La bohème, es una ópera en cuatro actos con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, sobre la novela Escenas de la vida bohemia de Henry Murger.
El estreno tuvo lugar en el Teatro Regio de Turín el 1 de
febrero de 1896, dirigido por Arturo Toscanini. La obra tuvo una acogida fría,
tanto por parte del público como de la crítica, pero rápidamente se hizo
popular por toda Italia.
Giacomo Puccini y Arturo Toscanini |
Poco después del estreno, se ofrecieron producciones en diferentes
teatros como el San Carlos de Nápoles, el 14 de marzo de 1896; el Teatro
Comunale de Bolonia, el 4 de noviembre de 1896; el Teatro Costanzi de Roma, el 17
de noviembre de 1896; La Scala de Milán, el 15 de marzo de 1897; La Fenice de
Venecia, el 26 de diciembre de 1897; el Teatro Regio de Parma, el 29 de enero
1898; y el Teatro Donizetti de Bérgamo, el 21 de agosto de 1898.
El 16 de junio de 1896, se realizó la primera representación de la ópera fuera de Italia, en el Teatro de la Opera de Buenos Aires, Argentina, con un elenco integrado por Hericlea Darclée, como Mimí, Fanny Torresella como Mussetta, y las voces de Emilio de Marchi, Mauricio Barsanti, y el bajo Remo Ercolani, bajo la batuta de Eduardo Mascheroni.
A continuación, de Giacomo Puccini, la ópera La bohème, en la interpretación en los roles principales, de Marcelo Alvarez como Rodolfo y Cristina Gallardo Domas como Mimí, desde el Teatro degli Arcimboldi, con el Coro y la Orquesta del teatro Alla Scala de Milán, bajo la dirección de Bruno Bartoletti.
La historia está ambientada en París, alrededor de 1830.
Acto I
En la buhardilla de los cuatro bohemios
Marcello pinta mientras
Rodolfo mira por la ventana. Como no tienen combustible y hace frío, utilizan
los manuscritos del drama que está escribiendo Rodolfo para hacer fuego.
Colline, el filósofo, entra en la pieza congelado y molesto por no haber podido
empeñar unos libros. Schaunard, el músico, llega con comida, madera, vino y
dinero; explica a sus compañeros la fuente de su súbita riquezas, un trabajo
con un excéntrico caballero inglés. Nadie le presta atención porque caen sobre
la comida, que es retirada rápidamente por Schaunard, y declarando que, en
lugar de ello, todos celebrarán su buena suerte cenando en el Café Momus.
Mientras beben, llega Benoît, el casero, en busca del pago de la renta. Los
bohemios le engatusan ofreciéndole vino, y, en medio del efecto del alcohol,
les narra sus aventuras amorosas, añadiendo que está también casado, ante lo
cual todos reaccionan con una indignación pacata, fingida, y le echan de la
habitación sin pagarle la renta. Deciden que lo mejor es utilizar ese dinero
para irse de parranda por el Barrio Latino.
Los otros bohemios salen, pero Rodolfo se queda solo por un
momento para terminar un artículo que está escribiendo, prometiendo reunirse
con sus amigos pronto. En ese momento alguien llama a la puerta, y entra Mimí,
una modista que vive en otra habitación del edificio. Ha venido a pedir que le
ayuden a encender nuevamente su vela, que se le ha apagado. Sale, pero regresa
en seguida porque ha olvidado su llave. En ese momento, ambas luces se apagan y
en la oscuridad deben buscar la llave. Rodolfo, deseoso de pasar tiempo con
Mimí, encuentra la llave y se la guarda en el bolsillo, fingiendo inocencia. Cuando
sus manos tropiezan, ambos aprovechan la ocasión para contar la historia de sus
vidas: él interpreta Che gelida manina / "Qué manita más fría" y
ella, Sì, mi chiamano Mimi / "Sí, me llaman Mimí". Son interrumpidos
por las voces de los amigos, impacientes, que han venido a buscar a Rodolfo,
pero mientras él sugiere quedarse en casa con Mimí, ella decide acompañarlo.
Mientras se van, cantan su amor recién encontrado (dúo: O soave fanciulla /
"¡Oh, dulce muchacha").
Acto II
En el Barrio Latino de París
En las calles hay una gran multitud, junto con niños, que se
divierte mientras los vendedores callejeros vociferan sus productos (coro:
Aranci, datteri! Caldi i marroni! / "¡Naranjas, dátiles! ¡Castañas
calientes!"). Aparecen los amigos, animados con alegría; Rodolfo le compra
a Mimí un sombrero rosado. Los parisinos cotillean con sus amigos y regatean
con los vendedores; los niños de las calles claman por ver las mercancías de
Parpignol, el juguetero. Los amigos entran en el Café Momus.
Mientras los hombres y Mimì beben y comen en el café,
aparece Musetta, ex de Marcello, acompañada de su rico (y envejecido)
admirador, el ministro del gobierno, Alcindoro, a quien ella trata como si
fuera un perrillo faldero. Queda claro que se ha cansado de él. Ella intenta de
varias maneras llamar la atención de Marcello, y lo logra cantando una sensual
aria dedicada fingidamente a su nuevo amante, que hace las delicias de los
parisinos y avergüenza a su patrón (vals de Musetta: Quando m'en vò / "Cuando
voy"). Pronto Marcello arde de celos. Para librarse un poco de Alcindoro,
Musetta finge un dolor en un pie, por culpa del zapato que le aprieta
demasiado, y hace que Alcindoro vaya a buscarle un nuevo par. Durante la
confusión que sigue, Musetta aprovecha para reunirse con su amado Marcello y se
reconcilian.
