Élisabeth Jacquet de La Guerre, también conocida como o Élisabeth-Claude Jacquet de La Guerre, nació en París, Francia, el 17 de marzo de 1665, y murió en su ciudad, el 27 de junio de 1729. Clavecinista y compositora.
El sitio www.barcelonaclasica.info
publicó este recordatorio.
Élisabeth Jacquet de la Guerre, “la petite merveille” del
rey Sol
La historia de la clásica escrita por mujeres XI
19-11-2020
Superada la decena de artículos en este ciclo de La historia
de la clásica escrita por mujeres, hoy retrocedemos en el tiempo para recuperar
la figura de la compositora y clavecinista francesa Élisabeth Jacquet de la
Guerre.
Hace 355 años, el 17 de marzo de 1655, nació en la ciudad de
París Élisabeth-Claude Jacquet de la Guerre (née Jacquet) en una familia de
larga tradición musical: hija de una talentosa clavecinista y un reconocido
organista de la iglesia Ile-Saint Louis de la capital francesa, su abuelo era
un famoso constructor de órganos y sus hermanos también se convirtieron en
reputados músicos. Desde antes de su nacimiento, era evidente, pues, que la
música iba a jugar un importante papel en la vida de Élisabeth. Y así fue.
Habiendo recibido previamente formación en esta disciplina por parte de su
padre, la niña prodigio, con tan sólo cinco años, fue presentada en la corte
francesa de Luis XIV, donde impresionó al rey Sol con sus improvisaciones al
clave.
Si bien no podemos asegurar que la acción fuera más el
resultado de un deseo ingenuo de Luis XIV de querer promocionar el talento
artístico que de satisfacer uno de los posibles caprichos de su amante, Madame
de Montespan, el caso es que el monarca francés inmediatamente ofreció a la
familia Jacquet una importante propuesta de patrocinio de cara al talento de su
hija que de ninguna manera hubieran podido rechazar. Cuando Élisabeth Jacquet
de la Guerre entró en la etapa de la adolescencia, fue aceptada en la Corte
Real francesa de la mano de Françoise-Athenas —Madame de Montespan—, que le
supervisaría una educación exquisita, la craría como si se tratara de una hija
más y constituiría una puerta directa para Élisabeth Jacquet a la sociedad
francesa más cultivada de la época.
Élisabeth, que fue conocida como “La petite Merveille” del
monarca, comenzó a componer obras dramáticas que se representaban en la corte
y, ocasionalmente, ante el rey, como pequeñas óperas. Estas le supusieron el
reconocimiento de todos los maestros de su tiempo, y su fama trascendió la
capital francesa, con un éxito que se extendió por todo el país e incluso en el
extranjero.
Después de su 19º aniversario, Élisabeth Jacquet de la
Guerre abandonó la corte de Versalles y la compañía de Madame de Montespan para
casarse con el organista Marin de la Guerre, hijo del difunto organista de la
Sainte-Chapelle, Michel de la Guerre , y posición que él mismo acabaría
ocupando. La unión con un músico permitió a Élisabeth Jacquet continuar con su
carrera profesional: se estableció con su marido en París, donde, además de
ofrecer clases particulares de clave, organizó conciertos como compositora e
intérprete que disfrutaron de un gran éxito. Grandes músicos y eruditos venían
de todo el mundo para escuchar esta prodigio del clave, que a los 26 años fue
incluida por Titon du Tillet en su Parnaso, al lado Lalande y Marais y justo
debajo de Lully.
Jacquet de la Guerre, que fue de las pocas mujeres que
tuvieron acceso a estudios de composición, también formó parte del minoritario
conjunto de compositores contemporáneos que vio sus obras publicadas
En 1687 Élisabeth Jacquet de la Guerre publicó sus obras por
primera vez: Premier livre de pièces de clavessin, que se rescató en 1970 del
olvido, contenía cuatro suites dedicadas a Luis XIV y constituyó una de las
pocas colecciones de obras para clavecín impresas en Francia en el siglo XVII.
