La Sinfonía fantástica es una obra compuesta por Héctor Berlioz en 1830.
El nombre bajo el que se la conoce habitualmente es, en realidad, el subtítulo: el título que Berlioz puso a su obra es Episodio de la vida de un artista.
El autor se inspiró en la actriz shakespeariana Henrietta Constance Smithson, a la que amaba locamente, para componer esta obra, que es un bello y claro ejemplo de la música programática y posee un argumento muy detallado y que es el siguiente:
Un joven músico desesperado ha tomado opio y, en un largo
sueño, tiene una serie de visiones y pesadillas, con la idea de su amada
viniendo una y otra vez a su cabeza. Recuerda las alegrías y depresiones del
pasado, antes de que ella entrase en su vida, y luego el neurótico celoso en que
se convirtió cuando ella entró en su vida, teniendo el único consuelo de la
religión.
El segundo movimiento evoca la música de un baile, en el que
con los giros de la danza, vislumbra a su amada otra vez.
El tercer movimiento fue muy difícil para Berlioz. En el
campo, dos pastorcillos entonan una melodía con sus flautas para llamar a sus
vacas. Todo es tranquilidad hasta que la amada aparece de nuevo, provocando
inquietud en el héroe. El otro pastorcillo toca su flauta, pero esta vez no hay
respuesta. En ese momento, el sol se pone acompañado de un trueno distante.
Luego, predomina el silencio en la escena.
El cuarto movimiento es la Marcha al Cadalso: Sueña que ha
asesinado a su amada y que ha sido condenado a muerte, tomando el camino al
lugar de la ejecución. La procesión se mueve, marchando a ratos tenebrosa y a
ratos magnífica, durante la cual el torpe sonido de pesados pasos sigue
abruptamente por un momento, el último pensamiento de amor cortado de golpe por
la muerte.
El movimiento final es un aquelarre, una salvaje celebración
demoníaca. La imagen de la amada parece ahora una agudísima burla. Las campanas
de la muerte se oyen por encima del himno Dies Irae del juicio final y se
mezclan con la danza. La música de las campanas de la muerte en este movimiento
ha sido utilizada por Wendy Carlos en las bandas sonoras de La Naranja Mecánica
y El resplandor.
A continuación la Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz en la interpretación de Leonard Bernstein al frente de la Orquesta Nacional de Francia.