Carlos Bernardo González Pecotche, también conocido por su
seudónimo literario Raumsol, nació en
Buenos Aires, Argentina, el 11 de agosto de 1901, y murió en su ciudad,
el 4 de abril de 1963. Pensador, educador y humanista.
El Diario Infobae, en su edición digital, publicó este artículo.
El padre de la logosofía
Carlos Bernardo González Pecotche, una vida dedicada a la
búsqueda del bienestar de las personas
Es poca la información que se tiene sobre la logosofía. Sin embargo, esta corriente de investigación causal, también reconocida como doctrina ético-filosófica, otorga las herramientas metodológicas de orden conceptual y experimental para perfeccionar la vida de hombres y mujeres.
Cada pensamiento que busque el bienestar de las personas y de la sociedad siempre es importante y debe ser tenido en cuenta. Es por eso que es tan enriquecedor conocer esta doctrina.
La logosofía logró abrir una nueva ruta para la realización de la vida y el destino de los seres humanos. ¿Cómo es esto? Recurre a sus propias concepciones, exponiendo con claridad los conocimientos que emanan de ella. Propone un proceso gradual de superación que habilita, a quienes aspiren a superarse, a conducir en forma consciente su propia evolución, de forma integral, hacia la conquista de las máximas prerrogativas concedidas al género humano.
Quién fue Carlos Bernardo González Pecotche
González Pecotche nació el 11 de agosto de 1901 en Buenos Aires. Hijo de Jorge Nazario González Castrosín y María Amorena Pecotche de González, a los cinco años, perdió a su madre, fallecida en Saint-Etienne-de-Baïgorry, en el sur de Francia, a donde viajó desde Buenos Aires en 1906, aquejada por una grave dolencia que no pudo superar.
En 1924 se casó con Paulina Eugenia Puntel, con quien tuvo a su único hijo, Carlos Federico González.
Sus inquietudes espirituales, al poco tiempo, lo llevaron a iniciar el recorrido de un camino de investigación que culminó con la creación de una escuela de adelanto mental. Eso se concretó el 11 de agosto de 1930 cuando inauguró formalmente en Córdoba la primera sede de su escuela de pensamiento, que luego se convertiría en la Fundación Logosófica.
Ya para fines de 1931, instalado en Rosario con su familia, fundó una nueva sede de su escuela. Entre 1931 y 1939 realizó varias publicaciones en las que daba a conocer la obra de su creación, que hoy es seguida por personas de todo el mundo.
Además, impulsó la creación de nuevos centros de estudios logosóficos en Montevideo,Uruguay, en 1932; Buenos Aires, en 1933 y varias ciudades de Brasil, como Belo Horizonte, en 1935, Río de Janeiro, 1939, Juiz de Fora y São Paulo. Finalmente, en 1939 trasladó de manera definitiva su residencia a Buenos Aires y dos años después publicó la revista mensual Logosofía hasta 1947.
En 1960 propició la realización en Montevideo del primer Congreso Internacional de Logosofía y en aquellos años impulsó también la creación del Centro de Estudios Logosóficos en México. Dos años después creó en Montevideo la primera escuela primaria donde se imparte la educación pública oficial y se aplicó la pedagogía logosófica. Al año siguiente ya había abierto la segunda escuela primaria en Belo Horizonte, Brasil. Actualmente existen diez escuelas de enseñanza primaria y secundaria en Argentina, Uruguay y Brasil, que forman parte del Sistema Logosófico de Educación.
El 4 de abril de 1963, a la edad de 61 años, falleció en Buenos Aires. Su obra continúa y, en todo el mundo, son miles las personas que disfrutan de sus conocimientos. Con la convicción de que sean más quienes puedan tomar contacto con su pensamiento y su método, sus continuadores trabajan incansablemente para difundir su obra.
Hoy existen sedes de la Fundación Logosófica en distintos países del mundo, que siguen impulsando la obra de este pensador y pedagogo argentino.
Si uno quisiera referirse a su vida, lo primero que sobresale es el legado de su obra. González Pecotche buscó presentar al mundo un camino espiritual que permitiera al hombre perfeccionar su vida y encaminarse hacia una felicidad superior, en beneficio propio y de sus semejantes. Sus allegados lo consideran un ejemplo de vida, de dedicación al prójimo, y de coherencia en la aplicación de lo que enseñó; sus discípulos lo ven como un benefactor de la humanidad y disfrutan diariamente de las posibilidades que se pudieron abrir a través de sus enseñanzas. Sus inexorables ideas lo ubican hoy, a 58 años de su fallecimiento como un avanzado que dedicó su vida a convertir sus sueños en realidad.
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