Jacquet de la Guerre, que fue de las pocas mujeres que tuvieron acceso a
estudios de composición, también formó parte del minoritario conjunto de
compositores contemporáneos que vio sus obras publicadas. Cuatro años más
tarde, compuso el ballet Les Jeux à la honneur de la victoire, partitura que a
día de hoy está perdida y la que, junto con su ópera Céphale et Procris —la
primera compuesta por una mujer en Francia—, representa un periodo de esplendorosa
y ambiciosa producción para Jacquet de la Guerre. Gracias a su testamento del
año 1726, sabemos también de la existencia de dos óperas más compuestas durante
esta etapa creativa. A lo largo de su vida, la compositora francesa se atrevió
a experimentar con diversos géneros musicales, también italianos: en la década
de los noventa, compuso cantatas y sonatas en trío, de las cuales las últimas
forman parte de los primeros ejemplos de sonata francesa junto con las de
Couperin y Charpentier, entre otros.
Me he esforzado,
Majestad, para merecer su aprobación, que siempre ha supuesto todo para mí …
Sin duda, la carrera de Madame de la Guerre, descrita en la
edición de diciembre de 1690 del Mercure Galant como el «sombra de Lully […] la
compositora y músico más prominente», iba in crescendo a velocidad exponencial.
La muerte de sus padres, de su marido, de uno de sus hermanos y, incluso, de su
hijo de 10 años en los años siguiente, provocó un pequeño parón compositivo, si
bien continuó ofreciendo conciertos como intérprete más recluida en la
intimidad. Finalmente, en 1707 volvió a la composición con la publicación de
una colección de obras para clavecín —Pièces de Clavecin qui peuvent se jouer
sur le Violon— y seis Sonatas pour le violon et pour le clavecin, una nueva
muestra de composiciones con acompañamiento de clave, en el rol de obbligato
respecto al violín. La dedicatoria al rey Sol que acompañaba las dos
colecciones es una de las numerosas muestras de agradecimiento que Élisabeth
Jacquet de la Guerre mostró al monarca por su admiración y su mecenazgo
continuado mientras vivió: «Te complació ver el nacimiento del talento que te
he dedicado; e incluso me has honrado con tus elogios, cuyo valor yo no
entendía en aquella época. Desde ese momento, mi modesto talento ha crecido. Y
me he esforzado, Majestad, para merecer su aprobación, que siempre ha supuesto
todo para mí…»
Al monarca francés también le fueron dedicados los dos
libros de Cantates françoises sur des sujets tirez de l’Ecriture en los años
1708 y 1711, las primeras cantatas sacras compuestas en Francia. Élisabeth
Jacquet de la Guerre publicó por última vez su obra en 1715: se trataba de una
colección de Cantatas francesas profanas dedicadas al príncipe elector de
Baviera, Maximiliano II Manuel, e incluía tres cantatas y un dúo para soprano y
bajo continuo. Con la muerte de Luis XIV el 1 de septiembre de ese mismo año,
la voz creativa de la compositora francesa se sumió en un silencio que nunca
más se rompió.
Jacquet de la Guerre fue la única música en el círculo
intelectual femenino real durante los 72 años de reinado del rey Sol
El 27 de junio de 1729, la luz de Élisabeth Jacquet de la
Guerre se apagó para siempre. En el conjunto de sus posesiones encontradas
después de su muerte, había tres clavecines y un clavicémbalo manual doble de
los Países Bajos. La compositora, que fue la única música en el círculo
intelectual femenino real durante los 72 años de reinado del rey Sol, legó a la
historia de la clásica numerosas obras, de las que a día de hoy hemos
recuperado los manuscritos de sus sonatas en trío y sonatas para violín o viola
da gamba más tempranas, entre otros. Aunque cayó en el olvido entrado el siglo
XIX, a finales del siglo XX se renovó el interés en sus composiciones, algunas
de las cuales han sido grabadas.
A continuación, la recordamos en el día de su nacimiento,
con la Sonata para Violín Nº 1 en Re Menor, en la versión de Rebecca Nelson, en
violín barroco; Sydney ZumMallen, en viola da gamba; Joshua Stauffer, en tiorba;
y David Belkovksi, en clave.