Leonel Edmundo Rivero nació en Valentín Alsina, Provincia de Buenos Aires, el 8 de junio de 1911 y falleció en Buenos Aires, el 18 de enero de 1986. Fue cantante, guitarrista y compositor de tangos.
Vivió su primea infancia en pueblos bonaerenses, se crio en el barrio porteño de Saavedra y luego en el barrio de Belgrano.
Se formó en la música clásica, estudiando canto y guitarra en el Conservatorio Nacional del barrio de Belgrano.
El poeta y letrista de tango Cátulo Castillo lo definió alguna vez como “un personaje del Quijote nacido en la pampa”.
Apoyado por un tío soltero, músico de tango, se dedicó a recorrer boliches y escenarios con su infaltable guitarra también acompañó películas mudas en un cine del barrio La Mosca, en Avellaneda donde exhibían la película Resaca.
El protagonista desenfundaba una guitarra y Rivero debía musicalizar la escena y un día se animó a cantar también pero el público reaccionó iracundo, haciendo un terrible estruendo dando patadas en el piso.
Al día siguiente repitió el número y el dueño del cine lo despidió ante el enojo del público, no acostumbrado a escuchar voces en el filme.
Cantó en los recreos de la costa de Quilmes, donde casi siempre se terminaba con entreveros bravíos.
Tiempo despues se presentó a dúo con su hermana Eva en las radios o “broadcastings” de entonces: Radio Brusa, Radio Buenos Aires y acompañaban a cantores, pero en ocasiones, cantaban ellos o tocaban música española, clásica, griega o de cualquier otro género.
El dueño de la emisora iniciaba la transmisión y se marchaba a buscar avisos y, quedaba todo a cargo del locutor y de los artistas.
Como por lo general no había avisos, el locutor se iba y dejaban todo a cargo del dúo, hasta por horas. Las cuentas de publicidad, eran más bien escasas: una zapatería, un sastre, un mercadito y cuando por casualidad cobraban, era con el producto de algún canje que el propio dueño de la radio aceptaba.
Edmundo contaba con gracia que su primer sueldo artístico fue parte de esos trueques en especie y cobró puntualmente… un pescado. Eso sí, a elegir: pejerrey o merluza.
Acompañó a infinidad de cantores de todo género, incluso de ópera y también a Agustín Magaldi, Nelly Omar, Francisco Amor, el dúo Ocampo-Flores.
En una época que se estilaba la charla animada por teléfono, entre mate y charla, con su amigo Acha, marcaban un número al azar, y si la que atendía era una voz de mujer joven, le dedicaban una canción con acompañamiento y todo y al no haber falta de respeto ni maldad, la cosa a veces funcionaba.
Acompañó a infinidad de cantores de todo género, incluso de ópera y también a Agustín Magaldi, Nelly Omar, Francisco Amor, el dúo Ocampo-Flores.
En una época que se estilaba la charla animada por teléfono, entre mate y charla, con su amigo Acha, marcaban un número al azar, y si la que atendía era una voz de mujer joven, le dedicaban una canción con acompañamiento y todo y al no haber falta de respeto ni maldad, la cosa a veces funcionaba.
En una oportunidad una mujer que los había atendido, preguntó:
"Dígame la verdad: lo que pusieron ¿era un disco o es alguien que está ahí?"
"No, no fue ningún disco, fue mi amigo Rivero", respondió Acha y le pasó el teléfono a Rivero.
"Cánteme un poco más, por favor" pidió la dama anónima. Edmundo siguió entonando para terminar de convencerla.
"Me gustaría que pasara por mi casa. Tengo un conservatorio y sería bueno que lo escuchara mi hermano. Está formando una orquesta, ¿sabe?" Le pasó la dirección, en la calle México.
Cuando, días después, Rivero fue a visitarla, descubrió que era la casa de Julio De Caro.
La voz misteriosa era de Hermelinda y el que estaba formando la orquesta era otro hermano: José de Caro, que lo contrató.
Esto ocurrió en 1935, pero dos años más tarde fue el propio Julio De Caro quien lo llamó para los carnavales en el cine Pueyrredón, del barrio de Flores.
Poco después dejó la orquesta por desacuerdos con De Caro, porque la gente se paraba para escucharlo y al Director eso no le gustaba, "Cante de otra manera, que acá la gente viene a bailar".
Mas tarde debutó en la orquesta de Emilio Orlando y, a comienzos de los cuarenta, lo hizo en la de Humberto Canaro.
Hacia 1944 integró la orquesta del pianista Horacio Salgán, en la que estuvo hasta 1947.
De este periodo no quedaron registros, ya que los empresarios discográficos le dieron la espalda tanto a la avanzada concepción del tango de Salgán como al inusual registro vocal de Rivero.
Ambos se dieron el gusto de grabar en las décadas siguientes, ya siendo artistas consagrados.
Fue convocado por Aníbal Troilo para formar parte de su gran orquesta, en reemplazo de Alberto Marino.
