El lago de los cisnes Op. 20 es un cuento de hadas-ballet estructurado en cuatro actos, de Piotr Ilich Tchaikovski, con libreto de Vladímir Petróvich Béguichev y Vasily Geltser, basado en el cuento Der geraubte Schleier, o El velo robado, de Johann Karl August Musäus, y coreografía de Julius Reisinger.
La obra surgió de un encargo del Teatro Bolshói en 1875, fue
el primer ballet compueto por Tchaikovski. La primera representación tuvo lugar
el 4 de marzo de 1877 en el Teatro Bolshói de Moscú.
A continuación, el Ballet El lago de los cisnes, en la
versión de los primeros bailarines Yulia Makhalina como Odette, e Igor Zelensky
como el Príncipe Siegfried, junto al cuerpo de Ballet y la Orquesta del Teatro
Kirov de Leningrado, dirigidos por Viktor Fedotov.
El Lago de los cisnes es uno de los ballets clásicos
tradicionales más conocidos en todo el mundo.
Su primera presentación tuvo lugar en el Teatro Bolshói de
Moscú con la coreografía de Julius Reisinger el 4 de marzo de 1877.
Paradójicamente, no fue muy aceptado en su momento. Sin embargo, el 15 de enero
de 1895, con la nueva coreografía de Marius Petipa y de Lev Ivanov esta obra
logró un gran éxito en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Marius Petipa se
encargó del primer y tercer acto (actos en el castillo) y Lev Ivanov del
segundo y cuarto acto (actos del lago).
La obra transcurre entre el amor y la magia, enlazando en
sus cuadros la eterna lucha del bien y del mal. La protagonizan el príncipe
Sigfrido, enamorado de Odette, joven convertida en cisne por el hechizo del
malvado Von Rothbart y Odile el cisne negro e hija del brujo.
Coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov
Música Pitr Ilich Tchaikovsky
Libreto de Vladimir Beghitchev / Vasili Geletzer
Primer acto (El jardín del castillo del príncipe Sigfrido)
Es el vigésimo primer cumpleaños de Sigfrido, y el joven
príncipe está celebrando la ocasión en el jardín de su palacio. Jóvenes de los
estados de alrededor han venido a rendirle tributo. Cuando todos empiezan a
divertirse en la fiesta, el buen humor es perturbado por la entrada de la Reina
y sus damas de honor. Ella observa a sus amigos con considerable desdén.
Sigfrido se altera cuando su madre le señala que debe escoger pronto una
esposa.
Su indicación, en el fondo, es una orden, y Sigfrido la
rechaza obstinadamente. Mañana por la noche, su cumpleaños se celebrará
formalmente con un baile en la corte, y allí, entre las más hermosas damas de
la comarca, debe escoger a su futura esposa. Sigfrido ve que toda discusión es
imposible y parece que se somete a su voluntad. El Bufón, intenta restaurar el
espíritu de la feliz ocasión. La noche comienza a caer. El Bufón, su amigo,
sabe que Sigfrido debe distraerse en lo que queda de la velada. Oye el sonido
de alas agitadas por encima, mira hacia arriba y ve en el cielo hermosos cisnes
salvajes en pleno vuelo. El Bufón sugiere que el príncipe forme una partida de
caza y vaya en busca de los cisnes. Sigfrido accede.
Segundo acto (La orilla del lago)
La partida de caza comienza. A una pequeña distancia de
ellos, se están deslizando plácidamente los cisnes. Conduciendo al grupo de
cisnes hay una hermosa ave. El príncipe camina a lo largo de la orilla del lago
hacia los cisnes; cuando está a punto de seguirlos ve algo en la distancia que
le hace vacilar. Se para cerca de la orilla, luego se retira rápidamente a
través del claro para esconderse. Ha visto algo tan extraño y extraordinario
que debe observarlo detenidamente en secreto.
Apenas se ha escondido, entra en el claro la más hermosa
mujer que nunca ha visto. No puede creer lo que ven sus ojos, puesto que la
joven parece ser a la vez cisne y mujer. Su hermosa cara está enmarcada por
plumas de cisne, que se unen a su pelo. Su vestido, puro y blanco está
embellecido con suaves plumas de cisne, y en su cabeza descansa la corona de la
Reina de los Cisnes. La joven piensa que está sola y aterrorizada, todo su
cuerpo tiembla, sus brazos se aprietan contra su pecho en una actitud, casi
desvalida, de autoprotección; retrocede ante el príncipe, moviéndose
frenéticamente, hasta el punto de caer desesperadamente al suelo. El príncipe,
ya enamorado, le ruega que no se marche volando y ante su miedo el príncipe le
indica que nunca le disparará, que la protegerá. Ella es Odette. El príncipe la
saluda y dice que la honrará, pero le pregunta, que ¿a qué se debe que sea la
Reina de los Cisnes? El lago, le explica, fue hecho con las lágrimas de su
madre. Su madre lloraba porque un hechicero malvado, Von Rotbart, convirtió a
su hija en la Reina Cisne. Y seguirá siendo cisne, excepto entre la media noche
y el amanecer, a no ser que un hombre la ame, se case con ella, y le sea fiel.
