jueves, 11 de enero de 2024

Emiliano Zuleta

Emiliano Antonio Zuleta Baquero nació en La Jagua del Pilar, La Guajira, Colombia, el 11 de enero de 1911, y murió en Valledupar, Cesar, Colombia, el 30 de octubre de 2005. Compositor, acordeonero y cantante.

El sitio www.portalvallenato.net publicó este recordatorio.

Emiliano Zuleta Baquero – Biografía

PUBLICADO EL junio 18, 2011 por portalvallenatonet

Nació en La Jagua del Pilar (Guajira) el 11 de enero de 1912. Hijo de Cristóbal Zuleta y Sara María Baquero, » La Vieja Sara» personaje central de muchas obras del cancionero vallenato. Su niñez transcurrió entre El Plan y Sierra Montaña. Inicio  Su carrera musical a los 16 años, cuando se apropió indebidamente del acordeón de su tío, quien se molestó mucho, sin embargo de esta travesura nació su primer son. Todos sabemos que es el árbol fuerte que dio origen  a la dinastía de los Hermanos Zuleta.

En 1938 publica su obra magistral “La gota friá’, que nace de una controversia musical con Lorenzo Morales “Moralito”. Observemos cual es la verdadera historia de “La gota fría contada por su personaje principal: ‘Resulta que yo en las parrandas desde que me inicié era muy voluntarioso, porque a mí me gustaba mucho el traguito y la única forma de ganármelo, era tocando o haciendo cualquier cosa que diera mérito. Así, aprendí a tocar, guacharaca, caja, bombo y redoblante. Pero después, de brinco en brinco, yo fui haciendo mis pinitos para tocar el acordeón y cada vez que me tropezaba con un acordeón yo le sacaba mis notas con mucho fundamento. Esto hizo que un grupo de amigos del Plan hicieran una colecta para juntar la plata y comprarme mi primer acordeón. Me dieron once pesos y me mandaron con dos amigos a Valledupar para que comprara un ‘acordeón tornillo é máquina” que había llegado a la tienda de Jacobo Luquez. Como la carretera era mala nos tocó salir por la Jagua y atravesar por la región de Las Raíces, Martín Ramo, Guacochito y Guacoche.

Resulta que pasando por Guacoche, escuchamos una parranda; le dije a los compañeros, vamos a arrimar a esta parranda que me ha llamado la atención. Y llegamos hasta allá. Estaba tocando Lorenzo Morales, en un acordeón ‘Tornillo é máquina’… Nuevecita el acordeón;  yo me paré ahí, con los compañeros de travesía, pero como nadie me conocía, me entró una inconformidad. Claro que yo me venía tomando unos traguitos y estaba que me tocaba, pero me daba pena, repito, porque no conocía a nadie y no quería ser un vanidoso  presentándome yo mismo. De tal manera que no me quedó otro remedio que acercarme a uno de los dueños de la parranda y le dije: “Oiga, yo también toco mis cositas en el acordeón y me gustaría tocar el acordeón que está tocando ese músico. ¿Cómo llaman ese músico? El me dijo: “su nombre es Lorenzo Morales”. “Entonces el amigo ocasional volvió y repreguntó: ¿usted sabe tocar? yo le respondí: No, estoy aprendiendo, pero que va. Yo en mi interior después de oírlo tocar a Morales yo me decía, en este acordeón nuevo, tengo que tocar más que este hombre. Y se cumplieron mis deseos, conseguí con ese señor que Lorenzo Morales me prestara su acordeón  y comencé a tocar y toqué dos piezas; eso sí, bien tocadas. Le eché uno que otro verso a Moralito. Después que callé el instrumento  vino lo bueno. Antes se usaba que el primer trago se servía para el acordeonero, el segundo para el cajero y el tercero para el guacharaquero. Cuando cerré el acordeón, se creía que el primer trago era para  Lorenzo Morales, por ser el dueño del acordeón, pero  me lo dieron fue a mí. Eso llenó de celos a Morales y ahí nació nuestra contienda de  versos. Esa piquería se inició en 1938 y duró  nueve años; creo que hicimos unas 40 canciones cada uno. Lo que pasa es que en ese entonces no había tanta emisora y los cantos olvidaban”.

