guitarrista y banjoísta de Nueva Orleans, Johnny St. Cyr
nos dejó su testimonio sobre los citados «professors»:
«Ellos eran los que más dinero ganaban. Únicamente gente con
los bolsillos llenos de dinero iba a esos lujosos burdeles y si se encontraban
con una atmósfera que les gustaba a los primeros que daban generosas propinas
era a los pianistas. Ellos podían sacarse en una noche entre quince y dieciocho
dólares y el trabajo no era demasiado duro. Eran como auténticos lobos, cada
penique que rondaba por allí, ellos lo cogían. Todos los “professors” eran más
ricos y vivían mejor que todos nosotros, los músicos de una banda”.
Los principales «professors» que llenaron con sus
pianísticas notas los «parlors» más suntuosos de los más opulentos burdeles de
Storyville fueron los siguientes: Manuel Manetta, que comenzó su carrera en la
mansión de la condesa Willie V. Piazza donde aparte del piano tocaba al el
trombón y la trompeta. Kid Ross, que fue el único «professor» blanco, en los
veinte años de historia del distrito, que prestó sus servicios en él por
dinero. Durante varios años fue el pianista residente del local de Lulu White.
La bellísima y atildada Mamie Desdounes fue la única mujer «professor» y aunque
tenía cortados dos dedos de su mano derecha interpretaba como nadie los blues.
Su presencia no era bien recibida por las pupilas de Lulu White cuando ésta la
contrataba para que mostrara su arte en Mahogany Hall. Alfred Wilson a quien
Jelly Roll Morton le llamaba “El pobre Alfred Wilson” ya que las mujeres no le
dejaban en paz haciéndole casi imposible su trabajo y acabó fumándose toda la
marihuana que pudo encontrar. Buddy Carter, John The Baptist, Alfred Cahill
todos ellos dignos «professors» que pusieron su grano de arena en hacer más
divertidas y alegres las noches de Storyville.
El “professor” más conocido fue sin duda Jelly Roll Morton
al que dediqué hace unas cuantas semanas un artículo en el que me centré en su
época de pianista en Storyville. Lo titulé “La Nueva Orleans de Jelly Roll
Morton”.
El hecho de que Jelly Roll sea el “professor” más conocido
no significa que fuese el mejor, como él mismo lo reconoció:
«El espectáculo que ofrecía Tony Jackson junto a su piano
fue el más grande que uno podía disfrutar en el mundo entero. Nadie poseía su
memoria musical. No había canción proveniente de una ópera o de cualquier show
o escrita en cualquier partitura que Tony no pudiera tocar de memoria. El
poseía, también, una maravillosa voz y una buena tesitura. Su voz cantando un
aria de una ópera sonaba exactamente como la de un cantante de ópera. Si
interpretaba un blues sonaba igual que un cantante de blues… Tony era uno de
esos caballeros que mucha gente diría que ‘tenía pluma’… y quizás esa fue la
causa para desplazarse a Chicago en 1906. Él buscaba allí una mayor libertad…”.
En una casa sita en Amelia Street de Nueva Orleans vino a
este mundo Tony (Antonio) Jackson jr. el 5 de junio de 1876. Su padre fue un
pescador oriundo de Richmond, Virginia y su madre una trabajadora doméstica.
Tuvo cuatro hermanas mayores y una madre muy posesiva y todas ellas pensaron
que el ambiente que se vivía en la vecindad era demasiado rudo para Tony por lo
que pasó toda su niñez, prácticamente recluido en su casa como si se tratase de
un prisionero.
Aunque la música nunca estuvo presente en su familia, Tony
se enamoró del sonido del viejo armonio que escuchaba en casa del vecino. Llegó
a una entente con él convirtiéndose en una especie de “chico para todo” con tal
de que le dejara practicar con el viejo instrumento, algo a lo que se dedicó
con ahínco hasta los trece años.
Al llegar a esa edad
tuvo su primer encuentro con un piano de verdad en un «saloon» y gracias a Adam
Oliver. Este señor era peluquero (se supone que la familia de Tony serían
clientes suyos) y además dirigía una banda en Nueva Orleans. Gracias a sus
contactos consiguió que Tony practicara con el piano en el citado saloon, que
estaba ubicado justo en la esquina donde Oliver tenía su negocio, desde
primeras horas de la mañana hasta justo antes de la apertura del local.
