Omar Moreno Palacios IgnacIo Sánchez - LA NACION |
Omar Moreno Palacios
nació en Chascomús, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 5 de septiembre de
1938, y murió en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 17 de febrero de 2021. Cantautor y guitarrista.
El Diario La Nación, en su edición digital, publicó este artículo firmado por Francisco Luis Lanusse
Omar Moreno Palacios, cantor y símbolo de la llanura
pampeana
27 de febrero de 2021
PARA LA NACION
Compositor, autor, intérprete, actor y locutor, Omar
Moreno Palacios, "El Pancho". Fue sin duda un referente -y un
símbolo- de la llanura. A extremos que para Antonio Rodríguez Villar,
presidente de la Academia Nacional del Folklore, en música surera hay un antes
y un después de él.
Nació el 5 de septiembre de 1938 en Chascomús, a la que
siempre cantó: "Mi Patria Chica", "Qué lindo el pago donde
nací", "La Capilla de los Negros". Y, desde allí, ni bien
extendió alas, hizo de la provincia de Buenos Aires su territorio artístico y
anímico. Y la llevó por el mundo: "Dicen que soy altanero/ pero no soy
fantaseoso,/ sencillo pero vistoso,/ sin jactancia y con donaire,/ libre voy
surcando el aire/ cual golondrina viajera,/ y te llevo a la sidera/ Provincia
de Buenos Aires"
Nacido en un hogar que juntaba criollos, conoció antiguos
músicos y cantores, entre los que talló principalmente el legendario Mario
Pardo, su maestro de guitarra. Y, en etapas de crecimiento, tuvo Omar su viaje
iniciático: vivió tres años en la República Oriental del Uruguay, cuna de sus
abuelos. Esta experiencia lo marcó por vida. Personalidades y ambientes que
conoció por allá -Osiris Rodríguez Castillos, Amalia de la Vega, un joven
Alfredo Zitarrosa, centros tradicionalistas y aparecerías- le hicieron sentir
el sabor de lo que es igual y poco distinto, al decir de Jorge Luis Borges.
Moreno Palacios fue un singularísimo intérprete de la
guitarra, de esos que ni bien se escucha ya se sabe que es él. Alguna vez
pregunté a Carlos Moscardini -para Moreno Palacios la guitarra
más importante de la provincia a la fecha- cómo era que tocaba Omar, en qué
consistía ese modo que lo caracterizaba. Me contestó que su secreto estaba en
el ritmo, tal vez herencia morena que le andaba en la sangre. Fue a favor de
eso que Moreno Palacios aprovechó para lucirse con músicas que desde la mitad
del siglo XIX irrumpieron en el Río de la Plata con aires y agilidades nuevas.
Y que Omar entreveró con el antiguo bagaje -la cifra, el cielo, el triunfo, la
milonga- para ser señero también en esto. Me refiero a la mazurca y el
schottis, a la ranchera. Y la polca en su estilo canario, es decir cantado,
modalidad que seguramente trajo de la otra orilla. Así "La Polca del
Amor", "Qué de inconvenientes para visitar la Pancha" y otras.
Moreno Palacios fue, además, creador de "Una Picaresca
Paisana", vinculada con su par española, con el Fausto de Estanislao del
Campo. Incorporó a su repertorio -"El Pucheto", "El
Olvidadizo"- al extraordinario Arthur García Nuñez, Wimpi. Y con
Luis Landriscina generaron un ámbito humorístico que podríamos titular Del
Bolazo Consentido, tan propio de nuestro hombre rural en reuniones, en
festejos o alrededor de un mate en galpones: mentir y exagerar a destajo y sin
maldad, con gestos de aprobación y asombro. Y siempre, en este rumbo, puso su
pimienta en lances amatorios -"Como chimango pal ojo", "Agarrame
el alazán"- u ocurrencias del campo, como "Por darme el gusto en
vida". Y nunca cayó en la ordinariez ni la zafaduría.
Más allá de su humor y picardía, Moreno Palacios, ante las
cosas y los seres, era capaz de hondones que conmovían: sus milongas Museo de
Barro, Nunca te dije nada, su Piso de Tierra, Patio de casa. Y su autoretrato
Sencillito y de Alpargatas. Y al igual que en la veta risueña, también en esta
supo incorporar y rodearse de Puros Nosotros, al decir de Lucio V. Mansilla: el
mencionado Rodríguez Castillos, Justo P. Sáenz, Omar Menvielle, Cupertino del
Campo, Pedro Boloqui y Pedro Risso, el Cancionero Anónimo y otros.
Criador de raza criolla durante toda su vida, tanto los amó
los caballos que le fue imposible negarles su trascendencia ultraterrena, su
lugar en el paraíso: El palenque ha quedao tieso,/ opaco de ausencia y
frío,/ le falta el calor y el brío/ de la tapa del pescuezo./ El relincho como
un rezo/ le llega de la distancia,/ sabrá Dios en cuál estancia/ del cielo
andarás costeando,/ los alambres repechando/ y luciendo tu elegancia
Dios quiera que Omar Moreno Palacios, recién llegado al
trasmundo, haya dado con su overo chimangueado ("¡Caballo el tal
Margarito!") y ande ahora en plenitudes, echando algún galopito por esas
pampas del firmamento.
A continuación, lo recordamos en el día de su nacimiento, con Paloma Indiana.