Sigfrido apoya las manos en su corazón y le dice que la ama,
que se casará con ella y que nunca amará a otra, y promete su fidelidad. Ahora,
indignado por el destino de su amor, quiere saber dónde se esconde Von Rotbart.
Justo en este momento, el mago aparece a la orilla del lago. Su cara parecida a
la de un búho es una odiosa máscara, tiende sus garras haciendo señas para que
Odette vuelva a él. Von Rotbart señala amenazadoramente a Sigfrido. Odette se
mueve entre ellos, suplicando piedad a Von Rotbart. El príncipe le dice que
debe ir la próxima noche al baile de palacio. Acaba de cumplir la mayoría de
edad y debe casarse, y en el baile debe escoger a su novia. Odette le replica
que no puede ir al baile hasta que no se case -hasta que Von Rotbart no deje de
tener poder sobre ella- de otro modo el hechicero la descubriría y su amor
peligraría.
Cuando los amantes han dejado el claro, las huestes de
Odette, todos los cisnes que, como ella misma, asumen forma humana sólo en las
horas entre la medianoche y el amanecer, entran bailando desde la orilla del
lago.
Tercer acto: (El gran salón del castillo del príncipe
Sigfrido)
El baile está a punto de comenzar. Embajadores de tierras
extranjeras, ataviados con sus brillantes trajes nativos, han llegado a rendir
tributo al príncipe en su cumpleaños. Se anuncia la llegada de cinco hermosas
muchachas, invitadas por la Reina como posibles novias para su hijo. Sigfrido,
piensa sólo en el claro a la orilla del lago y en su encuentro con Odette. Su
madre le inquiere a que baile con sus invitadas.
Baila de forma automática e indiferente y se sume en una
profunda melancolía. Un heraldo se apresura a informar a la Reina de que una
extraña pareja ha llegado. No sabe quiénes son, pero manifiesta que la mujer
posee una extraordinaria belleza. Un caballero alto y con barba entra con su
hija. Cuando el caballero se presenta a si mismo y a su hija Odile, a la Reina.
Sigfrido -perturbado casi hasta perder el control mira fijamente a la hermosa
joven. Está vestida de sobrio negro, pero es la viva imagen de su querida
Odette. Se trata de Von Rotbart, que se ha transformado a si mismo y a su
fingida hija para engañarlo y rompa la promesa hecha a Odette de que nunca
amará a otra.
La Reina tiene ahora esperanzas de que su hijo se case con
una dama de rango, como Odile aparenta ser, e invita a Von Rorbart a sentarse a
su lado en el estrado.
Odile ha logrado enamorar a Sigfrido y éste piensa que no es
otra que Odette. Mientras bailan los dos jóvenes Odette se deja ver en la
distancia y hace señales a Sigfrido de que si continúa en esa actitud puede ser
fatal para ella. Luego, Sigfrido se aproxima a Von Rotbart y pide la mano de
Odile y éste da inmediatamente su consentimiento. En ese momento hay un
estrépito de trueno. La sala de baile se oscurece. Rápidos destellos de luz
muestran a los asustados cortesanos abandonando el salón de baile, a la
princesa madre aturdida, y a Van Rotbart y Odile de pie ante el príncipe en
triunfo final de autorrevelación. Sigfrido no puede soportar sus risas odiosas
y crueles, y se vuelve para ver en la distancia la patética figura de Odette.
Buscándole desesperadamente, con su cuerpo agitado por los sollozos. Cae al
suelo atormentado por su falta.
Acto cuarto (La orilla del lago)
Las doncellas cisne se han agrupado a la orilla del lago. Cuando aparece llorando, intentan consolarla. Le recuerdan que Sigfrido es solo un humano, que podría no haber conocido el hechizo, y podría no haber sospechado del plan de Von Rotbart. Sigfrido entra corriendo en el claro y busca frenéticamente a Odette entre los cisnes. Le toma entre sus brazos, pidiéndole que le perdone y jurándole su amor infinito. Odette le perdona pero le dice que no sirve para nada, pues su perdón se corresponde con su muerte. Cuando aparece Von Rotbart, Sigfrido le desafía, quien tras la lucha, es vencido por la fuerza del amor del príncipe a Odette.