Prácticamente no existe transición del Tony Jackson
“aprendiz de pianista” al profesor Tony Jackson, ya que con quince años su
nombre estaba ya en boca de todos los «professors» y músicos en general de
Nueva Orleans y éstos no podían creerse lo que oían y veían:
George Baquet (1883-1949), clarinetista:
“Tony empezaba a tocar un cakewalk en el piano, de repente
saltaba sobre el taburete y empezaba a bailar encima – y nunca paraba de tocar
– ¡y cómo lo tocaba, tío! Nadie tocaba como él”.
Manuel Manetta (1889-1969), pianista, corneta, saxofonista y
professor:
“Tony estuvo ahí arriba desde que empezó a tocar. Todos le
escuchábamos. Nadie podía ganarle. ¡Él lo tocaba todo! Blues, opera, cualquier
cosa”.
Paul Barbarin (1899?-1969), baterista:
“Cantar, tío, como un pájaro. Él era lo que llamamos un
hombre-espectáculo. Por eso le contrataban. Si alguien te dice que existía
alguno que lo hacía mejor, no te lo creas nunca. ¡Eso es lo que hay! ¡El
mejor!”.
Johnny St. Cyr (1890-1966), banjoista:
“Realmente el mejor pianista que teníamos en Nueva Orleans
era Tony Jackson, si le exceptuamos, el que le seguía era Jelly Roll”.
Estos son solo algunos ejemplos – en este caso extraídos del
libro de Al Rose “Storyville: New Orleans” – de las opiniones que tenían los
compañeros de Tony Jackson sobre sus excelencias como intérprete. Pero aún nos
queda una faceta musical del pianista de la que aún no hemos hablado y que en
ella también fue el mejor.
Jelly Roll Morton le relató a Alan Lomax en sus
conversaciones en la Biblioteca de Congreso de los U.S.A en 1938 lo siguiente:
“Tony tocaba un tipo
de melodías muy especiales en las ‘sporting houses’ que las chicas denominaban
‘naked dances’ (danzas del desnudo). Y verdaderamente se desnudaban, ya que se
quedaban sin nada.
Por supuesto bailar bien las naked dances fue algo para lo
que se requería, o al menos eso pensábamos, una cierta habilidad, ya que su
ejecución terminó convirtiéndose en un verdadero arte en Nueva Orleans. Algunas
de esas melodías las tocábamos todos los pianistas, pero todas ellas se debían
a Tony Jackson, que era el mejor interpretando ese tipo de canción”.
No ha sido posible conocer si fueron las chicas de los
burdeles las que le indicaron a Tony Jackson cómo querían que él tocara la
“naked dance” mientras ellas realizaban sus stripteases o bien ellas la
eligieron de entre los cientos de melodías que él tenía en su cabeza, sin
modificación alguna.
Fuera como fuese, Jelly Roll Morton rindió un homenaje a
Tony Jackson y a sus “canciones para desnudarse”, componiendo una melodía a la
que tituló “The Naked Dance” basándose en las que interpretaba el gran “professor”
en los tiempos de Storyville. Jelly grabó la canción en 1939 y su escucha nos
da una idea de la estética musical que rodeó a aquellos tempranos stripteases.
Tony Jackson abandonó Nueva Orleans en 1909, unos años antes
del cierre de Storyville, y fijó su residencia en Chicago. Allí también
encontró trabajó en los prostíbulos más elegantes, como el Elite Club en el que
lideró a un pequeño grupo, aunque lo habitual era que actuara como solista.
Dejó este mundo en Chicago el 21 de abril de 1921.
Es una grandísima pena que no haya quedado para la
posteridad ningún testimonio grabado de Jackson para poder percatarnos de sus
habilidades pianísticas y vocales, pero existe al menos una canción compuesta
por él que ocupa un lugar en la historia de la música y también en la del
Séptimo Arte. Las crónicas nos cuentan que Tony Jackson compuso la canción
“Pretty Baby” en el piano que tenía el “My Place Saloon”, propiedad de Frank
Early, ya que el pianista vivía en un piso situado encima del citado “saloon”.
En el año 1978 el director de cine francés, Louis Malle,
hizo su particular desembarco en los EE.UU., dirigiendo una película cuyo
argumento se desarrollaba en un burdel ficticio de Storyville en el año 1915 es
decir dos años antes de su desaparición.
