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LOVRO VON MATACIC
Escuela de dirección orquestal
Una cosa es llegar a ser director de orquesta y otra, bien
distinta, es alzarse al podio del estrellato, la fama y la popularidad. Muchos
grandes directores de orquesta han realizado la mayor parte de su trayectoria
artística sin aspavientos mediáticos, sólo confiados a la rutina de su oficio y
a la búsqueda de nuevas oportunidades profesionales que lograran satisfacer sus
objetivos tanto artísticos como económicos. Su carrera es un constante
desplazamiento de un destino a otro, salpicado en numerosas ocasiones por los
requerimientos para dirigir aquí o allá en calidad de invitado. Son directores
todo-terreno, dispuestos a dirigir hoy a la modesta orquesta de la que ostentan
su titularidad para pasado mañana dirigir como invitados en otro continente y
cerrar la semana encerrados en un estudio de grabación. Es innegable que el
oficio adquirido por este tipo de actividad puede resultar mucho más
beneficioso a la hora de moldear una personalidad musical basada en la
experiencia y curtida en cientos de escenarios distintos. Tras una larga
trayectoria instalados en la segunda fila de la fama, algunos de estos directores
terminan sus días obteniendo el unánime y generalizado reconocimiento
artístico. Lovro von Matacic fue uno de esos directores.
Lovro von Matacic nació el 14 de febrero de 1899 en Susak,
enclave antaño perteneciente al Imperio Austro-Húngaro y hoy bajo administración
de la República de Croacia. Con nueve años de edad Matacic ingresó en el Coro
de los Niños Cantores de Viena, permaneciendo en dicha institución por un
espacio de tres años. Luego ingresó en la Academia de Música de Viena para
estudiar piano, órgano, composición y dirección bajo la tutela de los
profesores Herbst y Nebdal. Su primer cargo profesional fue el de repetidor y
maestro de coro en la Ópera de Colonia, institución en donde también realizó su
debut como director en 1919. Más tarde, la actividad de Matacic prosiguió como
director de algunos centros de ópera de los nuevos estados balcánicos surgidos
tras la Primera Guerra Mundial, como Osijek (1919-1920), Novi Sad (1920-1922),
Liubliana (1924-1926) y Belgrado (1926-1932). De 1932 a 1936 Matacic fue el
primer director musical de la Ópera de Belgrado y de la Orquesta Filarmónica de
Belgrado, añadiendo también a estos cargos su adscripción como miembro del
equipo directivo de los Festivales de Salzburgo. Durante los años de la Segunda
Guerra Mundial, Matacic sirvió como teniente coronel en la fascista Guardia
Croata y dirigió además la Ópera de Viena a partir de 1942 tras renunciar a
seguir colaborando en la Ópera de Belgrado. No obstante, aquello fue motivo
para que fuese sentenciado a muerte por las autoridades de la Liga Comunista
Yugoslava tras la guerra. Sin embargo, la mujer de Matacic, judía de
nacimiento, intercedió ante un importante político judío-yugoslavo y Matacic
fue finalmente liberado tras pasar un año en prisión.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Matacic retornó
a Yugoslavia y participó activamente en la reconstrucción de la vida musical de
aquel país. Participó en la fundación de los Festivales de Split y Dubrovnik al
tiempo que fue nombrado director general de música en Skopje. Ya en la década
de los años cincuenta, la carrera artística de Matacic adquirió proyección
internacional y de esta manera fue requerido para dirigir y grabar con algunas
de las más prestigiosas orquestas británicas. En 1956 Matacic sucedió a Franz
Konwitschny como director principal de la Staatskapellen Dresden, compartiendo
esta actividad con la de director de la Ópera de Berlín Este. Su prestigio como
director fue cada día mayor, como lo prueba el hecho de que fue invitado a
dirgir en centros tan importantes como La Scala, la Ópera de Roma, la Ópera de
Viena, la Ópera Lírica de Chicago y el Festival de Bayreuth, enclave en donde
causó una inmejorable sensación merced a una exquisita representación de
Lohengrin en 1959. Dos años después, en 1961, Matacic sucedió a Solti en la
dirección de la Ópera de Frankfurt y permaneció allí hasta 1966. Un año antes
viajó por primera vez a Japón y más tarde fue nombrado director honorífico de
la Orquesta de la NHK de Tokio. En 1970 Matacic regresó a Yugoslavia para
hacerse cargo de la Orquesta Filarmónica de Zagreb, cargo que compartió desde
1973 con la dirección de la Orquesta de Ópera de Montecarlo. Director muy
requerido y estimado durante los últimos años de su vida, Lovro von Matacic
falleció en Zagreb el 4 de enero de 1985 poco antes de cumplir los 86 años.
