Ludovic Halévy nació en París, Francia, el 1 de enero de 1834, y murió en su ciudad, el 7 de mayo de 1908. Autor dramático, novelista y libretista de operetas y ópera.
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publicó este recordatorio.
Ludovic Halévy
(París, 1834-1908) Dramaturgo y libretista francés. Empezó
muy pronto a escribir para el teatro, en colaboración con Henry Meilhac. Con
éste firmó los libretos de casi todas las operetas de Offenbach y dio carácter
francés al género, que aproximó al "vaudeville" mediante la intriga,
una ligera tendencia a la "pochade" y un lenguaje sentimental y
libertino al mismo tiempo; pueden destacarse La bella Elena (1864), La vida
parisiense (1866), La gran duquesa de Gérolstein (1867), La Périchole (1868),
Les brigands (1869) y Le petit duc (1878).
Se le debe también el texto de Carmen (1875), con música de
Bizet. Siempre en colaboración, escribió también algunas comedias, entre ellas
Fanny Lear (1868), Frou-Frou (1869) Le réveillon (1872), L'été de la
Saint-Martin (1873) y La boule (1875). Por cuenta propia publicó en La Vie
Parisienne una serie de escenas tituladas Monsieur et Madame Cardinal (1873),
en la que las características de su producción teatral aparecen afinadas y
diluidas.
Insistió sobre el tema en Les petites Cardinal (1880) y La
familia Cardinal (1883); además, publicó sus recuerdos de la guerra de 1870
(L'invasion), novelas como Un mariage d'amour (1881) y Princesse (1886), y su
obra más apreciada, El abate Constantin (1882). En 1884 ingresó en la Academia
Francesa.
A continuación, lo recordamos con La Périchole, opereta en tres actos compuesta por Jacques Offenbach sobre un libreto en francés de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, basado en la novela Le Carrosse du Saint-Sacrement de Prosper Mérimée. Se estrenó en una versión en dos actos el 6 de octubre de 1868, en el Théâtre des Variétés de París.
Seguidamente, la versión de los Solistas,
el Coro del Gran Teatro, y la Orquesta de la Suisse Romande, dirigida por Marc
Sustrot.
Síntesis argumental
Piquillo y la Périchole, dos cantantes callejeros con voces
encantadoras, pero muy pobres, han llegado a Lima durante el cumpleaños del
Virrey. Este día se celebraba con buena voluntad por parte del pueblo, al que
se le permitía beber "tragos gratis" que conseguían en sus tabernas
preferidas o en la de "Las tres primas", llamada así por las muy
astutas doncellas que estaban a cargo del negocio. El Gobernador de Lima y el
Conde Panatellas estaban entre la multitud disfrazados para ver la gran
celebración. El Virrey también se paseaba por la ciudad, irreconocible según
él, aunque fácil de distinguir.
Piquillo y la Périchole (devotamente inseparables, aunque
sin poder casarse por ser muy pobres) están casi muriendo de hambre por el poco
éxito obtenido tras haber cantado en la plaza pública. Piquillo se aleja para
ir a cantar a otro lugar, mientras que la Périchole ya agotada, intenta dormir
en una de las bancas de la plaza. El Virrey la ve allí y queda impresionado por
su belleza. Cuando ella despierta, él le pide que la siga hasta el palacio
donde será la favorita del Virrey. Como esa petición venía de tal persona
(siendo casi una orden), ella no puede sino acatar y ver (en su desesperación y
por ingenuidad) que podría escapar de todas las malignas consecuencias y
beneficiarse a sí misma y a su amante. Envía una carta de explicación a
Piquillo y luego se va a cenar con el Virrey. Este caballero, sin embargo,
recuerda una antigua ley que prohíbe que las señoritas que nos están casadas
vivan en la parte de su palacio; para evadir esta ley, sus ministros buscan
enseguida algún infeliz para que se "casara y divorciara" de la
Périchole.
Este sutil plan es muy complejo para la comprensión de
Piquillo, quien al recibir la carta de su amante, celoso y miserable,
malentendiendo el mensaje, procede a ahorcarse. Sin embargo, es rescatado por
Panatellas, quien gracias a una buena cena y varias copas de vino, lo alienta a
casarse en vez de matarse. La Périchole también es sorprendida por la inusitada
sorpresa, y la embriagada pareja es casada por dos embriagados notarios, siendo
la dama la única que sabe con quién se está casando.
Habiéndose terminado la ceremonia, se dirigen al palacio con
todos, igual de embriagados, excepto Piquillo que está muy alejado del grupo.
Habiendo acabado los efectos del vino, todos se reúnen por la mañana, cuando
Piquillo comprende, con mucho asombro que se ha casado y con la favorita del
Virrey.
Piquillo es metido en prisión, donde es visitado por la
Périchole. Él está completamente indignado y son necesarias todas las
habilidades de la Périchole, para que con su torpeza e ira, Piquillo no
estropee todo el plan de escape que tiene preparado. Se las arreglan para
escapar y hacen su aparición en la plaza, donde el Virrey y sus seguidores los
encuentran. Recurriendo a lo mejor de sí, ella consigue para ambos la libertad
de marcharse, no sólo habiéndose casado sin costo alguno, sino que también con
una abundante cantidad de oro y joyas como regalo del Virrey.