Louis Durey nació en París, Francia, el 27 de mayo de 1888,
y murió en Saint-Tropez, Francia, el 3 de julio de 1979. Músico y compositor.
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LOUIS DUREY (1888-1979)
Louis Durey nace en París el 27 de mayo de 1888, en la plaza
de Saint Germain-des-Prés, en una familia de la burguesía industrial
especializada en la impresión.
No fue antes de sus veinte años, tras el descubrimiento de
“Pelléas et Mélisande”, que el gusto que manifestaba por la música le empujara
a realizar estudios de armonía, contrapunto, fuga y composición, como alumno
particular, y al margen de cualquier escuela, bajo la dirección de Léon
Saint-Réquier, que era profesor en la Schola Contorum y director de los
Cantores de Saint-Gervais.
Sus primeras composiciones datan de 1914. Muestran la
profunda afinidad que le ligaba a la música de Claude Debussy.
Ese mismo año, el azar le llevó a descubrir una melodía de
Arnold Schoenberg, extracto del “Libro de los jardines colgantes”. Ese rasgo de
luz abrió la vía a todas sus búsquedas ulteriores y fue precisamente con la
“Offrande lyrique” (Opus 4) con la que su personalidad se afirmó, abandonándose
a todos los recursos de su imaginación, siendo el primero en Francia, sin duda,
en utilizar un lenguaje musical tan claramente liberado.
En 1917, compone “Eloges” (Opus 8), sobre tres poemas de
Saint-Léger Léger, que él mismo considerará, en 1977, como una de las páginas
más representativas de su carrera musical y de su personalidad.
Todavía en 1917, funda con Erik Satie, Georges Auric y
Arthur Honegger el pequeño grupo de los “Nuevos jóvenes” que, en 1919, se
convirtió en el “Grupo de los Seis”.
Louis Durey se “separó” de sus camaradas del “Grupo de los
Seis” en 1921, sin romper por ello los lazos de franca amistad que siempre les
habían unido.
En 1920, escribe los “Tres preludios para piano” (opus 26),
dedicados a la memoria de Juliette Meerowitch, que fue su primera intérprete en
el concierto del 6 de junio de 1917, en la Sala Huyghens.
Sus mayores le animaron: Albert Roussel, Florent Schmitt,
Charles Koechlin y sobre todo Maurice Ravel, quien además apadrinó su entrada
en la SACEM.
Siguieron, en 1921, “Dos estudios para piano” (Opus 29):
“Eaux courantes”, “Eaux dormantes” (Aguas corrientes, Aguas durmientes),
inspiradas en la gran tradición pianística jalonada por Liszt, Debussy y Ravel.
En Saint-Tropez, en 1923, compone “L’occasion” (Opus 34),
comedia lírica en un acto a partir de Prosper Mérimée.
De 1943 a 1947 emprende numerosos trabajos de musicología:
reconstrucción de más de un centenar de canciones francesas de Clément
Janequin, diversas piezas de Costeley, Lassus, Marenzio, grandes motetes de
Josquin-des-Prés…
Esta actividad desarrollará en él el gusto por la escritura
coral. Realizará igualmente numerosas armonizaciones de cantos folklóricos
franceses.
Esos dos polos de atracción van a guiarle, a partir de 1944,
y determinar para él una suerte de regla de vida. Con las “Six pièces de
l’automne 53” (Opus 75), Louis Durey volverá a la música “pura”, abandonando
por un tiempo la expresión de ideas por la mediación de la voz cantada.
Acababa de llegar a los 80 años cuando compuso “Nicolios et
la flûte” (Opus 11), a partir de una novela de Nikos Kasantzaki, El Cristo
recrucificado. Encontró aquí una felicidad de expresión y un frescor
absolutamente excepcionales.
Entre 1967 y 1974, escribirá, por intervalos, los
“Autorretratos”, 16 piezas para piano (Opus 108), “Tres piezas para piano”
(Opus 109) complementando los “Autorretratos”, y el “Poema para piano”, opus
116 y último, que constituye el vigésimo y último capítulo de la serie de esos
“Autorretratos”, donde busca una expresión puramente subjetiva, un verdadero
auto análisis, como tantos de los que realizó Rembrandt de sí mismo.
La obra de Louis Durey, que totaliza 116 opus catalogados,
abraza todos los géneros con excepción del ballet. No abordará mucho la escena
o la orquesta sinfónica, pero compondrá música para varias películas
documentales. Asegurará igualmente diversas colaboraciones musicales.
No se dejó encerrar en ningún sistema, demasiado celoso por
poder expresarse con toda libertad. Buscando siempre renovarse, se definió a sí
mismo como una continuidad vestida de aspectos variados. Por encima de las
diferentes bifurcaciones estéticas, más allá de las influencias recibidas,
permanece, a través de toda su música, su gran sensibilidad, su humanismo.
A continuación, recordamos a Louis Durey en el día de su nacimiento, con la Sonatina para Flauta y Piano Op.25, en la versión de Daniela Dottori en flauta y Luca Moscardi en piano.