El film nos relata la relación de la hija de una de las
prostitutas del lupanar con un hombre mayor. La protagonista fue una
jovencísima y desconocida hasta entonces Booke Shields que a partir de su
aparición en esta película empezó su ascensión al estrellato. El papel del
hombre maduro le correspondió a Keith Carradine, que encarnó a un personaje
real de aquellos días, al fotógrafo Ernest J. Bellock.
El director Louis Malle tituló a su película “Pretty Baby”
(La Pequeña), que también es el título de la canción más famosa de Tony
Jackson. Por si hubiese dudas la melodía “Pretty baby” forma parte de la banda
sonora de la obra.
La canción de Tony Jackson no se publicó hasta el año 1916
que fue cuando Gus Kahn le escribió una letra a la melodía. También apareció
como por encanto el nombre del músico y editor musical Egbert Van Alstyne como
co-compositor del tema, cuando no escribió ni una sola nota de “Pretty baby”,
así estaban por entonces las cosas que rodeaban a los copyrights. El tema se
incluyó en la revista de Broadway “The Passing Show of 1916” y a partir de ahí
adquirió la suficiente fama como para que se siga interpretando en nuestros
días, convertido ya en todo un standard de la música norteamericana.
“The Passing Show of 1916” fue una revista musical en dos
actos que se estrenó en el Winter Garden Theatre de Broadway el 22 de junio de
1916 y llegó a 140 representaciones.
Tony Jackson fue un extraordinario y completísimo pianista,
a la vez que compositor y letrista. Así como un artista de entretenimiento. Su
nombre deambula como un fantasma entre las páginas de ese libro que contiene la
Historia de la Música Norteamericana. Lo cual es una pena.
El libro de Al Rose que he mencionado anteriormente recoge
el testimonio de un turista que paseaba por Storyville:
“Escuché de repente una música que salía de una ventana que
supuse era el “parlor” del establecimiento de la “madame”, Antonia González. La
manera de interpretarla y de cantarla era muy diferente a lo que yo había
escuchado hasta entonces. El canto estaba recubierto de una salvaje seriedad.
Las notas altas o bajas, rápidas o lentas las ejecutaba perfectamente
armonizándolas con la “performance” que ejecutaba con el piano. Mientras
permanecí allí escuchando se acercó otra persona – que luego resultó ser otro pianista
de nombre Kid Ross – y tuvimos una corta conversación. Yo le pregunté: ¿Cuál es
el nombre del músico que está haciendo todo eso? indicándole el sonido que
salía por la ventana. Tony Jackson – él me respondió – conoce miles de
canciones”.
Os dejo la canción de Tony Jackson interpretada por los
británicos Chas and Dave, aunque es un dúo pop realiza, de vez en cuando,
inmersiones en el music hall. Después de 18 años sin sacar disco alguno en
estudio nos sorprendieron en 2013 con el titulado “That’s What Happens” en el
que retoman el tema “Pretty Baby” de Jackson.
El 4 de abril de 1917 se produjo la entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, que había comenzado en el año 1914.
Esta nueva situación dio lugar a que se dictaran leyes que
directa o indirectamente afectaban a la contienda y a sus protagonistas.
Una de ellas se promulgó en agosto de 1917 y decretaba que
todo centro de prostitución debería estar alejado por lo menos cinco millas de
cualquier acuartelamiento o base militar.
A finales de ese mismo mes Bascom Johnson, representante del
Departamento de Guerra, se reunió con los líderes de Storyville y les comunicó
que su querido barrio de las luces rojas debía
clausurarse, ya que una importante base de la Marina estadounidense estaba
ubicada a menos de cinco millas del mismo.
El 9 de octubre el Ayuntamiento decretó que Storyville
debería estar desalojado la noche del 12 de noviembre.
En esa fecha la mayoría de los habitantes de Storyville
habían abandonado el barrio sin que se produjera en ningún momento el más
mínimo incidente.
La aventura que vivió Nueva Orleans a raíz del decreto del
Sr. Story con el fin de regular la prostitución duró 20 años. En los EE.UU.
jamás se ha vuelto a vivir una aventura semejante.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento, con uno de sus grandes éxitos: Pretty Baby, en la versión de Billy Murray.