Jorge Anckermann Rafart nació en La Habana, Cuba, el 22 de marzo de 1877, y murió en su ciudad, el 3 de febrero de 1941. Pianista, violinista, contrabajista, compositor, director de orquesta.
El sitio www.uneac.org.cu
publicó este recordatorio firmado por Astrid Barnet.
Jorge Anckermann, artista consagrado de nuestra Cultura
nacional
“La música es el hombre escapado de sí mismo; es el ansia de
lo ilímite surgido de lo limitado y de lo estrecho; es la armonía necesaria,
anuncio de la armonía constante y venidera”. (1)
Por Astrid Barnet
Bien pudiera resumirse en este pensamiento del Héroe
Nacional de Cuba José Martí, toda la riqueza que en cada una de sus creaciones
e interpretaciones tuvo uno de los más altos exponentes de nuestra Cultura
nacional del pasado siglo: Jorge Anckermann.
Pianista, violinista, director de orquesta y compositor,
nacido en La Habana el 22 de marzo de 1877 y fallecido en la misma capital
cubana el tres de febrero de 1941—cumpliéndose este año 8 décadas de su partida
física–, Anckermann se inició en la música a los ocho años de edad junto a su
padre, violinista, clarinetista y pedagogo mallorquín Carlos Ánckermann (1829-1909).
A los diez años empezó a trabajar profesionalmente en un
terceto y, en 1892, partió a México donde llegó a ser durante años un exitoso
director musical de la compañía bufa del artista y empresario Narciso Nacho
López.
En la Nación azteca fue además profesor de música, mientras
que en Cuba se desempeñó como director musical de los principales teatros de La
Habana, siendo el Teatro Alhambra el principal testigo de sus estrenos y
éxitos.
A los diecisiete años escribió la partitura de su primera
obra teatral, La gran rumba –parodia de la revista española La Gran Vía–,
estrenada en el entonces teatro Tacón, de La Habana. Asimismo, dio a conocer
sus composiciones al público capitalino con una pequeña orquesta que formó, con
Luis Casas Romero en la flauta, para acompañar proyecciones de películas
silentes.
Entre las funciones del cinematógrafo, Anckermann tocaba
algunas de sus vivaces danzas para piano, y también danzones; así se dio a
conocer en el ambiente musical habanero y comenzó a relacionarse con gente de
teatro, como los hermanos Gustavo y Francisco Robreño, quienes le encargaron la
composición de la música de la revista Ni loros, ni gallos, estrenada en
septiembre de 1899.
Compuso y produjo piezas de zarzuelas y comedias –las cuales
abarcan un catálogo de más de 400 obras–, al igual que boleros. Según
especialistas, fue el creador de la gustada Guajira criolla, pieza que jamás
puede ni podrá faltar dentro del repertorio de lo más genuino de lo Cubano.
Igualmente, sus Danzones fueron, en buena medida,
responsables del éxito de los artistas bufos cubanos desde su debut en el circo
Orrín, de Ciudad de México; sin embargo, piezas consagradas para todos los
tiempos fueron: su habanera titulada Juventud escrita para cuatro violines y
piano, y la conmovedora La bella cubana para dos violines y piano.
A esas habría que agregar La Isla de las Cotorras –de clara
denuncia político-social contra la Ley Hay-Quesada del vecino norteño--; El
quitrín, Napoleón, La República griega y Papaíto, entre otras…Todas,
representativas de una abierta protesta popular contra la corrupción política y
administrativa de los gobiernos de turno y de su mercenarismo a los designios
imperiales.
Con la reapertura, en noviembre de 1900, del Teatro Alhambra
―cerrado desde el estallido de la Guerra de Independencia de 1895―, Anckermann
decide estrenar en su escenario la obra bufa Napoleón, con música de su autoría
y libreto de los hermanos Robreño. Al año siguiente, se puso en escena La
segunda República, también con partitura suya, y libreto de su hermano
Guillermo.
Obras exitosas
En 1909 Anckermann obtuvo el primer premio en un concurso
convocado por el Ayuntamiento de La Habana, con su obra Aires cubanos. En
septiembre de 1911 el maestro Manuel Mauri abandonó su plaza de dirección en el
Alhambra, y convoca a Ánckermann para dirigir la orquesta y salvar la temporada
de La revolución china (con libreto de Federico Villoch). En el Alhambra, el
reconocido artista permanece como director musical hasta 1935, en que dicho
coliseo cierra sus puertas.
En julio de 1912 se estrenó su obra La casita criolla, con
libreto de Villoch, que constituyó un gran éxito. La obra trataba satíricamente
la reelección del presidente José Miguel Gómez, y al mismo tiempo, hacía
propaganda electoral a favor de Mario García Menocal, el candidato que prometía
honradez y enarbolaba su humilde origen en su “casita criolla”. Para la obra,
Anckermann creó un género nuevo: el Tango-congo, que se hizo muy popular en la
interpretación de la inolvidable actriz y cantante Blanca Becerra: “Tumba la
caña/ anda ligero/ que viene el mayoral/ sonando el cuero”.