Cuando los bohemios deciden pagar la cuenta para marchar,
encuentran que Schaunard no tiene suficiente dinero y, siguiendo una sugerencia
de Musetta, deciden cargar la cuenta a Alcindoro. Soldados desfilan en la
calle, y aprovechando la confusión, Marcello y Colline llevan a Mussetta en
brazos y huyen, bajo la risa cómplice de los espectadores. Cuando se han ido
todos, Alcindoro llega con el par de zapatos buscando a Musetta. El camarero le
entrega la cuenta y, horrorizado por el importe, Alcindoro se hunde en una
silla.
Acto III
En la aduana de Enfer
Los vendedores ambulantes pasan la barrera y entran en la
ciudad. Entre ellos está Mimí, tosiendo violentamente. Intenta encontrar a
Marcello, quien vive en una pequeña taberna cercana donde él pinta anuncios
para el tabernero. Ella le cuenta lo difícil que se ha vuelto la vida con
Rodolfo, que ha abandonado la casa la noche anterior (aria: O buon Marcello,
aiuto! / "¡Oh, buen Marcello, ayuda!"). Marcello le cuenta que
Rodolfo está durmiendo en la taberna donde él vive también. Rodolfo, que acaba
de despertar y busca a Marcello, entra en escena. Mimí rápidamente se oculta y
oye a Rodolfo decirle primero a Marcello que ha abandonado a Mimí debido a que
es demasiado coqueta con otros hombres, pero luego confiesa que él tiene miedo
de que ella esté consumiéndose lentamente por una enfermedad mortal (muy
probablemente tuberculosis, conocida por la palabra comodín
"consunción" en el siglo XIX). Rodolfo, en su pobreza, poco puede
hacer por ayudar a Mimí y decidió fingir no amarla más para que ésta se olvide
de él y se vaya a vivir con otro hombre que pueda proporcionarle un modo de
vida más confortable (¡Mimí e tanto malata! / "¡Mimí está tan enferma!").
Marcello, preocupado por Mimí intenta hacerle callar, pero ella ya lo ha
escuchado todo y se descubre a sí misma cuando tose violentamente. Marcello les
deja para volver con Musetta. Rodolfo y Mimí cantan a su amor perdido. Planean
separarse amistosamente (Mimí: Donde lieta usci / "Donde feliz
salí"), pero su amor mutuo es demasiado fuerte. Llegan a un compromiso:
deciden permanecer juntos hasta que llegue la estación de las flores, la
primavera, cuando el mundo revive de nuevo y nadie se siente verdaderamente
solo. Mientras tanto, Marcello se ha unido con Musetta, y en la distancia se
escucha su feroz discusión: un contrapunto opuesto a la reconciliación de la
otra pareja (cuarteto de Mimí, Rodolfo, Musetta, Marcello: Addio dolce
svegliare alla mattina! / "Adiós, dulces despertares por la
mañana!").
Acto IV
Nuevamente en la buhardilla
Marcello y Rodolfo parecen trabajar, aunque están
principalmente lamentándose por la pérdida de sus respectivas amadas (dúo: ¡O
Mimì!, ¡Tu più non torni! / "¡Oh Mimí, no regresarás!"). Schaunard y
Colline entran con una cena muy frugal, que consiste de algo de pan y un
arenque, y los cuatro parodian un delicioso banquete, cantando y bailando
(Gavota!). Musetta entra alarmada con noticias: Mimí, que aceptó a un vizconde
después de dejar a Rodolfo en la primavera, ha dejado a su protector. Musetta
la ha encontrado vagando por las calles, muy debilitada por su enfermedad, y se
la ha traído consigo a la buhardilla. Todos ayudan a la chica, demacrada y
pálida, a sentarse en una silla. Preocupados, Musetta y Marcello salen de la
habitación para vender las joyas de ella y así comprar algunas medicinas, y
Colline sale para empeñar su abrigo (Vecchia zimarra, senti / "Viejo
abrigo, escucha"). Schaunard, instado por Colline, se marcha calladamente
para dejar a Mimì y Rodolfo tiempo juntos. Solos, Rodolfo y Mimí, recuerdan sus
tiempos felices (dúo de Mimí y Rodolfo: Sono andati? / "¿Se han
ido?"). Recuerdan su primer encuentro —las velas, la llave perdida— y,
para placer de Mimí, Rodolfo le entrega el sombrerito rosado que él le compró a
ella y que ha conservado como un recuerdo de su amor. Regresan todos, con un
manguito como regalo para calentar las manos de Mimí y alguna medicina. Le
dicen a Rodolfo que han llamado al médico. Se postran a los pies de la cama,
Musetta reza una plegaria, y Mimí, inadvertidamente, queda inconsciente.
Mientras Musetta reza, Mimí muere. Schaunard descubre a Mimí sin vida. Rodolfo
cae en cuenta y grita ¡Mimí...! ¡Mimí...! angustiado, y llora sin poder
contenerse.