En los tres años que participó Rivero en la orquesta de Pichuco dejó más de una veintena de grabaciones, en algunas de las cuales canto a dúo con Floreal Ruiz y con Aldo Calderón.
En esta etapa el gran cantor paso a ser sinónimo de tangos como "El último organito", "La viajera perdida", "Yo te bendigo", pero fundamentalmente del tango de Homero Manzi y Aníbal Troilo "Sur".
Hay muchas anécdotas y comentarios sobre el tipo de voz de Edmundo Rivero, en una época en donde brillaban los tenores y tenorinos, pero lo concreto es que logró un éxito y una popularidad únicas, imponiendo su registro de barítono y su inconfundible estilo aporteñado.
Poco después dejó la orquesta por desacuerdos con De Caro, porque la gente se paraba para escucharlo y al Director eso no le gustaba, "Cante de otra manera, que acá la gente viene a bailar".
Mas tarde debutó en la orquesta de Emilio Orlando y, a comienzos de los cuarenta, lo hizo en la de Humberto Canaro.
Hacia 1944 integró la orquesta del pianista Horacio Salgán, en la que estuvo hasta 1947.
De este periodo no quedaron registros, ya que los empresarios discográficos le dieron la espalda tanto a la avanzada concepción del tango de Salgán como al inusual registro vocal de Rivero.
Ambos se dieron el gusto de grabar en las décadas siguientes, ya siendo artistas consagrados.
Fue convocado por Aníbal Troilo para formar parte de su gran orquesta, en reemplazo de Alberto Marino.
En los tres años que participó Rivero en la orquesta de Pichuco dejó más de una veintena de grabaciones, en algunas de las cuales canto a dúo con Floreal Ruiz y con Aldo Calderón.
En esta etapa el gran cantor paso a ser sinónimo de tangos como "El último organito", "La viajera perdida", "Yo te bendigo", pero fundamentalmente del tango de Homero Manzi y Aníbal Troilo "Sur".
Hay muchas anécdotas y comentarios sobre el tipo de voz de Edmundo Rivero, en una época en donde brillaban los tenores y tenorinos, pero lo concreto es que logró un éxito y una popularidad únicas, imponiendo su registro de barítono y su inconfundible estilo aporteñado.
Con Troilo empezaron tocando en un baile en el Tigre, donde había un lleno completo y cuando Pichuco le dijo: "Ahora usted, Rivero…", hubo unos aplausos un poco raros, que a Troilo le sonaron exagerados, largos.
Rivero cantó un tango y la gente empezó a dejar de bailar y a arrimarse al palco. Al final no sólo aplaudían, sino que gritaban y tiraban cosas al aire.
Cantó otra pieza y más de lo mismo y Troilo olfateó el peligro y creyó que el público se estaba burlando de la extraña voz grave de Rivero.
Entonces, sentado con el bandoneón, le dijo por lo bajo, tratando de no ofenderlo: "Mire, Rivero, mejor bájese del palco, porque me parece que esto viene de cargada".
"¿Le parece?".
"¿Y no ve que le tiran cosas?".
"Ah, pero a mí en los bailes siempre me aplauden así".
"¿Está seguro, Rivero?".
El cantor lo tranquilizó y Troilo recordaría siempre aquella anécdota.
Rivero tuvo que vencer la antipatía de algunos de los músicos de la orquesta, pero Troilo no sólo estaba mucho más allá de todas las mezquindades, sino que fue quien más supo de cantores y se había enamorado para siempre de él.
En 1950 comenzó su etapa como solista, siendo acompañado por un conjunto de guitarras que estaba integrado por Armando Pagés, Rosendo Pesoa, Adolfo Carné, Achával y Milton, en otras ocasiones fue acompañado por la orquesta de Victor Buchino.
Hacia 1965, fue elegido para interpretar las poesías de Jorge Luis Borges, musicalizadas por Astor Piazzola y llevadas al disco titulado "El tango", y también participó el actor Luis Medina Castro recitando obras del poeta.
Este espectáculo fue presentado en teatros de todo el país y del Uruguay.
En el año 1969, se dió el gusto de inaugurar su propia casa de tango: "El Viejo Almacén".
Por ella desfilaron innumerables figuras nacionales e internacionales y ocurrieron interesantes episodios como escuchar a Rivero acompañado por la orquesta de Osvaldo Pugliese, o una noche cualquiera ver entre los concurrentes a Joan Manuel Serrat, gran admirador del cantor.
Escribió su autobiografía en un libro titulado Una luz de almacén en el cual despliega una interesante defensa del lunfardo y fue miembro de la Academia del Lunfardo.
En diciembre de 1984, asistió a un almuerzo en la casa presidencial de Olivos en donde se homenajeó a Carlos Gardel y el presidente Raúl Alfonsín, que admiraba a Rivero, festejó efusivamente su actuación.
El 18 de enero de 1986, luego de permanecer internado desde diciembre, por un problema cardíaco falleció en Buenos Aires a los 74 años de edad.
Lo recordamos con una interpretación del tango Sur de Aníbal Troilo y Homero Manzi.