Lovro von Matacic fue un director que supo preservar la
tradición interpretativa romántica heredada del Imperio Austro-Húngaro. Dotado
de una fuerte constitución corporal, Matacic solía imprimir a sus
interpretaciones un enorme grado de vitalidad y, conforme a la tradición
romántica antes aludida, gustaba de oscilar los tempi para lograr los mejores
efectos expresivos. Su especialidad fue la música del Romanticismo más tardío,
con especial dedicación a compositores como Bruckner y Wagner, aunque sin
olvidar la obra de los compositores eslavos. En opinión de algunos
especialistas, su Bruckner es más lírico que pasional, más sesudo que mundano y
muy ensimismado en el misticismo religioso con arrebatos de furia. Por otra
parte, Matacic fue un habitual de los estudios de grabación y de los registros
en directo de muchas de sus actuaciones. Uno de los grandes problemas que tuvo
con respecto a sus grabaciones fue que, salvo contadas excepciones, nunca dispuso
de una formación orquestal acorde con sus grandes cualidades como director.
Matacic fue siempre un director un tanto relegado en la sombra que no acaparó
la titularidad de ninguna formación de primerísimo orden y más bien ejerciendo
su actividad itinerante de una orquesta a otra. Tal vez esto influyó a que
muchas compañías discográficas le ofrecieran papeles de acompañante de
conciertos y óperas, reservando su exclusividad con vistas al mercado
discográfico de bajo precio. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la
reedición de algunos de sus discos ha favorecido una nueva y justa
revalorización de su figura como director de orquesta.
De entre la producción discográfica debida a Lovro von
Matacic podemos mencionar las siguientes grabaciones. (Advertimos que los
distintos enlaces que vienen a continuación no tienen porqué corresponderse
necesariamente con la versión citada pero sí con la obra mencionada): Sinfonía
nº2 de Beethoven dirigiendo a la Orquesta de Cámara de Lausana (DENON 8120);
Sinfonía nº8 de Bruckner dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de la NHK de Tokio
(DENON 1001); Sinfonía nº6 de Chaikovski dirigiendo la Orquesta Filarmónica
Checa (SUPRAPHON 3544); Concierto para piano de Grieg, junto a Sviatoslav
Richter y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Montecarlo (EMI 67987); La
viuda alegre de Lehár, junto a Wächter, Gedda, Phillips y Schwarzkopf, y
dirigiendo la Philharmonia Orchestra (EMI 67367); La Fanciulla del West de
Puccini, junto a Nilsson, Formichini, Mantovani y Gibin, y dirigiendo la Orquesta
de La Scala (EMI 81862); Concierto para piano de Schumann, junto a Sviatoslav
Richter y dirigiendo la Orquesta de la Ópera de Montecarlo (EMI 67987);
Wesendonck-Lieder de Wagner, junto a Hildegard Behrens y dirigiendo la Orquesta
de la Ópera de Montecarlo (Referencia desconocida); y, finalmente, El cazador
furtivo de Von Weber, junto a Watson, Frick, Nicolai y Böhme, y dirigiendo la
Orquesta de la Ópera de Berlín (EURODISC 7791). Nuestro humilde homenaje a este
gran director de orquesta.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con su interpretación de la Sinfonía Nº 1 en Do Menor Op. 68, de Johannes Brahms, al frente de la Orquesta Sinfónica
NHK.