Títulos de la extensa obra del “Viejo Mile’: La gota fría, Carmen Díaz, El zorro, El robo, La pimientica, Con la misma fuerza, El indio Manuel Maríá, El regreso de Carmen, Mis hijos, El piñal, La enfermedad de Emiliano. Villanueva, Las enfermeras. “Mis pocos días”, “Doce palabras”. “La Pule”.

El que desee conocer sobre música vallenata, tendrá que dedicarse a auscultar quienes fueron sus juglares y debe conocer a fondo al «viejo» Emiliano Zuleta Baquero. Quien no ha escuchado sus versos, desconoce la poética  del vallenato

Nunca olvidaré la afirmación que Gabriel García Márquez hizo de la «Gota fría»: «Para mi gusto es una canción perfecta, y por lo tanto, un punto de referencia que no pueden perder de vista los creadores de hoy». Más que una composición para tener presente, es un punto de partida, para decir, que hoy en día no se compone con ese talento y esa creatividad, de la cual carecen casi un 80 por ciento de los compositores modernos.

Este tema musical fue reconocido por (ASCAP) la Sociedad Americana de Compositores y Editores de Estados Unidos, por alcanzar el primer lugar entre los artistas latinos. Zuleta es el único compositor de música vallenata que ha logrado esta distinción. Lo curioso es que SAYCO, ni los medios de comunicación hicieron circular esta información. A pesar de todos estos logros, «El Viejo Mile» sigue siendo ese hombre de extracción popular, humilde, al que no se le olvida los caminos de El Plan y Manaure.

Este Juglar de baja estatura, manos fuertes y callosas, nos ha dejado un legado de hermosas composiciones entre las que podemos destacar : «El Indio Manuel María», «Carmen Díaz», «El Regreso de Carmen», «Con la misma fuerza», «La Pimientica», «Las Enfermeras», «Mis Hijos», «La Enfermedad de Villanueva», «Villanueva» y muchas más.

Cada una de ellas es un acto de la vida, que recoge de la cotidianidad y la  musicaliza. Por eso sus cantos no tienen la exageración de las figuras literarias; sólo le canta a lo que ve, siente y escucha. Si uno hace un estudio profundo de su obra, la sola dedicación a Carmen Díaz, da para hablar desde lo humano hasta el machismo.

Sobre él se han tejido muchas anécdotas, producto de la imaginación popular, como hay otras que son reales. Quisiera recordar por ejemplo, cuando tenía 15 años, le robó el acordeón a su tío Francisco Salas, quien lo dejara olvidado en su casa una noche. Zuleta recuerda que el instrumento tenía «fuelle gris y bordes verdecitos», como también afirma que los acordeoneros de la época «eran egoístas». Este hecho le permitió componerle unos versos a su tio, ya que el acordeón nunca regreso sus manos: «Le vivo rogando a Dios/Que me perdone mi tío/Por culpa de un acordeón/Que me le llevé escondío».

Versos que surgieron como necesidad, para saldar una deuda que tenía pendiente. Creo que desde ese momento fue el inicio de su consagración como compositor, por todos esos rincones, desde la Guajira hasta los confines del mundo.

Otro hecho bien singular es el que recuerdan todos los conocedores de esta música, acaecido en el Primer Festival de la Leyenda Vallenata, cuando lo daban como Rey, se dice que perdió con «Alejo» Durán por estar demasiado entonado con Ron Caña. La otra versión, un poco tendenciosa, es  que como Rafael Escalona era jurado,  no quiso que Zuleta ganara la primera versión y ni siquiera lo dejaron entre los tres primeros. Habría que escuchar al resto del jurado, a ver que opinan sobre este sonado suceso, acaecido en la tierra de Francisco el Hombre, que además todavía sigue generando polémica y discusiones entre sus seguidores.

Sus inicios en la música vallenata, se dieron en el toque de la caja y la guacharaca, acompañado de «Chucho» Baquero. Algunos pontífices dicen que su obra cumbre es «La Gota Fría», tema compuesto por el año de 1938. Particularmente, creo que «Carmen Díaz» y «La Pimientica» son tan importantes como ésta. Lo que pasa es que han querido desconocer otras creaciones, no sólo los mismos entendidos, sino la radio, la prensa, la televisión, que para estos casos no investiga, ni se asesora para cumplir un verdadero papel comunicativo con el folclor vallenato.