Así en el teatro Alhambra encontraban su reflejo sucesos y
asuntos de actualidad, tanto nacionales como internacionales. Cada tres o
cuatro meses se presentaba una obra “en grande”, cuyo libreto era
invariablemente, a partir de 1911, de Villoch o los hermanos Robreño, y la
música de Jorge Anckermann. Entre cada uno de los estrenos se glosaban
acontecimientos sociales y políticos a través de pequeños sainetes o simpáticas
revistas que se presentaban cada viernes. La partitura de aquellas puestas
semanales, que constaban de cinco o seis números musicales, también eran
compuesta por Anckermann.
Su obra musical por entonces ya incluía casi todos los
géneros populares cubanos, afincada en “lo criollo” e insertaba el “choteo” ―la
burla simpática, la alusión pícara, la intertextualidad del habla popular―, en
ambientes musicales o dramáticos “refinados”.
Interpretación de obras de otros compositores
Anckermann transcribió durante años obras de compositores
populares que no sabían escribir música, sobre todo de la trova; o
instrumentaba, para la escena del Alhambra, composiciones de Alberto Villalón,
Rosendo Ruíz, Manuel Corona, Graciano Gómez, Eusebio Delfín y Sindo Garay.
En varias de sus crónicas Alejo Carpentier se refiere a la
faena de Ánckermann como músico, elogia sus trepidantes danzones, que servían
de obertura a los espectáculos, y asegura “que sabía contrapunto y fuga, que
sabía instrumentar”.
Patria en España (1913), Flor de té (1915), La danza de los
millones (1916), El rico hacendado (1919), Delirio de automóvil (1921), La
señorita de Maupin y Las enseñanzas de Liborio (ambas de 1922), son algunas de
las obras que, con música de Anckermann, estrenó el Alhambra en esa época.
El 28 de febrero de 1923 se estrenó, con partitura de
Anckermann y libreto de Federico Villoch, una de las obras más exitosas de la
historia del teatro musical cubano: La isla de las cotorras, recreada mucho
después, en 1989, en la película La bella del Alhambra, de Enrique Pineda
Barnet.
Dicha obra fue repuesta en agosto de 1962, con la dirección
de Francisco Morín y Gilberto Valdés como director de orquesta. Fragmentos de
esa reposición aparecen en el documental Cuentos del Alhambra (1963), de Manuel
Octavio Gómez, que recoge un conmovedor homenaje a varias figuras del famoso
teatro, entonces, aún vivas.
Jorge Anckermann falleció en 1941. Seis años antes, el 18 de
febrero de 1935, el pórtico del Alhambra y una parte de la platea se habían
desplomado tras terminar una función.
Obras más importantes estrenadas por Anckermann (II)
“Entre 1923 y 1935
estrenó La verbena de los mantones (1924), La rumba en España (1925), La
revista sin hilos (1926); Las bodas de plata (1927); Los grandes de Cuba
(1928), La revista loca (1929), El bolero (1930) y Bocetos de Cuba (1931),
entre otras revistas, sainetes y zarzuelas. Además de conducir durante más de
tres décadas la orquesta del Alhambra. Anckermann dirigió orquestas en otros
teatros habaneros: Molino Rojo, Albisu, Payret y Tacón. Según el catálogo del Seminario
de Música Popular, fue autor de más de quinientas partituras, y de 1 159
números musicales.
“Tiempo después y, en homenaje a su extensa trayectoria en
las tablas, se fundó el conjunto teatral Jorge Ánckermann, que funcionó a lo
largo de varias décadas en el teatro Martí dirigido por Rodrigo Prats, Eduardo
Robreño y Enrique Núñez Rodríguez, el cual repuso numerosas obras musicales
vernáculas y presentó antologías del repertorio lírico cubano”.
La película cubana La Bella del Alhambra del director
Enrique Pineda Barnet (La Habana, 1933-2021) –estrenada con rotundo éxito de
taquilla en la capital cubana en 1989, y ganadora de innumerables premios y
distinciones nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Goya (1991)–,
traslada a ella hechos, imágenes, música…algunos de los sucesos más
representativos y oprobiosos de la Historia de la Pseudo república cubana.
Vivencias, en general, concebidas a través del lenguaje de
lo satírico, de lo burlesco, y referidas a la situación económica y
político-social de gobiernos títeres al servicio del vecino del Norte. La
música de Jorge Anckermann es fiel exponente del éxito de dicho largometraje
cubano.
Referencias:
José Martí, Revista Universal, mayo de 1875. T.5, p.294.
Jorge Anckermann, Sitio web de la Enciclopedia de historia y
cultura caribeñas.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento,
con El Adiós del Soldado, con letra de M.Garabito.