Ramón Casas i Carbó, más conocido como Ramón Casas, nació en Barcelona, España, el 4 de enero de 1866, y murió en su ciudad, el 29 de febrero de 1932. Pintor retratista y diseñador gráfico.
El sitio www.expansion.com
publicó este recordatorio.
Ramón Casas y su obra completa en la que retrató más de 100 veces a Julia, su musa
- Galería: 11 retratos de Ramón Casas a su musa Julia
- Gallery Red, la galería de arte que vende piezas únicas de Warhol en Mallorca
En 1905 el pintor catalán cayó fascinado por una vendedora de lotería. La retrató más de 100 veces y, frente a las convenciones, acabó casado con ella. La publicación de su obra completa vuelve sobre esa relación.
Pintor, cartelista y miembro de la crema de la intelectualidad barcelonesa, Ramón Casas era bohemio y amaba París, el ajenjo, los caliqueños, ir contracorriente y también a las mujeres que no amenazaban con uncirlo a un anillo de compromiso. A sus 39 años, decía que él "sólo se casaba con la libertad y la pintura", por eso la pobre Emilia Huet, su novia formal durante tres lustros, había musculado la paciencia como una atleta de la resignación.
En París, el pintor hacía peña con noctámbulos cosmopolitas que habían convertido los dancings de Montparnasse en una efervescencia de trementina y champán. En Barcelona, cambiaba de latitud, pero no de actitud y seguía comentando el mundo con barbudos modernos en templos como Els Quatre Gats, El Continental o la Maison Dorée. Allí, en la Plaza de Cataluña, cuando debutaba el siglo XX, encontró a Junia Victoria Peraire, que se hacía llamar Julia. Morena de 17 años y estilosa pese a sus harapos, era bitlletaire.
Aunque no está claro si sólo vendía lotería o también rosas, o periódicos. Tal vez las tres cosas. La llamaban la Sargantana (lagartija), acaso porque era lista y descarada. El caso es que, en la terraza de la Maison Dorée, Ramón Casas levantó la mirada y vio en Julia un "atractivo picante". Le hizo una caricatura y le mostró el boceto. La bitlletaire le arrancó el dibujo de las manos y lo hizo trizas. Aquella noia era de rompe y rasga y de armas tomar. Casas le compró un décimo y le pidió que posara para un cartel del Jabón Fluido Gorgot. Ella se hizo de rogar, pero finalmente acabó aceptando. Con poca ropa y mucha sicalipsis, la pintó aleonada para el cartel del jabón líquido; y luego para la Enciclopedia Espasa y para la portada de la revista Progreso. Así entró aquella belleza en la eternidad.
El artista había quedado fascinado, palabra que viene de fascinus, como llamaban en la Antigua Roma al falo en posición de saludo. Es casi seguro que, por una previsible catalítica, el deseo se acabara convirtiendo en amor, si por eso entendemos fijar la atención en alguien como un fanático incapaz de mirar a otro lado. Y eso es lo que hizo Ramón Casas durante todos los años que le quedaban por vivir: no dejar de mirarla. El mejor dibujante de su generación había encontrado a su musa.
cambio de rumbo. En 1908 muere Emilia Huet, su novia de toda la vida. El artista -¿desconsolado?- embarca a Estados Unidos para pasar seis meses con Charles Deering, el filántropo al que había conocido en Els Quatre Gats. A su regreso, vuelve a Julia: para pintarla, para amarla y para volver a pintarla con perseverancia compulsiva. La hace posar como reina de los Jocs Florals, folclórica de mantilla y abanico, elegante automovilista, madre e incluso monja de la orden de Calatrava. Pasan los años y pasan los retratos -más de 100 entre pinturas y dibujos- cuya sucesión ilustra una autobiografía sentimental del artista. De 1906 es Flora, una epifanía de la seducción con escote palabra de honor. De 1907 es la mirada entre etílica y tentadora de La Sargantain, un prodigio de voluptuosidad envuelta en seda amarilla, como para regalo. Son imágenes del deseo y la pasión que van dando paso a retratos esteticistas de una mujer aburguesada, con joyas y pieles, sombreros sofisticados y vestidos fastuosos. Sólo en los últimos retratos, Casas la muestra ya sin disfraces, en su dintorno de intimidad. La pasión ha virado a costumbre; la transgresión, a convención.
Habían vivido 16 años amancebados en una torre del carrer Descartes en el barrio de Sant Gervasi. Aunque de familia conservadora a machamartillo y zapatos de mucho brillo, con factoría textil en Sant Benet de Bages, principal en el Paseo de Gracia y palco en el Liceu, Ramón Casas i Carbó era un hijo pródigo, un profanador, un apóstol de la modernidad: extravagante, mordaz y automovilista. Pero no era un renegado de la fea burguesía, que le consiente la bohemia, incluso que viva con una vendedora ambulante, pero no que la presente en sociedad. Eso no. Por eso no mezcla a Julia con su familia y amigos. Ni siquiera cita el nombre de la modelo en los títulos de sus retratos. Todo lo contrario que Dalí con su Gala.
El artista está cansado, le pasan factura sus excesos con el alcohol y el tabaco, padece uremia y tuberculosis. Tras la muerte de su madre, en 1922 se casa con Julia en la iglesia de la Bonanova de Sant Gervasi. Él tiene 56 años y ella 34. Diez años después, el anómalo día del 29 de febrero, autoridades y artistas entierran bajo la lluvia a Ramón Casas. Julia lo llora a solas en casa. Luego enlaza los cabos rotos con el anonimato en que vivió hasta conocer a su Pigmalión. Apenas vuelve a saberse de ella, salvo que murió de bronconeumonía en Sant Gervasi en el invierno de 1941.
Lo que queda de ella, y para siempre, es la autosuficiencia con que desafía a la buena sociedad que la ninguneó, el descaro de su mirada en La Sargantain, su compostura melancólica de medio cuerpo o cuerpo entero, desnuda o con sombrero o parasol. O sea, sus más de cien maneras de ser musa, de ser bella y de ser estrella. De ser ella.
Coincidiendo con el 40 aniversario de la galería barcelonesa Gothsland, especializada en Modernismo, su director, Gabriel Pinós, se ha embarcado en un ambicioso proyecto: la catalogación, recopilación y publicación de la ingente obra completa de Ramón Casas (1866-1932), comentada por expertos en su figura. Con más de 3.200 trabajos ya catalogados, acaba de aparecer el primer volumen, con más de 1.000 lienzos, carteles y dibujos agrupados temáticamente.