Emiliano Zuleta Baquero, constituye un ejemplo a seguir para las nuevas generaciones; nos ha dejado huellas imborrables de su talento que enriquecen nuestro acervo cultural. Trascendió a la eternidad, en la ciudad de Valledupar el 30 de octubre de 2005. Gloria eterna al “Viejo Mile”

A continuación transcribimos un artículo sobre Emiliano Zuleta Baquero publicado en vallenato.com

Emiliano Zuleta Baquero (1912 – 2005)

Este personaje es una verdadera institución en el folclor vallenato, uno de los primeros miembros de la “dinastía de los Zuleta”; su padre, Cristóbal Zuleta Bermúdez, valduparense de pura cepa, fue músico y cantante; su madre, “La Vieja Sara”, uno de los principales personajes de los cantos de Escalona; de su descendencia no es necesario hablar, pues la grandeza de sus hijos y nietos ante el folclor vallenato, es de reconocimiento nacional. El viejo Emiliano, a quien sus contemporáneos llamaron siempre Emilianito, nació el 11 de enero de 1912.

Habla el compositor:

1. Yo pasé toda mi niñez en Valledupar después de haber nacido en La Jagua del Pedregal; viví en el Valle, en la casa de la vieja Conchita Ustáriz, era concertado. Cuando eso Valledupar era un pueblecito de dos barrios: el Cañaguate y el Cerezo y además el Centro, sin luz, ni agua ni nada. Ahí viví hasta los 13 años.

2. En esa época había un acordeonero en La Jagua que se llamaba Juan Jacinto Lagos, y tocaba merengues; había otros pero esos eran músicos chapuceros.

3. Por esa época había un acordeonero famoso en Valledupar llamado Efraín Hernández, pero el más famoso de entonces era un Pedro Nolasco de allá de El Paso. Estando ya grande alcancé a parrandiá con el viejo Efraín y con Chiche Guerra. Yo también tocaba caja.

4. El primer acordeón que tuve me lo robé porque quería tener uno y no podía, entonces me lo robé y me fui a esconder a la Sierra; cuando aparecí, ya era acordeonero.

5. Siempre recuerdo la puya “La puerca mona” que sacó Francisco el Hombre y que por aquí la hizo famosa Chico Bolaños; él remedaba a la puerca y a los cochinitos con los bajos y los pitos del acordeón, decía que se lo había enseñado Francisco el Hombre cuando él empezaba.

6. Mi abuela cantaba un merengue de Francisco el Hombre que decía: “A mí me ha salido el diablo con figura ‘e vaca vieja, tiene el rabo colorado y amarillas las orejas”.

7. Después que me robé el acordeón mi afán era escondelo a’onde la “Vieja Sara” no se diera cuenta y al menor descuido ensayá pa’ aprendele algo a la puya.

8. Cuando ya aprendí a tocá bien me atreví a salí de la Sierra, entonces la preocupación era mi tío Francisco Salas, al que le había robado el acordeón; resolví llegá de madrugá y cantale un merengue que le había compuesto: “Le vivo rogando a Dios / que me perdone mi tío / por culpa de un acordeón / que yo me llevé escondío / Entonces salió riéndose: “Hombe, sobrino, si ya usté toca más que yo; yo creía que era Chico Bolaños; tome, llévese este otro que está mejor”. Entonces sí me volví una fiera con el acordeón.

9. En La Jagua entonces había mucho acordeonero, pero chapucero.

10. Una vez, cuando ya tocaba bien, me recogieron en La Jagua 11 pesos que valía un acordeón, fui a Valledupar y lo compré.

11. El mejor ejecutante que vi fue Carlos Araque; el otro fue Chico Bolaños, que además cantaba bonito, componía y también improvisaba.

12. Imagínese que una vez se le metió a la gente que yo ya podía tocá çon Chico Bolaños, esa fiera, y me obligaron; yo estaba muchacho, llegué a la parranda de atrevío, con un acordeoncito remendao con cabuya y le aflojé un verso a ese hombre que no tenía igual; casi no me deja terminá cuando me contestó:

“Aquí ha llegado Emiliano

y ha llegado como un loco,

con un machetico mocho

a matase con Bolaño”.

13. Ese Bolaño fue hombre tremendo, ¡carajo!

14. Antes uno tocaba solo, sin caja y sin guacharaca, todo era canto y acordeón.

15. En La Jagua hubo un cajero que quizás ha sido el mejor, se llamaba Pedro Vega; la caja de esa época era de dos parches. La guacharaca tenía más de un metro.

16. Cuando yo empecé ya había merengue, puya y son. Lo que pasaba era que aquí paseo y son se llamaban son, después uno los diferenció con el toque.

17. En el año 1943 conocí en Caracolí, Sabana e’ Manuela, a un viejito como de 100 años que había sido famoso acordeonero; le decían Nandito el Cubano. El me contó que Francisco el Hombre no lo había dejado sobresalir porque decía que él era el mejor. Me contó que había compuesto un fox-trot en donde imitaba con el acordeón todo lo que hacía una cataneja volando.

18. Por aquí hubo mucha gaita, yo toqué carrizo muy bien, a mí me enseñó un señor villanuevero llamado Cayetano Atencio; ese era un gran gaitero.

19. Por aquí por La Jagua, Villanueva y Urumita hubo mucha gaita; la gaita de aquí era un carrizo de cinco huecos, una caja de dos parches y una guacharaca. En Guacoche también hubo mucho carrizo.

20. Cuando yo estaba niño en Valledupar, fui en una jarria de mulas a Plato a llevar una carga; como dormimos en Las Pavas, allá conocí a Eusebio Ayala, que era el hombre que más tocaba bajos.

21. En toda esta región de Valledupar a Fonseca hubo muchos acordeoneros grandes antes de mi época: Francisco el Hombre, Juan Solano, Fruto Peñaranda, Luis Pitre, Carlos Araque, Rafael Enrique Daza, Juan Muñoz, Efraín Hernández, Chico Bolaños y muchos otros.

22. El primer acordeonero bueno que hubo en Villanueva fue Rafael Enrique Daza, porque Manano Canmerer y Antonio Amaya eran tocadores de colitas; había por ahí chapuceros tocadores de fiestas. Después llegó mi compadre Colástico Romero: ese sí era bueno, compuso poco, pero bien.

23. Yo desde pelao compuse y canté décimas. La décima se compone de 44 versos: la cabecilla de cuatro, y cuatro versos de diez. La primera décima que yo hice se llamó el dividivi.

24. Las décimas eran algo muy importante, por aquí se cantaban mucho; cuando moría un niño el velamiento era con décimas.

Tomado de: Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa: «Cultura vallenata: Origen, teorías y pruebas». Editorial Plaza y Janes, 1989

Algunas canciones del compositor (fragmentos):

La gota fría

Acordate Moralito de aquel día/que estuviste en Urumita y no quisiste hacer parada/ te fuiste de mañanita, sería de la misma rabia (bis)./En mis notas soy extenso,/a mí nadie me corrige; para tocar con Lorenzo/ mañana sábado día ‘e la Virgen. /Coro: Me lleva él o me lo llevo yo/ pa’ que se acabe la vaina;/ay Morale a mí no me lleva/ porque no me da la gana.

Qué cultura, qué cultura va a tener,/ un negro yumeca como Lorenzo Morales;/qué cultura va tené, si nació en los cardonale (bis)./Morales mienta a mi mama solamente pa’ ofendé;/ para que él también se ofenda/ ahora le miento la d’él (bis).

La Carta (respuesta de Lorenzo Morales a «La gota fría», fragmento)

Le mandé a decí a Emiliano Zuleta/ que para los carnavales me espere,/que quiere tocar las teclas conmigo/ y así como yo le digo él no puede./ Emiliano está inocente, compadre,/ que ya Moralito vino a su tierra;/ está en una carta escrita en el Valle/ pa’ mandásela a Emiliano a la sierra./ Si Emilianito supiera, compadre, la/ rutina de Lorenzo Miguel,/ no saldría más a la calle/ y tampoco se metiera con él.

Carmen Díaz

Me le dice a Carmen Díaz/ que sufra y tenga paciencia/ pues ella muy bien sabía/que Emiliano es sinvergüenza (bis)./Me siento lo más contento/ porque decidí casarme,/ si me caso en otros tiempos/ me vuelvo a casar con Carmen (bis).

Tomado de: Luis Mendoza Sierra: «La gota fría». Colección Río Magdalena

Documentación suministrada por el Centro de Documentación Musical del Río Magdalena y el Caribe Colombiano (bibcomfa@metrotel.net.co)

A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento, con El reencuentro de "La gota fría". La canción es consecuencia de la rivalidad entre 2 grandes juglares, Emiliano Zuleta y Lorenzo Morales. Los 2 regresaron a la Plaza de Urumita, donde Morales "no quiso hacer parranda".